Capítulo I

La búsqueda

A todos nos faltan paz y armonía, y por eso las buscamos. Todos queremos ser felices y lo consideramos un derecho; sin embargo, aunque la felicidad sea nuestra meta, rara vez la conseguimos. Todos hemos experimentado alguna vez en la vida insatisfacción —inquietud, irritación, falta de armonía, sufrimiento— y, aunque en este momento nos veamos libres de tales descontentos, podemos recordar algún momento en el que nos afligieron y podemos prever que vuelvan a hacerlo. En el mejor de los casos, todos tenemos que afrontar el sufrimiento que produce la muerte.

Nunca limitamos nuestras insatisfacciones a nosotros mismos, sino que repartimos nuestro sufrimiento entre los demás; alrededor de cada persona infeliz, la atmósfera se va cargando de inquietud, de tal forma que todo el que se aproxima a ese entorno termina sintiéndose también agitado e infeliz, y de esta manera las tensiones individuales se aúnan para crear las tensiones de toda la sociedad.

Éste es el problema básico de la vida: su naturaleza insatisfactoria. Suceden cosas que no queremos que sucedan, las cosas que queremos no suceden, y somos ignorantes de cómo y por qué funciona este proceso, igual que ignoramos nuestro principio y nuestro fin.

Hace veinticinco siglos, en el norte de la India, un hombre decidió investigar el problema del sufrimiento humano. Tras años de búsqueda y de intentar diversos métodos, descubrió un camino para lograr la percepción de su propia naturaleza y experimentar el estado auténticamente libre de sufrimiento. Tras alcanzar la meta suprema de la liberación, de la exención de desdichas y conflictos, dedicó el resto de su vida a ayudar a otros a hacer lo que él había hecho, enseñándoles el camino para que ellos mismos se liberasen.

Esta persona, Siddhatha Gotama, conocido como el Buda, «el Iluminado», nunca pretendió ser sino un hombre. Como todos los grandes maestros, se convirtió en sujeto de leyendas, pero nada importan las historias maravillosas que se contaran de sus existencias pasadas o sus poderes milagrosos, pues todas las crónicas son unánimes en señalar que él nunca dijo ser divino ni tener inspiración divina. Cualesquiera fuesen sus cualidades especiales, no eran sino cualidades eminentemente humanas que él llevó a la perfección. Por tanto, todo lo que él logró está al alcance de cualquier ser humano que trabaje como él lo hizo.

El Buda no enseñó ninguna religión, filosofía o sistema de creencias. A sus enseñanzas las llamó Dhamma, es decir, «ley», la ley de la naturaleza. No sentía ningún interés por el dogma o las especulaciones vanas, sino que ofreció una solución universal y práctica para resolver un problema universal.

«Ahora como antes» —dijo— «mi enseñanza versa sobre el sufrimiento y la erradicación del sufrimiento»1 Rehusaba incluso tratar de temas que no condujeran a la extinción de la desdicha. Insistía en que esa enseñanza no era algo que él hubiera inventado o le hubiera llegado por revelación divina, y que no era sino la verdad, la realidad que había logrado descubrir gracias a sus esfuerzos, tal y como mucha gente había hecho antes que él y mucha gente haría después de él. Nunca pretendió tener el monopolio de la verdad.

Tampoco intentó establecer ninguna supremacía especial para su enseñanza en virtud de la confianza que la gente tenía en él, ni en virtud de la naturaleza aparentemente lógica de lo que enseñaba, antes bien manifestó que era adecuado dudar y comprobar cualquier cosa que estuviera fuera de la propia experiencia.

No os limitéis a creer cualquier cosa que se os diga, o cualquier cosa que haya sido mantenida desde generaciones atrás, o cualquier cosa que sea de opinión general, o cualquier cosa que digan las escrituras. No aceptéis algo como verdadero por simple deducción o inferencia, o por considerar que tiene apariencia de serlo, o llevados por una determinada opinión subjetiva, o por su verosimilitud, o porque vuestro maestro os diga que lo es. Pero cuando sepáis por vuestros propios medios que: «Estos principios son perjudiciales, censurables, reprobados por los sabios. Cuando son adoptados y seguidos, conducen al mal y al sufrimiento», entonces debéis darles de lado. Y cuando por vuestros propios medios sepáis que: «Estos principios son provechosos, intachables, alabados por los sabios. Cuando son adoptados y seguidos, conducen al bienestar y a la felicidad», entonces debéis aceptarlos y practicarlos

La Vipassana. El arte de la meditación budista
titlepage.xhtml
sec_0001.xhtml
sec_0002.xhtml
sec_0003.xhtml
sec_0004.xhtml
sec_0005.xhtml
sec_0006.xhtml
sec_0007.xhtml
sec_0008.xhtml
sec_0009_split_000.xhtml
sec_0009_split_001.xhtml
sec_0009_split_002.xhtml
sec_0009_split_003.xhtml
sec_0009_split_004.xhtml
sec_0009_split_005.xhtml
sec_0009_split_006.xhtml
sec_0009_split_007.xhtml
sec_0010.xhtml
sec_0011.xhtml
sec_0012.xhtml
sec_0013_split_000.xhtml
sec_0013_split_001.xhtml
sec_0013_split_002.xhtml
sec_0013_split_003.xhtml
sec_0014.xhtml
sec_0015_split_000.xhtml
sec_0015_split_001.xhtml
sec_0015_split_002.xhtml
sec_0015_split_003.xhtml
sec_0016.xhtml
sec_0017_split_000.xhtml
sec_0017_split_001.xhtml
sec_0017_split_002.xhtml
sec_0017_split_003.xhtml
sec_0017_split_004.xhtml
sec_0018.xhtml
sec_0019_split_000.xhtml
sec_0019_split_001.xhtml
sec_0020.xhtml
sec_0021_split_000.xhtml
sec_0021_split_001.xhtml
sec_0021_split_002.xhtml
sec_0021_split_003.xhtml
sec_0021_split_004.xhtml
sec_0022.xhtml
sec_0023_split_000.xhtml
sec_0023_split_001.xhtml
sec_0023_split_002.xhtml
sec_0024.xhtml
sec_0025_split_000.xhtml
sec_0025_split_001.xhtml
sec_0025_split_002.xhtml
sec_0025_split_003.xhtml
sec_0025_split_004.xhtml
sec_0025_split_005.xhtml
sec_0025_split_006.xhtml
sec_0026.xhtml
sec_0027_split_000.xhtml
sec_0027_split_001.xhtml
sec_0027_split_002.xhtml
sec_0028.xhtml
sec_0029_split_000.xhtml
sec_0029_split_001.xhtml
sec_0029_split_002.xhtml
sec_0029_split_003.xhtml
sec_0029_split_004.xhtml
sec_0029_split_005.xhtml
sec_0030.xhtml
sec_0031.xhtml
sec_0032.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_000.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_001.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_002.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_003.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_004.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_005.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_006.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_007.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_008.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_009.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_010.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_011.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_012.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_013.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_014.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_015.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_016.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_017.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_018.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_019.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_020.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_021.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_022.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_023.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_024.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_025.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_026.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_027.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_028.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_029.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_030.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_031.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_032.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_033.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_034.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_035.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_036.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_037.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_038.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_039.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_040.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_041.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_042.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_043.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_044.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_045.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_046.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_047.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_048.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_049.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_050.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_051.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_052.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_053.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_054.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_055.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_056.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_057.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_058.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_059.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_060.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_061.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_062.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_063.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_064.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_065.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_066.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_067.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_068.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_069.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_070.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_071.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_072.xhtml