CAPÍTULO V
COMERCIO

YA QUEDA DICHO al principio de esta obra que la importancia del comercio de la isla de Cuba no consiste únicamente en las riquezas de sus producciones y las necesidades de su población en géneros y mercancías de Europa, sino que esta riqueza se funda también en gran parte en la posición ventajosa del puerto de la Habana, a la entrada del Golfo de México, donde precisamente se cruzan las grandes rutas de los pueblos comerciantes de ambos mundos. El abate Raynal1 dijo, en una época en que aún estaban en la infancia la agricultura y la industria, y apenas ponían en el comercio, en azúcar y tabaco, por valor de dos millones de pesos duros, que sólo la isla de Cuba podía valer a la España un reino. Esta palabras memorables han sido en algún modo proféticas; y después que la metrópoli ha perdido el México, el Perú y tantos otros estados que se han declarado independientes, debería meditarse seriamente por los hombres de estado, en cuyas manos está el discutir los intereses políticos de la península.

La isla de Cuba, a la que la corte de Madrid hace mucho tiempo ha concedido juiciosamente una gran libertad de comercio, exporta, por medios lícitos e ilícitos, con solo sus producciones en azúcar, café, tabaco, cera y cueros, por valor de más de 14 millones de pesos duros2. Menos de o sea, con una diferencia de un tercio a lo sumo, es lo mismo que México ha suministrado en la época de la mayor prosperidad de sus minas3. Puede decirse que la Habana y Veracruz4 son para el resto de la América lo que Nueva York es para los Estados Unidos. El número de toneladas de los 1.000 a 1.200 buques mercantes que entran anualmente en el puerto de la Habana asciende (sin contar las pequeñas embarcaciones de cabotaje) a 150.000 o 170.0005. También se ven, aun en plena paz, 120 o 150 buques de guerra que hacen escala con frecuencia en la Habana. De 1815 a 1819, los productos registrados solamente en la aduana de este puerto (azúcar, aguardiente, melaza, café, cera y cueros) han llegado, un año con otro, al valor de 11.245.000 pesos duros. En 1823, las exportaciones registradas a menos de dos tercios de su precio efectivo (no contando 1.179.000 de pesos duros en dinero) ha sido de más de 12 ½ millones de pesos duros. Es más que probable que las importaciones de toda la isla, hechas lícitamente o de contrabando, evaluada según los verdaderos precios de los géneros, de las mercancías y de los esclavos, son en la actualidad de 15 a 16 millones de pesos duros, de los cuales apenas vuelven a exportarse tres o cuatro. La Habana compra en el extranjero mucho más de cuanto exigen sus propias necesidades; cambia sus géneros coloniales por productos de las manufacturas de Europa, para volverlos a vender en gran parte en Veracruz, Trujillo, la Guaira y Cartagena.

En otra obra he examinado, hace quince años, los fundamentos sobre los que se apoyan las tablas que se publican “bajo la denominación falaz de balanzas de comercio”; y dije entonces la poca confianza que merecen estas pretendidas cuentas abiertas entre los pueblos que hacen intercambios, y cuyas ventajas no deberían apreciarse por un falso principio de economía política, sino por el monto de los saldos en dinero. Las explicaciones siguientes manifestarán dos años (1816 y 1823) de Balanzas y Estados de Comercio hechos por orden del gobierno. Ningún número he alterado, porque presentan (y esta es ya una gran ventaja para el cálculo de las cantidades difíciles de conocer) cantidades limitadas al mínimum. Los precios señalados en estas tablas no son ni el precio de las producciones en sus lugares de origen, ni el precio fijado en los puertos de arribada; sino unas valuaciones ficticias, valores oficiales, como se dice en el sistema de aduanas6 de la Gran Bretaña, es decir (y nunca me cansaré de repetirlo), una tercera parte por lo menos inferiores de los precios corrientes. Para deducir el estado del comercio de la Habana, tal cual resulta por los registros de las aduanas españolas, el estado del comercio de toda la isla, sería necesario tener noticia de las exportaciones e importaciones registradas en todos los demás puertos, y aumentar las sumas totales por el producto del comercio fraudulento que varía según los parajes, la naturaleza de las mercancías y las alteraciones de los precios de un año a otro. Semejantes cálculos sólo pueden hacerse por las autoridades locales; y lo publicado por éstas en la lucha que han sostenido con tanto talento contra las Cortes de España prueba que ellas mismas no se conceptúan suficientemente preparadas para un trabajo que abarca tantos objetos a un mismo tiempo.

La Junta de Gobierno y el Real Consulado publican todos los años con el nombre de Balanza de Comercio, para el solo puerto de la Habana7, una tabla de exportaciones e importaciones registradas en las aduanas, en la que se hace la distinción de las importaciones en buques nacionales y extranjeros, las exportaciones para la península, para los puertos españoles de la América y los ubicados fuera del dominio de la corona española. El peso de las mercancías, su valor por aforo y los derechos reales y municipales también se expresan; pero las evaluaciones oficiales del precio de las mercancías son muy inferiores, como ya hemos dicho, del precio corriente8 local.

Mercancías 1816 (en pesos duros)

A. IMPORTACIÓN 13.219.986 pesos duros
Por 3.396 buques españoles 5.980.443 p.d.
Géneros y mercan. 1.032.135 p.d.
Esclavos africanos 2.659.950 p.d.
En oro y plata 2.288.358 p.d.
Por 672 buques extranjeros 7.239.543 p.d.
1.008 buques 13.219.986 p.d.
B. EXPORTACIÓN 8.363.135 pesos duros
Por 497 buques españoles 5.167.966 p.d.
Para la península 2.419.224 p.d.
Para los puertos españ. de América 2.104.890 p.d.
Para las costas de África 643.852 p.d.
Por 492 buques extranjer. 3.195.169 p.d.
989 buques 8.363.135 p.d.

De 2.439.991 pesos duros importados, la exportación registrada en oro y plata no ha sido más que de 480.840 pesos duros.

Entre los artículos importados, se hallan los valores siguientes: harinas, 71.807 barriles, o 718.921 pesos duros; vinos y licores de Europa, 463.067 pesos duros; carnes saladas, comestibles y especias, 1.096.791 duros; diversas ropas hechas, 127.681 pesos duros; sedas, 282.382 pesos duros; telas de lienzo, 3.22.859 pesos duros; paños y otros tejidos de lana, 103.224; muebles, cristales, quincalla, 267.312 pesos duros; papel, 61486 pesos duros; hierro labrado, 330.368 pesos duros; pellejos y cueros, 135.103 pesos duros; tablas y otras maderas de carpintería, ya pulida, 285.217 pesos duros.

Entre los artículos de exportación se hallan: harinas, 10.965 barriles o 145.254 pesos duros; diversas ropas hechas, 4.825 pesos duros; sedas, 47.872 pesos duros; telas, 1.529.610 pesos duros; muebles, cristales, quincalla, 29.000 pesos duros; papel, 20.497 pesos duros; hierro labrado, 99581 pesos duros; azúcar, 3.207.792 pesos duros; cera, 22.365 arrobas, o 169.683 pesos duros; cueros preparados, 19.978 duros.

Mercancías 1823 (en pesos duros)

A. IMPORTACIÓN 13.698.735 pesos duros
buques españoles 3.562.227 p.d.
buques extranjeros 10.136.508 p.d.
B. EXPORTACIÓN 12.329.169 pesos duros
buques españoles 3.550.312 p.d.
buques extranjeros 8.778.857 p.d.

El número de buques entrados en la Habana fue de 1.125, de porte de 167.578 toneladas; y el de los salidos fue de 1.000, de porte de 151.161 toneladas.

Las producciones indígenas exportadas y registradas se graduaron en aquel estado de comercio en:

95.884 cajas de azúcar blanco
204.327 cajas de azúcar quebrado
672.007 arrobas de café, primera calidad
223.917 arrobas de café, segunda calidad
15.692 arrobas de cera
30.145 bocoyes de melaza
13.879 arrobas de tabaco en rama
71.108 libras de tabaco torcido
26.610 cueros de la isla de Cuba
3.368 garrafones de miel de abejas

Oro y plata importados, en dinero metálico 1.179.034 pesos duros; exportados 1.404.584.

Entre las mercancías y géneros importados: ropas hechas, 213.236 pesos duros; telas de lienzo e hilo, 2.071.083 pesos duros; sedas, 459.869; telas de algodón, muselina, etc., 1.021.827 pesos duros; paños, 163.962; carnes saladas, arroz, otros comestibles y especias, 3.269.901 pesos duros (de los cuales 431.464 arrobas de tasajo, valor 701.129 pesos duros, 309.601 arrobas de arroz, valor 348.301 pesos duros, y 89.947 barriles de manteca de puerco, valor 259.941 duros); harinas, 74.119 barricas, u 889.428 pesos duros; vinos y licores 1.119.437 pesos duros; hierro labrado, 288.697 pesos duros; quincalla, muebles, cristales y porcelana, 464.328 pesos duros; papel, 35.186 resmas, o 158.337 pesos duros; jabón de Castilla, 53.441 arrobas, o 213.764 pesos duros; sebo labrado, 42.512 arrobas, o 170.050 pesos duros; tablas y otras maderas de carpintería, 353.765 pesos duros.

Entre los objetos exportados, además de las producciones del país que quedan indicadas antes, distinguiremos: telas e hilos de lino, 29.526 pesos duros; algodones, 69.049 pesos duros; sedas, 11.316 pesos duros; telas de lana, 9.633 pesos duros; muebles, cristales, quincalla, 8.046 duros; hierro labrado, 63.149 pesos duros; tablas y madera de carpintería, 23.453 pesos duros; papel, 5.572 resmas, o 22.288 pesos duros; vinos y licores, 49.286 duros; carnes saladas, comestibles, especias, 86.882 pesos duros; papel, 15.322 resmas, o 27.772 pesos duros.

Las nociones más exactas que he podido reunir acerca de la entrada y salida de los buques en el puerto de la Habana son las siguientes. De 1790 a 1803, el número de buques que han entrado, un año con otro, ha sido de 905, incluso los de guerra.

Navíos atracados en el puerto de la Habana

Año Número
1799 883
1800 784
1801 1.015
1802 845
1803 1.020

En aquella época se calculaba la exportación del azúcar en una carga de 40.000 toneladas.

De 1815 a 1819, el total de buques entrados, un año con otro, fue de 1.192, de ellos 226 españoles y 966 extranjeros.

En 1820: entrados, 1.305, de los cuales 288 españoles; salidos, 1.230, de ellos 919 extranjeros.

En los años siguientes sólo se ha llevado cuenta con los buques mercantes.

Buques mercantes

Año Entrados Salidos
1821 1.268 1.168 De estos últimos 1.268, españoles solamente 258. Además, entraron 95 buques de guerra, de los cuales 53 españoles.
1822 1.182 1.118 De los 1.182 había 843 extranjeros; entraron además 141 buques de guerra, y de ellos 72 españoles.
1823 1.168 1.144 De los 1.168 (a 167.578 toneladas) había 274 españoles, y 708 de los Estados Unidos; además 149 buques de guerra, de los cuales 61 españoles, 54 de los Estados Unidos y 34 ingleses y franceses.
1824 1.086 1.088 De los 1.086 se contaron 890 extranjeros; además, entraron en la Habana 129 buques de guerra, de los cuales 59 españoles.

Exportación de las producciones de la isla de Cuba. Por el puerto de la Habana de 1815 a 1819

AÑO CAJAS DE AZÚCAR BLANQUEADO (184 Kgs.) PIPAS DE AGUARDIENTE DE CAÑA DE AZIJCAR BOCOYES DE MELAZA ARROBAS DE CAFÉ (11.5 Kgs.) ARROBAS DE CERA (11.5 Kgs.) CUEROS Y PELLEJOS VALOR EN PESOS DUROS SEGÚN LOS PRECIOS MEDIOS
1815 214.111 3.000 17.874 918.263 23.398 60.000 11.955.705
1816 200.487 1.860 26.793 370.229 22.365 80.000 10.171.872
1817 217.076 30.759 709.351 20.076 60.000 10.691.219
1818 207.378 3.219 34.994 779.618 24.156 60.000 21.628.248
1819 192.743 2.830 30.845 642.716 19.373 60.000 10.776.997
Total de los cinco años 1.031.795 10.909 141.265 3.420.177 109.368 320.000 56.224.041
Media anual 206.359 2.182 28.253 684.035 22.233 64.000 11.244.808

Comparando, en los estados del comercio de la Habana, el gran valor de las mercancías importadas con el ínfimo de las vueltas a exportar, se maravilla uno al ver cuán considerable es ya el consumo interior de un país que sólo cuenta 325.000 blancos y 130.000 libres de color9. Evaluando los diferentes artículos por los verdaderos precios corrientes, se encuentra: en telas de hilo (bretañas, platillas, lienzos e hilo), 2 ½ a 3 millones de pesos duros; en tejidos de algodón (sarasas, muselinas), un millón de pesos duros; en sedas (rasos y otros géneros de lo mismo), 400.000 pesos duros; en paños y tejidos de lana 220.000 pesos duros. Las necesidades de la isla en telas tejidas de Europa, registradas para la exportación en sólo el puerto de la Habana, han excedido por consiguiente en estos últimos años de 4 a 4 ½ millones de pesos duros10. A estas importaciones de la Habana (por medios lícitos) es necesario añadir, quincalla y muebles, más de medio millón de pesos duros; hierro y acero, 380.000; tablas y maderas gruesa de carpintería, 400.000; jabón de Castilla, 300.000 pesos duros. En cuanto a la importación de los comestibles y de las bebidas para la Habana, me parece muy digna de la atención de los que quieren conocer el verdadero estado de aquellas sociedades que se llaman colonias de azúcar, o de esclavos. Tal es la composición de aquellas sociedades que habitan el terreno más fértil que la naturaleza puede ofrecer para el mantenimiento del hombre, tal la dirección agrícola de los trabajos y de la industria en las Antillas, que, en el clima afortunado de la región equinoccial, la población carecería de subsistencias si no fuera por la actividad y la libertad del comercio exterior. Yo no hablo ni de la introducción de los vinos por el puerto de la Habana, que subía (téngase presente que siempre es según los registros de la aduana), en 1803, a 40.000 barriles; en 1823 a 15.000 pipas y 17 barriles, o al valor de 1.200.000 pesos duros; ni la introducción de 6.000 barriles de aguardientes de España y Holanda, y de 113.000 barriles (1.864.000 pesos duros) de harinas. Estos vinos, estos licores y estas harinas, de un valor de 3.300.000 pesos duros, se consumen únicamente por las clases acomodadas de la nación. Los cereales de los Estados Unidos han venido a ser una necesidad real y verdadera bajo una zona en que por mucho tiempo el maíz, la yuca y los plátanos se preferían a cualquier otro alimento. En medio de la prosperidad y de la civilización siempre en aumento de la Habana, no hay que lamentarse del desarrollo de un lujo enteramente europeo; pero, al lado de la introducción de las harinas, de los vinos y de los licores de Europa, figuran en el año de 1816 por un millón de pesos duros y en el de 1823, por tres y medio de carnes saladas, de arroz y legumbres secas. En el último de estos dos años, la importación del arroz ha sido (siempre en la Habana, y según los registros de la aduana, sin contar el contrabando) de 323.000 arrobas; la de carne salada y seca, el tasajo, tan necesario para la manutención de los esclavos, de 465.000 arrobas11.

Esta falta de subsistencia caracteriza una parte de las regiones tropicales, en que la imprudente actividad de los europeos ha invertido el orden de la naturaleza, la cual disminuirá a medida que mejor instruidos los habitantes acerca de sus verdaderos intereses, y desanimados por la baratura de los géneros coloniales, variarán sus cultivos y darán un libre impulso a todos los ramos de la economía rural. Los principios de una política limitada y mezquina que guía a los gobernantes de islas muy pequeñas, verdaderos talleres dependientes de la Europa y habitados por unos hombres que abandonan el territorio luego que se han enriquecido suficientemente, no pueden convenir a un país casi tan grande en extensión como la Inglaterra, lleno de ciudades populosas, y cuyos habitantes establecidos de padres a hijos hace muchos siglos, lejos de considerarse como extranjeros en el suelo americano, muy por el contrario le tienen el mismo cariño como si fuera su patria. La población de la isla de Cuba, que quizás antes de cincuenta años se acrecentará de un millón, puede abrir, por sus consumos mismos, un campo inmenso a la industria indígena. Si el tráfico de negros cesa enteramente, los esclavos pasarán poco a poco a la condición de hombres libres, y la sociedad arreglada por sí misma, sin hallarse expuesta a los vaivenes violentos de las conmociones civiles, volverá a entrar en el camino señalado por la naturaleza a toda sociedad numerosa e instruida. No por eso se abandonará el cultivo de azúcar y del café, pero no quedará como base principal de la existencia nacional, como no lo es para México el cultivo de la cochinilla, ni para Guatemala el índigo, ni para Venezuela el cacao. Una población agrícola, libre e inteligente, sucederá progresivamente a la población esclava, sin previsión ni industria. Los capitales que el comercio de la Habana ha puesto en manos de los cultivadores, de quince años a esta parte, han principiado ya a cambiar el semblante del país, y a esta fuerza eficaz, cuya acción va siempre en aumento, se unirá necesariamente otra, que es inseparable de los progresos de la industria y de la riqueza nacional, el desarrollo de los conocimientos humanos. De estos dos grandes móviles reunidos depende la suerte futura de la metrópoli de las Antillas.

Ya hemos visto que, según los estados del comercio de la Habana, las exportaciones registradas en productos de la isla han subido, en un año con otro, desde el de 1815 a 1819, a 12.245.000 pesos duros, y en estos últimos años a 13 millones12. Si las exportaciones registradas en la Habana y Matanzas, en producciones indígenas y en mercancías extranjeras vueltas a exportar en 182313, han sido ambas de 15.139.200 pesos duros, puede suponerse sin exageración que toda la isla debe haber exportado lícita o ilícitamente, en el mismo año de 1823, en que el comercio fue muy activo, por más de 20 a 22 millones de pesos duros14. Estas graduaciones en metálico varían naturalmente con el precio de las mercancías y de los géneros. Antes que la Jamaica gozase del comercio libre, en 1820, las exportaciones subían a 5.400.000 libras esterlinas. Se cree generalmente que la España saca anualmente de la Habana de cuarenta a cincuenta mil cajas de azúcar (los estados de 1823 señalaban 100.766 cajas; en 1825, solamente 45.747). Los Estados Unidos15, según el número de toneladas, hacen más de la mitad; y según el valor de las exportaciones más de una tercera parte de todo el comercio de la isla de Cuba. Hemos calculado la importación total de la isla a más de 22 a 24 millones de pesos duros, comprendiendo el contrabando. El valor de las mercancías que vienen de los Estados Unidos solamente en buques de 106.000 toneladas16 fue en 1822 de 4.270.600 dólares. Las importaciones de la Jamaica han subido, según el señor Stewart, en 1820, en valor de manufacturas inglesas, a dos millones de libras esterlinas.

La importación registrada de las harinas17 en el puerto de la Habana ha sido:

Importación registrada de harinas en el puerto de la Habana

AÑO BARRICAS (7 ¼ arrobas = 84 kilogramos)
1797 62.727
1798 58.474
1799 59.953
1800 54.441
1801 64.703
1802 82.045
1803 69.254

En 1823, la introducción registrada sólo en el puerto de la Habana ha sido, en buques españoles, 38.987 barriles, y en extranjeros, 74.119; total, 113.106 barriles, que al precio medio de 16 ½ pesos duros, comprendidos los derechos, asciende a 1.864.500 pesos duros. La primera introducción directa de las harinas de los Estados Unidos en la isla de Cuba se debe a la sabia administración del gobernador don Luis de las Casas; porque hasta aquella época no podían introducirse estas harinas sino después de haber pasado por los puertos de Europa. El señor Robinson18 evalúa su introducción en los diversos puertos de la isla, por medios lícitos e ilícitos, a 120.000 barriles. Añade, cosa que me parece menos cierta, que la isla de Cuba, con motivo de la mala distribución del trabajo de los negros, tiene tan pocos víveres que apenas podría sostener un bloqueo de cinco meses. Los Estados Unidos importaron de la isla de Cuba en 1822, 144.980 barriles (más de 12 millones de kilogramos), cuyo valor en la Habana comprendidos los derechos, subía a 2.391.000 pesos duros.

A pesar de que las harinas de los Estados Unidos están gravadas con un impuesto de siete pesos duros por barril, sin embargo, las de la península, por ejemplo las de Santander, no pueden mantener la competencia. Esa competencia principió por México, bajo los auspicios más halagüeños, pues durante mi estadía en Veracruz se exportaban ya de este puerto, en harinas mexicanas, por valor de 300.000 pesos duros; cuya cantidad se aumentó, en 1809 hasta 27.000 barriles, o 2.268.000 kilogramos, según manifiesta el señor Pitkins. Las turbulencias políticas de México han interrumpido enteramente este comercio de cereales entre dos países colocados ambos bajo la zona tórrida, pero a elevaciones diferentes sobre el nivel del mar, cuya diferencia influye poderosamente sobre los climas y los cultivos.

La importación registrada de los líquidos o bebidas fermentadas ha sido en la Habana:

Importación de bebidas en la Habana

Año Barriles de vino Barriles de aguardiente
1797 12.547 2.300
1798 12.118 2.412
1799 32.073 2.780
1800 20.899 5.592
1801 25.921 3.210
1802 45.676 3.615
1803 39.130 3.553

Para complemento de cuanto queda expuesto acerca del comercio exterior, oigamos al autor de una memoria a quien hemos citado muchas veces, y que pone de manifiesto la verdadera situación de la isla.

En la Habana principian ya a experimentar los efectos de la acumulación de riquezas: porque los comestibles han duplicado su precio en un corto número de años; la mano de obra es tan cara que un negro bozal, recientemente importado de África, gana con sólo el trabajo de sus manos, sin haber aprendido oficio alguno, de 4 a 5 reales de plata diarios. Los negros que ejercen un oficio mecánico, por tosco que sea, ganan de 5 a 6 reales: las familias acomodadas permanecen establecidas en el país, pues los que se enriquecen no vuelven a Europa a llevar sus capitales. Hay algunas familias tan poderosas que don Mateo de Pedroso, que falleció hace poco tiempo, dejó, sólo en tierras, por más de dos millones de pesos duros. Muchas casas de comercio de la Habana compran anualmente diez a doce mil cajas de azúcar, que pagan a razón de 350.000 a 420.000 pesos duros. Los negocios que se hacen cada año en aquella plaza suben a más de veinte millones de pesos duros.

Ensayo político sobre la isla de Cuba
titlepage.xhtml
sec_0001.xhtml
sec_0002.xhtml
sec_0003.xhtml
sec_0004.xhtml
sec_0005.xhtml
sec_0006.xhtml
sec_0007.xhtml
sec_0008.xhtml
sec_0009.xhtml
sec_0010.xhtml
sec_0011.xhtml
sec_0012_split_000.xhtml
sec_0012_split_001.xhtml
sec_0013.xhtml
sec_0014_split_000.xhtml
sec_0014_split_001.xhtml
sec_0014_split_002.xhtml
sec_0014_split_003.xhtml
sec_0014_split_004.xhtml
sec_0014_split_005.xhtml
sec_0015.xhtml
sec_0016.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_000.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_001.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_002.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_003.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_004.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_005.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_006.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_007.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_008.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_009.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_010.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_011.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_012.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_013.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_014.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_015.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_016.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_017.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_018.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_019.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_020.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_021.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_022.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_023.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_024.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_025.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_026.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_027.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_028.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_029.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_030.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_031.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_032.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_033.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_034.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_035.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_036.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_037.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_038.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_039.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_040.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_041.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_042.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_043.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_044.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_045.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_046.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_047.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_048.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_049.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_050.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_051.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_052.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_053.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_054.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_055.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_056.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_057.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_058.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_059.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_060.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_061.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_062.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_063.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_064.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_065.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_066.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_067.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_068.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_069.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_070.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_071.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_072.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_073.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_074.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_075.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_076.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_077.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_078.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_079.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_080.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_081.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_082.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_083.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_084.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_085.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_086.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_087.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_088.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_089.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_090.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_091.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_092.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_093.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_094.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_095.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_096.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_097.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_098.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_099.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_100.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_101.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_102.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_103.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_104.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_105.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_106.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_107.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_108.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_109.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_110.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_111.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_112.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_113.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_114.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_115.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_116.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_117.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_118.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_119.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_120.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_121.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_122.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_123.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_124.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_125.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_126.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_127.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_128.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_129.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_130.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_131.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_132.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_133.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_134.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_135.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_136.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_137.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_138.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_139.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_140.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_141.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_142.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_143.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_144.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_145.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_146.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_147.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_148.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_149.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_150.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_151.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_152.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_153.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_154.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_155.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_156.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_157.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_158.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_159.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_160.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_161.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_162.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_163.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_164.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_165.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_166.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_167.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_168.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_169.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_170.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_171.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_172.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_173.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_174.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_175.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_176.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_177.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_178.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_179.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_180.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_181.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_182.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_183.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_184.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_185.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_186.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_187.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_188.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_189.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_190.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_191.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_192.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_193.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_194.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_195.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_196.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_197.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_198.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_199.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_200.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_201.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_202.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_203.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_204.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_205.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_206.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_207.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_208.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_209.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_210.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_211.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_212.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_213.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_214.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_215.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_216.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_217.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_218.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_219.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_220.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_221.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_222.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_223.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_224.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_225.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_226.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_227.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_228.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_229.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_230.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_231.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_232.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_233.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_234.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_235.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_236.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_237.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_238.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_239.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_240.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_241.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_242.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_243.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_244.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_245.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_246.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_247.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_248.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_249.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_250.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_251.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_252.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_253.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_254.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_255.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_256.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_257.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_258.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_259.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_260.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_261.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_262.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_263.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_264.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_265.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_266.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_267.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_268.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_269.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_270.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_271.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_272.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_273.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_274.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_275.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_276.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_277.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_278.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_279.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_280.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_281.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_282.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_283.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_284.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_285.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_286.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_287.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_288.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_289.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_290.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_291.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_292.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_293.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_294.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_295.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_296.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_297.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_298.xhtml