Ya hace más de ochenta años que Alexander divulgó por primera vez sus personalísimos descubrimientos sobre el papel del cuerpo en el desarrollo del aprendizaje consciente, pero mucha gente apenas empieza ahora a darse cuenta de que la obra de Alexander es una poderosa herramienta para incrementar el conocimiento de uno mismo y cambiar los hábitos. Además, también descubren que es una herramienta inapreciable para la práctica de disciplinas tales como el yoga, la meditación y el tai-chi.
En realidad, la distinción entre las categorías citadas no suele ser tan clara, por supuesto. Hay gente que estudia la técnica por los tres motivos a la vez, y hay quien parece estudiarla sin ningún motivo en particular. Lo más importante, sin embargo, es que, sea cual fuere la razón por la que estudian, los principios que se les enseña no varían.
En las páginas siguientes espero aclarar un poco la naturaleza, el desarrollo y la aplicación de los principios de Alexander. El libro empieza con un breve resumen de la vida de Alexander, en cuanto se relaciona con sus descubrimientos. Luego paso a exponer detalladamente esos descubrimientos. El propósito con que lo hago es triple. Primero, quiero que el lector vea por sí mismo el carácter científico de las investigaciones de Alexander. En su introducción al libro de Alexander El Uso de sí mismo, Dewey escribió:
Aquellos para quienes la ciencia no es meramente un desfile de términos técnicos hallarán en esta obra la esencia del método científico en cualquier campo de investigación. Hallarán el registro de una larga, continuada, paciente e incansable serie de experimentos y observaciones, en la cual todas las conclusiones son ampliadas, puestas a prueba y corregidas mediante nuevos experimentos e investigaciones. Personalmente, no puedo exagerar mi admiración —en el sentido original de la palabra, tanto de maravilla como de respeto ante la perseverancia y meticulosidad con que fueron realizados experimentos y observaciones de tan enorme dificultad.