VOLVER A VIVIR
El plantel de Newell’s volvió al Novotel Morumbí para encarar la difícil noche de la derrota. Los jugadores se juntaron en una habitación, para hablar, llorar, darse ánimo. La posibilidad de ganar la Copa había estado ahí, y todo el esfuerzo a lo largo del recorrido no fue suficiente. Esa noche nadie durmió.
Como el partido siguiente por el campeonato era ante San Lorenzo y de visitante, se decidió permanecer en San Pablo hasta el viernes y de allí volar directamente hacia Buenos Aires. Generar un microclima fuera de Rosario fue una idea que a todos les pareció saludable. No había que desviarse del objetivo y la definición del torneo lo tenía a Newell’s como principal protagonista.
Bielsa se internó en su habitación y lo único que hizo fue ver fútbol. Como si necesitara revolver el puñal en la herida para, a partir de allí, sentirse fortalecido, repasó en dos oportunidades el video de la derrota con San Pablo y los últimos tres compromisos del rival del domingo por el Clausura. En el primer contacto con sus dirigidos les planteó la manera en que se iba a encarar el futuro: «La herida por la derrota no la vamos a poder cerrar nunca más en la vida. En todo caso, de la única forma que podemos mitigar el dolor y transformarlo es ganando el campeonato y yo quiero que a ustedes les pase lo mismo que a mí. Perdimos la final es cierto, pero ahora tenemos una revancha. Quiero que sepan que no hay reproche alguno y que estoy orgulloso de cada uno de los integrantes de este grupo».
Como si el destino hubiera decidido hacerle un guiño al equipo rosarino, era justo San Lorenzo el rival que podía marcar la recuperación. El mismo de la catastrófica derrota y de la gran recuperación. El del primer título en 1990, el de la exhibición del cuatro a cero en los cuartos de final.
Con todos los titulares salvo Martino, el equipo jugó un partidazo y ganó dos puntos vitales. Liberado de las presiones de la Copa, los de Bielsa brindaron un festival que contuvo presión, excelente actitud y oportunismo para golpear. Berti a los dos minutos de juego y Mendoza a los cinco del complemento marcaron tantos fundamentales para gobernar el partido. Una gran definición con el sello de Zamora le dio categoría de goleada al encuentro y les devolvió la vida a los jugadores leprosos. La posibilidad de volver a ganar el título nacional era concreta.
A mitad de la semana siguiente el panorama se terminó de clarificar. Newell’s enfrentó a Talleres de Córdoba en el partido que aplazó cuando jugó la final de América. En un encuentro cerrado que ni un penal pudo abrir, producto de la contención del arquero Zeoli ante el remate de Berizzo, los minutos se consumían y con ellos la posibilidad de estirar diferencias en la tabla. Hasta que Bielsa movió el banco y los cambios trajeron los goles. Escudero ingresó por Domizzi y pagó su confianza con una volea espectacular para el delirio de todo el Parque Independencia. Luego Soria, que había reemplazado a Lunari, marcó el segundo sesenta segundos después y decretó la fiesta.
Cuando el domingo siguiente, el equipo sumó un punto gracias a su igualdad ante Argentinos Juniors, todo el país supo que la nueva estrella estaba a punto de ser una realidad. La diferencia de cuatro unidades sobre Vélez y Deportivo Español con dos fechas por jugar, le garantizaba al menos el primer puesto. Así lo sintió también el público que al finalizar el encuentro invadió el campo de juego para abrazar a los jugadores y celebrar por anticipado la futura obtención del título.
Sin embargo, aquella tarde Bielsa se fue una vez más expulsado y muy molesto por la actuación de su equipo, incapaz, desde su análisis, de producir situaciones de gol que le permitieran ganar el partido y finiquitar la historia. El empate a cero demoraba lo que podía haber sido vuelta olímpica en casa y obligaba a esperar los resultados ajenos.
El equipo de Liniers quedó afuera de la carrera al empatar con Gimnasia en dos goles, pero la victoria de Español ante Central alargó por unas horas el suspenso. Hasta que el inicio de la última jornada trajo la esperada noticia y permitió liberar el grito de campeón. Deportivo Español igualó con Racing en el adelantado del viernes y automáticamente consagró a Newell’s como el monarca del Clausura antes de disputar su encuentro final ante Platense.
El plantel a pleno, con los dirigentes y allegados, se fue juntando para festejar en la confitería Pan y Manteca, reducto leproso ubicado en la esquina de las calles Córdoba e Italia. Antes de partir al festejo, Bielsa recordó a aquellos que lo apoyaron en las difíciles. Llamó a Raúl Oliveros, ahora ex tesorero, para agradecerle por el respaldo y la confianza brindados en los inicios del ciclo cuando pocos apostaban por el joven y semidesconocido entrenador.
«Nunca lo voy a olvidar. Me enteré que Newell’s era el campeón y aunque me alegré, en seguida me fui a acostar. A los cinco minutos me sonó el teléfono y era Marcelo, para decirme que ese título también me pertenecía y que me agradecía por todo lo que había hecho en mi tiempo de dirigente. Me conmovió casi hasta las lágrimas. Eso entre tantas cosas define qué clase de persona es Bielsa», rememora Oliveros.
Los festejos fueron emocionantes aun desde la tranquilidad que siempre irradiaba el grupo. Bielsa estaba feliz. El plantel había respondido con carácter luego de la final ante San Pablo y pudo cerrar un gran campeonato, ganado de forma inobjetable. Se abrazaba con todos y le pedía repetir las canciones a Ricardo Lunari que manejaba la batuta.
—Luna, Luna… la del sentimiento.
—¿Otra vez Profe, quiere esa?
—¡Sí, vamos de nuevo con la del sentimiento!
Y Lunari accediendo al pedido del técnico arrancaba con el tradicional «¡Ohh… Soy de Newell’s, es un sentimiento, no puedo parar!». La cantaron cerca de quince veces y Bielsa con lágrimas en los ojos la repetía con más fuerza en cada oportunidad.
El domingo 5 de julio salieron a dar la vuelta olímpica como campeones del fútbol argentino Scoponi; Raggio, Gamboa, Llop, Pochettino; Berti, Berizzo, Saldaña; Zamora, Domizzi y Mendoza. Una multitud los acompañó y celebró con ellos el título. El partido con Platense fue una excusa y gracias al empate conseguido por Lunari, reemplazante de Domizzi en el complemento, finalizó uno a uno.
Newell’s fue campeón con veintinueve puntos, dos de ventaja sobre sus escoltas. Ganó once partidos, empató siete y sólo perdió con Estudiantes de La Plata el día que debió poner a todos los pibes. Con veintisiete conquistas se subió al tercer escalón de los más efectivos en la red, y sus ocho goles en contra lo transformaron en la defensa menos vencida.
En un costado, ya sin ese clásico pulóver gris que se repetía en todos los partidos (aunque él lo negara, como para no pensar que era una cábala), Bielsa festejaba de manera más mesurada que aquellas conquistas ante San Lorenzo o Boca. El título le ponía el broche de oro a dos años de esfuerzo, trabajo y extraordinarios resultados. El entrenador sabía del costo de esos veinticuatro meses y se lo hacía saber a sus dirigidos en la última charla técnica, previa al encuentro, con un dejo de tristeza: «Les he pedido tanto, muchachos, que es evidente que no puedo tirar más de la cuerda».
Luego del juego, el secreto a voces que se quería negar, era confirmado por el propio entrenador: «Mi ciclo se ha cumplido. Ésta es una decisión irrevocable. Cumplimos la tarea y es tiempo de descansar. Luego de los partidos finales con River renuncio a mi cargo. Hablé este tema largamente con mi familia y esta mañana se lo comuniqué a mis jugadores. Durante estos próximos seis meses nada de dirigir».
El entrenador comunicaba los plazos de su salida y anunciaba que su ciclo estaba cerrado, más allá de dirigir las finales con River que definirían al clasificado directo para la Copa del año siguiente. Con él, por una cuestión de respeto, también partiría Jorge Valgoni. Los dirigentes buscaban retenerlo y le ofrecían la gerencia general del fútbol, pero la propuesta no parecía seducirlo. Los objetivos cumplidos y el título ganado representaban el mejor final y planteaban el escenario perfecto para ejecutar la salida.
La idea era continuar un par de semanas más, pero las decisiones se iban a modificar sobre la marcha, para sorpresa de todos.