CAPÍTULO IV
LA AGRICULTURA

CUANDO LOS ESPAÑOLES empezaron a establecerse en las islas y en el continente de la América, se dedicaron desde luego a cultivar los principales objetos, que como en la vieja Europa, son las plantas que sirven de alimento a los hombres. Este estado de la vida agrícola de los pueblos, el más natural y el que más seguridad inspira a la sociedad, se ha conservado hasta nuestros días en México, en el Perú, en las regiones frías y templadas de Cundinamarca, en todas partes en que la dominación de los blancos ha abarcado vastas extensiones de terrenos. Algunas plantas alimenticias, como los plátanos, el casabe o yuca, el maíz, los cereales de Europa, la patata y la quinoa han sido, a diferentes alturas sobre el nivel del mar, la base de la agricultura continental entre los trópicos. El índigo, el algodón, el café y la caña de azúcar no se ven en aquellas regiones sino en grupos intercalados. Por espacio de dos siglos y medio sucedía lo mismo en Cuba y en las demás islas del archipiélago de las Antillas. Se cultivaban las mismas plantas que han servido de mantenimiento a los indígenas medio salvajes, y se poblaban de numerosos rebaños de ganado vacuno las vastas sabanas (praderas) de las grandes islas. En Santo Domingo, Pedro de Atienza plantó, hacia el año de 1520, las primeras cañas de azúcar, y aun se construyeron allí prensas por medio de cilindros movidos por unas ruedas hidráulicas1; pero la isla de Cuba participó bien poco de los efectos de una industria naciente, y lo que es muy notable, que los historiadores de la Conquista2, en 1553, no hablan todavía de ninguna otra exportación de azúcar que de la de México, para la España y el Perú. La Habana, lejos de poner en comercio lo que en la actualidad llamamos producciones coloniales, no exportaba sino pieles y cueros hasta el siglo XVIII. A la cría de ganados sucedía el cultivo del tabaco y la multiplicación de abejas, habiendo llevado las primeras colmenas de la Florida. Muy en breve la cera y el tabaco fueron unos objetos de comercio más importantes que los cueros, pero fueron también reemplazados a su vez por la caña de azúcar y el café. El cultivo de cada una de estas producciones no perjudicaba el de las antiguas, y en estas diferentes fases de la industria agrícola, a pesar de la tendencia que se observa muy generalmente en hacer que predominen los plantíos de café, sin embargo, los ingenios son los que hasta el día han producido anualmente mayores valores. La exportación, por medios lícitos e ilícitos, del tabaco, del café, del azúcar y de la cera, ha subido a 14 o 15 millones de duros, según el valor actual que tienen estos géneros.

AZÚCAR

Únicamente del puerto de la Habana se han exportado, según los registros de la aduana, en los 64 años siguientes:

Exportación desde el puerto de la Habana

Año Número de cajas
De 1760 a 1763, año mediano, a lo más 13.000
De 1770 a 1778 50.000
En 1786 63.274
1787 61.245
1788 69.221
1789 69.125
1790 77.896
1791 85.014
1792 72.854
1793 87.970
1794 103.629
1795 70.437
1796 120.374
1797 118.066
1798 134.872
1799 165.602
1800 142.097
1801 159.841
En 1802 204.404
1803 158.073
1804 193.955
1805 174.544
1806 156.510
1807 181.272
1808 125.875
1809 238.842
1810 186.672
De 1811 a 1814, año mediano 206.487
En 1815 214.111
1816 200.487
1817 217.076
1818 207.378
1819 192.743
1820 215.593
1821 236.669
1822 261.795
1823 300.211
1824, año poco fértil 245.329

Esta tabla es la más extensa que se ha publicado hasta el día, se apoya en un gran número de documentos oficiales manuscritos que se me han comunicado; en La Aurora y el Papel Periódico de la Habana; en el Patriota Americano; en las Guías de Forasteros de la isla de Cuba; en la Sucinta Noticia de la situación presente de la Habana, 1800 (manuscrito); en la Reclamación contra la ley de Aranceles, 1821, y en el Redactor general de Guatemala, 1825, julio, p. 25. Según datos menos confiables, se han embarcado en la Habana, de acuerdo con los registros de la aduana, desde el primero de enero hasta el 5 de noviembre de 1825, 183.960 cajas de azúcar. Faltan los dos meses de noviembre y diciembre en los cuales, el año de 1823, se han embarcado en el mismo puerto 23.600 cajas.

Para saber positivamente cuál es la exportación de azúcar de la isla de Cuba es preciso añadir a la exportación de la Habana: 1º, la de los demás puertos habitados, en particular Matanzas, Santiago de Cuba, Trinidad, Baracoa y Mariel; 2º, el producto del comercio ilícito. Durante mi permanencia en la isla todavía no se evaluaba la exportación de la Trinidad de Cuba más que en 25.000 cajas. Al examinar los registros de las aduanas de Matanzas es menester evitar los dobles empleos y distinguir3 cuidadosamente el azúcar exportado directamente para Europa y el embarcado para la Habana. En 1819, la verdadera exportación transatlántica de Matanzas no era más que de 1/13 de la de la Habana; en 1823, ya yo lo hallo de 1/10, porque, según dos estados de la aduana, de los cuales el uno presenta la exportación de la Habana solamente, y el otro la de la Habana y Matanzas, el primero señala 300.211 cajas de azúcar y 895.924 arrobas de café, y el segundo 328.418 cajas del primero y 979.864 arrobas del segundo. Según estos datos, pueden añadirse a las 235.000 cajas que presenta, solamente por el puerto de la Habana, el término medio de los últimos ocho años, a lo menos 70.000 cajas embarcadas en otros puertos; de manera que evaluando el fraude de las aduanas a 1/4, se reciben, para la exportación total de la isla, lícita o ilícitamente, más de 380.000 cajas de azúcar (cerca de 70.000.000 de kilogramos). Algunas personas muy instruidas en las localidades evaluaban ya4, en 1794, el consumo de la Habana en 298.000 arrobas ó 18.600 cajas de azúcar: el de toda la isla en 730.000 arrobas, ó 45.600 cajas. Teniendo presente que la población de la isla en aquella época era de cerca de 362.000, de los cuales a lo más 230.000 hombres libres, y que en el día es de 715.000 y de ellos 455.000 libres, es preciso admitir como cierto un consumo total de 88.000 cajas, en 1825. Pero fijándonos en 60.000 se deduce, que la producción total de los plantíos de caña de azúcar es por lo menos de 440.000 cajas u 81.000.000 de kilogramos; cuyo número límite no podría disminuir sino de 1/15, aun suponiendo que la evaluación del consumo interior en 1794 y 1825 excedía de un doble.

Para que pueda inferirse con más acierto cual es la riqueza agrícola de Cuba, compararemos la producción de esta isla en años medianamente fértiles, con la producción y la exportación de los azúcares en las demás Antillas, en la Luisiana, el Brasil y en las Guayanas5.

Isla de Cuba, según las evaluaciones examinadas ya, resulta una producción, por lo menos, de 440.000 cajas; exportación por medio lícitos, 305.000 cajas o 56 millones de kilogramos; con el contrabando, 380.000 cajas o 70 millones de kilogramos; por consiguiente, casi 1/7 menos que la exportación media de la Jamaica.

Jamaica. Producción6 (es decir, el consumo interior más la exportación), en 1812, según una evaluación del señor Colquhoun, que parece un poco excesiva, de 135.592 hogsheads a 14.000 cwt, o 96.413.648 kilogramos.

Año Esclavos Hds. Cwt Kg.
1722 60.000 11.008
1744 35.000
1768 166.914 55.761 780.654
1823 342.382 1.417.758 72.007.9287

Resulta, pues, de estos datos que la exportación de la Jamaica, en 1823, año fertilísimo, no fue mayor8 que de 1/18 que la de la isla de Cuba, la cual subía, en el mismo año, por medios lícitos, a 370.000 cajas, o 68.080.000 kilogramos. Tomando el término medio de 1816 a 1824, se encuentra, que la exportación de la Jamaica para los puertos de la Gran Bretaña y de Irlanda es de 1.597.000 cwt (81.127.000 kilogramos), según resulta de los documentos que debo a la complacencia del señor Carlos Ellis.

Barbados (con 79.000 esclavos); la Granada (con 25.000); San Vicente (con 24.000), son, entre todas las Antillas inglesas, las tres que suministran más azúcar; porque su exportación para la Gran Bretaña ha sido, en 1812, de 174.218 cwt; 211.134 cwt y 232.577 cwt. Por consiguiente, Barbados, la Granada y San Vicente juntas no exportan todavía la cantidad de azúcar que las de Guadalupe y la Martinica envían anualmente a Francia. Las tres islas inglesas tienen 128.000 esclavos y 43 leguas marítimas cuadradas, y las dos francesas 178.000 esclavos y 81 leguas cuadradas. La isla de la Trinidad, que es la mayor de las Antillas después de la de Cuba, Haití, la Jamaica y Puerto Rico, tiene, según los señores de Lindenau y Bauzá, un área de 133 leguas cuadradas; y sin embargo, no exportó en 1823 más que 186.891 cwt (9.494.000 kilogramos), producto del trabajo de 23.500 esclavos. Los progresos del cultivo de esta isla conquistada a los españoles han sido tan rápidos que en 1812 todavía no llegaba la producción más que a 59.000 cwt.

Antillas inglesas. El cultivo de la caña de azúcar principió en la Jamaica, en 1673, como un ramo de industria colonial. La exportación de todas las Antillas inglesas para los puertos de la Gran Bretaña, año medio de 1698 a 1712, ha sido de 400.000 cwt; de 1727 a 1733, de un millón de cwt; de 1761 a 1765, de 1.485.377 cwt, de 1791 a 1795 (con 460.000 esclavos), de 2.021.325 cwt; en el año muy fértil de 1812, de 3.112.734 cwt; en 1823 (con 627.000 esclavos), de 3.005.366 cwt9. La exportación media de 1816 a 1824 ha sido de 3.053.373 cwt. La Jamaica exporta hoy para los puertos de la Gran Bretaña más de la mitad del azúcar de todas las Antillas inglesas. Su población esclava es a la población total de las Antillas inglesas como 1: 1 8/10. Exportación de las Antillas inglesas para la Irlanda: 185.000 cwt.

Antillas francesas. Exportación para Francia: 42 millones de kilogramos. La Guadalupe exportó en 1810, 5.104.878 libras de azúcar blanco y 37.791.300 libras de azúcar en bruto; la Martinica, 53.057 barricas (de mil libras), y 2.699.588 tonelitos (de cuatro pintas de París) de jarabe, de donde resulta, para las dos islas, 95.955.238 libras10. De 1820 a 1823, las Antillas francesas exportaron a Francia, 142.427.968 kilogramos de azúcar en bruto y 19.041.840 kilogramos de azúcar blanco; cuyo total de ambas partidas es de 161.469.808 kilogramos, lo cual da, por año medio, 40.367.452 kilogramos11.

Archipiélago de las Antillas. Calculando la exportación de las Antillas menores holandesas, dinamarquesas y suecas, que sólo tienen 61.000 esclavos, a 18 millones de kilogramos, se encuentra que la exportación de todo el Archipiélago de las Antillas en azúcar en bruto y blanco es de cerca de 287 millones de kilogramos, de los cuales,

Exportación del archipiélago de las Antillas

Cantidad Porcentaje Esclavos
165 millones 85% de las Antillas inglesas 626.800
62 “ 22% de las españolas 288.400
42 “ 14% de las francesas 178.000
18 “ 6% de las holandesas, dinamarquesas, y suecas 61.300

En este momento es muy poco importante la exportación de azúcar de Santo Domingo; en 1788, era de 80.360.000 kilogramos, y se creía que en 1799 aún era de 20 millones. Si se hubiera conservado como en tiempo de la mayor prosperidad de la isla, aumentaría la exportación total de los azúcares de las Antillas de 28%; pero la de toda la América, apenas de 18%. El Brasil, las Guayanas y Cuba juntas, con sus 2.526.000 esclavos, suministran en el día casi 230 millones de kilogramos, es decir (sin el contrabando), tres veces más azúcar que Santo Domingo en la época de su mayor riqueza. Lo mucho que se ha fomentado el cultivo en el Brasil, Demerary y Cuba desde el año de 1789 ha reemplazado lo que Haití da de menos, y ha hecho insensible el abandono de los ingenios en aquella república.

Las guayanas inglesas, holandesas y francesas. Exportación total, 40 millones de kilogramos por lo menos. Guayana inglesa, año medio de 1816 a 1824 de 557.000 cwt o 28 millones de kilogramos. En 1823, ha sido la exportación para los puertos de la Gran Bretaña en Demerary y Esequibo (con 77.370 esclavos), de 607.870 cwt; en Berbice (con 23.400 esclavos), de 56.000 cwt.; total, 33.717.757 kilogramos. Respecto a la Guayana holandesa12 o Surinam pueden evaluarse de 9 a 10 millones de kilogramos. En 1823, las exportaciones de Surinam han sido de 15.882.000 libras; en 1824, de 18.555.000; y en 1825, de 20.266.000. El cónsul general del rey de los Países Bajos en París se ha procurado estos datos.

Brasil. La exportación de este vasto país, que cuenta con 1.960.000 esclavos, y donde la caña de azúcar se cultiva desde la capitanía general de Río Grande hasta la paralela13 de Puerto Alegre (latitud 30°2’) es mucho más considerable de lo que generalmente se cree14, pues en 1816 ha sido, según consta por datos muy exactos, de 200.000 cajas de 650 kilogramos cada una, o 130 millones de kilogramos, que fueron expedidas, la tercera parte para Alemania y Bélgica por Hamburgo, Bremen, Trieste, Liorna y Génova, y el resto para Portugal, Francia e Inglaterra. Este último país no recibió, en 1823, sino 71.438 cwt, o 3.628.335 kilogramos. El azúcar del Brasil tiene un coste muy excesivo en aquellas costas. La producción del azúcar brasileño ha disminuido mucho desde el año de 1816 con motivo de las revoluciones interiores, y en los años de gran sequía apenas ha subido la exportación a 140.000 cajas. Todos cuantos conocen particularmente este ramo de comercio americano opinan, que luego que la tranquilidad se haya restablecido enteramente, la exportación de azúcar será, en año medio, de 192.000 cajas (o 125 millones de kilogramos), de los cuales 150 de azúcar blanco y 42.000 en bruto. Se cree que Río Janeiro suministrará, sin contar con los años de una fertilidad extraordinaria, 40.000 cajas; Bahía, 100.000; Pernambuco, 52.000.

La América equinoccial y la Luisiana ponen actualmente (según consta por el resultado de la discusión minuciosa de todos los datos parciales) en el comercio de la Europa y de los Estados Unidos 460 millones de kilogramos de azúcar, de los cuales:

287 millones 62% de las Antillas (1.147.500 esclavos)
125 “ 27% del Brasil (2.060.000 “)
40 “ 9% de las Guayanas (206.000 “)

En breve veremos que sólo la Gran Bretaña, con una población de 14.400.000, consume más de la tercera parte de los 460 millones de kilogramos que suministra el Nuevo Continente en unos países en que el tráfico de negros ha reunido 3.314.000 desgraciados esclavos. El cultivo de la caña de azúcar está tan extendido en la actualidad en las diferentes partes del globo, que las causas físicas o políticas que suspendiesen o destruyesen los esfuerzos de la industria en una de las Antillas mayores, no podría alterar el precio del azúcar, ni influir en el comercio general de la Europa y los Estados Unidos, como en el tiempo en que el gran cultivo se hallaba concentrado en un pequeño espacio. Algunos escritores españoles han comparado muchas veces la isla de Cuba, por la riqueza de sus producciones, con las minas de Guanajuato en el México; porque efectivamente Guanajuato, a principios del siglo XIX, ha suministrado una cuarta parte de toda la plata mexicana y una sexta de toda la americana. La isla de Cuba exporta actualmente por medio lícitos 1/5 de todo el azúcar del Archipiélago de las Antillas; 1/8 de todo el azúcar de la América equinoccial que refluye a Europa y a los Estados Unidos.

En la isla de Cuba hay tres calidades de azúcar, según el grado de pureza, o grados de purga. En cada pan o cono boca arriba, la parte superior da el azúcar blanco, la parte media el quebrado, y la parte inferior, o sea la punta de cono, el cucurucho; por consiguiente, todas las tres clases del azúcar de Cuba son blanqueadas; y solamente hay una pequeña cantidad de azúcar en bruto o azúcar mascabado. Como las hormas son de diferente grandor, también los panes varían de peso; generalmente pesan una arroba después de refinado. Los maestros de azúcar, o refinadores, quieren que cada pan de azúcar proporcione 5/9 de blanco, 3/9 de quebrado y 1/9 de cucurucho. El azúcar blanco cuando se vende solo cuesta más caro que cuando la venta llamada generalmente surtido se hace de 3/5 de azúcar blanco y de 2/5 de quebrado. En este último caso, la diferencia es de 4 reales de plata; y en el primero asciende a 6 o 7 reales. La revolución de Santo Domingo, las prohibiciones dictadas por el sistema continental, el gran consumo de azúcar en Inglaterra y en los Estados Unidos, los progresos del cultivo en Cuba, en el Brasil, en Demerary, en Borbón y en Java han ocasionado grandes variaciones en el precio. En un período de doce años han sido, en 1807, de 3 y 7 reales15, y en 1818, de 24 y 28 reales, lo que prueba variaciones en la proporción de 1 a 5. En este mismo espacio de tiempo no ha variado el precio del azúcar en Inglaterra16 más que de 33 a 75 chelines por quintal, es decir, como 1 a 2 1/5. No considerando los precios medios del año entero, sino los que ha tenido el azúcar de la Habana en Liverpool en algunos meses, también se hallan variaciones de 30 chelines (en 1811) a 134 chelines (en 1814), de donde resulta la proporción de 1 a 4 2/5. Durante cinco años, de 1810 a 1815, casi sin interrupción, se han mantenido en la Habana los precios subidos de 16 a 20 reales por arroba, al paso que, desde 1822, han bajado aquellos en un tercio, a 10 y 14, y modernamente (en 1826) aun a 9 y 13 reales. Entro en todos estos pormenores para dar una idea más exacta del producto neto de un ingenio, y de los sacrificios que pueden hacer, para mejorar la suerte de sus esclavos, un propietario propenso a contentarse con una ganancia más módica. El cultivo del azúcar, aún al precio de 24 duros por caja (tomando el medio entre el blanco y el quebrado), tiene todavía cuenta, porque un propietario, cuyo ingenio medianamente grande produce 800 cajas, vende en la actualidad su cosecha por 19.200 pesos duros, pero hace doce años que vendía cada caja a 36, le producía 28.800 pesos duros.

Durante mi estadía en los llanos de Güines, en 1804, traté de reunir algunos datos exactos acerca de los elementos numéricos de la fabricación del azúcar de caña: un gran ingenio que produce 32.000 a 40.000 arrobas de azúcar17, o sea, 367.000 a 460.000 kilogramos, generalmente tiene una extensión de 50 caballerías18, o 650 hectáreas, cuya mitad (menos de 1/10 de legua marítima cuadrada) está plantada de cañaverales, y la otra está destinada a las plantas alimenticias y a los pastos que se llaman potreros. El valor del terreno varía naturalmente, según la calidad y su cercanía de los puertos de la Habana, de Matanzas y de Mariel. En un radio de 25 leguas alrededor de la Habana puede calcularse el valor de cada caballería en dos o tres mil duros. Para que un ingenio produzca 32.000 arrobas (o 2.000 cajas de azúcar) es menester que tenga 300 negros. Un esclavo adulto y aclimatado ya vale 450 a 500 pesos duros, y uno bozal que no lo está, 370 a 400. Es probable que un negro cueste anualmente, en manutención, vestido y medicamentos de 45 a 50 pesos duros, por lo tanto, con el interés del capital, y descontando los días de fiesta, sale a más de cinco reales el vellón por día. A los esclavos se les da tasajo de Buenos Aires y de Caracas; y también bacalao, cuando el tasajo está muy caro; legumbres, como calabaza, boniatos, batatas y maíz. En el año de 1804 valía la arroba de tasajo en Güines de 10 a 12 reales, y en el día (1825) cuesta de 14 a 16. En un ingenio como el que suponemos aquí, de un producto de 32.000 a 40.000 arrobas, se necesita: 1º, tres trenes de cilindro movidos por bueyes (trapiches) o dos ruedas hidráulicas; 2º, según el antiguo método español, que a causa de un fuego muy lento consume mucha leña, 18 calderas (piezas); según el método francés de los reverberos introducido, desde el año de 1801, por Bailli, de Santo Domingo, bajo los auspicios de don Nicolás Calvo, 3 clarificadores, 3 pailas y 2 trenes de tachos (cada tren tiene 3 piezas), en todo 12 fondos. Vulgarmente se dice que 3 arrobas de azúcar refinado dan un barril de melaza, y que el melote o las heces del azúcar bastan para los gastos del plantío, lo cual será verdad, a lo más en donde se fabrica aguardiente en abundancia. Treinta y dos mil arrobas de azúcar dan 15.000 barriles de melado (a dos arrobas cada uno), de los cuales hacen 500 pipas de aguardiente de caña a 25 pesos duros. Si se quisiera formar un estado de gastos y productos, según estos datos se hallaría para el año de 1825.

Capital empleado en un ingenio

Se evaluarán los gastos del ingenio a 30.000 pesos duros por año. 125.000 pesos duros
El capital empleado consiste en 50 caballerías de terreno, a 2.500 pesos duros 300 negros a 450 135.000
Edificios, molinos 80.000
Tinas, cilindros, ganados e inventario en general 130.000
470.000 pesos duros

Valor de 32.000 arrobas de azúcar (blanco y quebrado) a 24 pesos duros la caja o las 16 arrobas 48.000 pesos duros.

Valor de 500 pipas de aguardiente 12.500 60.500 pesos duros.

Resulta, pues, de este cálculo, que si se estableciese en la actualidad un ingenio capaz de producir 2.000 cajas por año, un capitalista sacaría 6 1/6 por 100 de interés, según el antiguo método español y el precio que tiene el azúcar en el día, este interés no es exorbitante para un establecimiento que no es puramente agrícola y cuyos gastos son siempre los mismos, aunque los productos disminuyen algunas veces más de una tercera parte. Es muy raro que uno de estos grandes ingenios pueda hacer 32.000 cajas de azúcar durante muchos años consecutivos. No es de extrañar que se prefiriese en la isla de Cuba el cultivo de arroz al de la caña de azúcar, cuando el precio de ésta estaba tan bajo (4 ó 5 duros el quintal). La utilidad de los hacendados antiguamente establecidos consiste: 1º, en las circunstancias de que, hace 20 años, los gastos de establecimiento han sido mucho menores, porque la caballería de tierra muy buena sólo costaba 1.200 ó 1.600 pesos duros, en lugar que ahora cuesta de 2.500 a 3.000; el negro adulto, 300 en lugar de 450 a 500; 2º, en la compensación de los precios que en unos años ha sido muy bajo y en otros muy subido. Varían de tal modo los precios en un período de 10 años, que los intereses del capital varían también de 5 a 15 por 100. Por ejemplo, si el capital empleado en el año de 1804 hubiera sido de 400.000 duros, según el valor del azúcar y del aguardiente, el producto, sin deducción de gastos, habría subido a 94.000 pesos duros. Pero de 1797 a 1800, el precio de una caja de azúcar ha sido, valor medio19, algunas veces de 40 pesos duros, en lugar de 24 a que lo supuse en el cálculo para el año de 1825. Cuando un ingenio, una gran manufactura o una mina están en manos del primero que la estableció, el cálculo del interés que dan al propietario los capitales empleados no debe servir de guía a los que, comprando de segunda mano, equilibran las utilidades que pueden ofrecer las diferentes clases de industria.

Por unos cálculos que yo he hecho en la isla de Cuba, me ha parecido que una hectárea da 12 metros cúbicos de jugo, del cual se saca por las operaciones usadas hasta el día, a lo más 10 a 12 por 100 de azúcar en bruto. En Bengala se necesitan según Bockford, 6; según Roxburgh, 5 6/10 libras de azúcar; porque 28 decilitros de jugo suministran 450 gramos de azúcar en bruto. Resulta que, considerando el jugo como un líquido cargado de sal, este líquido contiene, según la fertilidad del suelo, 12 a 16 por 100 de azúcar cristalizable. El arce de azúcar (acer saccharimun) en buenos terrenos de los Estados Unidos da 450 gramos de azúcar por 18 kilogramos de savia o 2 1/2%. Esta es también la cantidad de azúcar que suministra la remolacha, comparando esta cantidad con el peso entero de la raíz tuberosa. 20.000 kilogramos de remolachas, cultivadas en buenas tierras, producen 500 kilogramos de azúcar en bruto. Como la caña de azúcar pierde la mitad de su peso cuando se la saca el jugo, da, comparando no los jugos sino las raíces tuberosas de la Beta vulgaris con la caña Saccharum officinarum, al igual peso de masa vegetal, seis veces más azúcar en bruto que la remolacha. El jugo de la caña de azúcar varía en sus partes constituyentes, según la naturaleza del suelo, la cantidad de lluvia, la distribución del calor en las estaciones diferentes, y la disposición más o menos precoz de la planta al florecer. No es solamente la parte azucarada la que se deslíe más o menos, como dicen los practicantes o maestros de azúcar; la diferencia consiste más bien en las variedades entre el azúcar cristalizable, el azúcar no cristalizable (azúcar líquido del señor Proust) la albúmina, la goma, la fécula verde y el ácido málico. La cantidad de azúcar semi-cristalizado puede ser la misma; y sin embargo, según las operaciones uniformes que se emplean, el azúcar que se saca de un peso igual de guarapo varía considerablemente debido a la relación variable entre los otros principios que acompañan al azúcar cristalizable. Éste, al combinarse con algunos de estos principios, forma un jarabe que no tiene la propiedad de cristalizar, y que se queda en las heces. Una elevación demasiado grande de la temperatura parece acelerar y aumentar la pérdida. Estas consideraciones explican el porqué se considera algunas veces a los maestros de azúcar, durante cierto tiempo del año, como hechizados, porque con la misma aplicación no pueden hacer la misma cantidad de azúcar, explican igualmente porqué del mismo jugo, modificando las operaciones, por ejemplo los grados de calor, y la rapidez del conocimiento, se saca más o menos azúcar. No hay que cansarse, se ha dicho, y yo repetiré una y mil veces que no hay que esperar grandes economías en la fabricación del azúcar únicamente de la construcción y disposición de las calderas y hornillos, y sí de la mejora de las operaciones químicas, del conocimiento más íntimo del modo de obrar de la cal de las sustancias alcalinas y del carbón animal, y finalmente de la determinación exacta de los maximun de temperatura, a los cuales debe estar expuesto sucesivamente el jugo de las diferentes calderas. Los análisis ingeniosos del azúcar, del almidón, de la goma y del principio leñoso (ligneux) hechos por los señores Gay-Lussac y Thenard, los trabajos emprendidos en Europa acerca del azúcar de uva y de remolacha, y las investigaciones de los señores Dutione y Proust, Clarke, Higgins, Daniel, Howard, Braconnot y Desrones han facilitado y preparado estos últimos en grado de perfección, pero nada se ha hecho en aquellos parajes ni aun en las mismas Antillas. Es cierto que no se podrán mejorar la amalgamación mexicana en grande sin haber examinado antes, durante una larga permanencia en Guanajuato o en Real del Monte, la naturaleza de los metales puestos en contacto con el mercurio, el muriato de sosa, el magistral y la cal; del mismo modo, para mejorar las manipulaciones técnicas en los ingenios será preciso comenzar, en varios de los de la isla de Cuba, haciendo analizar por un químico que conozca el estado actual de la química vegetal, pequeñas cantidades de jugo sacado en terrenos diferentes y en diversas estaciones del año, ya de la caña de azúcar ordinaria o criolla, ya de la de Otaiti o ya, en fin, de la roja o de Guinea. Sin este trabajo previo emprendido por una persona que haya salido modernamente de uno de los dos laboratorios más célebres, y que posea un conocimiento sólido de la fabricación del azúcar de remolacha, se podrá conseguir alguna que otra perfección parcial; pero la fabricación entera del azúcar de caña será siempre lo que es hoy, es decir, el resultado de experimentos hechos a tientas, más o menos ventajosos.

En los terrenos que pueden regarse, o en aquellos que antes de la caña de azúcar han producido plantas de raíces tuberosas, una caballería de tierra fértil da, en lugar de 1.500 arrobas, tres o cuatro mil, lo que hace 2.660 a 3.540 kilogramos de azúcar blanco y quebrado por hectáreas. Fijándose en 1.500 arrobas y calculando, según los precios de la Habana, a 24 pesos duros la caja, se halla que la misma hectárea produciría en azúcar por valor de 870 pesetas, y en trigo, de 288, suponiendo una cosecha óctupla y el precio de 100 kilogramos de trigo a 18 pesetas. Ya he advertido en otra parte, que en esta comparación de dos ramos de cultivo es necesario tener presente que el del azúcar exige capitales muy grandes; en la actualidad, por ejemplo, para una producción anual de 32.000 arrobas o 368.0 kilogramos en un solo establecimiento, 400.000 pesos duros. En Bengala, en tierras de regadío, un acre (de 4.044 metros cuadrados) da, según los señores Bockford20 y Roxburgh, 2.300 kilogramos de azúcar en bruto, lo cual hace 5.700 kilogramos por hectárea. Siendo esta fertilidad común en terrenos de grande extensión, no es de admirar que el azúcar esté tan barato en las grandes Indias. El producto de una hectárea es allí doble mayor que en los mejores terrenos de las Antillas, y el jornal del indio libre es casi tres veces menor que el del negro esclavo en la isla de Cuba.

Se decía que en la Jamaica, en 1825, un plantío de 500 acres (o 15 ½ caballerías), de los cuales 200 están cultivados de cañas de azúcar, daba, por el trabajo de 200 esclavos, 100 bueyes y 50 mulos, 2.800 cwt, o 142.000 kilogramos de azúcar, y valía, inclusos los esclavos, 43.000 libras esterlinas. Según esta evaluación del señor Stewart, una hectárea daría 1.760 kilogramos de azúcar en bruto; porque tal es la calidad del azúcar con que se comercia en la Jamaica. Ya hemos visto más arriba que suponiendo en un gran ingenio de la Habana 25 caballerías o 325 hectáreas para un producto de 32.000 a 40.000 cajas, se encuentra 1.130 o 1.400 kilogramos de azúcar blanco y quebrado por cada hectárea, cuyo resultado coincide muy bien con el de Jamaica, si se tienen presentes las pérdidas que tiene el azúcar al refinarse, convirtiéndolo en blanco y quebrado cuando está en bruto. En Santo Domingo se gradúa un tablado (de 3.403 toesas cuadradas = 1 29/100 hectárea) a 40, y algunas veces a 60 quintales: fijándose a 5.000 libras, todavía se encuentran 1.900 kilogramos de azúcar en bruto por cada hectárea. Suponiendo, como debe ser cuando se habla del producto de toda la isla de Cuba, que en unos terrenos de mediana fertilidad una caballería (de 13 hectáreas) da 1.500 arrobas de azúcar refinado (mezclado de blanco y quebrado), o 1.330 kilogramos por hectárea, resulta que 60.872 hectáreas o 19 ¾ leguas cuadradas marítimas (casi una novena parte de la extensión de un departamento de Francia, de los medianos en tamaño) bastan parra producir las 430.000 cajas de azúcar refinado que suministra la isla de Cuba, tanto para su propio consumo, como para la exportación lícita y de contrabando. Es de extrañar que menos de veinte leguas cuadradas marítimas puedan dar un producto anual cuyo valor (contando con que una caja en la Habana valga 24 duros) es de más de 52 millones de pesetas. Para suministrar todo el azúcar en bruto que necesitan para su consumo 30 millones de franceses, que actualmente es de 56 a 60 millones de kilogramos, se necesitarían21 bajo los trópicos más de 9 5/6 leguas marítimas cuadradas cultivadas de cañas de azúcar: en los climas templados sólo 37 ½ leguas marítimas cuadradas cultivadas de remolachas. Una hectárea de buen terreno sembrado de remolachas produce en Francia desde diez mil hasta treinta mil kilogramos. La fertilidad media es de 20.000 kilogramos, que suministran 2 ½ por ciento o 500 kilogramos de azúcar en bruto. Pero 100 kilogramos de azúcar en bruto dan 50 kilogramos de refinado, 30 de azúcar moreno y 20 de azúcar en pan, por consiguiente, una hectárea de remolachas produce 250 kilogramos de azúcar refinado.

Poco tiempo antes de mi llegada a la Habana, habían llevado de Alemania algunas muestras del azúcar de remolacha, que decían “amenazar la existencia de las islas de América que cultivan el azúcar”. Los cosecheros habían reconocido, no sin una especie de espanto, que era una sustancia enteramente parecida al azúcar de caña, pero confiaban en la esperanza de que la carestía de la mano de obra y la dificultad de separar el azúcar cristalizable de una tan grande masa de pulpa vegetal, haría la operación muy dispendiosa y de poca utilidad. Desde entonces la química ha conseguido vencer estas dificultades; porque sólo la Francia ha tenido, en 1812, más de 200 fábricas de azúcar de remolacha que trabajaban con éxito muy vario y producían un millón de kilogramos de azúcar en bruto, es decir, una quinguagésima octava parte del consumo actual de azúcar en Francia. Estas 200 fábricas han quedado hoy día reducidas a un número muy corto, y sin embargo, dan más de medio millón de kilogramos, porque están dirigidas con mayor inteligencia22. Los habitantes de las Antillas, muy instruidos de todo lo que se hace en Europa, ya no temen ni los azúcares de remolacha, ni los de uvas, castañas y setas, ni el café de Nápoles, ni los índigos del sur de la Francia. Dichosamente, la esperanza de ver mejorarse la suerte de los esclavos en las Antillas no depende del éxito de estos cortos cultivos europeos.

Ya he dicho muchas veces que hasta el año de 1762 la isla de Cuba no ponía en el comercio más productos que los que en la actualidad le proporcionan las tres provincias menos industriosas y más abandonadas, con respecto al cultivo: Veragua, el istmo de Panamá y el Darién. Un acontecimiento muy desgraciado en la apariencia, que fue la toma de la Habana por los ingleses, despertó los ánimos. El 6 de julio de 1764 fue evacuada la ciudad y desde aquella época datan los primeros impulsos de una industria naciente. La construcción de nuevas fortificaciones, según un plan gigantesco23, hizo que circulase repentinamente mucho dinero; y posteriormente, habiéndose hecho libre24 el tráfico de negros, aumentaron los brazos de los ingenios. La libertad de comercio con todos los puertos de España y con los neutros por intervalos, la sabia administración de don Luis de las Casas, la creación del Consulado y de la Sociedad Patriótica, la destrucción de la colonia francesa de25 Santo Domingo, la subida del precio del azúcar que fue una consecuencia necesaria, el perfeccionamiento de las máquinas y de los hornillos debido en gran parte a los refugiados del Cabo Francés, los vínculos más íntimos entre los propietarios de los ingenios y los comerciantes de la Habana, los grandes capitales de éstos empleados en establecimientos agrícolas (cañaverales y cafetales), todas éstas han sido las causas que han influido sucesivamente en la prosperidad siempre en aumento de la isla de Cuba, a pesar de la competencia de las autoridades que obstaculizan la marcha de los negocios26.

Los mayores cambios que han experimentado los plantíos de la caña de azúcar y los talleres de los ingenios se verificaron desde el año de 1796 hasta 1800. Primeramente se principió por sustituir los trapiches de bueyes con los trapiches de mulas; después se introdujeron en Güines las ruedas hidráulicas, o trapiches de agua, de que ya los primeros conquistadores habían hecho uso en Santo Domingo; y finalmente, se ensayaron en Ceibabo, a expensas del conde de Jaruco y Mompox, los efectos de las bombas de vapor. Veinticinco de estas últimas máquinas existen actualmente en los diferentes ingenios de la isla de Cuba: bien es verdad que el cultivo de la caña de azúcar de Otaití se generaliza cada día más y más. Se introdujeron las calderas de preparación llamadas clarificadoras, y hornillos de reverbero mejor arreglados. Es preciso confesar, para honra de los propietarios acomodados, que en un gran número de plantíos se manifestó el mayor cuidado por la salud de los esclavos enfermos, por la introducción de negras y por la educación de sus hijos.

En 1775 había en toda la isla 473 ingenios de azúcar, y en 1817 pasaban de 780. De los primeros, ninguno producía la cuarta parte de azúcar que fabrican actualmente los ingenios de segunda clase; por consiguiente, no es el número sólo de ingenios el que puede dar una idea exacta de los progresos de este ramo de industria agrícola. En la provincia de la Habana se contaban:

Exportación del archipiélago de las Antillas

Año Ingenios
1763 70
1796 305
1806 480
1817 625

Estado de la riqueza agrícola de la Provincia de la Habana, en 1817

PARTIDOS INGENIOS DE AZÚCAR CAFETALES POTREROS27 HACIENDAS DE CRÍA VEGAS DE TABACO IGLESIAS CASAS
Habana 1 12 31 16.613
Villa de Santiago 43 17 190 30 32 3.327
Bejucal 49 14 62 6 872
Villa de San Antonio 4 124 51 51 76 10 1.684
Guanajay 122 295 96 30 1.139
Guanabacoa 9 1 1 36 3.654
Filipinas 16 48 196 883 13 1.822
Jaruco 133 81 148 5 8 1.793
Güines 78 35 124 1 10 17 2.055
Matanzas 95 83 200 12 10 1.954
Santa Clara 14 78 220 267 100 7 3.441
Trinidad 77 35 45 403 150 24 3.914
TOTAL 625 779 1.197 930 1.601 224 42.268

Se distingue en esta tabla los distritos de Trinidad y Santa Clara, que conservan todavía la antigua predilección por la vida pastoril; por el establecimiento de hatos destinados a la cría de ganados, y los distritos de Filipinas y Trinidad, destinados al cultivo del tabaco; en fin, los que más abundan de cañaverales, como Jaruco, Guanajay, Matanzas y San Antonio Abad. Los desarrollos parciales son muy notables. En 1796 no había en el partido de Jaruco y Río Blanco del Norte, en los de Güines y de Matanzas, sino 73, 25 y 27 ingenios; y en 1817 se contaban 133, 78 y 95.

Siendo el aumento de los diezmos, en todas las zonas, una de las señales más ciertas del fomento de las riquezas agrícolas, pondremos aquí los progresos que han tenido durante 15 años. Las rentas decimales se arrendaron en la diócesis de la Habana28 cada cuatro años, del modo siguiente:

Rentas decimales en el obispado de la Habana

Año Duros
1789-1792 792.386
1793-1796 1.044.005
1797-1800 1.595.340
1801-1804 1.864.464

Ya se ve que en el último período el diezmo subió, año medio, a 2.330.000 pesetas, a pesar de que el azúcar no paga más que medio diezmo, es decir, de veinte, uno.

Para poner de manifiesto, con ejemplos de algunos años, las proporciones que conservan, no digo las producciones sino las exportaciones de los aguardientes y de la melaza o miel de purga, con la exportación de los azúcares blanqueados, pondré aquí el resultado de los años de 1815 a 1824, según consta de los registros de la aduana de la Habana.

Exportación de la Habana, 1815-1824

AÑOS PIPAS DE AGUARDIENTE (AGUA DE VIDA) BOCOYES DE MELAZA CAJAS DE AZÚCAR REFINADO
1815 3.000 17.874 214.111
1816 1.860 26.793 200.487
1817 30.759 217.076
1818 3.219 34.990 207.378
1819 2.830 30.845 192.743
1822 4.633 34.604 261.795
1823 5.780 30.145 300.211
1824 3.691 27.046 245.329

Por el término medio de los últimos cinco años se halla que a la exportación de 1.000 cajas de azúcar refinado corresponde la de 17 pipas de aguardiente y 130 bocoyes de melaza29.

Los gastos enormes que requieren los grandes ingenios y los frecuentes desarreglos domésticos, ocasionados por el lujo, y los demás desórdenes, suelen poner al propietario bajo la dependencia absoluta de los comerciantes30. Los préstamos más comunes son aquellos en que se adelantan capitales al hacendado, a condición de pagar, después de la cosecha en café y azúcar, el quintal del primero dos duros menos de los precios corrientes y la arroba de azúcar dos reales de plata en los mismos términos. Así es que una cosecha de mil cajas de azúcar se vende anticipadamente con la pérdida de 4.000 pesos duros. Son tantos los negocios que se hacen en la Habana y tal la escasez de numerario, que el gobierno mismo se ve precisado31 a menudo a tomar dinero o préstamo a 10 por 100, y los particulares dan hasta 12 o 16 por 100. Las grandes utilidades que deja el tráfico de negros, y que suben en la isla de Cuba en un solo viaje algunas veces a 100 y 125 por 100, han contribuido en gran parte a levantar los intereses, porque muchos particulares han tomado dinero a préstamo a 18 y 20 por 100 con el fin de vivificar este infame comercio.

La primera caña de azúcar que se planta con esmero en terrenos vírgenes produce zafras durante 20 o 23 años, pero después es preciso plantarla de nuevo cada tres años. En la hacienda de Matamoros existía en 1804 un cañaveral plantado hacía 45 años. Los terrenos más fértiles hoy día para la producción del azúcar se hallan en las cercanías de Mariel y de Guanajay. La variedad de cañas de azúcar conocida con el nombre de caña de Otaití, que se reconoce de lejos por la mayor frescura de su verde, tiene la ventaja de suministrar a un mismo tiempo, en una misma extensión de terreno, ¼ más de jugo y un tallo más leñoso, más grueso y por consiguiente más productivo en materias combustibles. Los maestros en azúcar, que presumen de medio-sabios, afirman que el guarapo de caña de Otaití se trabaja con mayor facilidad, y que da azúcar cristalizado y menos potasio en el guarapo32. Esta caña del mar del Sur, pasados 5 o 6 años de cultivo, seguramente presenta la caña más delgada; pero los nudos están siempre más distantes los unos de los otros que en la caña criolla o del país. Dichosamente, el temor que se tuvo en los principios de que la caña de Otaití degenerase en caña de azúcar ordinaria33, no se ha realizado. En la isla de Cuba se siembra aquella en la estación lluviosa de julio a octubre, y la zafra se hace de febrero a mayo.

A medida que la isla se ha despoblado de árboles, por los demasiados terrenos que se han desbrozado, los ingenios han principiado a tener falta de combustible. Siempre habían empleado un poco de bagazo (la caña después de sacado el jugo) para avivar el fuego en los tiempos de los antiguos calderas o tachos; sólo después que los emigrados de Santo Domingo introdujeron los hornos de reverberación, han tratado de prescindir enteramente de leña y no quemar más que el bagazo. Según la antigua construcción de los hornos y de las calderas, queman una tarea de leña de 160 pies cúbicos para sacar 5 arrobas de azúcar, o para 100 kilogramos de azúcar en bruto se necesitan 278 pies cúbicos de leña de limonero y de naranjo. En los hornos de reverberación de Santo Domingo, un carro de bagazo de 495 pies cúbicos producía 640 libras de azúcar en bruto, lo que hace 158 pies cúbicos de bagazo para 100 kilogramos de azúcar. Durante mi estadía en los Güines y particularmente en Río Blanco, en casa del conde de Mompox, hice el ensayo de muchas construcciones nuevas con el fin de disminuir el gasto de combustible, de rodear el hogar de sustancias que conducen mal el calor, y conseguir que los esclavos sufriesen menos atizando el fuego. Una larga estancia en las salinas de Europa, y los trabajos de hilología práctica a que me dediqué en mi juventud, me inspiraron la idea de aquellas construcciones que se han propagado con algún éxito. Unas tapaderas de maderas puestas en las clarificadoras avivan la evaporación y me hacían creer que un sistema de tapaderas y de aros móviles con contrapesos podría servir y extenderse a las demás calderas. Este objeto merece un nuevo examen, pero es necesario graduar cuidadosamente la cantidad de jugo (guarapo), el azúcar cristalizado que se saca y el que se pierde, el combustible, el tiempo y los gastos pecuniarios.

En las discusiones sobre la posibilidad de sustituir en Europa el azúcar de las colonias con el de remolacha, se han hecho muchas afirmaciones acerca del precio del azúcar de caña, que no son exactas: los siguientes datos podrán servir para hacer comparaciones que lo sean más. El costo que tiene el azúcar en las colonias34 en Europa, consiste: 1º, en el precio de la primera compra; 2º, en el flete o transporte y seguros, y 3º, en los derechos de entrada. El costo de la primera compra en las Antillas, en la actualidad, no es más que una tercera parte del que tiene en Europa. Cuando en la Habana una mezcla igual de azúcar blanco y quebrado cuesta 12 reales de plata la arroba, una caja de 184 kilogramos vale 126 francos con 48 céntimos; por consiguiente, el costo de 100 kilogramos de azúcar refinado es de 68 francos con 69 céntimos, evaluando en este cálculo el peso duro a 5 francos con 27 céntimos. En las colonias francesas, el coste de la primera compra es de 50 francos los 100 kilogramos de azúcar en bruto, o de 50 céntimos cada kilogramo; también los fletes y los seguros ascienden a lo mismo: los derechos son de 49 francos con 50 céntimos los 100 kilogramos, o de 49 céntimos y medio cada kilogramo; de lo cual resulta que el precio total del azúcar en bruto en los puertos (por ejemplo, en el de Havre) es de 1 franco con 50 céntimos. El jugo de las remolachas cultivadas en los climas templados, no contiene más que la tercera o cuarta parte del azúcar cristalizado35 que encierra el jugo de la caña de azúcar en los trópicos; pero las fábricas de remolacha ganan en fletes, seguros y derechos 2/3 del precio total de azúcar en bruto respecto al de las colonias. Si se sustituye enteramente estos últimos con azúcares indígenas, las aduanas de Francia perderían anualmente 29 millones de francos.

Es un error bastantemente generalizado en Europa, y que no influye poco en el modo de ver los efectos de la cesación del tráfico de negros, el suponer que en las Antillas llamadas colonias de azúcar la mayor parte de los esclavos están empleados en los ingenios solamente. No hay duda que el cultivo de la caña es uno de los motivos más poderosos para vivificar el comercio de los negros; pero un cálculo muy obvio prueba que es casi tres veces mayor la masa total de esclavos que existen en las Antillas, que los empleados en los ingenios. Hace diez años manifesté36 que, si las 200.000 cajas que exportaba la isla de Cuba en 1812 se fabricaran en los ingenios más considerables, habrían gastado menos de 30.000 esclavos para este género de industria. Para combatir preocupaciones fundadas en cálculos numéricos erróneos y equivocados, y para el bien de la humanidad, es preciso recordar en este lugar que los males de la esclavitud pesan sobre un número muchísimo mayor de individuos que el que exigen los trabajos agrícolas, aun desmintiendo, de lo que estoy muy lejos, que el azúcar, el café, el índigo o el algodón sólo pueden cultivarse por esclavos. En la isla de Cuba se reputa que para la fabricación de 1.000 cajas de azúcar refinado (184.000 kilogramos), se necesitan por lo general 150 negros, o de otro modo un poco más de 1.200 kilogramos por cada esclavo adulto37; por consiguiente un producto de 440.000 cajas no exigiría más que 66.000 esclavos. Si a estos añaden otros 36.000 que se necesitan en la isla de Cuba para el cultivo del café y del tabaco, se ve que, de los 260.000 negros esclavos que existen en ella en la actualidad, cerca de 100.000 solamente bastarían para los tres grandes ramos de la industria colonial, sobre que está fundada la actividad del comercio. Por otra parte, el tabaco casi no se cultiva más que por blancos y hombres libres. Ya he dicho en otro lugar, y fundo mi afirmación en una autoridad muy respetable, en la del Consulado de la Habana, que una tercera parte (32 por 100) de los esclavos viven en las ciudades y poblaciones grandes, y por consiguiente, sin tomar la más mínima parte en el cultivo. Luego si tomamos en consideración, 1º, la multitud de muchachos desparramados en las haciendas que aún no están en estado de trabajar; 2º, la necesidad de emplear un número mucho más considerable de negros en los pequeños plantíos dispersos para producir igual cantidad de azúcar que en los que se hallan reunidos o grandes ingenios, se encontrará que sobre 187.500 esclavos esparcidos en los campos, hay por lo menos una cuarta parte o 46.000 que no producen ni azúcar, ni café, ni tabaco. El tráfico de esclavos no solamente es bárbaro, sino que también es poco razonable; porque no consigue el objeto que se propone, pareciéndose a una corriente de agua que traída de lejos, y de la cual más de la mitad, en las colonias mismas, se desvía de los terrenos a que está destinada. Los que continuamente dicen y repiten que el azúcar no puede cultivarse sino por negros esclavos, ignoran al parecer que el archipiélago de las Antillas contiene 1.148.000 esclavos, y que toda la masa de géneros coloniales que producen aquéllas no se debe sino al trabajo de quinientos a seiscientos mil38. Examínese el estado actual de la industria del Brasil, calcúlense los brazos que se necesitan para poner en el comercio de la Europa el azúcar, el café y el tabaco que salen de sus puertos; visítense sus minas de oro tan poco trabajadas en nuestros días, y respóndase, si la industria del Brasil necesita tener en la esclavitud 1.960.000 negros y mulatos. Más de las tres cuartas partes de los esclavos brasileños39 no trabajan ni en los lavaderos del oro ni en el cultivo de los géneros coloniales, los cuales, como se asegura con la mayor gravedad, hacen el tráfico de negros un mal necesario y un crimen político inevitable.

CAFÉ

El cultivo del café data, así como la perfección de la construcción de las calderas en los ingenios, de la llegada de los emigrados de las calderas de Santo Domingo, particularmente desde los años de 1796 a 1798. Una hectárea da 890 kilogramos como producto de un cafetal compuesto de 3.500 árboles. En la provincia de la Habana había:

En 1800 60 cafetales
En 1817 779 cafetales

Como el café es un árbol que no da cosecha abundante sino al cuarto año, la exportación de café del puerto de la Habana en 1804 no era todavía más que de 50.000 arrobas; posteriormente ha subido.

Desarrollo de la exportación de café desde el puerto de la Habana

Año Arrobas
1809 320.000
1815 918.263
1816 370.229
1817 709.351
1818 779.618
1819 642.716
1820 686.046
1822 501.429
1823 895.924
1824 661.674

Estas cantidades experimentan grandes variaciones causadas por el fraude de las aduanas y la abundancia de las cosechas; porque los resultados de los años 1815, 1816 y 1823, que podrían suponerse menos exactos, se han comprobado modernamente por los registros de las aduanas. En 1815, en que el precio del café era de 15 pesos duros, el valor de la exportación de la Habana excedió de la suma de 3.433 pesos duros; de manera que no parece dudoso que en años de mediana fertilidad la exportación total de toda la isla por medios lícitos e ilícitos sea de más de 14 millones de kilogramos.

Valor de la exportación licita e ilícita

I. Exportación registrada, años medio, de 1818 a 1824:
la Habana 694.000 arrobas
Matanzas, Trinidad, Santiago de Cuba, etc. 220.000 arrobas
II. Fraude40 de las aduanas 304.000 arrobas
Total 1.218.000 arrobas

Resulta de este cálculo que la exportación del café de la isla de Cuba es superior a la de Java, que en 1820 calculaba el señor Crawfurd41 a 190.000 piculs, u 11 4/5, millones de kilogramos, y a la de Jamaica, que no subía en 182342 según los registros de las aduanas, sino a 169.734 cwt u 8.622.478 kilogramos. En el mismo año recibió43 la Gran Bretaña de todas las Antillas inglesas, 194.820 cwt, o 9.896.856 kilogramos, lo que prueba que sólo la Jamaica produjo 6/7. En 1810 envió la Guadalupe a la metrópoli, 1.017.190 kilogramos. La Martinica, 671.336 kilogramos. En Haití, en que la producción del café antes de la Revolución francesa era de 37.240.000 kilogramos, el Puerto Príncipe no ha exportado en 1824 más que 91.544.000 kilogramos. Parece que la exportación total de café en el Archipiélago de las Antillas, únicamente por medios lícitos, sube hoy día a más de 38 millones de kilogramos: que es casi cinco veces mayor que el consumo de la Francia, que de 1820 a 1823, ha sido, año medio, de 8.198.000 kilogramos44. El consumo de la Gran Bretaña todavía45 no es más que de 3 ½ millones de kilogramos; pero el comercio y el cultivo de este género se ha aumentado de tal modo en ambos hemisferios que la Gran Bretaña ha exportado en las diferentes fases de su comercio:

Exportación de Gran Bretaña

Año Cantidad (cwt de 50 4/5, kilogramos)
1788 30.862
1793 96.167
1803 268.392
1812 641.131
1814 1.193.361
1818 456.615
1821 373.251
1822 321.140
1823 296.942

La exportación de 1814 era de 60 ½ millones de kilogramos, en cuya época puede asegurarse que era el consumo total de la Europa. La Gran Bretaña, propiamente dicha, la Inglaterra y la Escocia, consume en la actualidad casi dos veces y media menos de café, y tres veces más de azúcar que la Francia.

Así como el precio del azúcar en la Habana se cuenta por arroba de 25 libras (u 11,49 kilogramos), el precio del café es siempre por quintal (o 45,97 kilogramos). Este último se le ha visto variar a 30 pesos duros, y aun en 1808 bajó a menos de 24 reales. Por los años de 1815 y 1819 se vendió entre 13 y 17 pesos duros el quintal de café; en el día está a 12 pesos duros. Es probable que el cultivo del café no ocupa en toda la isla de Cuba más de 28.000 esclavos, que producen, año medio, 305.000 quintales (14 millones de kilogramos) o según el valor actual, 3.600.000 pesos duros; al paso que 66.0 negros producen 440.000 cajas (81 millones de kilogramos) de azúcar, que al precio de 24 pesos duros, valen 10.560.000 pesos duros. De este cálculo resulta, que un esclavo produce actualmente por valor de 130 pesos duros de café, y de 160 de azúcar.

Es casi inútil observar aquí que estos valores han experimentado alteraciones con el precio de los dos artículos indicados, cuyas variaciones se efectúan a veces en sentido inverso, y que en estos cálculos, que pueden dar una idea acerca de la agricultura en la región tropical, abarco, desde un mismo punto de vista, el consumo interior y la exportación por medios lícitos e ilícitos.

TABACO

El tabaco de la isla de Cuba es célebre en todas partes de Europa en donde se fuma. Tomado de los indígenas de Haití, se introdujo hacia fines del siglo XVI o principios del XVII. Hubo un tiempo en que se creía generalmente que el cultivo del tabaco, deslastrado de todas las trabas de un monopolio odioso, debía suministrar a la Habana un objeto de comercio muy considerable. Las intenciones benéficas que ha manifestado el gobierno de seis años a esta parte, aboliendo la Factoría de Tabacos, no han producido, en este ramo de industria, las mejoras que podían esperarse. Los cultivadores no tienen capitales; el arriendo de las tierras se ha encarecido extraordinariamente, y la predilección que se tiene por el cultivo del café perjudica al del tabaco.

Los datos más antiguos que tenemos acerca de la cantidad de tabaco que la isla de Cuba ha suministrado a los almacenes de la metrópoli son del año de 1748. Según Raynal, escritor mucho más exacto de lo que generalmente se cree, aquella cantidad era, desde 1748 a 1753, año medio, de 75.000 arrobas. De 1789 a 1794 el producto de la isla subió anualmente a 250.000 arrobas; pero desde aquella época hasta 1803, la carestía de las tierras, la atención casi exclusiva dada a los cafetales e ingenios, las vejaciones causadas por el estanco, y las trabas puestas al comercio exterior disminuyeron progresivamente la producción de más de una mitad. Sin embargo, se cree que de 1822 a 1825 ha subido nuevamente la producción total del tabaco de la isla de trescientas a cuatrocientas mil arrobas.

El consumo interior de toda la isla es de 200.000 arrobas y más. Hasta el año de 1791, la Compañía de Comercio de la Habana entregó el tabaco de Cuba a las fábricas reales de la península, según contratas renovadas de tiempo en tiempo con la Real Hacienda. La Factoría de Tabacos substituyó aquella compañía, e hizo por sí misma el monopolio. Se redujo el precio que se pagaba a los cultivadores a tres clases (suprema, mediana e ínfima): estos precios eran en 1804 de seis, cinco y dos y medio duros la arroba. Si se compara la diversidad de precios con las cantidades producidas, se encuentra que la Factoría real pagó el tabaco de hoja al precio medio de 16 pesos duros el quintal. Con motivo de los gastos de fabricación, la libra de cigarros salía a la administración, en la Habana misma, a 6 reales de plata o ¾ de peso duro, la libra de tabaco en polvo delgado con color a 3 ½ reales, en polvo suave o cucarachero de Sevilla a 1 ½ real.

En años buenos, cuando la cosecha (producto de las anticipaciones que hacía la Factoría a cultivadores poco acomodados) subía a 350.000 arrobas de hojas, se fabricaban 128.000 arrobas para la península; 80.000 para la Habana; 92.000 para el Perú; 6.000 para Panamá; 3.000 para Buenos Aires; 2.240 para México y 1.100 para Caracas y Campeche46. Para completar la suma de 315.000 (porque la cosecha pierde 10 por 100 de su peso en mermas y averías en la fabricación y transporte), es preciso suponer que 80.000 arrobas se consumían en el interior de la isla, es decir, en los campos, donde el monopolio del estanco no alcanza. La manutención de 120 esclavos y los gastos de fabricación no subían anualmente más que a 12.000 pesos duros; pero los sueldos de los empleados de la Factoría ascendían a 541.00047. El valor de las 128.000 arrobas que se enviaban a España en los años abundantes, ya en cigarros, ya en tabaco en rama y en polvo, excedía, según los precios comunes de España, de cinco millones de pesos duros. Es muy extraño el ver que en los estados de exportación de la Habana (documentos publicados por el consulado) sólo se hallan en las exportaciones del año de 1816, 3.400 arrobas; en el año de 1823 sólo 13.900 arrobas de tabaco en rama y 71.000 libras de tabaco torcido, cuyo valor total se graduó en la aduana en 281.000 duros; en 1825, solamente 70.302 libras de cigarros y 167.100 libras de tabaco en hoja y tallos; pero es necesario tener presente que ningún ramo de contrabando es más activo que el de los cigarros. Aunque el tabaco de la Vuelta de Abajo es el más afamado, también se hacen exportaciones considerables del que produce la región oriental de la isla. Aunque muchos viajeros aseguran que en estos últimos años la exportación total ha sido de 200 cajones de cigarros (valor 2 millones de pesos duros), yo lo dudo mucho. Si las cosechas abundasen hasta este punto ¿por qué recibiría la isla de Cuba, para el consumo del común del pueblo, tabacos de los Estados Unidos?

OTROS PRODUCTOS

Después de haber hablado del azúcar, del café y del tabaco, tres producciones de la mayor importancia, no me ocuparé ni del algodón, ni del índigo, ni del trigo de la isla de Cuba. Estos tres ramos de la industria colonial reditúan muy poco, y la proximidad de los Estados Unidos y de Guatemala hacen la concurrencia casi imposible. El estado de El Salvador, que pertenece a la Confederación Centroamericana, pone anualmente en la actualidad en el comercio, 12.000 tercios, ó 1.800.000 libras de índigo; cuya exportación sube al valor de dos millones de pesos duros. El cultivo del trigo prospera, con gran sorpresa de los viajeros que han recorrido el México, cerca de Cuatro Villas, en elevaciones pequeñas por encima del nivel del Océano, aunque en general todavía está muy poco extendido. Las harinas son muy buenas; pero las producciones coloniales tienen poco atractivo para los cultivadores, porque los campos de los Estados Unidos, esta Crimea del Nuevo Mundo, dan cosechas demasiado abundantes para que el comercio de los cereales indígenas pueda protegerse eficazmente por el sistema prohibitivo de aduanas, en una isla contigua a las bocas del Mississippi y del Delaware. Las mismas dificultades se oponen al cultivo del lino, del cáñamo y de la viña. Los mismos habitantes de Cuba ignoran quizás, que en los primeros años de la conquista por los españoles se principió a hacer vino en su isla con el jugo de las uvas silvestres48. Esta clase de parras peculiares de la América han dado motivo a que se dé crédito al error muy generalizado que el verdadero Vitis vinifera sea común en ambos continentes. Las parras monteses que daban el vino un poco agrio de la isla de Cuba, probablemente se sacaban del Vitis tiliaefolia que el señor Willdenow ha descrito según nuestros herbarios. Hasta ahora en ninguna parte, en el hemisferio boreal, se ha cultivado la cepa49 con el fin de hacer vino, al sur de 27°48’0” de la latitud de la isla de Ferro, una de las Canarias, y de 29°2’0” de la latitud de Abushcer en Persia.

CERA

No es el producto de abejas indígenas (Melipones del señor Latreille), sino de abejas introducidas de Europa por la Florida.

Este comercio no ha sido muy importante hasta después del año 1772. La exportación de toda la isla que de 1774 a 1779 no era, un año con otro, más que de 2.700 arrobas50, se evaluó en 1803 (comprendiendo en él los fraudes de las aduanas), en 42.700 arrobas, de las cuales 25.000 con dirección a Veracruz. Las iglesias de México consumen mucha cera de la isla de Cuba: su precio varía de 16 a 20 pesos duros la arroba. Sólo las exportaciones de la Habana han sido, según consta por los registros de la aduana:

Exportación de cera

Año Arrobas
1815 23.398
1816 22.365
1817 20.076
1818 24.156
1819 19.373
1820 16.939
1822 14.450
1823 15.692
1824 16.058
1825 16.505

La Trinidad y el pequeño puerto de Baracoa también hacen un comercio considerable de la cera que suministran las regiones bastante incultas del este de la isla. En la proximidad de los ingenios perecen muchas abejas, porque se embriagan con las heces del azúcar o melaza, de que gustan mucho. En general, la producción de la cera disminuye a medida que se aumenta el cultivo de las tierras. Por el precio que actualmente tiene la cera, su exportación por medios lícitos e ilícitos es un objeto de medio millón de pesos duros.

Ensayo político sobre la isla de Cuba
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