Capítulo VII
El adiestramiento de la sabiduría
NI sila ni samadhi son enseñanzas exclusivas del Buda. Ambas eran bien conocidas y practicadas antes de su iluminación, y, de hecho, el futuro Buda, mientras buscaba el camino de la liberación, fue adiestrado en samadhi por dos maestros con los que estudió. Al prescribir esos adiestramientos el Buda no se diferencia de los maestros de las religiones convencionales. Todas las religiones insisten en la necesidad de un comportamiento ético y también ofrecen la posibilidad de obtener estados de beatitud ya sea por medio de oraciones, rituales, ayunos y otras formas de austeridad, o por diversos sistemas de meditación. La meta de dichas prácticas no es otra que un estado de absorción mental profunda. En eso consiste el «éxtasis» experimentado por los místicos religiosos.
Dicha concentración es muy provechosa, incluso aunque no se desarrolle hasta el grado de alcanzar los estados de trance, y calma la mente al desviar la atención de situaciones en las que de otra manera se reaccionaría con deseo y aversión. Contar lentamente hasta diez para evitar un estallido de ira es una forma rudimentaria de samadhi. Otras formas, quizá más obvias, consisten en repetir una palabra o un mantra, o concentrarse en un objeto visual, y todas ellas funcionan. Cuando la atención se ha derivado a un objeto diferente, la mente aparenta estar calmada y en paz.
Sin embargo, la calma que se obtiene por medio de estos sistemas no es una verdadera liberación. No hay duda de que la práctica de la concentración otorga grandes beneficios, pero sólo actúa en el nivel consciente de la mente. El Buda constató la existencia de la mente inconsciente, a la que llamó anusaya, casi veinticinco siglos antes de la invención de la psicología moderna. Él vio que desviar la atención es una forma de manejar con eficacia el deseo y la aversión en el nivel consciente, pero que en realidad no los elimina, sino que los empuja a lo más profundo del inconsciente, donde siguen siendo tan peligrosos como siempre aunque estén en estado latente. Puede que haya una capa de paz y armonía en la superficie de la mente, pero en las profundidades hay un volcán dormido de negatividades reprimidas que hará violenta erupción tarde o temprano. El Buda dijo:
Si las raíces permanecen intactas y firmes en la tierra,
un árbol talado todavía puede echar brotes nuevos.
Si el hábito subyacente de deseo y aversión no es erradicado,
el sufrimiento surge de nuevo, una y otra vez