Capítulo 9

Al día siguiente Kelly fue a verla a su camarote y le confesó que se había enamorado de Michael y que él también la amaba.

—Siento decirle esto, pero voy a irme con Michael a Escocia — Kelly en ese momento guardo silencio. Después miró a la que había sido, no solo su señora, sino su mejor amiga y volvió a hablar — me ha pedido que me case con él.

—¡Oh Kelly! Eso es maravilloso — dijo Anne abrazándola — te voy a echar de menos, pero sé que serás feliz con él.

Kelly y Anne lloraron durante un rato. Luego Kelly se fue porque había quedado con Michael para comer. Anne no salió de su camarote en todo el día. Mark le trajo comida y le preguntó si se encontraba bien, y ella le dijo que sí. Pero en realidad no lo estaba, ella también se había enamorado igual que Kelly, sólo que ella había tenido menos suerte. Devlin no la amaría nunca, puede ser que la deseara, pero estaba segura que no la amaría.

Luego estaba el problema de que no confiaba en ella para contarle cosas sobre su hija, y si él no le contaba nada ella tampoco le sería franca en lo referente a sus sentimientos por Bill.

Devlin estaba contento por su amigo. Iba a casarse con una buena muchacha. Por lo menos no tenía un carácter tan fuerte.

Estaba dando vueltas por la cubierta pensando en lo que hacer en lo referente a Anne. La deseaba demasiado, más de lo que nunca había deseado a una mujer. Quizás amaba a Bill y por eso se comportaba así. Recodaba sus lágrimas y ella le dijo que eran por Bill, ¿sería verdad? Dios, la curiosidad iba a acabar con él.

Si le decía el nombre de su hija y su edad, quizás ella decidiera quitarle esa curiosidad.

Decidido a hablar con ella, bajó a su camarote. Al abrir la puerta, la vio sentada en la cama y parecía enfrascada en la lectura. Tenía un libro en las manos. Parecía ser que no le había escuchado entrar y se apoyó en el marco de la puerta a esperar a que ella levantara su mirada hacía él

Tenía el camisón puesto y se preguntó si ya estaba a punto de irse a dormir. Ese pensamiento le hizo sonreír, ya que le gustaría meterse con ella en la cama.

La historia que estaba leyendo no le parecía interesante, pero le quitaba de estar pensando en Devlin continuamente. No había querido salir por temor a verle, y por eso estaba allí leyendo algo que le aburría por momentos.

Cerró el libro de golpe, ya no soportaba leer más esa basura. Levantó la mirada y vio a Devlin apoyado en el marco de la puerta y le sonreía con descaro. Dios, estaba más apuesto que nunca, ¿cuánto tiempo llevaría observándole? Se pegó un poco más al cabecero de la cama y dejó el libro en la mesita que tenía a su derecha.

Vio que Devlin se acercaba a la cama y se sentaba en ella. Por lo menos se había sentado a los pies de la cama y había suficiente distancia entre los dos. Dejó de sonreír y arqueó una ceja.

—Kathleen — fue lo único que dijo.

—¿Cómo? — no creía haber entendido bien.

—Mi hija se llama Kathleen y va a cumplir cuatro años — dijo Devlin con el ceño fruncido.

—¡Oh! — no sabía que decir, ahora parecía enfadado. Dios, ella no le había obligado a decir nada.

No sabía que decir más a eso. Le había cogido por sorpresa, no había tardado mucho en decirle algo sobre su hija. ¿Y ahora qué? ¿Tenía que decirle que su padre y Bill arreglaron la boda y que ella no lo amaba?

Bueno, si le preguntaba le diría que no amaba a Bill, pero que le tenía mucho cariño. Y si seguía preguntando, ella también le preguntaría cosas. Como por ejemplo como era, que cosas le gustaban, etc.

Pero estaba allí sentado sin decir nada más y ceñudo. ¿Qué quería que le dijera más? Si él no le preguntaba ella no pensaba decir nada.

Le hubiera gustado saber lo que pensaba. El silencio ya estaba durando bastante, y ella empezó a enfadarse.

Se levantó de la cama y le miró furiosa.

—¿Por qué me miras así? ¿Qué quieres? — preguntó Anne enfadada mientras agitaba un dedo ante él.

Devlin se levantó y se dirigió hacia ella. Anne se puso nerviosa, ya que su proximidad la alteraba. Pero antes de poder escapar, Devlin ya la tenía cogida por la cintura y la apretaba con fuerza.

Devlin no estaba muy seguro de lo que le había impulsado a cogerla en sus brazos. Pero verla allí con ese camisón y luego ver como su rostro pasaba de la curiosidad al enfado, lo había encendido y la deseaba más que nunca.

Ella intentaba separarse, pero él la tenía cogida con fuerza y ahora deseaba saborear su boca. Bajó la cabeza para coger su boca, pero ella al ver sus intenciones giró la cara. Devlin con una mano le agarró por el cuello y esta vez Anne no pudo hacer nada. Al ver que ella seguía resistiéndose, él empezó a acariciarle los labios con su lengua hasta que ella entre abrió los labios. Devlin introdujo su lengua dentro de su boca y quedó maravillado por la suavidad de esa boca. Escuchó el gemido de ella y sintió como la lengua de ella buscaba la suya. Eso le excitó más todavía y la abrazó con más fuerza para profundizar el beso. Anne se enganchó a su cuello y le respondió como nunca antes ninguna mujer lo había hecho. Por dios, era exquisita.

Tuvo que apartarla, ya que si no acabaría tendiéndola en la cama y poseyéndola como un salvaje. Ella se separó y abrió los ojos. Su mirada era intensa y llena de deseo. Tenía los labios hinchado por el beso. De pronto vio que esa mirada de deseo se volvía dura y pudo ver a tiempo la mano que se iba a estrellar contra su mejilla. Le cogió el brazo, se lo retorció hacía atrás y volvió a cogerla por la cintura.

—Ni se te ocurra pequeña — dijo Devlin con una sonrisa — además, te ha gustado tanto como a mí.

Anne intentaba separarse de sus brazos por todos los medios, pero era imposible que se soltara. A Devlin le encantaba verla forcejear en sus brazos.

—Suéltame degenerado — dijo mientras seguía retorciéndose entre sus brazos — eres un… un… granuja, estúpido y… y… un bastardo engreído.

Devlin soltó una gran carcajada y volvió a besarla. El beso fue menos intenso, pero aun así sintió que ella le correspondía.

—Eres despreciable, estoy prometida — dijo Anne una vez que se hubo separado de Devlin — ¿o es que no sabes lo que significa esa palabra? — Anne soltó una sonrisa — por supuesto que lo sabes. Ahora suéltame.

Devlin volvió a mirarle con una ceja alzada. Quizás si amara a Bill.

—¿Eso significa que amas a Bill? — preguntó con curiosidad.

—Eso no es…

—No me digas que no es de mi incumbencia — dijo Devlin interrumpiéndola. Ahora parecía que estaba furioso — ya te he dicho el nombre y la edad de mi hija, ahora te toca a ti.