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Según Cirules, sus «descubrimientos» en este campo han dado pie a «...una nueva comprensión de esa época, muy sensible a las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos; y por extensión, a sus consecuencias hasta hoy. Y el viraje que significó la publicación de El imperio de La Habana en 1993, en los análisis históricos de los 25 años que antecedieron al triunfo de la Revolución Cubana».93

En otras palabras, el autor se propuso demostrar con sus dos libros que el Estado cubano que existió en Cuba en los 25 años previos a 1959 —ie, desde 1933— estaba controlado por la mafia siciliano-americana en alianza con los servicios de inteligencia de EEUU y los políticos locales. Sería desacertado al entender de este autor y a la luz de lo ya expuesto, que los académicos se hicieran eco de sus tesis sin someterlas a crítica y reinterpretaran la historia de Cuba, desde 1933, a la luz de sus pretendidos hallazgos.

Visto desde la perspectiva de Cirules, —que es la oficial del Estado cubano— el escándalo por narcotráfico en 1989 fue peccata minuta. Un accidente menor en la trayectoria supuestamente inmaculada de la revolución que, según Cirules, supo «resolver» el problema rápidamente. Ese era el mensaje de sus libros. Ese fue, aparentemente, el mensaje que deseaban difundir quienes lo alentaron desde las estructuras del Estado cubano para que los escribiese y apoyaron la diseminación de su obra. El modo en que se comportaron los mecanismos de multiplicación de su mensaje para constituir una bola de nieve con rasgos de marketing viral, es el típico usado por las campañas de propaganda oficial hacia el exterior.

VI. Fusilamientos de la reputación on-line

Hay cuestiones singulares que resaltan en las acusaciones contra Barletta posteriores al escándalo por narcotráfico que involucró al estado cubano en 1989.

Una de ellas es que se diseminan empleando múltiples canales mediáticos, en especial periódicos e Internet, que se nutren de materiales con pretensiones académicas, como los libros de Cirules.

Dado el control que el Estado cubano ejerce sobre las publicaciones y casas editoriales, premios literarios y acceso a la prensa así como las circunstancias restrictivas en que discurre la producción intelectual en la isla, siempre llama la atención cuando todas esas instituciones favorecen a un autor y coinciden en diseminar su obra. No se dice con ello que todos los que reciben ese beneficio sean sospechosos de servir de manera directa los intereses del Estado. Hay académicos y escritores que han producido obras de excepcional e indiscutible valor por las que han recibido muy merecidas distinciones, pero cuya temática no los obliga a trasgredir las verdades sagradas de la ideología oficial. Las autoridades los denominan «temas nobles», los cuales esquivan toda zona de conflicto interpretativo con el gobierno de la isla. Pero cuando el tema es netamente político, toca asuntos de importancia para el gobierno cubano y recibe una exposición desmesurada por los medios oficiales hay razones para pensar que el hecho no es casual dadas las circunstancias de la producción intelectual en la Isla.

El estudio del comportamiento de la promoción de las obras de Cirules muestra que aquel siguió la clásica fórmula de construir anillos concéntricos multiplicadores del mensaje que emplean en Cuba las campañas de propaganda oficial.

En este caso, el primer anillo se nutre de la obra de Cirules, la cual es amplificada con «premios» nacionales que instituciones del Estado cubano le otorgan a su obra. A ello se suman las menciones favorables de periodistas y críticos literarios de la prensa oficial, así como comentarios laudatorios de funcionarios estatales del sector cultural y desde sitios en Internet controlados por el gobierno.

El segundo anillo lo constituyen los «compañeros de viaje ideológicos» o fellow travellers (extranjeros, periodistas, críticos literarios, académicos, políticos, artistas) que son simpatizantes del gobierno cubano en diversos países y se hacen eco —muchas veces por propia iniciativa y otras respondiendo a alguna solicitud o sugerencia de La Habana— de los criterios que emite el primer anillo. Ellos, por su condición de extranjeros residentes en países democráticos, le otorgan una mayor credibilidad al mensaje.

El tercer anillo corona este esfuerzo cuando los supuestos de la campaña son asumidos por personas fuera del control e influencia del gobierno cubano, quienes han creído honestamente el mensaje y comienzan espontáneamente a repetirlo y a multiplicar su alcance.94

Un análisis de la presencia de la obra de Cirules en los medios nacionales e internacionales de comunicación muestra que el gobierno cubano ha logrado constituir y fomentar estos tres anillos exitosamente para promoverla.

VII. Conclusiones

La presente investigación no pudo encontrar asidero a las afirmaciones negativas que se hacen sobre Amadeo Barletta. El autor decidió no formular ninguna hipótesis preliminar que pudiera contaminar el ejercicio de búsqueda, recolección y procesamiento de información que lo desviara en una dirección u otra. Durante el transcurso de la investigación se mantuvo el objetivo de corroborar, en lugar de intentar rechazar a priori, las acusaciones vertidas contra Barletta, mediante la búsqueda de los documentos en los cuales se dice están sustentadas las imputaciones que se le hacen.

La investigación condujo a las siguientes conclusiones:

1. Desde el inicio mismo del proceso revolucionario de 1959, las campañas de difamación concertadas oficialmente jugaron un papel destacado para descalificar a adversarios y legitimar acciones de diverso tipo contra ellos. En el caso de los empresarios, e incluso del mercado como mecanismo generador de riquezas, estas campañas de descrédito continuaron hasta la total expropiación de los bienes, no sólo de los grandes magnates, sino de todos los trabajadores por cuenta propia. Las acusaciones esgrimidas desde un inicio contra los grandes empresarios para expropiarlos fueron, como regla general, parte de una campaña general de asesinato de la reputación contra ese sector, llevada a cabo por todos los medios controlados por el Estado, para comenzar el proceso de desmontaje gradual de todo empresario grande, mediano o pequeño y del mercado que alcanzó la cima en marzo de 1968.

2. Hay que diferenciar entre la pluralidad de enfoques de los historiadores —que en su faena parten de diferentes ideologías y paradigmas interpretativos— de aquellas falsedades deliberadamente generadas y diseminadas por el aparato de propaganda estatal. Entre estas últimas, el asesinato de la reputación de la época republicana, de sus instituciones y personalidades más descollantes, ha sido una permanente tarea del Estado cubano durante medio siglo. La aseveración de que la historia republicana estuvo bajo el control de la mafia es una construcción ideológica. Si bien es posible reconstruir la historia de la presencia de destacados elementos de la mafia internacional en Cuba, no es posible reducir la historia de Cuba a la historia de la mafia en ella. Tampoco es real que los «males» fueron importados. El juego como un problema social existía desde tiempos de la colonia y el gansterismo en Cuba estuvo asociado al uso de la violencia en la política nacional en primerísimo lugar.

3. No es posible afirmar la existencia de «familias mafiosas» en Cuba. Robert Lacey, biógrafo de Meyer Lansky, me explicó (enero 9, 2010) que encontró muchas evidencias del involucramiento de Lansky y el de otros estadounidenses en la operación de casinos en La Habana durante la década de los cincuenta «pero nada que justifique el uso del término familias mafiosas que sugiere violencia, intimidación y asesinato. La razón de que Batista diera la bienvenida a Lansky y otros era que ellos (en Cuba) no utilizaban esas técnicas».

Teniendo presente la observación de Lacey puede decirse que el uso del concepto de familias mafiosas se ajusta mucho mejor al tipo de gangsterismo político que proliferaba en Cuba en la década del cuarenta. Los continuos atentados personales y batallas campales entre grupos rivales -como la conocida por «Los Sucesos de la Calle de Orfila», ocurrida en La Habana el 15 de septiembre de 1947- alcanzaron tal nivel de gravedad que el presidente Carlos Prío aprobó en 1948 una Ley Contra el Gangsterismo. El tema del pandillerismo político en Cuba rebasa el alcance de este trabajo, pero esa modalidad de gansterismo tuvo una mayor relevancia e influencia en la historia de la isla que el considerable pero limitado impacto económico de las actividades de mafiosos vinculados al turismo y el juego.

4. Los ataques específicos contra Amadeo Barletta presentan todos los rasgos del modo torcido e indirecto en que se construyen las difamaciones oficiales. Su trayectoria empresarial, sin embargo, lejos de estar asociada a actividades o fuentes financieras cuestionables, muestra un ejemplo excepcional de tenacidad, laboriosidad, innovación y previsión, que bien puede servir de inspiración a otros empresarios e inmigrantes. Pocas personas enfrentan cinco grandes reveses a lo largo de su existencia y son capaces de recuperarse, sin que el desánimo o el rencor los paralice.

Barletta perdió casi todo su capital y supo levantarlo nuevamente cuando en 1930 el huracán San Zenón azotó la República Dominicana. Después, en 1935, Trujillo intervino sus empresas cuando lo detuvo y torturó por varias semanas. En 1941, en Cuba, Batista confiscó parte de sus propiedades, algunas de las cuales nunca llegó a devolver al terminar la II Guerra Mundial pese a que los tribunales fallaron a favor del empresario. En 1960 Fidel Castro volvió a expropiarlo y Barletta, de nuevo, tuvo que marchar al exilio. A la muerte de Trujillo pudo regresar a República Dominicana, donde de nuevo levantó el capital. La guerra civil en República Dominicana afectó sensiblemente sus empresas en 1965. Podría decirse que la suerte es un factor que en parte permitió esos éxitos, pero cuando el «milagro» se produce cinco veces hay que buscar sus causas en las condiciones personales de alguien que prefería usar su tiempo de forma productiva en lugar de emplearlo para llorar u odiar. Toda su energía creativa y talento autodidacta los canalizó en superar cada adversidad y seguir avanzando.95

En sus empresas se llevaron a cabo notables innovaciones periodísticas y tecnológicas y demostró siempre tener la sagacidad estratégica de los grandes visionarios industriales de su época. Valga recordar además que el periódico El Mundo fue el único que recibiera un homenaje y reconocimiento oficial del Congreso de la República de Cuba.

El otro paredón. Asesinatos de la reputación en Cuba
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