Para mi familia, que es para mí más valiosa que nada en el mundo.

Para mis padres, Jack y Angie Abromitis, que me inculcaron la confianza para creer que cualquier cosa que intente es posible.

Para mis hijos, Patrick y Marisa, que me inspiran y me hacen desear siempre ser la mejor persona que pueda ser.

Para mis yernos, Karen y Michael. Sois ya como mis propios hijos.

Para Alice y Lily, mis preciosas nietas. Me habéis aportado amor y alegría y eso está más allá de las palabras.

Para Betty, la mejor suegra del mundo. Y para la tía Margie, a la que siempre echaré de menos. Pawleys Island no será la misma sin ella.

Y para mi marido Pat. Por los nuevos principios.