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ESTÁS sentado en la que supones primera clase del tren. Observas por la ventanilla la manifestación distante. No la ves con demasiada claridad porque el tren se desplaza muy rápido.

Aunque ahora estás a salvo, todavía te queda por encontrar la forma de fichar en el programa espacial.

Repentinamente, el tren se sumerge en las penumbras. No recuerdas que hubiera muchas montañas en las proximidades de Washington en tu época. ¡Seguramente el tren se desliza bajo tierra!

Sólo un pasajero comparte el vagón contigo y está roncando.

En el cuello de su uniforme hay insignias que representan el Sistema Solar. Tal vez el hombre pertenezca al programa espacial.

Súbitamente una voz mecánica dice:

—DISCÚLPEME, ¿ESTÁ USTED AHÍ? SOY EL REVISOR ROBOT AL HABLA… —dice la voz— ¿TENDRÍA LA AMABILIDAD DE EXPLICARME CÓMO LOGRÓ SUBIR A ESTE TREN? —antes de que puedas responder, la voz añade—: VIAJAR CLANDESTINAMENTE EN UN TREN RESTRINGIDO CONSTITUYE UN DELITO FEDERAL. TENGA LA AMABILIDAD DE DARME SU NOMBRE, DIRECCIÓN Y LOS QUINCE PRIMEROS DÍGITOS DE SU NÚMERO DE LA SEGURIDAD SOCIAL. —Comienzas a darle tus señas, pero el revisor agrega—: ¿CÓMO DICE? ¡HACE MÁS DE CINCUENTA AÑOS QUE EN ESAS SEÑAS HAY UNA PLANTA DE RECICLADO DE ALUMINIO! MIENTRAS HABLAMOS SE ESTÁN PRESENTANDO Y PROCESANDO ACUSACIONES CONTRA USTED.

—¿Acusaciones de qué tipo? —inquieres.

—SE LO COMUNICARÁ LA POLICÍA MILITAR. SIN EMBARGO, PUEDO SUPONER QUE ENTRE ELLAS SE INCLUYE LA DE ESPIONAJE.

—¡Está muy equivocado! ¡No soy espía! ¡Lo único que intento es llegar a Saturno!

—SI LO QUE DICE ES VERDAD, ESTÁ DANDO UN RODEO. EN ESTE MOMENTO NOS ENCONTRAMOS APROXIMADAMENTE A TRES KILÓMETROS POR DEBAJO DE LA SUPERFICIE DE LA TIERRA.

Intentas incorporarte, pero del suelo han salido unas tiras metálicas que te sujetan los tobillos. Te dejas caer en el asiento. Es igual. Aunque hubieras podido ponerte en pie, no habrías llegado seguramente a ninguna parte.

Te das cuenta de que tienes dos opciones. Puedes esperar a la policía militar y explicarle tu misión o puedes tratar de despertar al hombre que está a tus espaldas y pedirle ayuda. ¿Te la prestará?

Confías en la policía. Pasa a la sección 15.

Despiertas al hombre que duerme. Pasa a la sección 6.

PISTA [3]