CAPÍTULO V
COMERCIO
YA QUEDA DICHO al principio de esta obra que la importancia del comercio de la isla de Cuba no consiste únicamente en las riquezas de sus producciones y las necesidades de su población en géneros y mercancías de Europa, sino que esta riqueza se funda también en gran parte en la posición ventajosa del puerto de la Habana, a la entrada del Golfo de México, donde precisamente se cruzan las grandes rutas de los pueblos comerciantes de ambos mundos. El abate Raynal1 dijo, en una época en que aún estaban en la infancia la agricultura y la industria, y apenas ponían en el comercio, en azúcar y tabaco, por valor de dos millones de pesos duros, que sólo la isla de Cuba podía valer a la España un reino. Esta palabras memorables han sido en algún modo proféticas; y después que la metrópoli ha perdido el México, el Perú y tantos otros estados que se han declarado independientes, debería meditarse seriamente por los hombres de estado, en cuyas manos está el discutir los intereses políticos de la península.
La isla de Cuba, a la que la corte de Madrid hace mucho tiempo ha concedido juiciosamente una gran libertad de comercio, exporta, por medios lícitos e ilícitos, con solo sus producciones en azúcar, café, tabaco, cera y cueros, por valor de más de 14 millones de pesos duros2. Menos de o sea, con una diferencia de un tercio a lo sumo, es lo mismo que México ha suministrado en la época de la mayor prosperidad de sus minas3. Puede decirse que la Habana y Veracruz4 son para el resto de la América lo que Nueva York es para los Estados Unidos. El número de toneladas de los 1.000 a 1.200 buques mercantes que entran anualmente en el puerto de la Habana asciende (sin contar las pequeñas embarcaciones de cabotaje) a 150.000 o 170.0005. También se ven, aun en plena paz, 120 o 150 buques de guerra que hacen escala con frecuencia en la Habana. De 1815 a 1819, los productos registrados solamente en la aduana de este puerto (azúcar, aguardiente, melaza, café, cera y cueros) han llegado, un año con otro, al valor de 11.245.000 pesos duros. En 1823, las exportaciones registradas a menos de dos tercios de su precio efectivo (no contando 1.179.000 de pesos duros en dinero) ha sido de más de 12 ½ millones de pesos duros. Es más que probable que las importaciones de toda la isla, hechas lícitamente o de contrabando, evaluada según los verdaderos precios de los géneros, de las mercancías y de los esclavos, son en la actualidad de 15 a 16 millones de pesos duros, de los cuales apenas vuelven a exportarse tres o cuatro. La Habana compra en el extranjero mucho más de cuanto exigen sus propias necesidades; cambia sus géneros coloniales por productos de las manufacturas de Europa, para volverlos a vender en gran parte en Veracruz, Trujillo, la Guaira y Cartagena.
En otra obra he examinado, hace quince años, los fundamentos sobre los que se apoyan las tablas que se publican “bajo la denominación falaz de balanzas de comercio”; y dije entonces la poca confianza que merecen estas pretendidas cuentas abiertas entre los pueblos que hacen intercambios, y cuyas ventajas no deberían apreciarse por un falso principio de economía política, sino por el monto de los saldos en dinero. Las explicaciones siguientes manifestarán dos años (1816 y 1823) de Balanzas y Estados de Comercio hechos por orden del gobierno. Ningún número he alterado, porque presentan (y esta es ya una gran ventaja para el cálculo de las cantidades difíciles de conocer) cantidades limitadas al mínimum. Los precios señalados en estas tablas no son ni el precio de las producciones en sus lugares de origen, ni el precio fijado en los puertos de arribada; sino unas valuaciones ficticias, valores oficiales, como se dice en el sistema de aduanas6 de la Gran Bretaña, es decir (y nunca me cansaré de repetirlo), una tercera parte por lo menos inferiores de los precios corrientes. Para deducir el estado del comercio de la Habana, tal cual resulta por los registros de las aduanas españolas, el estado del comercio de toda la isla, sería necesario tener noticia de las exportaciones e importaciones registradas en todos los demás puertos, y aumentar las sumas totales por el producto del comercio fraudulento que varía según los parajes, la naturaleza de las mercancías y las alteraciones de los precios de un año a otro. Semejantes cálculos sólo pueden hacerse por las autoridades locales; y lo publicado por éstas en la lucha que han sostenido con tanto talento contra las Cortes de España prueba que ellas mismas no se conceptúan suficientemente preparadas para un trabajo que abarca tantos objetos a un mismo tiempo.
La Junta de Gobierno y el Real Consulado publican todos los años con el nombre de Balanza de Comercio, para el solo puerto de la Habana7, una tabla de exportaciones e importaciones registradas en las aduanas, en la que se hace la distinción de las importaciones en buques nacionales y extranjeros, las exportaciones para la península, para los puertos españoles de la América y los ubicados fuera del dominio de la corona española. El peso de las mercancías, su valor por aforo y los derechos reales y municipales también se expresan; pero las evaluaciones oficiales del precio de las mercancías son muy inferiores, como ya hemos dicho, del precio corriente8 local.
Mercancías 1816 (en pesos duros)
A. IMPORTACIÓN | 13.219.986 pesos duros | ||||
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Por 3.396 buques españoles | 5.980.443 p.d. | ||||
Géneros y mercan. | 1.032.135 p.d. | ||||
Esclavos africanos | 2.659.950 p.d. | ||||
En oro y plata | 2.288.358 p.d. | ||||
Por 672 buques extranjeros | 7.239.543 p.d. | ||||
1.008 buques | 13.219.986 p.d. | ||||
B. EXPORTACIÓN | 8.363.135 pesos duros | ||||
Por 497 buques españoles | 5.167.966 p.d. | ||||
Para la península | 2.419.224 p.d. | ||||
Para los puertos españ. de América | 2.104.890 p.d. | ||||
Para las costas de África | 643.852 p.d. | ||||
Por 492 buques extranjer. | 3.195.169 p.d. | ||||
989 buques | 8.363.135 p.d. |
De 2.439.991 pesos duros importados, la exportación registrada en oro y plata no ha sido más que de 480.840 pesos duros.
Entre los artículos importados, se hallan los valores siguientes: harinas, 71.807 barriles, o 718.921 pesos duros; vinos y licores de Europa, 463.067 pesos duros; carnes saladas, comestibles y especias, 1.096.791 duros; diversas ropas hechas, 127.681 pesos duros; sedas, 282.382 pesos duros; telas de lienzo, 3.22.859 pesos duros; paños y otros tejidos de lana, 103.224; muebles, cristales, quincalla, 267.312 pesos duros; papel, 61486 pesos duros; hierro labrado, 330.368 pesos duros; pellejos y cueros, 135.103 pesos duros; tablas y otras maderas de carpintería, ya pulida, 285.217 pesos duros.
Entre los artículos de exportación se hallan: harinas, 10.965 barriles o 145.254 pesos duros; diversas ropas hechas, 4.825 pesos duros; sedas, 47.872 pesos duros; telas, 1.529.610 pesos duros; muebles, cristales, quincalla, 29.000 pesos duros; papel, 20.497 pesos duros; hierro labrado, 99581 pesos duros; azúcar, 3.207.792 pesos duros; cera, 22.365 arrobas, o 169.683 pesos duros; cueros preparados, 19.978 duros.
Mercancías 1823 (en pesos duros)
A. IMPORTACIÓN | 13.698.735 pesos duros | ||
---|---|---|---|
buques españoles | 3.562.227 p.d. | ||
buques extranjeros | 10.136.508 p.d. | ||
B. EXPORTACIÓN | 12.329.169 pesos duros | ||
buques españoles | 3.550.312 p.d. | ||
buques extranjeros | 8.778.857 p.d. |
El número de buques entrados en la Habana fue de 1.125, de porte de 167.578 toneladas; y el de los salidos fue de 1.000, de porte de 151.161 toneladas.
Las producciones indígenas exportadas y registradas se graduaron en aquel estado de comercio en:
95.884 | cajas de azúcar blanco |
204.327 | cajas de azúcar quebrado |
672.007 | arrobas de café, primera calidad |
223.917 | arrobas de café, segunda calidad |
15.692 | arrobas de cera |
30.145 | bocoyes de melaza |
13.879 | arrobas de tabaco en rama |
71.108 | libras de tabaco torcido |
26.610 | cueros de la isla de Cuba |
3.368 | garrafones de miel de abejas |
Oro y plata importados, en dinero metálico 1.179.034 pesos duros; exportados 1.404.584.
Entre las mercancías y géneros importados: ropas hechas, 213.236 pesos duros; telas de lienzo e hilo, 2.071.083 pesos duros; sedas, 459.869; telas de algodón, muselina, etc., 1.021.827 pesos duros; paños, 163.962; carnes saladas, arroz, otros comestibles y especias, 3.269.901 pesos duros (de los cuales 431.464 arrobas de tasajo, valor 701.129 pesos duros, 309.601 arrobas de arroz, valor 348.301 pesos duros, y 89.947 barriles de manteca de puerco, valor 259.941 duros); harinas, 74.119 barricas, u 889.428 pesos duros; vinos y licores 1.119.437 pesos duros; hierro labrado, 288.697 pesos duros; quincalla, muebles, cristales y porcelana, 464.328 pesos duros; papel, 35.186 resmas, o 158.337 pesos duros; jabón de Castilla, 53.441 arrobas, o 213.764 pesos duros; sebo labrado, 42.512 arrobas, o 170.050 pesos duros; tablas y otras maderas de carpintería, 353.765 pesos duros.
Entre los objetos exportados, además de las producciones del país que quedan indicadas antes, distinguiremos: telas e hilos de lino, 29.526 pesos duros; algodones, 69.049 pesos duros; sedas, 11.316 pesos duros; telas de lana, 9.633 pesos duros; muebles, cristales, quincalla, 8.046 duros; hierro labrado, 63.149 pesos duros; tablas y madera de carpintería, 23.453 pesos duros; papel, 5.572 resmas, o 22.288 pesos duros; vinos y licores, 49.286 duros; carnes saladas, comestibles, especias, 86.882 pesos duros; papel, 15.322 resmas, o 27.772 pesos duros.
Las nociones más exactas que he podido reunir acerca de la entrada y salida de los buques en el puerto de la Habana son las siguientes. De 1790 a 1803, el número de buques que han entrado, un año con otro, ha sido de 905, incluso los de guerra.
Navíos atracados en el puerto de la Habana
Año | Número |
---|---|
1799 | 883 |
1800 | 784 |
1801 | 1.015 |
1802 | 845 |
1803 | 1.020 |
En aquella época se calculaba la exportación del azúcar en una carga de 40.000 toneladas.
De 1815 a 1819, el total de buques entrados, un año con otro, fue de 1.192, de ellos 226 españoles y 966 extranjeros.
En 1820: entrados, 1.305, de los cuales 288 españoles; salidos, 1.230, de ellos 919 extranjeros.
En los años siguientes sólo se ha llevado cuenta con los buques mercantes.
Buques mercantes
Año | Entrados | Salidos | |
---|---|---|---|
1821 | 1.268 | 1.168 | De estos últimos 1.268, españoles solamente 258. Además, entraron 95 buques de guerra, de los cuales 53 españoles. |
1822 | 1.182 | 1.118 | De los 1.182 había 843 extranjeros; entraron además 141 buques de guerra, y de ellos 72 españoles. |
1823 | 1.168 | 1.144 | De los 1.168 (a 167.578 toneladas) había 274 españoles, y 708 de los Estados Unidos; además 149 buques de guerra, de los cuales 61 españoles, 54 de los Estados Unidos y 34 ingleses y franceses. |
1824 | 1.086 | 1.088 | De los 1.086 se contaron 890 extranjeros; además, entraron en la Habana 129 buques de guerra, de los cuales 59 españoles. |
Exportación de las producciones de la isla de Cuba. Por el puerto de la Habana de 1815 a 1819
AÑO | CAJAS DE AZÚCAR BLANQUEADO (184 Kgs.) | PIPAS DE AGUARDIENTE DE CAÑA DE AZIJCAR | BOCOYES DE MELAZA | ARROBAS DE CAFÉ (11.5 Kgs.) | ARROBAS DE CERA (11.5 Kgs.) | CUEROS Y PELLEJOS | VALOR EN PESOS DUROS SEGÚN LOS PRECIOS MEDIOS |
---|---|---|---|---|---|---|---|
1815 | 214.111 | 3.000 | 17.874 | 918.263 | 23.398 | 60.000 | 11.955.705 |
1816 | 200.487 | 1.860 | 26.793 | 370.229 | 22.365 | 80.000 | 10.171.872 |
1817 | 217.076 | — | 30.759 | 709.351 | 20.076 | 60.000 | 10.691.219 |
1818 | 207.378 | 3.219 | 34.994 | 779.618 | 24.156 | 60.000 | 21.628.248 |
1819 | 192.743 | 2.830 | 30.845 | 642.716 | 19.373 | 60.000 | 10.776.997 |
Total de los cinco años | 1.031.795 | 10.909 | 141.265 | 3.420.177 | 109.368 | 320.000 | 56.224.041 |
Media anual | 206.359 | 2.182 | 28.253 | 684.035 | 22.233 | 64.000 | 11.244.808 |
Comparando, en los estados del comercio de la Habana, el gran valor de las mercancías importadas con el ínfimo de las vueltas a exportar, se maravilla uno al ver cuán considerable es ya el consumo interior de un país que sólo cuenta 325.000 blancos y 130.000 libres de color9. Evaluando los diferentes artículos por los verdaderos precios corrientes, se encuentra: en telas de hilo (bretañas, platillas, lienzos e hilo), 2 ½ a 3 millones de pesos duros; en tejidos de algodón (sarasas, muselinas), un millón de pesos duros; en sedas (rasos y otros géneros de lo mismo), 400.000 pesos duros; en paños y tejidos de lana 220.000 pesos duros. Las necesidades de la isla en telas tejidas de Europa, registradas para la exportación en sólo el puerto de la Habana, han excedido por consiguiente en estos últimos años de 4 a 4 ½ millones de pesos duros10. A estas importaciones de la Habana (por medios lícitos) es necesario añadir, quincalla y muebles, más de medio millón de pesos duros; hierro y acero, 380.000; tablas y maderas gruesa de carpintería, 400.000; jabón de Castilla, 300.000 pesos duros. En cuanto a la importación de los comestibles y de las bebidas para la Habana, me parece muy digna de la atención de los que quieren conocer el verdadero estado de aquellas sociedades que se llaman colonias de azúcar, o de esclavos. Tal es la composición de aquellas sociedades que habitan el terreno más fértil que la naturaleza puede ofrecer para el mantenimiento del hombre, tal la dirección agrícola de los trabajos y de la industria en las Antillas, que, en el clima afortunado de la región equinoccial, la población carecería de subsistencias si no fuera por la actividad y la libertad del comercio exterior. Yo no hablo ni de la introducción de los vinos por el puerto de la Habana, que subía (téngase presente que siempre es según los registros de la aduana), en 1803, a 40.000 barriles; en 1823 a 15.000 pipas y 17 barriles, o al valor de 1.200.000 pesos duros; ni la introducción de 6.000 barriles de aguardientes de España y Holanda, y de 113.000 barriles (1.864.000 pesos duros) de harinas. Estos vinos, estos licores y estas harinas, de un valor de 3.300.000 pesos duros, se consumen únicamente por las clases acomodadas de la nación. Los cereales de los Estados Unidos han venido a ser una necesidad real y verdadera bajo una zona en que por mucho tiempo el maíz, la yuca y los plátanos se preferían a cualquier otro alimento. En medio de la prosperidad y de la civilización siempre en aumento de la Habana, no hay que lamentarse del desarrollo de un lujo enteramente europeo; pero, al lado de la introducción de las harinas, de los vinos y de los licores de Europa, figuran en el año de 1816 por un millón de pesos duros y en el de 1823, por tres y medio de carnes saladas, de arroz y legumbres secas. En el último de estos dos años, la importación del arroz ha sido (siempre en la Habana, y según los registros de la aduana, sin contar el contrabando) de 323.000 arrobas; la de carne salada y seca, el tasajo, tan necesario para la manutención de los esclavos, de 465.000 arrobas11.
Esta falta de subsistencia caracteriza una parte de las regiones tropicales, en que la imprudente actividad de los europeos ha invertido el orden de la naturaleza, la cual disminuirá a medida que mejor instruidos los habitantes acerca de sus verdaderos intereses, y desanimados por la baratura de los géneros coloniales, variarán sus cultivos y darán un libre impulso a todos los ramos de la economía rural. Los principios de una política limitada y mezquina que guía a los gobernantes de islas muy pequeñas, verdaderos talleres dependientes de la Europa y habitados por unos hombres que abandonan el territorio luego que se han enriquecido suficientemente, no pueden convenir a un país casi tan grande en extensión como la Inglaterra, lleno de ciudades populosas, y cuyos habitantes establecidos de padres a hijos hace muchos siglos, lejos de considerarse como extranjeros en el suelo americano, muy por el contrario le tienen el mismo cariño como si fuera su patria. La población de la isla de Cuba, que quizás antes de cincuenta años se acrecentará de un millón, puede abrir, por sus consumos mismos, un campo inmenso a la industria indígena. Si el tráfico de negros cesa enteramente, los esclavos pasarán poco a poco a la condición de hombres libres, y la sociedad arreglada por sí misma, sin hallarse expuesta a los vaivenes violentos de las conmociones civiles, volverá a entrar en el camino señalado por la naturaleza a toda sociedad numerosa e instruida. No por eso se abandonará el cultivo de azúcar y del café, pero no quedará como base principal de la existencia nacional, como no lo es para México el cultivo de la cochinilla, ni para Guatemala el índigo, ni para Venezuela el cacao. Una población agrícola, libre e inteligente, sucederá progresivamente a la población esclava, sin previsión ni industria. Los capitales que el comercio de la Habana ha puesto en manos de los cultivadores, de quince años a esta parte, han principiado ya a cambiar el semblante del país, y a esta fuerza eficaz, cuya acción va siempre en aumento, se unirá necesariamente otra, que es inseparable de los progresos de la industria y de la riqueza nacional, el desarrollo de los conocimientos humanos. De estos dos grandes móviles reunidos depende la suerte futura de la metrópoli de las Antillas.
Ya hemos visto que, según los estados del comercio de la Habana, las exportaciones registradas en productos de la isla han subido, en un año con otro, desde el de 1815 a 1819, a 12.245.000 pesos duros, y en estos últimos años a 13 millones12. Si las exportaciones registradas en la Habana y Matanzas, en producciones indígenas y en mercancías extranjeras vueltas a exportar en 182313, han sido ambas de 15.139.200 pesos duros, puede suponerse sin exageración que toda la isla debe haber exportado lícita o ilícitamente, en el mismo año de 1823, en que el comercio fue muy activo, por más de 20 a 22 millones de pesos duros14. Estas graduaciones en metálico varían naturalmente con el precio de las mercancías y de los géneros. Antes que la Jamaica gozase del comercio libre, en 1820, las exportaciones subían a 5.400.000 libras esterlinas. Se cree generalmente que la España saca anualmente de la Habana de cuarenta a cincuenta mil cajas de azúcar (los estados de 1823 señalaban 100.766 cajas; en 1825, solamente 45.747). Los Estados Unidos15, según el número de toneladas, hacen más de la mitad; y según el valor de las exportaciones más de una tercera parte de todo el comercio de la isla de Cuba. Hemos calculado la importación total de la isla a más de 22 a 24 millones de pesos duros, comprendiendo el contrabando. El valor de las mercancías que vienen de los Estados Unidos solamente en buques de 106.000 toneladas16 fue en 1822 de 4.270.600 dólares. Las importaciones de la Jamaica han subido, según el señor Stewart, en 1820, en valor de manufacturas inglesas, a dos millones de libras esterlinas.
La importación registrada de las harinas17 en el puerto de la Habana ha sido:
Importación registrada de harinas en el puerto de la Habana
AÑO | BARRICAS (7 ¼ arrobas = 84 kilogramos) |
---|---|
1797 | 62.727 |
1798 | 58.474 |
1799 | 59.953 |
1800 | 54.441 |
1801 | 64.703 |
1802 | 82.045 |
1803 | 69.254 |
En 1823, la introducción registrada sólo en el puerto de la Habana ha sido, en buques españoles, 38.987 barriles, y en extranjeros, 74.119; total, 113.106 barriles, que al precio medio de 16 ½ pesos duros, comprendidos los derechos, asciende a 1.864.500 pesos duros. La primera introducción directa de las harinas de los Estados Unidos en la isla de Cuba se debe a la sabia administración del gobernador don Luis de las Casas; porque hasta aquella época no podían introducirse estas harinas sino después de haber pasado por los puertos de Europa. El señor Robinson18 evalúa su introducción en los diversos puertos de la isla, por medios lícitos e ilícitos, a 120.000 barriles. Añade, cosa que me parece menos cierta, que la isla de Cuba, con motivo de la mala distribución del trabajo de los negros, tiene tan pocos víveres que apenas podría sostener un bloqueo de cinco meses. Los Estados Unidos importaron de la isla de Cuba en 1822, 144.980 barriles (más de 12 millones de kilogramos), cuyo valor en la Habana comprendidos los derechos, subía a 2.391.000 pesos duros.
A pesar de que las harinas de los Estados Unidos están gravadas con un impuesto de siete pesos duros por barril, sin embargo, las de la península, por ejemplo las de Santander, no pueden mantener la competencia. Esa competencia principió por México, bajo los auspicios más halagüeños, pues durante mi estadía en Veracruz se exportaban ya de este puerto, en harinas mexicanas, por valor de 300.000 pesos duros; cuya cantidad se aumentó, en 1809 hasta 27.000 barriles, o 2.268.000 kilogramos, según manifiesta el señor Pitkins. Las turbulencias políticas de México han interrumpido enteramente este comercio de cereales entre dos países colocados ambos bajo la zona tórrida, pero a elevaciones diferentes sobre el nivel del mar, cuya diferencia influye poderosamente sobre los climas y los cultivos.
La importación registrada de los líquidos o bebidas fermentadas ha sido en la Habana:
Importación de bebidas en la Habana
Año | Barriles de vino | Barriles de aguardiente |
---|---|---|
1797 | 12.547 | 2.300 |
1798 | 12.118 | 2.412 |
1799 | 32.073 | 2.780 |
1800 | 20.899 | 5.592 |
1801 | 25.921 | 3.210 |
1802 | 45.676 | 3.615 |
1803 | 39.130 | 3.553 |
Para complemento de cuanto queda expuesto acerca del comercio exterior, oigamos al autor de una memoria a quien hemos citado muchas veces, y que pone de manifiesto la verdadera situación de la isla.
En la Habana principian ya a experimentar los efectos de la acumulación de riquezas: porque los comestibles han duplicado su precio en un corto número de años; la mano de obra es tan cara que un negro bozal, recientemente importado de África, gana con sólo el trabajo de sus manos, sin haber aprendido oficio alguno, de 4 a 5 reales de plata diarios. Los negros que ejercen un oficio mecánico, por tosco que sea, ganan de 5 a 6 reales: las familias acomodadas permanecen establecidas en el país, pues los que se enriquecen no vuelven a Europa a llevar sus capitales. Hay algunas familias tan poderosas que don Mateo de Pedroso, que falleció hace poco tiempo, dejó, sólo en tierras, por más de dos millones de pesos duros. Muchas casas de comercio de la Habana compran anualmente diez a doce mil cajas de azúcar, que pagan a razón de 350.000 a 420.000 pesos duros. Los negocios que se hacen cada año en aquella plaza suben a más de veinte millones de pesos duros.