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ATAVIADO con una brillante túnica negra y con un aspecto tan majestuoso como si acabara de abandonar una ceremonia oficial, Paul Linebarger entra en tu habitación privada de la base fobiana.

Le estrechas la mano.

—¡Paul! ¿Qué te ha hecho venir a Fobos?

El mutante sonríe mientras se sienta en el suelo con las piernas cruzadas y se pone cómodo, como sí estuviera en el primitivo entorno de la Reserva Federal de Mutaciones.

—Toma asiento y relájate. Tengo algo importante que decirte.

Le complaces.

—Listo. Soy todo oídos.

—Gracias a mis poderes telepáticos, en todo momento he sabido que quieres ir a Saturno para averiguar el origen de las misteriosas señales que ocasionalmente llegan desde aquella parte del espacio. Supongo que no te sorprenderá saber que, a lo largo de los años, también otros se interesaron en esta cuestión.

Haces una pausa.

—No, no me sorprende.

—Lo imaginaba. Como sabe cualquier estudioso de la literatura de ciencia ficción del siglo veinte, la posibilidad de establecer contacto con una especie extraña e inteligente siempre ha fascinado a la humanidad. Naturalmente, nosotros, los de esta época, también estamos interesados en ello. Sin embargo, nuestras astronaves impulsadas por iones no han podido penetrar en esa zona del espacio. Una interferencia magnética provoca el cese del impulso. Sólo los exploradores más audaces han visitado personalmente la región saturniana pero, de momento, ha sido imposible establecer bases allí.

—¿Has dicho de momento?

Paul Linebarger sonríe.

—El equipo de científicos que ha controlado Saturno en busca de señales de transmisiones informa que la interferencia magnética ha cesado. Ahora surge la posibilidad de que un equipo de científicos adecuadamente equipados explore la región e intente averiguar el origen de las señales. Logré convencer a las autoridades de que tu reciente descubrimiento de artefactos alienígenas te hace especialmente apto para participar en la primera exploración de la región a cargo de seres humanos. Desde luego, yo seré la otra mitad del equipo. ¿Te interesa?

Paul vuelve a sonreír.

Tres días después Paul y tú pilotáis una aeronave biplaza más allá de la franja de asteroides. El equipo de la nave puede captar todo tipo de longitudes de onda, ya sean sónicas, térmicas o visuales. Desde el momento de la salida, cámaras automáticas han tomado fotos del prodigio anillado del Sistema Solar, proporcionando a los ordenadores una información tan completa que los científicos tardarán años en analizar a fondo.

—Paul, dime una cosa —le pides mientras regulas el curso de la aeronave—. ¿A qué se debía la interferencia magnética? ¿Qué la llevó a desaparecer tan repentinamente?

—Nadie lo sabe con claridad —responde Paul—. Una teoría sostiene que a veces el campo magnético de Saturno queda estabilizado por alineación de los planetas. Las demás teorías son tan peregrinas que resulta imposible tomarlas en serio.

Te preguntas, no por vez primera, si existe alguna relación entre los artefactos alienígenas que encontraste en Marte y las extrañas señales saturnianas.

Poco después el magnífico planeta puede verse a través de las grandes compuertas. Paul reduce la salida de iones y la nave aminora gradualmente su velocidad. De lo contrario, pasaría como un rayo junto al planeta y acabaríais más allá del Sistema Solar.

Mientras admiras los majestuosos anillos y las nubes amarillo parduscas de Saturno, Paul observa los monitores.

Transcurren varios minutos.

—La señal se vuelve irregular y casi imprevisible —comenta frotándose la barbilla pensativo—. Al parecer, los anillos agudizan el problema. Es difícil saber dónde se origina la señal.

Paul continúa observando con mucha atención las señales que aparecen en los monitores de a bordo.

—Acerquémonos un poco más y veamos qué ocurre —propones.

—¡Excelente idea! —responde Paul.

Ponéis rumbo hacia vuestro objetivo.

Lamentablemente, cuando la nave se acerca resulta aún más difícil localizar las señales. Habéis reducido la velocidad de modo tal que la nave discurre paralela a los anillos, trazando prácticamente una órbita en torno al planeta. El rostro impasible de Saturno y sus nubes que se arremolinan lentamente, es todo cuanto se ve desde las grandes puertas a ambos lados de la cabina de mandos.

—Creo que deberíamos acercarnos a la luna Jápeto. Es posible que desde allí veamos mejor las cosas. Podemos viajar a través de los huecos de los anillos o seguir el camino más largo y evitarlos. ¿Qué te parece?

Viajas a través de los huecos. Pasa a la sección 22.

Eliges el camino más largo. Pasa a la sección 34.

PISTA [10]