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DECIDES no hacer caso del extraño viejo que has encontrado en el sistema de ventilación del asteroide artificial. Abres la rejilla, asomas la cabeza, y miras pasillo arriba y abajo. No hay nadie a la vista pero el caminar de los piratas resuena a tu alrededor. Aunque es probable que hayan renunciado a la posibilidad de encontrarte antes de que dejes tu escondite, Randall no les ha permitido abandonar totalmente la búsqueda.

—¡Espera! ¡Regresa! —te suplica el viejo a medida que te alejas—. Puedo ayudarte a escapar.

Te despides mudamente del anciano y te escabulles por el pasillo, muy atento a la presencia de algún pirata.

De todos modos, te alegras de escapar por esta vía más que de confiar en el viejo. Parece estar chalado. Hiciste una mala elección al venir aquí con Hart y no quieres complicar más las cosas.

Para variar, la suerte te acompaña. Nadie te ve mientras avanzas por el pasillo, ni nadie monta guardia junto a la nave espacial de Hart. Randall ha mandado a todos en tu persecución, olvidándose de proteger el único sitio al que sin duda intentarías llegar.

—¡Eh, detente!

Parece que no has tenido tanta suerte como pensabas.

La voz del pirata suena brusca y despiadada. Ni siquiera giras para ver si está muy cerca. Subes corriendo la rampa de la nave. El sonido de sus pasos te demuestra que está muy próximo y sus piernas, más largas, le proporcionan una evidente ventaja.

Además, oyes los pasos de otros piratas un poco más lejos.

Al llegar al final de la rampa, accionas un botón que automáticamente desliza la escotilla de metal en el interior del fondo de la nave, por encima de los motores.

El pirata que te pisa los talones no consigue mantener el equilibrio y cae de cabeza desde la rampa.

En el año 2085 la aeronave en la que vas a huir es casi una antigualla, aunque bastante más compleja que aquellas con las que te adiestraste en la Academia. Transcurren unos segundos preciosos mientras tratas de recordar cómo preparó Hart el despegue de La Luna.

Los piratas más temerarios golpean el exterior de la nave, incluso algunos se encuentran directamente debajo de las válvulas de escape de iones. Otro grupo más sereno e imperturbable amenaza con disparar sus armas de rayos láser contra la nave.

Nada de cuanto ocurre contribuye a tu tranquilidad pero, por más que te gustaría, sabes que no debes apresurarte.

Afortunadamente, preparas los mandos en unos pocos instantes… ¡y te largas a toda velocidad!

Los piratas huyen en desbandada cuando la nave atraviesa el techo. Gracias a que en el asteroide artificial la gravedad es inferior, los enormes trozos de techo caen lentamente. Es probable que aún no hayan llegado al suelo cuando tú estás ya a salvo en el espacio.

Ahora tu único problema es no verte metido en líos con la Policía Confederada por haber huido con un célebre delincuente.

Transmites por radio a la Base Lunar 5 las coordenadas espaciales del asteroide. Poco después la Policía Confederada rodea el asteroide con una nube de aeronaves y los piratas se entregan.

La primera recompensa por haber salido ileso de esa difícil situación consiste en escoltar personalmente a Ellis Hart hasta La Luna… ¡y en su propia nave!