Alexander, no obstante, descubrió que podía hacer algunas opciones, como la de hablar o no hablar. Esta capacidad de opción le permitió determinar, hasta cierto punto, la calidad de las acciones por él elegidas. Así llegó a comprender que su capacidad tenía un potencial mucho más grande de lo que él estaba utilizando. Su capítulo sobre «La evolución de una técnica», en El Uso de sí mismo, da cuenta de sus intentos de controlar plenamente su poder de opción. Alexander advirtió que las opciones que hacía respecto al Uso de su organismo eran fundamentales, puesto que afectaban directamente a su funcionamiento y, por lo tanto, influían en todas las demás opciones. Con el término «Uso», Alexander se refería al proceso de control sobre todas aquellas acciones que le parecía posible someter a su control.
El concepto de Uso tiene la misma importancia básica que los de «herencia» o «medio ambiente». Generalmente, la herencia se considera como el factor que fija nuestro potencial, y el medio ambiente como el que determina hasta qué punto se puede actualizar dicho potencial. Pero para completar esta imagen es necesario el concepto de Uso. Veamos, por ejemplo, el caso de un hombre que bebe demasiado. Su problema puede deberse a diversas influencias hereditarias y ambientales. Es posible que, con el tiempo, ese hombre sedé cuenta de que la bebida le produce un efecto perjudicial y, en consecuencia, decida dejarla. Aunque quizá le resulte imposible optar sencillamente por no beber más, el potencial para esa opción existe. Puede buscar ayuda en la hipnosis, la quimioterapia, el psicoanálisis o el confinamiento voluntario. Sin embargo, es interesante observar que la forma de tratamiento que presenta mayores probabilidades de éxito, la ofrecida por Alcohólicos Anónimos, intenta poner al individuo en contacto con su propio sentido de la responsabilidad y la integridad, dándole el apoyo necesario para que sea capaz de enfrentarse a los hechos y utilizar su capacidad de opción.
Alexander llamó a esta capacidad de opción «la herencia suprema del hombre», pues percibió que la forma en que la utilizamos repercute en todos los niveles de nuestro funcionamiento. Alexander descubrió que podía usarse de distintas maneras, y que algunas de esas maneras eran mejores que otras en cuanto al funcionamiento. Todos sabemos que la forma de manejar una herramienta determina su eficacia. Un cincel utilizado como destornillador no sólo será ineficaz, sino que resultará dañado. La analogía con la forma en que nosotros mismos nos utilizamos es limitada, porque somos una herramienta de gran complejidad. Pero lo cierto es que, para bien o para mal, consciente o inconscientemente, nos estamos utilizando todo el tiempo.
Los efectos de un Uso defectuoso tienden a ser pasados por alto, porque, en general, un mal Uso no produce consecuencias graves inmediatamente observables. Viene a ser como el continuo goteo que desgasta la piedra. En La constante universal de la vida, Alexander observa:
Un buen uso de sí mismo ejerce sobre el funcionamiento general una influencia para bien que no sólo es continua, sino que con el tiempo se hace cada vez más fuerte, convirtiéndose, por así decir, en una influencia constante que tiende siempre a mejorar el nivel de funcionamiento y a perfeccionar la forma de reaccionar. Un mal uso, por otra parte, ejerce una influencia negativa continua que tiende a rebajar el nivel de funcionamiento general y se convierte en una influencia constante que estorba siempre a todas las actividades funcionales surgidas en respuesta a estímulos provenientes de dentro y de fuera de sí mismo, y que afecta negativamente a la calidad de todas las reacciones.