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¿Lo que el Buda enseñó fue un camino que cualquier ser humano puede seguir, y lo llamó el Noble Sendero Óctuple, que significa la práctica de ocho partes interre— lacionadas. Es noble en el sentido de que cualquiera que recorra el camino no puede por menos de convertirse en una persona de corazón noble, una persona santa, libre de sufrimiento.
Es un camino para penetrar en la naturaleza de la realidad, un camino de realización de la verdad. La única forma de resolver nuestros problemas es viendo nuestra situación tal y como es realmente, debemos aprender a reconocer la realidad aparente y superficial y también a ir más allá de las apariencias para poder percibir verdades más sutiles hasta llegar a la verdad última para poder experimentar finalmente la verdad de la extinción del sufrimiento. Carece de importancia el nombre que le demos a esta verdad, ya sea nibbana, «cielo», o cualquier otra cosa, pues lo importante es experimentarla; y la única forma de hacerlo directamente es mirando hacia dentro, observándonos.
Durante toda nuestra vida hemos estado mirando hacia fuera, mostrando gran interés por lo que sucede allí, por lo que otros hacen, pero muy rara vez, si acaso ha habido alguna, hemos tratado de examinar nuestra propia estructura mental y física, nuestros actos, nuestra propia realidad en suma, y por ello somos unos perfectos desconocidos para nosotros mismos. No nos damos cuenta de lo muy peligrosa que es esta ignorancia, de lo muy esclavizados que estamos a fuerzas internas de las que somos inconscientes.
Para aprehender la verdad, no tenemos más remedio que disipar esa oscuridad, debemos obtener una visión clara de nuestra propia naturaleza para poder comprender la naturaleza de la existencia. Por esta razón, el camino que señaló el Buda es un camino de introspección, de autoobservación. Él dijo:
Dentro de este mismísimo cuerpo de una braza de largo que contiene la mente y sus percepciones, doy a conocer el universo, su origen, su cesación y el camino que conduce a su cesación