Capítulo 15
Una semana más tarde llegaron a la costa de Inglaterra, y Devlin pensaba dejar en libertad a todos los que tenía en la bodega.
Antes de subir a cubierta a sus prisioneros envió a un mensajero para que llevara la carta al gobernador, Anne se iba a ir con él, haría que le amase y luego se casaría con ella.
Cuando vino el mensajero de dejar la carta, ordenó que subieran a los prisioneros a cubierta. Fueron llegando poco a poco. El capitán parecía bastante afectado con todo lo que había pasado.
—No tiene ningún derecho a quedarse con mi barco — le increpó cuando llegó hasta él.
—Bueno — dijo Devlin mientras se encogía de hombros — es el que tengo más a mano. Además, vosotros tampoco teníais derecho a tratarnos como si fuéramos animales.
—Es que eso…
—Maldita sea — Devlin lo cogió por el cuello y le habló con dureza — agradezca que esté vivo, hombre.
Lo soltó con un fuerte empujón y le ordenó que bajara de una vez. Por dios, ese maldito capitán iba a acabar con su paciencia.
Poco a poco iban bajando todos los marines a puerto. De pronto vio un forcejeo de uno de ellos que no quería bajar. Fue a ver quién era el que se atrevía a permanecer en el barco. Sus hombres le tapaban la visión, pero por las palabras que escuchó supo de quién se trataba.
—Maldita sea, dejadme — estaba diciendo en ese mismo momento mientras forcejeaba con sus hombres — no pienso irme sin Anne.
Devlin lanzó un juramento mientras les decía a sus hombres que se apartaran. Cuando lo soltaron y Bill lo vio, se lanzó contra él. Devlin se apartó justo a tiempo y le puso la zancadilla. Bill cayó al suelo con estrépito y sus hombres empezaron a reírse a carcajadas.
Cuando Bill se levantó, Devlin ya estaba preparado para un nuevo ataque. Pero no sucedió así, sino que se quedó mirándole con furia.
—¿Dónde está Anne? — Preguntó de pronto — ¿por qué ella no está aquí arriba para desembarcar?
—Bueno — dijo Devlin mientras se encogía de hombros — no quiere irse. Se quiere quedar conmigo.
—Mientes, quiero verla.
—¿No me crees?
Al ver la negativa de Bill, hizo que fueran a avisarle a Anne para que subiera a cubierta, que se requería su presencia.
Anne estaba en su camarote mirando por la ventana su patria. Sabía que iba a echar de menos su tierra y extrañaría mucho a su padre como lo estaba haciendo hasta ahora.
Pero más echaría de menos a Devlin si se quedaba en Inglaterra. Además, su padre le obligaría a casarse con Bill. Eso era impensable y ahora más que nunca deseaba estar al lado de Devlin.
Se puso las manos en su vientre, todavía plano, sonriendo al pensar que allí estaba creciendo una nueva vida. Iba a tener un hijo de Devlin, pero a él todavía no se lo había dicho, y no lo haría hasta que llegara a Escocia. Si se lo decía ahora estaba segura de que él la dejaría allí para que no sufriera ningún mal.
Ella sabía que era peligroso viajar en estado, que podía haber complicaciones. Pensaba descansar todo lo máximo posible y comería bien para estar fuerte para los dos.
Se lo había contado a Kelly y ésta se puso muy contenta y le dijo que no tardará mucho en decírselo a Devlin. Ella aseguraba que cuando se enterara le pediría que se casara con ella.
De pronto tocaron a la puerta y ella dio paso a la persona que había fuera.
—Perdone que le moleste señorita — le dijo Steve — Devlin requiere tu presencia en cubierta.
Anne no dijo nada y le siguió hasta cubierta. Allí estaba Devlin con una espada en la mano y mirando con furia a Bill.
De contado que Bill la vio se dirigió hacia ella y la abrazó con fuerza.
—Por dios Anne, ¿te encuentras bien? — le preguntó mientras la seguía abrazando. Luego la alejó, pero la sostuvo cogiéndole de los brazos — ¿te han hecho daño?
—No Bill, me encuentro bien — Anne le sonrió mientras le miraba — veo que no te han tratado tan mal.
—Bueno, dentro de lo que cabe… — dijo mientras la soltaba y se encogía de hombros — ahora ya todo a acabado y podemos volver a casa.
Se acercó de nuevo a ella y le cogió por las manos.
—Allí nos casaremos y seremos felices — le dijo Bill con una sonrisa.
Anne se soltó y meneo la cabeza mientras la bajaba. Ahora tenía que decirle que se iba a ir con Devlin, y que no le amaba.
—Bill yo… — no sabía que decir, ¿cómo se lo tomaría? — no puedo casarme contigo.
—¿Por qué? — preguntó Bill mientras le hacía levantar la cabeza.
—Yo… yo no te amo.
Parecía que esa declaración le había asombrado. Le soltó el rostro y se pasó las manos por el cabello.
—Anne, nosotros… — parecía nervioso y no sabía que decir — con el tiempo podías llegar a amarme.
—No, es imposible — Anne se dio la vuelta y se agarró a la barandilla y miró su tierra — yo… yo no siento nada cuando me besas — hizo un pequeña pausa y después continuo — no voy a desembarcar Bill, me voy a Escocia.
Notó que Bill la cogía por los brazos y le daba la vuelta. Estaba furioso.
—¿Es por culpa de ese prisionero? — Le agarró con fuerza del brazo haciéndole daño — ¿te has abierto de piernas para él?
—¡Bill! — a ella se le empezaron a llenársele los ojos de lágrimas — eso no es así. ¡Suéltame, me haces daño!
—¡Eres una puta! — le espetó con furia mientras le soltaba.
Dios, eso era tan injusto. Las lágrimas empezaron a resbalarle por el rostro. No podía soportar que ese hombre la insultara así.
Le lanzó una bofetada que hizo que Bill volviera el rostro. Se le había señalado la mano en su mejilla.
—¡Desgraciada! — Bill fue a darle una buena bofetada cuando de pronto la punta de una espada se le clavaba un poco en la garganta haciendo que corriera un hilo de sangre.
—Tócale y eres hombre muerto — dijo Devlin con amenaza.
Anne no esperó a ver lo que sucedía a continuación, salió corriendo a su camarote. Una vez dentro se tumbó en la cama y derramó todas las lágrimas que tenía. Ella no era una cualquiera, se había entregado a Devlin por amor.
Jamás en la vida había podido imaginar que Bill pudiera llegar a insultarle de esa manera.
La puerta de su camarote se abrió y Devlin entró en él. Estaba sentada en la cama y deseó correr hacía sus brazos para que él la consolara y le dijera que no era una cualquiera.
Devlin se acercó a ella y le abrazó.
—Ya ha pasado todo — le dijo mientras le acariciaba el cabello — ¿qué te ha dicho para que le abofetearas?
Anne levantó la cabeza y se le quedó mirando. ¿Podía decirle la verdad? Suponía que no iba a pasar nada por decirle lo que le había dicho Bill. Pero, ¿y si él pensaba lo mismo de ella? No, era imposible. Él jamás le diría algo así.
—Yo le dije que no le amaba, que no sentía nada cuando me besaba — bajó la cabeza y continuó en un susurro — y le dije que me iba a Escocia. Fue en ese momento cuando él me culpó de ser… de ser…
Devlin ya sabía lo que iba a decirle. Bill le había llamado puta y ella se había enfurecido y le había abofeteado. Por supuesto que eso se lo tenía bien merecido. Maldición, él tenía que haberle dado una buena paliza antes de que bajara.
—Ya Anne, no hace falta que sigas — le dijo mientras le daba un pequeño beso en la cabeza — me imagino lo que te dijo.
—¿Crees que él tiene razón? ¿Me he convertido en una perdida? — le preguntó Anne con preocupación.
Por dios, ¿cómo podía pensar ella algo así? Él la amaba y pensaba casarse con ella. No, ella no era una cualquiera, era suya, su mujer.
—Por dios Anne, por supuesto que no — hizo que le mirara y le dio un pequeño beso en los labios — eres mía, solamente mía. Si hubieras estado con muchos sería distinto, pero yo he sido tu primer hombre y seré el único.
Parecía ser que la respuesta le satisfizo ya que le abrazó y escondió su rostro en su hombro.
—Gracias — dijo Anne en un susurro.
—¿Quieres que te deje para descansar? — Le preguntó — dentro de dos días llegaremos a Escocia.
—La verdad es que me gustaría subir a cubierta para despedirme de nuevo de mi tierra — le dijo Anne mientras se ponía en pie y le sonreía.
—De acuerdo — se puso en pie y le cogió de la mano — vamos, yo te acompaño.