Capítulo 3

No sabía cuánto tiempo había pasado desde que el capitán vino a darles la noticia. Ya no se oía ningún disparo ni gritos, todo esto era muy raro.

Bill no paraba de dar vueltas por la habitación. Se veía que estaba bastante asustado. Tenía una pequeña daga en el cinto, pero Anne se imaginaba que no iba a servir de nada. ¿Qué harían con ellos? ¿Los matarían, pedirían un rescate? Anne esperaba que fuera lo último.

De pronto vio como alguien intentaba abrir la puerta. Anne se puso en pie al igual que Kelly, y Bill se puso delante de ellas con la daga en la mano. Anne se decía que la puerta estaba cerrada y que no iban a poder derribarla.

Empezaron a golpear la puerta, pero sin conseguir nada. De pronto los golpes dieron paso a uno solo que abrió la puerta de par en par.

Se asomó por el costado derecho de Bill y vio a un hombre joven y apuesto. Le acompañaba un enorme negro.

—Vaya, ¿qué tenemos aquí? Dos hermosas damas y un joven caballero — dijo el hombre joven y apuesto. Era rubio y sus ojos eran de un azul muy claros.

—Como… se atreva… a… a… hacerle daño a la dama… se enterará — dijo Bill mientras temblaba.

El joven rubio empezó a reír con fuerzas y el negro le secundó.

—Esto tiene que verlo Devlin — dijo el hombre rubio — quédate aquí y vigílalos.

El hombre rubio salió y Anne se imaginó que iría a buscar a ese tal Devlin y dedujo que sería el jefe.

Devlin subía de las bodegas donde había dejado a unos cuantos marineros y al capitán. De allí se dirigió hacía el camarote del capitán que a partir de ese momento iba a ser el suyo. Entró y decidió asearse un poco y afeitarse. Tanto tiempo encerrado en ese barco necesitaba asearse, estaba bastante mugriento. Aunque no era el único, todos estaban igual. Había dejado a sus hombres en la cubierta aseándose un poco.

De pronto tocaron a la puerta del camarote, justo cuando estaba terminando de afeitarse.

—Adelante.

La puerta se abrió y entró Charles, era irlandés y había sido acusado de robo.

—Siento molestar, pero Michael te está buscando — le dijo Charles.

—Muy bien enseguida voy.

Charles salió del camarote y Devlin terminó de arreglarse para subir a cubierta para reunirse con Michael.

Cuando llegó a cubierta vio a Michael apoyado en la barandilla del barco.

—¿Qué pasa Michael? — preguntó Devlin cuando estuvo a su altura.

—Tenemos tres pasajeros más a bordo — dijo mientras sonreía — dos damas y un joven caballero.

—Llévame ante ellos — dijo Devlin con curiosidad.

Esto no lo había previsto él. ¿Qué haría con esos aristócratas? Porque se imaginó que eso es lo que eran. Bajaron por las escaleras que llegaban a los camarotes y se dirigieron a una puerta en la que estaba uno de los africanos montando guardia.

Devlin entró precedido por Michael y vio a un hombre con una daga en la mano que temblaba de manera terrible. También había dos mujeres sentadas en la cama, pero apenas tuvo tiempo de observarlas, porque el hombre tembloroso le tapaba la visión.

Anne se había vuelto a sentar cuando el rubio salió del camarote. Volvió a coger las manos de Kelly y fijó la mirada en el suelo hasta que entró el tal Devlin por la puerta.

Anne tuvo tiempo suficiente para verlo antes de que Bill le tapara la visión. Cuando lo vio, creyó que se le había cortado la respiración. Era un hombre joven e increíblemente apuesto. Era alto y musculoso, con el pelo negro y unos hermosos ojos oscuros. Tenía un rostro muy masculino, realmente hermoso. Una cicatriz que tenía en la mejilla izquierda hacía que su rostro no fuera completamente perfecto, pero para Anne esa pequeña imperfección le hacía que lo viera más atractivo todavía. Anne también se dio cuenta de que su mirada era fría y dura. A Anne le recorrió un pequeño escalofrío por el cuerpo al saber que ese hombre no tendría ningún escrúpulo con ellos.

De pronto Bill se puso en medio, y dejó de ver a ese hombre que le hacía estremecer.

—Antes de llegar a ella… tendrá que… pasar por mi cadáver — Bill estaba bastante asustado y de eso se dio cuenta hasta el hombre moreno.

—Creo que eso no va a ser difícil — dijo el hombre moreno. Tenía una voz profunda y hermosa.

Ella intentaba ver algo, pero era imposible, Bill no se apartaba. De pronto Bill fue lanzado hacía un lado del camarote, chocó contra la pared y se derrumbó en el suelo.

—¡Bill! — Anne salió a su encuentro y se agachó a su lado — ¿estás bien?

—Sí, creo que sí — dijo Bill mientras se arrinconaba contra la pared.

Anne vio la daga y se la escondió entre los pliegues de su camisón. Se levantó preparada para enfrentarse a ese hombre. Respiró un par de veces y se dio la vuelta. Le miró a los ojos enfurecida y levantó la cabeza con orgullo. Trató de no pensar en lo guapo que era, pero era casi imposible ya que la miraba de arriba abajo con una ceja alzada.

—Es usted un bruto — dijo Anne con firmeza mientras apoyaba las manos en las caderas con cuidado de que la daga no se le cayera del camisón — ¿cómo se atreve a lanzar a mi prometido de esa manera, salvaje?

Devlin rio con ganas y se acercó a ella, la cogió con fuerza de un brazo y en ese momento Anne vio su oportunidad, sacó la daga de donde la tenía escondida y la lanzó a su costado izquierdo. Pero Devlin se dio cuenta, pero un poquito tarde. La daga solo le hizo un pequeño corte. Le quitó la daga con rapidez y lanzó a Anne a la cama.

—Maldita mujer — no había sido un corte muy grande, pero demonios, le había dolido — vaya con la mujer, lo que su querido prometido no ha conseguido, lo ha conseguido ella.