AGRADECIMIENTOS

Cuando vi La invasión de los ultracuerpos de niño, supe que algún día yo contaría esa historia. Durante todo el tiempo que ha transcurrido desde entonces, sin embargo, no he estado solo.

A mis padres, a quien no les dio miedo que viera esas películas cuando todavía no tenía la edad. Gracias. La única vez que me mandaron a dormir fue con El exorcista. Debo confesaros que vi un buen trozo desde la puerta de mi cuarto.

Miriam es la mejor hermana imaginable, y la más viajera. Me hace mucha ilusión saber cuánto esperaba esta novela, así que también es tuya. Por todos los momentos que compartimos viendo Friends y por ese póster de Freddy Kruger que me hiciste descolgar porque te asustaba.

A Saira, Alberto, Sule, Moisès, Laura e Íker, perdonad mi malhumor de los domingos por la tarde. Y a Montse, que le salgo muy barato.

El día que presenté La mala dona conocí a Piñol. Tú y yo seremos amigos del alma, vaticinó. Y acertó de pleno. Gracias, Adolecedor, por todo el apoyo que me has prestado durante este tiempo. Eres muy grande, tío.

Casi por casualidad, me topé con Víctor García Tur, futura estrella de la literatura catalana. Y desde el principio me dio muy buenas vibraciones. Con él he hecho una mudanza y con él visité el Carmel una tarde que hacía mucho frío. Y siempre partiéndonos de risa. Un crack, Tur.

Pere Negro y Barbara Gregorelli, los dos entusiastas que desde el primer día me azuzaron y que siempre han creído en mí. Espero poder compartir muchas más cenas con vosotros y con el abuelo del sofá (pero omitiremos cualquier mención a la ouija).

Gala de Peiró me echó una mano con las traducciones al ruso de los bloggers de Mongolia. ¡Y eso que ni siquiera nos conocemos en persona!

A Herr Paulo y Míster Clua, tal como dicen en Indiana Jones y la última cruzada: «Hoy has perdido, chico, pero no tiene por qué gustarte».

Esta novela no sería la misma sin David Casulleras y Diego Valentín Delgado (y Sònia), que han cedido nombre, vida y cara a los personajes homónimos. Gracias por ser valientes y aceptar el experimento. Estoy en deuda con vosotros (la deuda es moral, no esperéis guita).

Para Sergio Makaroff y Maite Buendía, toda la culpa es mía.

A todos los compañeros de trabajo que tenéis que oírme una y otra vez. Me parece que tengo cuerda para rato, así que tomáoslo con calma.

Tengo la cara de Isabel Obiols en la cabeza cuando le conté de qué iba la novela y le regalé Soy leyenda. A ella, gracias por la paciencia. A la gente de La Magrana, ¡seguid con este entusiasmo contagioso!

Para todos los que clicáis «Me gusta» en Facebook, la gente de los blogs y el FFAB, el Senyor Q y familia, y una larga lista cuya enumeración resultaría muy injusta porque me dejaría a alguien importante. Me gusta.

Jack Finney tuvo la idea original con su The Body Snatchers, así que se lo debo prácticamente todo. Richard Matheson hizo el resto. Y gente como Nick Hornby o Garth Ennis siempre ha estado presente como fuente de inspiración durante el proceso de creación de esta novela.

Y, finalmente, a Eva, porque ella es todo lo que necesito. Si alguna vez debemos hacer frente a una invasión alienígena, no dudes de que juntos lo pasaremos muy bien.

MARC PASTOR

27 de enero de 2010

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