3. Mezcla opiniones personales con citas de testimonios en su narración.
Enrique Cirules emplea el testimonio de Jaime Casielles para calzar sus teorías sobre las actividades de la mafia en Cuba, pero, aunque es su principal «testigo de cargo», no se molesta en entrecomillar sus frases, para separarlas con nitidez de las aseveraciones que el escritor agrega, lo cual genera imprecisiones que alimentan la confusión de sus lectores.
4. Ausencia de enfoque hermenéutico que contextualice las acciones y actitudes de los protagonistas para su correcta interpretación.
Conceptos como «lavado de dinero», «familias mafiosas», «piramidación» y otros empleados por Cirules, al ser utilizados en un contexto ajeno al que surgieron, introducen confusiones y distorsionan los hechos que tuvieron lugar en la realidad de los años 50 del pasado siglo.
Hay que decir que la pretensión de que los casinos de Lansky necesitaban «lavar» sus ganancias es absurda. Aquí nuevamente se usa un término («lavado de dinero») que no tiene conexión alguna con la realidad cubana de los años 50 en lo referido a las actividades vinculadas al juego de Meyer Lansky, Santo Trafficante Jr., o Amleto Battisti.