Andar el camino
EN el norte de la India, en la ciudad de Savatthi, el Buda tenía un centro muy grande al que solía acudir la gente a meditar y a escuchar sus charlas sobre el Dhamma. Había un joven que acostumbraba a ir cada noche para atender sus sermones. Durante años estuvo yendo a oír al Buda, pero nunca puso en práctica ninguna de sus enseñanzas.
Tras algunos años, este joven llegó un día un poco más temprano y encontró al Buda solo. Se acerco a él y dijo:
—Señor, hay una cuestión que no hace más que asaltarme, llenándome de dudas
—¿Sí? No debe haber ninguna duda en el camino del Dhamma, aclarémosla, pues. ¿Cuál es la cuestión?
—Señor, llevo años viniendo a su centro de meditación y he visto que hay un gran número de internos a su alrededor, monjes y monjas, y un número aún mayor de laicos, tanto hombres como mujeres; algunos llevan años viniendo, y veo que hay otros que, con certeza, han llegado al estado final. Es evidente de todo punto que están liberados por completo. También veo que otros han experimentado algún cambio, son mejores que antes, aunque no puedo decir que estén plenamente liberados. Pero señor, también me doy cuenta de que hay un gran número de personas, entre las que me cuento, que son como eran y, a veces, incluso peor; no han cambiado en absoluto o al menos no han cambiado a mejor.
¿Por qué debe ser así, señor? La gente viene a verte, ¡un hombre tan grande, plenamente iluminado! ¡Una persona tan poderosa y compasiva! ¿Por qué no usa su poder y compasión para liberarlos?
El Buda sonrió y dijo:
—Joven, ¿dónde vives?, ¿de dónde eres?
—Vivo aquí en Savatthi, señor, en esta capital del estado de Kosala.
—Sí, pero tus rasgos indican que no eres de esta parte del país, ¿de dónde provienes originalmente?
—Soy de Rajagaha, señor, la capital del estado de Magadha. Me establecí aquí en Savatthi hace unos años.
—¿Has cortado todos los lazos con Rajagaha?
—No, señor, aún tengo allí familia, amigos y negocios.
—Así pues, sigues yendo de Savatthi a Rajagaha a menudo.
—Sí, señor, voy a Rajagaha y vuelvo a Savatthi muchas veces al año.
—Habiendo ido y venido tantas veces por el camino que va de aquí a Rajagaha, lo conocerás muy bien.
—¡Oh, sí, señor!, lo conozco perfectamente. Podría incluso decir que encontraría el camino de Rajagaha hasta con los ojos vendados de tantas veces como lo he recorrido.
—Y seguro que tus amigos, los que te conocen muy bien, saben que eres de Rajagaha y que te has establecido aquí. Deben saber que vas y vienes a menudo y que conoces el camino perfectamente.
—¡Oh, sí, señor! Todos mis íntimos saben que voy a Rajagaha a menudo y que conozco perfectamente el camino.
—Entonces habrá sucedido más de una vez que alguno de ellos te haya pedido que les expliques la forma de ir de aquí a Rajagaha. ¿Les ocultas algo o les explicas claramente el camino?
—¿Qué podría ocultar? Se lo explico tan claramente como puedo: comienza a andar hacia el este y luego encamínate hacia Banaras, sigue hasta que llegues a Gaya y luego a Rajagaha. Se lo explico muy llanamente, señor.
—¿Y todas las personas a las que les das esas explicaciones tan claras llegan a Rajagaha?
—¿Cómo podría ser, señor? Sólo llegarán a Rajagaha los que recorran el camino hasta el final.
—Eso es lo que quería explicarte, joven. La gente viene aquí sabiendo que soy alguien que ha recorrido el camino de aquí al nibbana, y por eso lo conozco perfectamente. Vienen y me preguntan: «¿Cuál es el camino al nibbana, a la liberación?» ¿Qué puedo ocultarles? Se lo explico claramente: «Éste es el sendero.» Si alguien se limita a asentir con la cabeza y a decir: «Bien dicho, bien dicho; un camino muy bueno, pero no daré un solo paso; un camino maravilloso, pero no me tomaré el trabajo de recorrerlo.» ¿Cómo podría esa persona llegar a la meta final?
»No subo a nadie a cuestas para conducirle a la meta final. Nadie puede llevar a otro sobre sus hombros a la meta final. Lo máximo que se puede hacer es, con amor y compasión, decir: "Éste es el camino y ésta la forma en la que yo lo he recorrido. Trabaja tú también, trabaja tú también y llegarás a la meta final." Pero cada persona tiene que andar por sí misma, tiene que dar todos los pasos por sí mismo. El que da un paso en el camino, está un paso más cerca de la meta. El que ha dado cien pasos, está cien pasos más cerca de la meta. El que ha dado todos los pasos, ha llegado a la meta final. El camino tienes que andarlo tú mismo9.