POST SCRIPTUM

Fray Hortensio Félix Paravicino y Arteaga falleció en su celda del convento de la Santísima Trinidad el trece de diciembre de 1633. Lo enterraron en el De profundis de la iglesia después de una ceremonia solemne a la que acudieron numerosísimos fieles, entre ellos el Rey, la Reina y el conde duque de Olivares.

Lope de Vega murió en 1635 sin haber logrado su capellanía ni su puesto en Palacio.

El conde duque de Olivares mandó arrestar a Francisco de Quevedo en 1639 y lo recluyó durante cuatro años en el convento de San Marcos de León, de donde salió enfermo y abatido para morir poco después.

El conde duque, tras de una década desastrosa en que España estuvo a punto de desmembrarse y Portugal recuperó su independencia, perdió el favor real en 1643 y se retiró a sus posesiones de Loeches. Murió dos años más tarde.

Don Pedro Calderón de la Barca mantuvo su posición de privilegio escribiendo comedias, zarzuelas y autos sacramentales para Felipe Cuarto y su sucesor Carlos Segundo, hasta que murió en 1680.

La biblioteca y los papeles de Hortensio Paravicino se guardaron mucho tiempo en una cuadra del convento de la Santísima Trinidad, pero fueron saqueados por las tropas francesas durante la invasión napoleónica. Con la desamortización, se dispersaron los archivos y los bienes muebles que aún se conservaban, incluidos los retratos de El Greco. El convento se dedicó brevemente a museo de pintura, pero se demolió a principios del siglo XX pese a la gran calidad de su arquitectura. En sus terrenos se alza hoy un teatro llamado Calderón.