LA PRIMERA COPA

A la hora de confeccionar la lista para disputar la Copa América del 99 en Paraguay, Bielsa se topó con algunas dificultades. Varios jugadores de los «europeos» se bajaron por motivos físicos, tras una temporada agotadora. El entrenador los comprendió, más allá de que hubiera preferido armar el plantel ideal, y los liberó de la participación. Verón, Crespo, Batistuta, Claudio López, Sensini y Almeyda, entre otros, no iban a ser tenidos en cuenta. La prensa especuló con que el representante Gustavo Mascardi, que manejaba los intereses de varios de ellos, había influido en la decisión de los futbolistas. El entrenador dejó sin efecto cualquier versión malintencionada, repensó la lista y realizó las convocatorias, confiando en el personal a disposición aun con alguna limitación previa.

«Fui a la gira para hacer la rehabilitación de una lesión. Bielsa me había preguntado si aceptaba ir igual, sabiendo que no iba a jugar, pero con la idea de llegar en condiciones a la Copa», dice Nelson Vivas, uno de los jugadores que con el tiempo se transformaría en baluarte del equipo.

El defensor recuerda cómo el técnico no andaba con rodeos a la hora de marcarles un defecto, buscando la mejoría en su rendimiento. Iba directo al hueso y los jugadores valoraban esa honestidad: «En aquella gira por los Estados Unidos yo me acerqué al grupo luego de hacer mi trabajo específico para recuperarme de mi dolencia y él me marcó un error que cometí jugando para el Arsenal de Inglaterra un par de semanas antes. Había ejecutado mal un cierre como lateral izquierdo, nos habían empatado el partido y perdimos una chance valiosa de ganar el campeonato. Me estaba marcando un simple detalle, pero era correcto. Aunque no me gustó lo que me dijo, tenía razón, había cerrado mal».

Cristian González también formó parte de la lista de la Copa América y su despegue tuvo una charla como punto de partida. Hubo palabras de Bielsa, previas a aquellos partidos, que quedaron grabadas a fuego: «Me dijo que estaba en un momento en el que tenía que definir qué clase de jugador era. Podía ser uno importante o simplemente uno del montón, que a veces juega bien y otros partidos cae en su rendimiento. La Copa tenía que asentarme como jugador».

Con un plantel conformado en su mayoría por jugadores del fútbol local, más un puñado de los que actuaban en Europa, la Selección argentina comenzó su participación en el Grupo C, disputado en la ciudad de Luque, juntó con Ecuador, Colombia y Uruguay.

Burgos; Ibarra, Ayala, Samuel, Sorín; Zanetti, Simeone, Riquelme; Barros Schelotto, Palermo y Gustavo López fueron los once elegidos para el debut ante los ecuatorianos. Con la incorporación de Sorín a la mitad de la cancha cada vez que la situación lo permitía, Riquelme parado como enlace y dos punteros abiertos para abastecer a Palermo, el esquema elegido era 100 x 100 Bielsa.

Un gol tempranero de Simeone antes del cuarto de hora inicial permitió descargar el nerviosismo del bautismo y dos apariciones de Palermo en el complemento sirvieron para estrenar al goleador con la camiseta argentina y exhibir los primeros puntos del torneo. El descuento de Iván Kaviedes sólo sirvió para la estadística, porque la victoria argentina nunca corrió peligro. Con solvencia y una buena dosis de eficacia, el primer paso se daba con firmeza. El equipo había tenido lagunas, pero el triunfo resultaba incuestionable desde cualquier análisis.

Bielsa expresaba sus sensaciones post partido argumentando: «Dentro de un contexto donde evidentemente nos costó jugar bien, creo que ganamos con justicia. Pero toda actuación que no es ideal se revisa. Tenemos que ocuparnos de lo colectivo y de organizar mejor la recuperación de la pelota. A mí me da la impresión de que cuando defendemos bien, atacamos bien.»

El certamen estaba en marcha y la victoria ya posicionaba al equipo con buenas expectativas hacia el futuro. Sin embargo, lo que vendría por delante sería curioso, excitante y, sobre todas las cosas, inolvidable.