36 Estar encarcelado en la cárcel de Nigua, según los testimonios de quienes sufrieron esa pesadilla, era la peor de las opciones. (Nigua es un parasito que se incrusta en la carne, en especial los pies y puede llegar a impedir caminar a la persona). En aquel entonces se solía decir «era mejor tener cien niguas en un pie, que un pie en Nigua». Raúl Roa en la Introducción a Una Gestapo en América lo describe así:
No hay imaginación, por rica y diabólica que sea, capaz de inventar las atrocidades de la cárcel de Nigua y de la fortaleza del Homenaje. Únicamente sería dable contrastarlas con las perpetradas por los nazis en los campos de concentración. Pocas veces se propinó a la dignidad humana tan brutales ultrajes como en estos antros del crimen, sitios a unas horas de vuelo de la costa cubana. Ni conmiseración para el débil, ni piedad para el enfermo, ni respeto para la desgracia. Todos, ancianos y jóvenes, blancos y negros, pobres y ricos, intelectuales y legos, uncidos al común suplicio del trabajo forzado, de la bazofia inmunda, de la soledad enloquecedora de la «solitaria», del abandono inclemente, de los estragos del paludismo, de la mocha, del tortor y del «cantaclaro». Todos, absolutamente todos, ofendidos y humillados, día a día, hora a hora, minuto a minuto, por un torvo enjambre de facinerosos [...] «Más vale tener cien niguas en un pie que un pie dentro de Nigua». (Raúl Roa, Introducción en Una Gestapo en América, de Juan Isidro Jimenes Grullón, Santo Domingo, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, 2003, p. 15-23).