Capítulo 24

A la mañana siguiente cuando Anne se despertó, descubrió que Devlin ya no estaba con ella. Se imaginó que se había ido antes del amanecer para que Natalie no le encontrara con ella.

Anne sonrió al recordar que al día siguiente se mudaría a la habitación de Devlin y de que a partir de ese día ya no tendría que irse de su lado antes del alba.

Se hizo la perezosa durante un rato más. Justo cuando se iba a levantar apareció Natalie por la puerta.

—Oh, mi señora, siento haberla despertado — dijo mientras volvía de nuevo a la puerta — vendré más tarde.

—No te preocupes Natalie, estaba por levantarme cuando has llegado — le dijo mientras se levantaba.

Natalie se dirigió a la ventana y descorrió las cortinas. Fuera hacía un día maravilloso y se dijo que le gustaría dar una vuelta. ¿Estaría Devlin en casa para que le hiciera compañía? Llevaría a Kathleen a dar una vuelta y le enseñaría todo aquello.

—¿Está la pequeña despierta, Natalie? — le preguntó mientras se quitaba la bata y el camisón.

—Si mi señora — le dijo mientras le ayudaba a ponerse un vestido — está abajo desayunando con su padre.

Anne se puso contenta al saber que Devlin estaba en casa. Le pediría que las acompañara a Kathleen y a ella a dar un paseo.

—Parece que ya están desapareciendo esos moratones que tenía en el rostro, mi señora — le dijo mientras le examinaba el rostro.

—Sí, el ungüento que me dio Kelly me está sirviendo — dijo mientras se dirigía a la puerta.

Devlin estaba desayunando con su hija cuando entró Steve bastante apresurado.

—¿Ocurre algo Steve? — le preguntó Devlin mientras le miraba.

—Se acerca un contingente de al menos cincuenta hombres — le dijo.

Maldición, dijo Devlin en un susurro mientras se levantaba de la silla. ¿Sería el padre de Anne que al final si había venido dispuesto a luchar? No estaba seguro, pero se imaginaba que sí sería él.

Necesitaba hablar con ese hombre antes de que llegara allí.

—Reúne a todos los hombres y retenerlos en el límite de mis tierras — le dio a Steve — ¡Harris! — gritó Devlin desde el salón. Luego se dirigió de nuevo a Steve — yo me reuniré en cuanto pueda con vosotros.

—Sí Devlin, enseguida.

—¿Me llamaba mi señor? — dijo Harris materializándose a su lado.

—Sí, manda a Albert a casa de Michael y que le diga que necesito que venga con urgencia — dijo Devlin mientras volvía al comedor — y rápido Harris.

—Sí señor, enseguida.

Maldita sea, esperaba que todo saliera bien. Volvió al comedor y se sentó a terminar su desayuno.

Al poco Anne apareció por la puerta. Estaba realmente hermosa, y gracias a dios ese hematoma en el rostro ya estaba desapareciendo.

—¿Qué ocurre Devlin? — preguntó mientras cogía a la pequeña para darle un beso.

—¿Por qué lo preguntas? — era imposible que se haya enterado de que su padre llegaba con un batallón de hombres.

—Cuando bajaba las escaleras he escuchado mucho movimiento en el patio — le dijo mientras se sentaba a su lado.

—No ocurre nada preciosa — le dijo mientras le daba un pequeño beso en los labios — simplemente es rutina. Ya sabes para inspeccionar la zona.

Anne veía a Devlin preocupado y se preguntó si había avistado a algún batallón que quisiera atacarlos. No, no creía que eso fuera posible.

—¿Vendrás con Kathleen y conmigo a dar un vuelta por los alrededores? — le preguntó Anne. Pero se imaginó que su respuesta sería negativa, querría salir con sus hombres.

—Sí papi, ven a dar una vuelta con nosotras — le dijo la pequeña.

—Lo siento mis amores — dijo mientras besaba a la pequeña en la cabeza y a Anne en los labios — estoy esperando a Michael, tenemos que resolver un pequeño asunto.

—Oh bueno, entonces iremos nosotras — dijo mientras terminaba de desayunar con rapidez.

—Hoy no Anne, no quiero que salgáis.

—¿Por qué? — preguntó Anne.

—Es más seguro que hoy os quedéis aquí — Anne no se lo podía creer. ¿Por qué no le decía claramente lo que pasaba? — hablaré con Harris para que se quedé aquí con vosotras. Haréis caso de todo lo que os diga, ¿de acuerdo?

Maldita sea, la estaba tratando como si fuera una niña. Como si no fuera lo suficientemente mayor para cuidarse sola y cuidar a la pequeña. Se levantó con furia, dejó a la pequeña en el suelo y se enfrentó a Devlin.

—¡Ni hablar! — le dijo con furia mientras ponía los brazos en jarras — ya no soy una niña a la que puedas mandar de esa manera.

—Maldita sea mujer — se acercó a ella, la cogió por los brazos y acercó su rostro al suyo — todo esto lo hago por tu seguridad y la de mi hija.

—Si eso es así, dime lo que ocurre — se soltó de él con furia y volvió a mirarlo — antes no me prohibías salir y ahora sí. Dime lo que ocurre.

—No ocurre nada, simplemente... — dejó la frase a medias y se pasó las manos por el cabello — por dios Anne, hazme caso. Cuando vuelva te lo explicaré todo, te lo juro.

Anne cogió a la pequeña en brazos y salió de la estancia. No podía creer que a esas alturas él todavía no confiara en ella para contarle las cosas. Eso la ponía triste y furiosa al mismo tiempo.

—¡Anne! — Devlin la siguió y la alcanzó justo antes de que subiera las escaleras. Las apretó a ella y a su hija contra su pecho — os amo tanto. Confía en mi Anne, por favor.

—Eres tú quién no confía en mí — dijo mientras se separaba de él — no puedo casarme con un hombre que no confía en mí.

Una vez dicho esto dio media vuelta y subió las escaleras con rapidez. Se imaginaba que la seguiría, pero ella ahora no hablaría con él. Se encerraría en la habitación de la pequeña y jugaría con ella.

Maldita sea, otra vez no. Devlin fue a subir las escaleras para seguirla cuando Michael entró en la sala.

—He venido lo más rápidamente que he podido, ¿qué ocurre? — le dijo Michael cuando lo vio.

Devlin estaba preocupado. Deseaba subir y decirle todo a Anne para que viera que confiaba en ella. Pero no podía hacer eso, ella querría acompañarlo y eso era impensable. Necesitaba hablar con él primero, para saber de qué humor estaba. Se imaginaba que no muy bueno, ya que venía con un batallón en vez de venir solo con una escolta.

Se volvió hacía su amigo y se dijo así mismo que no se preocupara. Ella le amaba y se casaría con él, lo que pasaba es que en ese momento estaba dolida, y él lo comprendía.

—Te lo contaré por el camino — le dio a su amigo mientras se dirigían a la puerta.

Se imaginaba que iba a ver problemas cuando el padre de Anne les hiciera una visita, pero no se había imaginado que el problema llegara incluso antes.

Cuando llegaron al límite de sus tierras, Devlin vio al batallón que Steve había visto. Así como le había dicho, allí había al menos cincuenta hombres.

Devlin vio al hombre que creía era el padre de Anne. Era un hombre de mediana edad, alto y de una complexión fuerte. Era un hombre atractivo y vio que tenía los mismos ojos que su hija. Se imaginó que el cabello lo había heredado de su madre, ya que el hombre que tenía ante sí era moreno.

—¿Usted es Devlin McLachlain? — le preguntó el padre de Anne.

—Así es, y me imagino que usted es el padre de Anne — dijo mientras se bajaba del caballo.

Su futuro suegro también se bajó del caballo y le observó igual que había hecho él.

—Sí, y quiero verla ahora — le dijo en un tono que sugería que debía obedecer.

—Y lo hará, pero primero usted y yo tenemos que hablar — le dijo con seriedad — no quiero problemas, y no deseo una escaramuza, y sobre todo no deseo que nadie salga herido.

—Lo entiendo — Thomas miró al hombre que tenía delante, y se dio cuenta que era mejor hacerle caso. ¿Su hija se había enamorado de ese hombre? Notaba que era completamente distinto de Bill, y quizás su hija había visto en él a un hombre valiente y fuerte para protegerla. Él sabía que Bill era un hombre un poco débil y cobarde, pero era de buena familia — lo único que deseo es comprobar que mi hija no me mentía en la carta que me envió y que es feliz.

Devlin suspiro de alivio por dentro. Parecía que las cosas iban a ir bien.

—Ella es feliz y usted mismo lo comprobará — le parecía raro que no hubiera dicho nada sobre su nieto — ¿no ha recibido otra carta más? Ella le envió dos.

—No, de contado que recibí la primera me puse en marcha — le dijo mientras se sentaba. Devlin hijo otro tanto de lo mismo y se sentó frente a él — he tenido unos pequeños problemas por el camino y por eso llego con retraso.

—No, usted llega a tiempo — ahora llegaba el momento de decirle todo — mañana nos casamos y su hija estaba triste porque no iba a tener su bendición. Quizás ahora podrá dársela.

—Eso lo haré cuando ella me diga en persona que lo ama a usted y que es feliz aquí — le dijo Thomas.

—Por supuesto — Devlin volvió a ponerse de pie — yo amo a su hija como jamás imaginé amar a alguien. Lo acepte o no, ella será mi mujer tarde o temprano — hizo una pausa para subirse al caballo — no voy a renunciar a ella, y tampoco al hijo que lleva en su vientre.

—¿Mi hija está embarazada? — preguntó Thomas con asombro mientras se levantaba.

—Así es — le dijo — ahora le llevaré ante ella. Sus hombres se quedan aquí. Puede llevar a un par de ellos.

Thomas obedeció y fue acompañado por tres de sus mejores hombres. Thomas no podía dejar de pensar que pronto sería abuelo, eso le llenaba de felicidad.