CAPÍTULO II
EXTENSIÓN. DIVISIÓN TERRITORIAL. CLIMA

COMO LA ISLA DE CUBA está rodeada de encalladeros y de arrecifes en más de dos tercios de su largo, y como la navegación se hace por fuera de estos tropiezos, la verdadera configuración de la isla fue ignorada por mucho tiempo. Se ha exagerado particularmente su anchura entre la Habana y el puerto de Batabanó, y sólo después que el Depósito Hidrográfico de Madrid, el mejor establecimiento de esta clase que hay en Europa, ha publicado los trabajos del capitán de fragata don José del Río y del teniente de navío don Ventura de Barcaiztegui, se ha podido calcular con alguna exactitud el área de la isla de Cuba. La figura de la isla de Pinos y las costas meridionales entre Puerto Casilda y Cabo Cruz (detrás de los Cayos de las doce leguas) han tenido un aspecto muy diferente en nuestros mapas. El señor de Lindeneau1, había observado, después de lo que había publicado el Depósito hasta 1807, que la superficie de la isla de Cuba, sin los islotes vecinos, era de 2.255 leguas geográficas cuadradas (de 15 al grado) y con los islotes que la rodean, de 2.318. Este último resultado equivale a 4.102 leguas marítimas cuadradas (de 20 al grado). El señor Ferrer con materiales algo diferentes, no pasaba de 3.848 leguas marítimas cuadradas2. Para presentar en esta obra el resultado más exacto que puede lograrse en el estado actual de los conocimientos astronómicos, he empeñado al señor Bauzá, que me honra con su amistad y cuyo nombre se ha hecho ilustre por grandes y sólidos trabajos, a que calcule el área conforme al mapa de la isla de Cuba en cuatro pliegos, que acabará bien pronto. Este sabio geógrafo ha tenido a bien acceder a mis ruegos, y halló (en junio de 1825) que la superficie de la isla de Cuba sin la de Pinos era de 3.520 leguas marítimas cuadradas, y con ella de 3.615. De este cálculo, que se ha hecho dos veces, resulta que la isla de Cuba es 1/7 más pequeña de lo que se había creído hasta ahora; que es un 33% más grande que Santo Domingo, que su superficie iguala a la de Portugal, y con 1/8 de diferencia la de la Inglaterra, sin comprender el país de Gales; y que si todo el archipiélago de las Antillas presenta un área tan grande como la mitad de España, la sola isla de Cuba casi iguala en superficie las demás Antillas, mayores y menores. Su máxima extensión, desde el cabo San Antonio hasta la Punta Maisí (en una dirección de OSO-ENE y después ONO-ESE), es de 227 leguas3. Su mayor anchura (en la dirección NS), de la Punta Maternillo a la embocadura del Magdalena cerca del Pico Turquino, es de 37 leguas. La anchura media de la isla sobre 4/5 de su largo entre la Habana y Puerto Príncipe, es de 15 leguas. En la parte más cultivada entre la Habana (latitud del centro de la ciudad 23°8’35”) y el Batabanó (latitud 22°43’24”), el istmo no es más que 8 1/5 leguas marítimas. Bien pronto veremos que esta proximidad de costas septentrionales y meridionales hace el puerto de Batabanó muy importante para el comercio y para la defensa militar. La isla de Java es la que por su figura y área (4.170 leguas cuadradas), se parece más entre todas las grandes islas del globo a la de Cuba. Esta tiene un circuito de costas de 520 leguas, de las cuales 280 corresponden al litoral del sur, entre el cabo San Antonio y la Punta Maisí.

Supone don Felipe Bauzá, en su cálculo del área, ser la longitud del cabo de San Antonio de 87°17’22”; el Morro de la Habana de 84°42’20”; el Batabanó de 84°46’23”, y la Punta Maisí (poniendo Puerto Rico, conforme a don José Sánchez Cerquero a los 68°28’29”) de 76°26’28”. Las dos primeras de estas longitudes, a cosa de 3 o 4” en tiempo, convienen con mis observaciones4. Las operaciones geodésicas de don Francisco Le Maur, experto ingeniero que ha mandado últimamente en el castillo de San Juan de Ulua, me habían dado, apoyándolas en la Habana (palacio del conde de O’Reilly), para el Batabanó 84°45’56”. El señor Ferrer adopta para el cabo Maisí 76°30’25”, aunque también persiste en colocar a Puerto Rico a los 68°28’3”5. No insistiré aquí sobre esta longitud de Puerto Rico que ha dado motivos a discusiones muy acaloradas y para la cual tres observaciones correspondientes de la ocultación de Aldebarán (21 de octubre de 1793) han dado al señor Oltmanns, 68°35’43,5”, y el conjunto de observaciones de ocultaciones, de distancias y de traslación de tiempo, 68°33’30”6. Cálculos antiguos algo vagos daban a la isla de Cuba, ya 6.764 leguas planas o legales españolas (de 5.000 varas o de 26 1/6 al grado), iguales a 906.458 caballerías (de 432 varas cuadradas o 35 acres ingleses7) ya 52.000 millas inglesas cuadradas (a 640 acres o 1/11,97 leguas marítimas cuadradas)8. Para conocer mejor la fuerza territorial de la isla de Cuba en proporción al resto del archipiélago de las Antillas presentamos la tabla siguiente:

Territorio de la isla de Cuba y Archipiélago de las Antillas

ISLAS SUPERFICIE en leguas marítimas cuadradas POBLACIÓN TOTAL POBLACIÓN por legua cuadrada
Cuba, según Bauzá 3.615 715.000 197
Haití, según von Lindenau 2.450 820.000 334
Jamaica 460 402.000 874
Puerto Rico 322 225.000 691
Antillas mayores 6.847 2.147.000 313
Antillas menores 940 696.000 740
Archipiélago de las Antillas 7.787 2.843.000 365

En más de 4/5 de su extensión, el terreno de la isla de Cuba es muy bajo y su suelo está cubierto de formaciones secundarias y terciarias, por medio de las cuales han salido algunas rocas de granito-gneis, de sienita y de eufótida. Hasta nuestros días no tenemos nociones más exactas sobre la configuración geognóstica del país, como tampoco sobre la edad relativa y la naturaleza de los terrenos que le componen. Únicamente se sabe que el grupo de montañas más alto se halla al extremo del sudeste de la isla, entre cabo Cruz, Punta Maisí y Holguín. La parte montañosa, llamada la Sierra o las montañas del Cobre, situada al noroeste de la ciudad de Santiago de Cuba, parece que tiene más de 1.200 toesas de elevación absoluta9. Según esta suposición, las cumbres de la sierra dominarían las de las Montañas Azules de la Jamaica y los picos del Selle y de la La Hotte de la isla de Santo Domingo. La sierra de Turquino10, 50 millas al oeste de la ciudad de Santiago de Cuba, pertenece al mismo grupo que las montañas del Cobre. Del ESE al ONO se extiende por la isla una cadena de colinas que, entre los meridianos de Puerto Príncipe y de Villa Clara, se acerca a la costa meridional, siendo así que más al oeste, hacia Álvarez y Matanzas, en las sierras de Gavilán, Camarioca y Marucas, se dirige hacia las costas septentrionales. Caminando desde la embocadura del río Guaurnabo a la villa de la Trinidad he visto, al NO, las lomas de San Juan11, que forman agujas o cuernos de más de 300 toesas de altura12 y cuyas escarpaduras se dirigen con harta regularidad hacia el sur. Este grupo calcáreo se presenta también de un modo imponente cuando se está al ancla cerca del Cayo de Piedras. Las costas de Jagua y de Batabanó son muy bajas y creo que, en general, no existe al oeste del meridiano de Matanzas, exceptuando Pan de Guaixabón, colina alguna que pase de 200 toesas de altura. El suelo, en el interior de la isla, suavemente onduloso como en Inglaterra, no tiene más que de 45 a 60 toesas sobre el nivel del mar13. Los objetos más seguidos de lejos y los más célebres entre los navegantes son: el Pan de Matanzas14, que es un cono truncado que tiene la forma de un pequeño monumento; los Arcos de Cañasí, que se distinguen entre Puerto Escondido y Jaruco como pequeños segmentos de círculo; la Mesa de Mariel15, las Tetas de Managua16 y el Pan de Guaixabón17. Este nivel de formaciones calizas de la isla de Cuba que va en disminución hacia el norte y el oeste, indica las trabazones submarinas de las mismas rocas, con los terrenos igualmente bajos de las islas de Bahamas, de la Florida y de Yucatán.

La cultura intelectual y la instrucción habiéndose limitado durante mucho tiempo a la Habana y a los distritos inmediatos, no hay que asombrarse de la profunda ignorancia sobre la geognosia de las montañas del Cobre. El viajero don Francisco Ramírez, discípulo de Proust, y muy versado en las ciencias químicas y mineralógicas, me dijo que la parte del oeste de la isla es granítica, y que había encontrado en ella el gneis y la pizarra (Thonschiefer) primitiva. De estas formaciones graníticas han provenido probablemente los aluviones de arenas mezcladas de oro que se explotaron con empuje18 al principio de la conquista para mayor desgracia de los naturales, y aun se encuentran vestigios en los ríos de Holguín y de Escambray; cuyos aluviones se conocen generalmente en las cercanías de Villa Clara, de Sancti-Spiritus, de Puerto del Príncipe, de Bayamo y de la Bahía de Nipe. ¿Quizás la abundancia de cobre de que hablan los conquistadores del siglo décimo sexto19, en cuya época los españoles cuidaban más las producciones naturales de la América que en los siglos posteriores, se debe a las formaciones de hornblenda pizarra (Hornblendshiefer), pizarra de transición mezclada de diorita y de eufótidas, cuyos análogos he encontrado en las montañas de Guanabacoa?

La parte central y occidental de la isla contiene dos formaciones de caliza compacta, una de arenisca arcillosa y una de yeso. La primera de ellas presenta (no diré por su edad relativa o por su superposición, que no conozco, sino por su composición y aspecto) alguna semejanza con la formación del Jura. Es blanca o de un amarillo de ocre claro, quebradiza, ya conchuda, ya lisa; y se divide en capas harto delgadas que presentan algunos bultos, muchas veces huecos, de sílice pirómano (río Canimar, dos leguas al este de Matanzas) y de petrificaciones de pecten, de caditas, de terebrátulas y de madréporas20 que están menos dispersas en la masa que reunidas en bancos particulares. No hallé capas oolíticas (roggenstein), sino capas porosas y casi huecas entre el potrero del Conde de Mopox y el puerto de Batabanó, semejantes a las capas esponjosas que presenta el calizo jurásico en Franconia, cerca de Dondorf, Pegnitz y Tumbach. Terrenos cavernosos amarillos que tienen hoyas de 3 a 4 pulgadas de diámetro, alternan con otros del todo compactos21, más escasos de petrificaciones. La cadena de colinas que rodea la llanura de Güines hacia el norte, y que se une a las lomas de Camoa y a las Tetas de Managua, corresponde a esta última variedad, que es blanca y rojiza y casi litográfica como el calizo jurásico de Papenheim. Las capas compactas y cavernosas contienen venas de hierro moreno mezclado de ocre; y quizá la tierra colorada tan buscada por los hacendados de café proviene de la descomposición de algunas capas superficiales de hierro oxidado, mezclado con sílice y arcilla, o de una arenisca margosa rojiza22 sobrepuesta al calizo. Toda esta formación, que llamaré calizo de Güines para distinguirla de otra mucho más moderna, forma cerca de la Trinidad en las lomas de San Juan, picos escarpados que recuerdan las montañas de calizo de Caripe en las cercanías de Cumaná23. Contiene también grandes cavernas cerca de Matanzas de Jaruco; y no he sabido que se hayan encontrado allí alguna vez huesos fósiles. Esta frecuencia de cavernas en que se acumulan las aguas llovedizas y desaparecen los riachuelos causa algunas veces derrumbes24. Creo que el yeso de la isla de Cuba no corresponde al terreno terciario, sino al secundario, y se explota en muchos parajes al este de Matanzas, en San Antonio de los Baños, donde contiene azufre, y en los Cayos, frente a San Juan de los Remedios. No se debe confundir con este calizo (jurásico) de Güines, unas veces poroso y otras compacto, otra formación tan moderna que se puede creer todavía en nuestro tiempo; quiero decir la de conglomerados calizos, que he visto en los cayos o islotes que rodean las costas de Batabanó y la bahía de Jagua, principalmente al sur de la ciénaga de Zapata, en Cayo Bonito, Cayo Flamenco y Cayo de Piedras. Por la sonda se ve que son rocas que se levantan precipitadamente sobre un fondo de 20 a 30 brazas. Las unas se hallan a flor de aguas, y otras exceden la superficie ¼ o 1/5 de toesa. Fragmentos angulosos de madréporas y de celularias de dos o tres pulgadas cúbicas se encuentran allí, cimentados por granos de arenas cuarzosas. Todas las desigualdades de aquellas rocas están cubiertas de un terreno de transporte o de acarreo, en el cual con el lente no pudimos distinguir sino el detritus de conchas y de corales. Esta formación terciaria corresponde sin duda a la de las costas de Cumaná, de Cartagena de Indias y de la Gran Tierra de la Guadalupe, de que hablé en mi cuadro geognóstico de la América meridional25. Acerca de la formación de las islas de corales del mar del sur han dado modernamente muchos conocimientos los señores Chamizo y Guaimard. Cuando sentándose cerca de la Habana y al pie del Castillo de la Punta sobre bancos de rocas cavernosas26, y tapizados al mismo tiempo de ulvas que verdeguean y de pulpos vivos, se ven encajonadas en el tejido de estos bancos masas enormes de madréporas y de otros corales litófitos, hay motivo para admitir que toda esta roca caliza de que se compone la mayor parte de la isla de Cuba es efecto de una operación no interrumpida de la naturaleza, de la acción de fuerzas orgánicas y de destrucciones parciales, y la cual prosigue en nuestro tiempo en el seno del océano; pero esta apariencia de la novedad de las formaciones calizas desaparece bien pronto cuando se deja el litoral, o se recuerda la serie de rocas de corales, que encierran las formaciones de diferentes épocas, el muschelkalk, el calizo del Jura y el basto27. Estas mismas rocas de corales del castillo de la Punta se vuelven a encontrar en los montes elevados del interior, acompañadas de petrificaciones de conchas bivalvas muy diferentes de las que existen actualmente en las costas de las Antillas. Sin querer asignar con certeza el calizo de Güines, que es el del castillo de la Punta, un sitio determinado en la tabla de las formaciones, no tengo duda acerca de la antigüedad relativa de esta roca, respecto del conglomerado calizo de los Cayos situados al sur del Batabanó y al este de la isla de Pinos. El globo ha experimentado grandes revoluciones entre las épocas en que se formaron estos dos terrenos, de los cuales el uno contiene las grandes cavernas de Matanzas, y el otro se aumenta diariamente por el hacinamiento de fragmentos de corales y de arenas cuarzosas. El último de estos terrenos parece apoyarse al sur de la isla de Cuba, unas veces sobre el calizo (jurásico) de Güines, como en los Jardinillos, y otras (hacia el cabo Cruz) inmediatamente sobre rocas primitivas28. En las Antillas menores los corales han llegado a cubrir los productos volcánicos. Muchos de los cayos de la isla de Cuba contienen agua dulce, y yo la he encontrado muy buena en medio del Cayo de Piedras29. Cuando se reflexiona sobre la extremada pequeñez de estos islotes, se hace difícil creer que las charcas de agua dulce sean agua de lluvia no evaporada. Acaso provienen de una comunicación submarina del calizo de la costa con el que sirve de base a la reunión de pulpos litófitos, de modo que el agua dulce de Cuba se eleve por una presión hidrostática al través de la roca de corales de los Cayos, como sucede en la bahía de Jagua, donde en medio del mar forma fuentes que frecuentan los manatíes.

Al este de la Habana están atravesadas las formaciones secundarias por rocas sieníticas y por eufótidas30 agrupadas de un modo muy notable. El fondo meridional de la bahía, lo mismo que la parte septentrional (las colinas del Morro y de la Cabaña), son de calizo jurásico, pero en la orilla oriental de las dos ensenadas de Regla y de Guanabacoa todo el terreno es de transición. Caminando de norte a sur se ve, desde luego por el día, cerca de Marimelena la sienita, compuesta de mucho anfibolia u hornbleda, y descompuesta en parte de un poco de cuarzo y de feldespato blanco-rojizo que pocas veces está cristalizado. Esta hermosa sienita, cuyas masas están inclinadas al noroeste, alterna dos veces la serpentina, y las capas de ésta, intercalada, tiene tres toesas de grueso. Más al sur, hacia Regla y Guanabacoa, no hay sienita, y todo el terreno está cubierto de serpentina, en colinas de 30 a 40 toesas de altura, con dirección de este a oeste. Esta roca está muy hendida y es en su exterior de color pardo-azulado, cubierta de dentritas de manganesa, y en su interior es de verde de puerro y de espárrago, atravesada por pequeñas vetas de asbesto. No contienen granate ni anfibolia, sino diálaga metalizada diseminada en la masa. La textura de la serpentina es ya hoyosa, ya concoidea; y ésta fue la primera vez que yo encontré la diálaga metalizada bajo los trópicos. Muchos trozos de serpentina tienen polos magnéticos, y otros son de un tejido tan homogéneo, y de un brillo tan espeso, que desde lejos se los puede tomar por pechstein (resinita). Ojalá que se empleasen estas hermosas masas en las artes, como sucede en muchas partes de Alemania. Cuando uno se acerca a Guanabacoa se encuentra la serpentina atravesada por vetas de doce a catorce pulgadas de grueso, y llenas de cuarzo fibroso, de amatista y de ricas calcedonias apezonadas y estalactiformes: quizás se encontrará en ellas algún día la crisoprasa. En medio de estas vetas aparecen algunas piritas cobrizas, que, según se dice, están mezcladas con un cobre gris que contiene plata. Yo no hallé vestigio de este cobre gris; y es probable sea el dyallage metalloides, que ha dado a los cerros de Guanabacoa la reputación que tienen siglos hace, de tener mucho oro y mucha plata. El petróleo31 rezuma, por algunos sitios, de las fisuras de la serpentina. Las fuentes de agua son allí muy numerosas, contienen un poco de hidrógeno sulfurado y depositan óxido de hierro. Los baños de bareto son muy agradables; pero su temperatura es casi la misma que la de la atmósfera. La constitución geognóstica de aquel grupo de rocas serpentinas merece una atención particular por su mismo aislamiento, por sus vetas, por la conexión que tienen con la sienita, y por su elevación a través de las formaciones llenas de petrificaciones. Un feldespato con base de sosa (feldespato compacto) forma con la diálaga, la eufótida y la serpentina con la hiperstena, la hiperstenita; con el anfíbol, la diorita; con la piroxigena, la dolerita y el basalto, con el granate la eclogita32. Estas cinco rocas, dispersas en todo el globo cargadas de óxido de hierro mezclado de titanio, tienen probablemente poco más o menos igual origen. En las eufótidas es fácil distinguir dos formaciones; la una carece de anfíbol, aun cuando alterna con rocas anfibólicas (Joria en el Piamonte, Regla en la isla de Cuba), abunda mucho en serpentina pura, en diálaga metaloide, y algunas veces en jaspe (Toscana, Sajonia); y la otra muy cargada de anfíbol y que da muchas veces paso a la diorita33, no presenta jaspe en capas, y contiene algunas veces vetas abundantes de cobre (Silesia, Mussinet en el Piamonte, Pirineos, Parapara en Venezuela, Copper-Mountains de la América septentional). Esta última formación de la eufótida es la que, por su mezcla con la diorita, se liga a la hiperstenita, en la cual, en Escocia y en Noruega, se descubren algunas veces verdaderas capas de serpentina. No se han descubierto hasta aquí en la isla de Cuba rocas volcánicas de época más reciente, por ejemplo, traquitas, doleritas y basaltos; y aun ignoro si las hay en el resto de las Antillas Mayores, cuya constitución geognóstica se distingue esencialmente de la de la serie de islas calizas y volcánicas que se prolonga desde la Trinidad a las islas Vírgenes. Los terremotos, menos funestos generalmente en Cuba que en Puerto Rico y Haití, se sienten más en la parte oriental entre el cabo Maisí, Santiago de Cuba y la ciudad de Puerto Príncipe. Quizás hacia aquellas regiones se extiende lateralmente la acción de una gran grieta que se cree atraviesa la lengua de tierra granítica entre Puerto Príncipe y el cabo Tiburón, en la cual se hundieron montañas enteras en 177034.

El tejido cavernoso de las formaciones calizas (soboruco) que acabamos de describir, la grande inclinación de sus bancos, lo poco ancho de la isla, la frecuencia y la deforestación en las llanuras, la proximidad de montañas, ahí donde forman una cadena elevada sobre la costa meridional, pueden considerarse como las causas principales de la falta de ríos y de la sequía que padece particularmente la parte occidental de Cuba. En cuanto a esto, Haití, la Jamaica y muchas Antillas menores, que contienen puntas volcánicas cubiertas de bosques, están más privilegiadas por la naturaleza35.

Los terrenos más célebres por su fertilidad son los de los distritos de Jagua, de Trinidad, de Matanzas y de Mariel. El valle de Güines debe únicamente su reputación a los regadíos artificiales por medio de zanjas. A pesar de la falta de ríos caudalosos y de la desigual fertilidad del suelo, la isla de Cuba presenta a cada paso por su superficie ondeada, por su verdor siempre renaciente y por la variación de las formas vegetales, el paisaje más variado y más agradable. Dos árboles de grandes hojas correosas y lustrosas, el Mamea y el Calophyllum Callaba, cinco especies de palmeras (la palma real u Oreodoxa regia, el coco común, el coco crispa, el Corypha miraguama y el C. marítima) y pequeños arbustos siempre cargados de flores adornan las colinas y las praderas. La Cecropia peltata señala lugares húmedos, y podría creerse que toda la isla fue en su origen un bosque de palmas, de limoneros y de naranjos silvestres. Estos últimos, que tienen el fruto menudo, son probablemente anteriores a la llegada de los europeos36, que llevaron allá los agrumi de los jardines, y exceden rara vez de 10 a 15 pies de altura. Lo más común es que el limonero y el naranjo no estén mezclados; y al desbrozar el terreno por medio del fuego, los nuevos colonos distinguen la calidad del suelo, según que esté cubierto de uno u otro de estos grupos de plantas sociales, y prefieren el terreno del naranjal al que produce el pequeño limonero. En un país en que los ingenios de azúcar no se han perfeccionado todavía lo suficiente como para no utilizar ningún otro combustible que el bagazo, esta destrucción progresiva de los pequeños bosques es una verdadera calamidad. Lo árido del suelo se aumenta a proporción que se le despoja de los árboles que le servían de abrigo contra los ardores del sol, y cuyas hojas al irradiar el calor contra un cielo siempre sereno, causan en el aire enfriado una precipitación del vapor acuoso.

En el corto número de ríos dignos de atención puede citarse al de Güines, que en 1798 se quiso unir al canal de la pequeña navegación que debía atravesar la isla por el meridiano de Batabanó, el Almendares o Chorrero, cuyas aguas van a la Habana por la zanja de Antoneli; el río Cauto, al norte de la ciudad de Bayazo; el Máximo, que nace al este de Puerto Príncipe; el Sagua la Grande, cerca de la Villa Clara; el de las Palmas, que desemboca junto a Cayo Galindo, los riachuelos de Jaruco y de Santa Cruz, entre Guayabo y Matanzas, que ya son navegables a algunas millas de sus embocaduras, y que favorecen el embarque de las cajas de azúcar, el río San Antonio, que así como muchos otros muchos se sepulta en las cavernas de la roca caliza; el río Guayabo, al oeste del puerto de la Trinidad, y el río de Calafre en el distrito fértil de Filipinas, que entra en la laguna de Cortés. Las fuentes más abundantes nacen en la costa meridional, donde, desde Sagua hasta la punta de Sabina, por cuarenta y seis leguas de largo, el terreno es sobremanera pantanoso. La abundancia de agua que se filtra por las fisuras de la roca estratificada es tanta que, por efecto de una presión hidrostática el agua dulce, brota en medio de las aguas saladas, lejos de las costas. El terreno de la jurisdicción de la Habana no es de los más fértiles; y los pocos plantíos de azúcar que estaban inmediatos a la capital se han mudado en haciendas de ganado (potreros), y en tierras de maíz y de forraje, cuyas utilidades son muy considerables, a causa del consumo de la capital. Los agricultores de la isla de Cuba distinguen dos especies de tierras, que están muchas veces mezcladas, como las casillas de un tablero de damas: la tierra negra o prieta, que es arcillosa y está cargada de humus, y la tierra bermeja, más pedernosa y mezclada de óxido de hierro. Aunque generalmente se prefiera la tierra negra para el cultivo de la caña de azúcar, porque conserva mejor la humedad, y la tierra bermeja para el cultivo de los cafetales, sin embargo, se han hecho muchos plantíos de caña de azúcar en la tierra bermeja.

El clima de la Habana es el que corresponde al límite extremo de la zona tórrida; es un clima tropical en que una distribución muy desigual de calor en las diferentes estaciones del año presagia ya el paso a los climas de la zona templada. Calcuta (latitud 22°34’N), Cantón (latitud 23°8’N), Macao (latitud 22°12’N), la Habana (latitud 23°9’N) y Río de Janeiro (latitud 22°54’ S), son unos parajes que, por su posición al nivel del Océano y cerca de los trópicos de Cáncer y de Capricornio, y por consecuencia a igual distancia del ecuador, son de la mayor importancia para el estudio de la meteorología. Este estudio no puede adelantar sino por la resolución de ciertos elementos numéricos, que son la base indispensable de las leyes que se quieren descubrir. Como el aspecto de la vegetación es idéntico hacia las cercanías de la zona tórrida, y bajo el ecuador, hay la costumbre de confundir vagamente los climas de las zonas comprendidas entre 0° y 10°, y entre 15° y 23° de latitud. La región de las palmeras, de los plátanos nopales (bananas) y de las gramíneas arborescentes se extiende aún mucho más allá de los trópicos; pero sería peligroso (como se ha hecho recientemente, cuando murió el doctor Oudney, discutiendo la altura del terreno a la que ha podido congelarse el agua en el reino de Borneo) aplicar lo que se ha observado en la extremidad de la zona tropical, a lo que puede verificarse en las llanuras contiguas al ecuador. Es muy importante poner en claro, para rectificar estos errores, las temperaturas medias del año y de los meses, como igualmente las oscilaciones termométricas en estaciones diferentes bajo el paralelo de la Habana, y probar por una comparación exacta con otros puntos igualmente distantes del ecuador, por ejemplo, con Río de Janeiro y Macao, que las grandes bajas de temperatura que se han observado en la isla de Cuba se deben a la irrupción y al derrame de las ráfagas de aire frío que se dirigen de las zonas templadas hacia los trópicos de Cáncer y de Capricornio. La temperatura media de la Habana, según resulta de muy buenas observaciones hechas por espacio de cuatro años, es de 25,7° (20,6°R.), superior únicamente de 2 centígrados a la de las regiones de la América más cercanas al ecuador37. La proximidad del mar hace subir en las costas la temperatura media del año; pero en el interior de la isla, donde penetran con la misma fuerza los vientos del norte, y donde el terreno se eleva a la pequeña altura de 40 toesas38, la temperatura media no llega más que a 23° (18,4°R.), y no excede a las del Cairo y de todo el bajo Egipto. Las variedades entre la temperatura media del mes más cálido y el más frío suben, en el interior de la isla, a 12° en la Habana, en las costas a 8°, y en Cumaná apenas a 3°. Los meses más cálidos, que son julio y agosto, llegan en la isla de Cuba a 28,8° y aun quizás a 29,5° de temperatura media, como bajo el ecuador. Los meses más fríos son diciembre y enero: su temperatura media es, en el interior de la isla, 17°; en la Habana, 21°, es decir, 5° y 8° menos que en los mismos meses, bajo el ecuador, pero todavía 3° más que en el mes más cálido en París. En cuanto a las temperaturas extremas a que llega el termómetro centígrado, a la sombra, se observa, hacia el límite de la zona tórrida39, lo que caracteriza las regiones más inmediatas al ecuador (entre 0° y 10° de latitud boreal y austral); el termómetro que se ha visto en París, 38,4° (30,7°R.), no sube en Cumaná sino a 33°; en Veracruz, no ha subido más que una vez, en trece años, a 32° (25,6°R.); en la Habana, no lo ha visto oscilar el señor Ferrer, en tres años (18101812), sino entre 16° y 30°. El señor Robredo, en sus notas manuscritas, que tengo en mi poder, cita como una cosa notable, que la temperatura, en 1801, subió a 34,4° (27,5°R), al paso que en París, según las investigaciones curiosas del señor Arago, los extremos de temperatura entre 36,7° y 38° (29,4° y 30,7°R.) han llegado cuatro veces en diez años (de 1793 a 1803). La gran aproximación de las dos épocas en que el sol pasa por el cenit de los parajes situados hacia la zona tórrida, hace que los calores sean muchas veces muy intensos en el litoral de la isla de Cuba, y en todos los lugares comprendidos entre los paralelos de 20° y 23,5°, menos por lo que toca a meses enteros, que por un conjunto de algunos días. En año común, nunca sube el termómetro, en agosto, más de 28° a 30°, y yo mismo he visto quejarse de un calor excesivo, cuando subía a 31° (24,8° de R.). Acontece pocas veces el que la temperatura baje en invierno a 10° o 12°; pero cuando sopla el viento del norte durante algunas semanas, atrayendo el aire frío del Canadá, se suele ver en el interior de la isla, en la llanura muy cerca de la Habana, formarse hielo por las noches40. Según las observaciones de los señores Wells y Wilson, puede asegurarse que la irradiación del calor produce este efecto, cuando el termómetro se sostiene todavía a 5° y aun a 9° sobre cero; sin embargo, el señor Robredo me ha asegurado haberlo visto en el propio cero. Esta congelación, de un hielo grueso, casi al nivel del mar, llama tanto más la atención del físico, cuanto que en Caracas (latitud 10°31’), y a 47 toesas de altura, nunca la atmósfera se enfría más que hasta a los 11°; y que más cerca del ecuador hay que subir a 1.400 toesas de altura para ver congelarse el agua41. Hay más todavía; entre la Habana y Santo Domingo, entre el Batabanó y la Jamaica, sólo hay una diferencia de 4° a 5° de latitud; y en Santo Domingo, la Jamaica, la Martinica y Guadalupe los minimums de temperatura en las llanuras42, son de 18,5° a 20,5°.

Será interesante hacer la comparación del clima de la Habana con el de Macao y el de Río de Janeiro; el uno está igualmente situado cerca de los extremos de la zona tórrida boreal, pero en la costa oriental del Asia, y el otro en una costa oriental de América, hacia la extremidad de la zona tórrida austral. Las temperaturas medias de Río de Janeiro se hallan deducidas por 3.500 observaciones hechas por el señor Benito Sánchez Dorta; las de Macao por 1.200, que el señor abate Richenet ha tenido a bien comunicarme43.

HABANA MACAO RÍO JANEIRO
Lat. 23°9’ N Lat. 22° 12’ N Lat. 22°54’ S
Temperatura media del año 25,7° 23,3° 23,5°
Del mes más cálido 28,8° 28,4° 27,2°
Del mes más frío 21,1° 16,6° 20,0°

El clima de la Habana, a pesar de la frecuencia de los vientos del norte y del nordeste, es más cálido que el de Macao y el de Río Janeiro. El primero de estos países es algo frío, a causa de la frecuencia de los vientos del oeste, que reinan en todas las costas orientales del gran continente. La proximidad de terrenos extraordinariamente anchos, cubiertos de montañas y de planicies encima de éstas, hacen más desigual la distribución del calor en todos los meses del año, en Macao y en Cantón, que en una isla rodeada de costas hacia el oeste, y hacia el norte de las aguas calientes de Gulf-stream; así es que en Cantón y en Macao los inviernos son mucho más rigurosos que en la Habana. Las temperaturas medias de diciembre, enero, febrero y marzo en Cantón, en 1801, estuvieron entre 15° y 17,3° centígrados, en Macao, entre 16,6° y 20°, mientras que en la Habana generalmente están entre 21° y 24,3°; sin embargo, la latitud de Macao es de 1° más austral que la de la Habana, y esta última ciudad y Cantón están en el mismo paralelo, con diferencia de un minuto poco más o menos. Pero, aunque las líneas isotermales o de igual calor, tienen un remate cóncavo hacia el polo en el sistema de los climas del Asia oriental, como en el sistema de los climas de la América oriental, la frialdad en la misma paralela geográfica es, sin embargo, más considerable todavía por la parte del Asia44. El abate Richenet, que se servía del excelente termómetro de máxima y mínima de Six, le ha visto bajar hasta 30,3° y 5° (38° y 41°F.) en los nueve años transcurridos de 1806 a 1814. En Cantón el termómetro llega algunas veces a cero; y por efecto de la irradiación se encuentra hielo en las azoteas de las casas. Aunque este frío excesivo nunca dura más de un día, los comerciantes ingleses domiciliados en Cantón encienden sus chimeneas en los meses de noviembre, diciembre y enero; mientras que en la Habana ni aun hay necesidad de arrimarse al brasero. El granizo cae con frecuencia y es excesivamente grueso en los países asiáticos de Cantón y de Macao, y en la Habana se pasan quince años sin que granice una sola vez. En estos tres parajes, el termómetro se sostiene algunas veces durante muchas horas entre 0° y 4° centígrados, y sin embargo (cosa que me parece aún más extraordinaria), nunca se ha visto nevar; y, a pesar de bajar la temperatura, los plátanos nopales y las palmeras dan una vegetación en las cercanías de Cantón, de Macao y de la Habana tan frondosa como en las llanuras más próximas al ecuador.

En el estado actual de la civilización es una felicidad, para profundizar el estudio de la meteorología, que puedan reunirse ya tantos elementos numéricos acerca del clima de los países que se hallan situados casi inmediatamente bajo los dos trópicos. Las cinco ciudades mayores del mundo comercial se hallan en esta posición, que son Cantón, Macao, Calcuta, la Habana y Río Janeiro. Además, en el hemisferio boreal están Mascate, Syene, Nuevo Santander, Durango y las islas Sandwich más septentrionales; en el hemisferio austral, Borbón, Isla de Francia y el puerto de Cobija, entre Copiapó y Arica, son unos parajes que frecuentan mucho los europeos, y presentan a los físicos las mismas ventajas de posición que Río Janeiro y la Habana. La climatología hace muy pocos adelantos, porque se amontonan a la aventura resultados conseguidos en unos puntos del globo en que empieza ahora a desarrollarse la civilización humana. Estos puntos forman grupos pequeños separados unos de otros por espacios inmensos de terrenos desconocidos para los meteorologistas. Para conocer las leyes de la naturaleza respecto a la distribución del calor en el globo, es preciso dar a las observaciones una dirección conforme a las necesidades de una ciencia naciente, y saber cuales son los datos numéricos más importantes. Nuevo Santander, sobre las costas orientales del golfo de México, tiene probablemente una temperatura media inferior a la de la isla de Cuba; porque la atmósfera debe participar allí, durante los fríos del invierno, de un gran continente que se ensancha hacia el noroeste. Por el contrario, si dejamos el sistema de los climas de la América oriental, si pasamos el lago, o por mejor decir, el valle sumergido del Atlántico para fijar nuestras miradas sobre las costas del África, hallamos, en el sistema de los climas cisatlánticos, sobre el litoral occidental del antiguo continente, las líneas isotermales realzadas, que son convexas hacia el polo. El trópico de Cáncer pasa allí entre el cabo Bojador y el cabo Blanco, cerca del río de Oro, sobre los confines poco hospitalarios del desierto de Sahara; y la temperatura media de aquellos países debe ser más cálida que la de la Habana, por la doble razón de su posición sobre una costa oriental, y por la proximidad del desierto, que refleja el calor y esparce partículas de arena en la atmósfera.

Ya hemos visto que las grandes bajas de temperatura en la isla de Cuba duran tan poco, que ni los plátanos nopales, ni las cañas de azúcar, ni las demás producciones de la zona tórrida, padecen el menor detrimento. Nadie ignora con cuanta facilidad resisten el frío momentáneo las plantas que tienen un gran vigor orgánico, y que los naranjos de todas las especies de la ribera de Génova resisten a las nevadas y a un frío que no pase de 6° o 7° bajo cero45. Como la vegetación de la isla de Cuba presenta los mismos caracteres que la de las regiones más inmediatas al ecuador, es cosa extraordinaria el hallar, aun en las llanuras mismas, la vegetación de los climas templados, idéntica a la de las montañas de la parte del ecuador de México. Ya en otras obras he llamado la atención de los botánicos acerca de este fenómeno extraordinario de la geografía de las plantas. Los pinos (Pinus occidentalis) no se encuentran en las pequeñas Antillas; y, según el señor Roberto Brown, ni aun en la Jamaica (entre los 17,45° y 18,30° de latitud), a pesar de la elevación del terreno de esta isla en las Montañas Azules. Sólo más al norte empiezan a verse en las montañas de Santo Domingo y en toda la isla de Cuba46, que se extiende entre los paralelos de 20° y 23°, donde llegan a 60 o 70 pies de altura: y lo que es aún más admirable, la caoba47 y los pinos vegetan en la Isla de Pinos en el mismo llano. También se encuentran pinos hacia el sudeste de la isla de Cuba, en la falda de las montañas del Cobre, donde precisamente el terreno es árido y arenoso. La planicie interior de México está cubierta de esta misma clase de coniferas; al menos las muestras que el señor Bonpland y yo trajimos de Acaguisotla, del Nevado de Toluca y del Cobre de Perote, no parecen diferenciarse específicamente del Pinus occidentalis de las Antillas, cuya descripción ha hecho Swartz. Pero, estos pinos que vemos al nivel del océano en la isla de Cuba, a los 20° y 22° de latitud, y que únicamente se hallan en su parte meridional, no descienden sobre el continente mejicano entre los paralelos de 17,30° y 19,30°, sino hasta 500 toesas de altura y nada más. Aun he observado, que en el camino de Perote a Jalapa, en las montañas orientales opuestas a la isla de Cuba, el término a que llegan los pinos es de 935 toesas, al paso que en las montañas occidentales, entre Chilpancingo y Acapulco, cerca de Cuasiniquilapa, dos grados más al sur, es al de 580 toesas, y quizás en algunos puntos aun al de 450. Estas anomalías de posición son muy raras bajo la zona tórrida, y consisten verosímilmente, menos en la temperatura48 que en la naturaleza del terreno. En el sistema de emigración de las plantas, debe suponerse que el Pinus occidentalis de Cuba ha venido del Yucatán antes que se abriese el canal, entre el cabo Catoche y el cabo de San Antonio, y de modo alguno de los Estados Unidos, aunque las coníferas abundan mucho allí; porque, en la Florida, la especie cuya geografía botánica describimos ahora, aun no se ha descubierto.

Daremos aquí los pormenores de las observaciones de temperatura hechas en la isla de Cuba.

Observaciones de temperaturas en Wajay

MES 1796 °F 1797 °F 1798 ° F 1799 °F MEDIA en grados centígrados
Enero 56 46 86 61 18
Febrero 72 66 69 63 59
Marzo 71 64 68,5 64 19,3
Abril 74 68 70 68 21,1
Mayo 78,5 77 73 76 24,7
Junio 80 81 83 58 27,8
Julio 82,5 80 85 87 28,6
Agosto 83 84 82 84 28,4
Septiembre 81 81,5 80 76 26,4
Octubre 78 75,5 79,5 73 24,5
Noviembre 57 07 71 61 20,6
Diciembre 63 67,5 60 95 16,7
Media del Año 75,2 73,2 74,2 71,4 23

La aldea de Wajay está situada, como queda dicho, a cinco leguas marítimas de la Habana, sobre la llanura de una eminencia que está a 38 toesas de altura sobre el nivel mar. La temperatura media parcial de diciembre en 1795 ha sido de 18.8 grados centígrados; las de enero y febrero en 1800 han subido de 13.8 a 18.9 (termómetro de la construcción de Nairne).

Observaciones de la Habana

MESES 1800°C TEMPERATURA media de 1810 a 1812
Enero 21,1
Febrero 22,2
Marzo 21,1 24,3
Abril 22,7 26,1
Mayo 25,5 28,1
Junio 30 28,4
Julio 30,3 28,5
Agosto 28,3 28,8
Septiembre 26,1 27,8
Octubre 26,6 26,4
Noviembre 22,2 24,2
Diciembre 23,8 21,1
Media 25,7 25,7

Observaciones de temperaturas °C

HABANA CUMANÁ
MES Interior de Cuba Costas Latitud 10° 27’
De Diciembre a Febrero 18 ° C 21,8° C 26,9° C
De Marzo a Mayo 21,7° C 26,2° C 28,7° C
De Junio a Agosto 28,2° C 28,5° C 27,8° C
De Septiembre a Noviembre 23,8° C 26,1° C 26,8° C
Temperatura Media 22,9° C 25,7° C 27,6° C
El mes más frío 16,7° C 21,1° C 26,2° C
El mes más cálido 28,6° C 28,8° C 29,1° C

Roma, Lat. 41°,53” (Temp. media 15,8° C; el mes más cálido 25,0° C; el mes más frío 5,7° C.

Estas son las verdaderas temperaturas medias deducidas de la máxima y mínima de cada día; sin embargo, los resultados conseguidos en 1800 por don Antonio Robredo, en la misma aldea de Wajay y en la Habana, quizás exceden de algunos décimos, no obstante que se han hecho simultáneamente tres observaciones diurnas, a las siete de la mañana, a las doce del día y a las diez de la noche. Las temperaturas medias del señor Ferrer, a quien debemos las observaciones hechas en los años de 1810, 1811 y 181249, son las más exactas que tenemos acerca del clima de la Habana; bien es verdad, que los instrumentos de este hábil navegante han estado mejor colocados que los del señor Robredo, durante los diez meses del año 1800. Este último observa que su habitación en la Habana no estaba bien ventilada, mientras que la exposición en Wajay era cual podía desearse, un lugar abierto a todos los vientos, pero cubierto contra el sol y la lluvia. En los últimos quince días de diciembre de 1800, he visto casi siempre el termómetro a los 10°C y 15°C. En la hacienda del Río Blanco, bajó en enero a 7,5°C. Cerca de la Habana, en el campo, en una eminencia de 50 toesas sobre el nivel del mar, a veces se ha encontrado el agua helada, siendo el hielo grueso de algunas líneas. El señor Robredo, excelente observador, me ha comunicado esta observación, que se repitió en el mes de diciembre de 1812, después que habían soplado, casi durante un mes, unos vientos nortes muy fuertes. Como en Europa nieva cuando en los países llanos se halla la temperatura a algunos grados sobre cero, es de admirar que en ninguna parte de la isla, ni en las Lomas de San Juan, ni en las montañas elevadas de la Trinidad, se haya visto nevar nunca: únicamente se conoce la escarcha en la cima de estas montañas y en las de Cobre. Es de creer, que se necesitan otras condiciones que el descenso rápido de la temperatura en las altas regiones del aire, para que nieve y granice. Ya queda dicho en otro lugar que nunca se ve granizar en Cumaná, y tan rara vez en la Habana, que sólo sucede cada quince o veinte años durante las explosiones eléctricas y cuando reinan vientos recios del SSO. En las costas de la Jamaica, en Kingston, el que baje el termómetro, al salir el sol, a 20.5°C (69°F), se cita como un fenómeno extraordinario50. En aquella isla, es necesario subir sobre las Montañas Azules, a 1.150 toesas, para verle a 8.3° C y eso en el mes de agosto; en Cumaná a los 10° de latitud, tampoco he visto el termómetro bajar a 20.8°C. En la Habana, los cambios de temperatura son bastante bruscos: en abril de 1804, las variaciones eran a la sombra, en el espacio de tres horas, de 32,2°C a 23,4°C, por consiguiente de 9°C, lo que es muy considerable para la zona tórrida, y doble de la mudanza que se experimenta más al sur, en la costa de Colombia. En la Habana (lat. 22°8’) se quejan del frío, cuando la temperatura baja rápidamente a 21°C; en Cumaná (lat. 10°28’) cuando baja a 23°C. En abril de 1804, el agua expuesta a una evaporación muy fuerte, y que se la tenía por muy fresca, estaba a 24,4°C (19,5 °R.) mientras que la temperatura media del día subía a 29,3°C. Durante los tres años que empleó en hacer sus observaciones el señor Ferrer, de 1810 a 1812, nunca bajó el termómetro más que a 16,4° (el 20 de febrero de 1812) ni bajó más que a 30°C. (el 4 de agosto del mismo año). Yo le vi en abril de 1801, a 31,2°C; pero suelen pasar muchísimos años sin que la temperatura de la atmósfera suba ni una sola vez a 34°C (27,2°R.), extremo que, en la zona tórrida, excede de 4° centesimales. Sería muy interesante que se reuniesen muchas y buenas observaciones acerca del calor interior de la tierra, en la extremidad de la zona tropical. Yo le he hallado en las cavernas de roca caliza, cerca de San Antonio de Beitía, y en las fuentes del Río de la Chorrera, entre 22° y 23°C51; el señor Ferrer le encontró, en un pozo de 100 pies de profundidad, a 24,4°C. Estas observaciones que quizá no se han hecho en circunstancias oportunas, señalarían una temperatura de la tierra más baja que la temperatura media del aire, que, en la Habana, en las costas, aparece ser de 25,7°C, y en el interior de la isla, a 40 toesas de elevación, de 23°C este resultado es poco conforme a lo que se observa en todas partes, bajo la zona templada y glacial. ¿Las corrientes, que tienen grandes profundidades, y llevan el agua de los polos hacia las regiones ecuatoriales, disminuyen la temperatura del interior de la tierra en islas de poca anchura? Ya hemos tratado esta cuestión delicada al dar cuenta de las experiencias hechas en la caverna del Guácharo, cerca de Caripe52. Sin embargo, se asegura haber visto el termómetro en los pozos de Kingston y de la Tierra Baja de Guadalupe, a 27,7°C: 28,6°C y 27,2°C, por consiguiente, a lo menos a una temperatura igual a la media del aire de los mismos parajes.

Las grandes bajas de temperatura, a que están expuestos los países situados a la extremidad de la zona tórrida, tienen conexión con ciertas oscilaciones del mercurio en el barómetro, que no se advierten en las regiones más cerca del ecuador. En la Habana como en Veracruz, la regularidad de las variaciones que experimenta, a horas determinadas, la presión atmosférica, se interrumpe cuando reinan vientos recios del norte. En general he observado, que cuando el barómetro se sostenía en la isla de Cuba, durante la brisa, a 0.765m, bajaba con el viento sur a 0.756m y aun más. Ya queda dicho en otra parte, que las alturas medias barométricas de los meses en que el barómetro está más alto (diciembre y enero) varían respecto de los meses en que el barómetro está más bajo (agosto y septiembre), de 7 a 8 milímetros, es decir, casi tanto como en París, y de 5 a 6 veces más que entre el ecuador y los 10° de latitudes boreal y austral.

Medias barométricas mensuales en la isla de Cuba

Alturas medias de diciembre 0,76656 mm a 22,1° C
Alturas medias de enero 0,76809 mm a 21,2° C
Alturas medias de julio 0,76453 mm a 28,5° C
Alturas medias de agosto 0,76123 mm a 28,8° C

Durante los tres años de 1810 a 1812, en los que el señor Ferrer tomó estas alturas medias53, las variaciones extremas de los días en que el mercurio subía o bajaba más en el barómetro, no excedieron de 30 milímetros. Para que pueda saberse la marcha de las oscilaciones accidentales en cada mes, pondré aquí el estado de las observaciones de 1801 en centésimos de pulgada inglesa, conforme a las notas manuscritas de don Antonio Robredo54.

Presiones en 1801 en pulgadas inglesas

MES MÁXIMA (Grados Reamur) MÍNIMA (Grados Reamur) ALTURAS MEDIAS (Grados Reamur) TEMPERATURA MEDIA (Grados Réaumur)
Enero 30,35 29,96 30,24 14,5
Febrero 30,38 30,01 30,26 15,6
Marzo 30,41 30,20 30,32 15,5
Abril 30,39 30,32 30,35 17,2
Mayo 30,44 30,38 30,39 19,4
Junio 30,36 30,33 30,34 22,2
Julio 29,38 29,52 30,22 22,4
Agosto 30,26 30,12 30,16 22,8
Septiembre 29,18 29,82 30,12 21,0
Octubre 30,16 30,04 30,08 18,6
Noviembre 30,18 30,09 30,12 16,5
Diciembre 30,26 30,02 30,08 12,1

Los huracanes son menos frecuentes en la isla de Cuba que en Santo Domingo, en la Jamaica y en las Antillas menores, situadas al este y al sudeste de cabo Cruz, porque no hay que confundir los vientos nortes, que son muy recios, con los huracanes, que las más de las veces son de SSE y SSO. En la época en que visité la isla de Cuba, no había habido ningún huracán desde el mes de agosto de 1774, porque el de 2 de noviembre de 1796 no podía dársele tal nombre, por lo flojo que fue. La estación en que ocurren en Cuba estos movimientos repentinos y temibles en la atmósfera, durante los cuales sopla un viento furioso desde todos los puntos de la brújula, acompañado frecuentemente de relámpagos y granizo, es a fines del mes de agosto, en todo el mes de septiembre y particularmente en el mes de octubre. Los más temibles para los navegantes, en Santo Domingo y en las islas Caribes, son por los meses de julio, agosto, septiembre, y los quince primeros días de octubre. En el mes de agosto son allí más frecuentes los huracanes; de manera que el fenómeno se manifiesta más tarde a medida que se adelanta uno hacia el oeste. También en el mes de marzo a veces hay en la Habana unos vientos muy recios de sudeste. En las Antillas ya no se piensa que los huracanes tienen sus períodos regulares55: de 1770 a 1795 hubo en las islas Caribes, 17: al paso que de 1788 a 1804 no hubo ni siquiera uno en la Martinica; y en el transcurso del año 1642 experimentó tres. Es digno de notarse que en las dos extremidades de la larga cordillera de las Antillas (a las extremidades SE y NO), los huracanes son menos frecuentes. Las islas de Tobago y de la Trinidad tienen la felicidad de no padecerlos jamás; y en Cuba suceden rara vez rupturas violentas del equilibrio atmosférico; y cuando se verifican, es mayor el daño que causan en el mar que en la tierra, y más en la costa sur y sudeste que hacia el nordeste y noroeste56. Ya en 1527, fue destruida en parte, la famosa expedición de Pánfilo Narváez, en el puerto de la Trinidad de Cuba.

Voy a poner aquí según las notas manuscritas del capitán de navío don Tomás de Ugarte, las variaciones del barómetro durante el huracán del 27 y 28 de agosto de 1794, que ocasionó la pérdida de muchas embarcaciones en la bahía de la Habana.

Variaciones del barómetro en el huracán del 27 y 28 de agosto de 1794

Día Hora Temp. Media Centésimas de pulgada
Agosto 25 16 85,8°F. 30,04° C
20 30,03
12 m. 30,02
4 30,02
8 30,01
12 a.m. 30,01
Agosto 26 16 88°F. 30,00
20 30,00
12 m. [24h] 30,00
4 29,99
12 a.m. 29,98
Agosto 27 16 81°F. 29,95
18 29,94
20 29,90
22 29,89
12 m. [24h] 29,86
2 29,84
4 29,82
6 29,80
7 29,80
10 29,77
10:30 29,76
11 29,73
11:30 29,69
12 a.m. 29,63
Agosto 28 12:30 83°F. 29,59° C
13 29,58
13:30 29,57
14 29,56
14:30 29,54
15 29,52
15:30 29,50
16 29,51
18 29,52
18:30 29,54
19 29,59
19:30 29,63
20 29,67
20:30 29,70
21 29,72
21:30 29,74
22 29,75
12 m. [24h] 29,79
8 29,78
2 29,79
2:30 29,82
3:30 29,83
6 29,84
7 29,87
22 29,76
8 29,89
9 29,90
10 29,93
11 29,96
12 a.m. 30,01

El huracán comenzó el 27 por la mañana, y a medida que se veía bajar el barómetro, se veía igualmente aumentar su fuerza, y no cesó hasta el 28 por la noche. Ya queda dicho más arriba, que el señor Ferrer ha visto el 25 de octubre de 1810, por un viento furioso del SSO, bajar su barómetro (que daba 26°C por la altura media del año 763.71mm) hasta 744.72mm a 24°C.

Habría yo podido citar, entre las causas de la baja de temperatura durante los meses del invierno, el gran número de bajíos de que está rodeada la isla de Cuba y en los cuales el calor disminuye muchos grados de temperatura centesimal, ya por las moléculas de agua localmente enfriadas que van al fondo, ya por las corrientes polares que se dirigen hacia los abismos del océano tropical, y ya por la mezcla de las aguas del fondo y de la superficie en lo escarpado de los bancos; pero esta baja de temperatura se halla en parte compensada por el río de agua caliente (Corriente del Golfo) que va a lo largo de las costas del noroeste, y cuya rapidez se disminuye frecuentemente por los vientos de norte y de nordeste. La cadena de bajíos que circunda la isla, y que aparece en nuestros mapas como una penumbra, se halla interrumpida afortunadamente en muchos puntos, y estas interrupciones son las que permiten al comercio un libre acceso hacia la costa. En general, las partes de la isla con menos peligros (arrecifes, bancos de arena, escollos), están al sudeste entre el Cabo Cruz y la Punta Maisí (72 leguas marítimas), y al noroeste, entre Matanzas y Cabañas (28 leguas). En la parte sudeste, la proximidad de las elevadas montañas primitivas hace la costa más escarpada; allí es donde se encuentran los puertos de Santiago de Cuba, de Guantánamo, de Baitiqueri y (volviendo la Punta Maisí) de Baracoa. Este último puerto es el más antiguo de los poblados por los europeos. La entrada del Canal Viejo desde la Punta de Mulas al ONO de Baracoa, hasta el nuevo establecimiento que se llama Puerto de las Nuevitas del Príncipe, se halla igualmente libre de bancos y de rompientes. Los navegantes encuentran allí excelentes fondeaderos, un poco al este de la Punta de Mulas, en las tres ensenadas de Tánamo, de Cabonico y de Nipe; y al oeste de la Punta de Mulas, en los puertos de Sama, del Naranjo del Padre y de Nuevas Grandes. Cerca de este último puerto, y lo que es muy notable, casi en el mismo meridiano donde principian los bajos de Buena Esperanza y de las Doce leguas, prolongados hasta la isla de Pinos, comienza la serie no interrumpida de los cayos del Canal Viejo, extendiéndose hasta 94 leguas a lo largo, desde Nuevitas hasta Punta Icacos. El Canal Viejo es más estrecho enfrente de Cayo Cruz y de Cayo Romano, cuyo ancho apenas es de 5 a 6 leguas. También en este punto es donde más se desarrolla el Gran Banco de Bahamas. Los cayos más cercanos de la isla de Cuba y las partes del banco no cubiertas por el agua (Long Island, Eleuthera), tienen como Cuba una forma muy alargada, y se vería en la superficie del océano una isla mayor que la de Haití, si aquélla bajase solamente 20 o 30 pies. La cadena de arrecifes y de cayos que circunda hacia el sur la parte navegable del Canal Viejo deja entre ella y la costa de la isla de Cuba unos canales pequeños sin escollos, que comunican con muchos puertos muy buenos para anclar, como los de Guanaja, Morón y Remedios.

Después de haber desembocado por el Canal Viejo, o más bien por el Canal de San Nicolás, entre la Cruz del Padre y el banco de los Cayos de Sal, de los cuales los más bajos tienen fuentes de agua dulce, se hallan de nuevo57, desde la Punta de Icacos hasta Cabañas, costas no peligrosas; en este intervalo están los fondeaderos de Matanzas, de Puerto Escondido, de la Habana y del Mariel. Más lejos, al oeste de Bahía Honda, cuya posesión podría muy bien dar la tentación de apoderarse de ella a alguna potencia marítima enemiga de la España, empieza de nuevo una cadena de bajíos (bajos de Santa Isabel y de los Colorados) que se extiende sin interrupción hasta el Cabo San Antonio. Desde el cual, hasta Punta de Piedras y la Bahía de Cortés, la costa es casi escarpada y no es de mucha profundidad; pero entre Punta de Piedras y el Cabo Cruz, casi toda la parte meridional de Cuba está rodeada de bajíos, de los cuales la isla de Pinos no forma sino una porción no cubierta de agua, y que son conocidos al oeste con el nombre de Jardines del Rey (Jardines y Jardinillos); al este con el de Cayo Bretón, Cayos de las Doce leguas y Bancos de Nueva Esperanza. En todo este perímetro meridional, la costa no deja de tener sus riesgos, excepto desde la Ensenada de los Cochinos hasta el embocadero del río Guarabo: la navegación por estos parajes es bastante penosa. Durante la travesía que hice del Batabanó a Trinidad de Cuba y a Cartagena de Indias, tuve ocasión de fijar allí la posición de muchos puntos en latitud y longitud. Podría decirse que la resistencia que oponen a las corrientes las tierras elevadas de la isla de los Pinos y la prolongación extraordinaria del Cabo Cruz han favorecido, a un mismo tiempo, el amontonamiento de arena y el trabajo de los corales saxígenos que prosperan en las aguas sosegadas y poco profundas. En esta extensión de costas meridionales de 145 leguas de largo, no hay más que 1/7 cuyo acceso esté enteramente libre, entre Cayo de Piedras y Cayo Blanco, un poco al este de Puerto Casilda, donde se encuentran fondeaderos, muchas veces frecuentados por embarcaciones pequeñas, tal como el Surgidero de Batabanó, la Bahía de Jagua y Puerto Casilda o Trinidad de Cuba. De la otra parte de este último puerto, hasta el embocadero del río Cauto y el Cabo Cruz (detrás de los Cayos de las Doce leguas), la costa, que está llena de albuferas, es poco accesible y casi siempre está desierta.

Estas son las nociones más exactas que he podido reunir acerca de la posición de los puertos de la isla de Cuba:

Posición de los Puertos de la isla de Cuba

Posición Puerto Coordenadas
Latitud Longitud
Al este de Cabo Cruz
(Lat. 19°47’16”, Long. 80°4’15”) Santiago de Cuba 19°57’29” 78° 18’
Bahía de Guantánamo 19°54’ 77°36’
Puerto Escondido 19°54’55” 77°24’
Baitiqueri 20°2’ 77°12’
Al noroeste del cabo Maysí
(Lat. 20°16’49”, Long. 76°43’) Puerto de Mata 20°17’10” 76°43’
Baracoa 20°20’50” 76°50’
Maravii 20°24’11” 77°17’
Puerto de Navas 20°29’44” 77°20’
Cayaguaneque 20°30’ 76°56’
Taco 20°31’17” 77°0’
Jaraguá 20°32’44” 44° 3’
Puerto de Cayo Moa 20°42’18” 77° 14’
Yaguaneque 20°42’ 77°22’
Casanova 20°41’30” 77°24’
Cebollas 20°41’52” 77°28’
Tánamo 20°42’41” 77°37’
Puertos de Cabonico y Livisa 20°42’11” 77°46’
Nipe 20°44’40” 77°51’
Banes 20°52’50” 78°1’
Al noroeste de Punta de Mulas
(Lat. 21°5’, Long. 77°57’) Sama 21°5’50” 78°11’
En el Canal Viejo de Bahamas
Naranjo 3”21 9’8°
Vita 21°6’ 78°25’
Bariai 21 27°8°
Jururu 21°3’39” 78°28’
Gibara 21°6’12” 78°33’
Puerto del Padre 21°15’40” 78°49’
Puerto del Malagueta 21°16’ 78°58’
Puerto del Manatí 21°23’44” 79°7’
Puerto de Nuevas Grandes 21°26’50” 79°13’
Puerto de las Nuevitas del Príncipe 21°38’40” 79°2’
Guanaja 21°32’ 80°11’
Embarcadero del Príncipe 21°44’ 80°23’
Entre Río Jigüey y Punta Curana al NNE del Hato de Ganamacar
Morón 22°4’ 80°56’
Puerto de Remedios 22°32’ 81°56’
Puerto de Sierra Morena 23°3’ 82°54’
Al oeste y al suroeste de Punta Icacos
(Lat. 23°10’, Long. 83°32’) Matanzas 23°3’ 83°54’
Puerto Escondido 23°8’ 84° 12’
Embocadero del Río Santa Cruz 23°7’ 84° 18’
Jaruco 23°9’ 84°25’
Habana 23°9’ 84°43’
Mariel 23°5’58” 85°2’
Puerto de Cabañas 23°3’ 85°13’
Bahía Honda (la orilla más meridional de la bahía cerca del Potrero de Madrazo 20°56’7” 85°32’10”
Al este del Cabo de San Antonio
(Lat. 21°50’, Long. 87°17’22”) Surgidero del Batabanó 22°43’19” 84°45’56”
Bahía de Jagua 22°4’ 82°54’
Los dos puertos de la ciudad de Trinidad de Cuba, a saber:
Puerto Casilda 21°45’26” 82°21’7”
Embocadero del Río Guaurabo 21°45’46” 82°54’

Desde Trinidad de Cuba hasta Cabo Cruz se hallan muchas albuferas (Vertientes, Santa María, Curajaya, Yaguabo, Junco, etc.) pero ningún puerto propiamente dicho.

Las posiciones de 50 puertos y fondeaderos de Cuba son los Resultados de un trabajo, por el cual (1826) he corregido el mapa de la isla, publicado en 1820. Las latitudes son en gran parte las del Portulano de la América septentrional, construido en el Dep. hidrográfico de Madrid, 1818; pero las longitudes varían considerablemente. El Portulano coloca el Morro de la Habana a 84°37’45” o 5”, el arco demasiado al este58. Por lo que a mí toca he preferido las posiciones que señala el señor Ferrer a los cabos Cruz y Maysí, y a la Punta de Mulas y a estos mismos cabos he reducido muchos puntos resueltos o determinados por don José del Río y don Ventura Barcaiztegui. Me fundo en mis propias observaciones, alejándome del primero de aquellos hábiles marinos, en la posición que señala a Puerto Casilda. El señor Bauza, que adopta las posiciones del Batabanó y de Punta Matahambre de mi mapa, sin embargo, en cuanto a la de Punta Maysí prefiere Long. 76°26’28”, porque coloca a Puerto Rico igualmente que don José Sánchez Cerquero a 68°28’29”. La reunión de observaciones bastante heterogéneas todavía da a Cerquero 68°26’30”, al paso que el señor Zach considera como un resultado más probable 68°31’0”59. El señor Oltmanns, según la discusión de todos los elementos, había hallado, término medio, 68°33’30”60.

En la isla de Cuba, como en otro tiempo en todas las posesiones de la España en América, es preciso distinguir entre las divisiones eclesiásticas, político-militares y financieras, sin contar con las de la jerarquía judicial, que tanto han confundido a los geógrafos modernos; nada diremos de esta última división, porque la isla no tiene más que una sola Audiencia, que reside en Puerto Príncipe desde el año de 1797, y cuya jurisdicción se extiende desde Baracoa hasta el Cabo de San Antonio. La división en dos obispados data desde el año de 1788, en el cual el papa Pío VI nombró el primer obispo de la Habana. La isla de Cuba, que en otro tiempo dependía del arzobispado de Santo Domingo, igualmente que la Luisiana y la Florida, no había tenido, desde que fue descubierta, sino un solo obispado, fundado en 1518, en la parte más occidental, en Baracoa, por el papa León X. Cuatro años después se trasladó este obispado a Santiago de Cuba; pero el primero obispo, fray Juan de Ubite no llegó a su diócesis sino en 1528. A principios del siglo presente (en 1804), Santiago de Cuba ha sido erigido en arzobispado. Los límites de la jurisdicción eclesiástica entre las diócesis de la Habana y de Cuba pasan por el meridiano de Cayo Romano, casi a los 80°45’ de longitud occidental de París, entre la ciudad de Santo Espíritu y la de Puerto Príncipe. Respecto al gobierno político y militar, la isla se divide en dos gobiernos, dependientes ambos de un mismo capitán general. El gobierno de la Habana, comprende, además de la capital, los distritos de cuatro villas (Trinidad, hoy ciudad; Sancti-Spíritus, Villa Clara, y San Juan de los Remedios) y el de Puerto Príncipe. El capitán general y gobernador de la Habana nombra un teniente gobernador para este último distrito, lo mismo que en Trinidad y Nueva Filipina. La jurisdicción territorial del capitán general, como corregidor, se extiende a 8 pueblos de ayuntamientos (las ciudades de Matanzas, Jaruco, San Felipe y Santiago, Santa María del Rosario; las villas de Guanabacoa, Santiago de las Vegas, Güines y San Antonio de los Baños). El gobierno de Cuba comprende Santiago de Cuba, Baracoa, Holguín y Bayamo. Los límites actuales de los gobiernos no son los mismos que los de los obispados; como, por ejemplo, el distrito de Puerto Príncipe, que con sus siete parroquias dependía en 1814 del gobierno de la Habana, correspondía al mismo tiempo al arzobispado de Cuba61. En el padrón de 1817 y 1820 está reunido Puerto Príncipe con Baracoa y Bayamo bajo la jurisdicción de Cuba. Sólo me falta hablar de una tercera división, enteramente correspondiente a la administración de las rentas. Por real cédula de 23 de marzo de 1812, se crearon tres intendentes o provincias, las de la Habana, de Puerto Príncipe y de Santiago de Cuba, que cada una tiene de largo de este a oeste como de unas 90, 70 y 65 leguas marítimas. El intendente de la Habana conserva las prerrogativas de superintendente general subdelegado de la Real Hacienda de la isla de Cuba. Según esta división, la Provincia de Cuba comprende Santiago de Cuba, Baracoa, Holguín, Bayamo, Gibara, Manzanillo, Jiguaní, Cobre y Tinguaros; la Provincia de Puerto Príncipe, la ciudad de este nombre, Nuevitas, Jagua, Santo Espíritu, San Juan de los Remedios, villa de Santa Clara y Trinidad. La intendencia más occidental, o de la Habana, ocupa todo lo que está situado al oeste de Cuatro Villas, cuyo intendente residente en la capital no tiene ya la administración de las rentas. Luego que el cultivo de las tierras esté más adelantado, que la isla se divida en cinco departamentos, de la Vuelta de abajo (del Cabo San Antonio a la hermosa aldea de Guanajay y al Mariel), de la Habana (del Mariel a Álvarez), de las Cuatro Villas (de Álvarez a Morón), de Puerto Príncipe (de Morón a río Cauto) y de Cuba (de río Cauto a Punta Maysí), quizás parecerá la más conveniente y la más conforme a los recuerdos históricos de los primeros tiempos de la conquista.

Mi mapa de la isla de Cuba, aunque sea muy imperfecto respecto del interior, sin embargo, es el único en donde se hallan las 13 ciudades y 7 villas sobre las cuales se fundan las divisiones que acabo de describir. La línea divisoria de los dos obispados de la Habana y de Santiago de Cuba se dirige desde la embocadura del riachuelo de Santa María (longitud 80°49’), en la costa meridional, por la parroquia de San Eugenio de la Palma, por las haciendas de Santa Ana, Dos Hermanas, Copey y Ciénega, hacia la punta de Judas (longitud 80°46’), en la costa septentrional, frente a Cayo Romano. Durante el régimen de las Cortes de España, se convino en que este límite eclesiástico sería igualmente el que serviría para establecer las diputaciones provinciales de la Habana y de Santiago62. La diócesis de la Habana tiene 40 parroquias, y la de Cuba 22, las cuales como se establecieron en un tiempo en que la mayor parte de la isla se componía de haciendas de ganado, tienen una grandísima extensión, poco conforme a lo que exige la civilización actual. El obispado de Santiago de Cuba cuenta las cinco ciudades de Baracoa, Cuba, Holguín, Guiza y Puerto Príncipe, y también la villa de Bayamo. En el obispado de San Cristóbal de la Habana se cuentan las ocho ciudades de la Habana, Santa María del Rosario, San Antonio Abad o de los Baños, San Felipe y Santiago del Bejucal, Matanzas, Jaruco, La Paz y Trinidad, y las seis villas de Guanabacoa, Santiago de las Vegas o de Compostela, Santa Clara, San Juan de los Remedios, Santo Espíritu y San Julián de los Güines. La división territorial que más usan y que es más popular entre los habitantes de la Habana es la de Vueltas de Arriba y de Abajo al este y al oeste del meridiano de la Habana. El primer gobernador de la isla que se tituló capitán general fue don Pedro Valdés, en 1601. Hasta aquella época contaban 16 gobernadores que le precedieron, cuya serie se inicia con el famoso Poblador y Conquistador Diego Velázquez, natural de Cuellar, a propuesta del almirante Colón, en 1511.

Ensayo político sobre la isla de Cuba
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