CAPÍTULO 27

Jaina Solo se sentó sola y como una desconocida entre todos los pilotos reunidos para la sesión informativa impartida por el coronel Gavin Darklighter en el camarote principal del Invulnerable, la lanzadera clase Lambda del senador A’Kla. A pesar de su relativa juventud, el coronel era una de las personas de más edad de la sala. A Jaina le confundió un poco el hecho de que la mayoría de los pilotos fueran casi de su edad, y estaba casi segura de que uno de los que habían pilotado los feúchos tenía los mismos años que su hermano Anakin.

Además de los pilotos del Escuadrón Pícaro y de los dos escuadrones de feúchos, también habían acudido a la reunión los de los distintos cargueros. Elegos estaba sentado en la primera fila, a un lado, más como un observador que como un participante; aunque su nave tenía la misión de ir en vanguardia hacia el punto desde el cual los yuuzhan vong lanzaran su ataque.

Gavin hizo una señal a la mayor Varth y ésta activó la holografía de un coralita.

—Ya habéis visto coralitas antes y os habéis enfrentado a ellos. No sabemos cómo apoyan las incursiones terrestres, pero no cabe duda de que los rayos de plasma matarán a cualquiera que se cruce en su camino. Tenemos que distraerlos y evitar que lo hagan. Ésa será nuestra misión principal y la llevarán a cabo los Escuadrones Pícaro y Salvaje.

Los Salvajes asintieron y se dieron palmaditas en la espalda. En Dantooine habían divido a los feúchos en nuevos escuadrones, y el Salvaje estaba compuesto de garras con escudos. Los Pícaros empezaron a llamarles Los Recuperados, pero los pilotos dejaron claro que no querían bromas a su costa. Pero el hecho es que sabemos que sufrirán muchas bajas en el ataque. Sus naves no pueden soportar los tirones y sacudidas que soportan las nuestras.

El otro escuadrón, el Fuerte, estaba compuesto por las naves menos potentes, incluidas las que tenían cañones de iones o las que no contaban con escudos. Gavin se giró hacia esos pilotos, que se habían puesto unas bufandas rojas para parecer más intimidatorios. Y la verdad es que el truco funcionaba hasta para un artillero de popa gamorreano que viajaba en un viejo Ala-Y sin escudos.

—Tendréis la misión de interceptar el ataque por tierra. Cuando alejemos a los coralitas os ocuparéis de las tropas de infantería. No tenemos ni idea de cómo es su transporte de tierra, si es que tienen. Es importante eliminar todo lo que sea grande, y tendréis que utilizar torpedos de protones o misiles de impacto, pero sólo con una estrategia de ataque muy específica.

La mayor Varth pulsó unas teclas en su datapad y la holografía estática adquirió movimiento. La idea más aproximada de la apariencia que debía de tener el transporte terrestre yuuzhan vong era una especie de escarabajo gigante con miles de pies. El vehículo se desplazaba lentamente mientras un trío de naves se acercaba a él. Las dos primeras lanzaron unas cuantas ráfagas a distancia sobre el transporte. El tercer caza voló a ras del suelo y disparó un torpedo de protones hacia el objetivo. El vehículo yuuzhan vong se sirvió de los agujeros negros para absorber las ráfagas, pero no pudo interceptar el torpedo. El misil estalló, haciendo saltar el escarabajo y partiéndolo por la mitad, antes de que los pedazos volvieran a caer al suelo.

A Gavin se le dibujó una media sonrisa.

—Os repito que no sabemos qué apariencia tendrán los vehículos de tierra de los vong. Hemos puesto un escarabajo porque sabemos que los utilizan, pero su apariencia no es relevante. La idea es abrumarles con nuestros disparos y después lanzar un torpedo hacia la nave.

A Elegos se le tensó la piel púrpura de los párpados.

—Coronel, discúlpeme, ¿no cree que es una estrategia un poco ingenua? No sabemos la cantidad de dovin basal que tendrán los vehículos de tierra. Podríamos desperdiciar torpedos.

Gavin asintió sombrío.

—Estoy de acuerdo, pero la posibilidad de matar a unos cuantos vong merece la pena. Además, sea cual sea su armamento, seguro que puede hacernos daño, así que tenemos que eliminarles.

A Jaina le surgió una duda de repente.

—¿Oficial de vuelo Solo?

—Perdone, coronel, pero acaba de decir algo que apoya lo que ha dicho el senador. La anomalía gravitatoria que crea el dovin basal absorbe el torpedo de protones y lo elimina, impidiendo o conteniendo la detonación.

—Eso es lo que creemos que ocurre. Pensamos que la energía contenida puede agotar al dovin basal, que es el proceso equivalente a sobrecargar un escudo.

—Exacto, eso he pensado yo —ella sonrió—. ¿Y si se lo ponemos difícil a los dovin basal para contener la energía?

Gavin frunció el ceño.

—No entiendo qué quiere decir.

—Bueno, esto es lo que pienso: si reprogramamos los torpedos de protones y los misiles de impacto para que obtengan los datos de navegación desde nuestras naves con regularidad, podríamos conseguir que explotaran antes de que aparezca la anomalía gravitatoria para interceptarlos. Los misiles explotarían y liberarían toda esa energía. El agujero negro absorbería parte, pero el resto podría dañar a las tropas de tierra o a otros vehículos que no estén cubiertos por agujeros negros en ese lado. La onda expansiva de la explosión derribaría a los soldados, y el calor haría que todo ardiera.

Gavin se pasó una mano por la perilla y añadió:

—Pero nos permitiría causar daños de todas formas. Aun así, los pilotos tendrían que mantener las posiciones un momento, lo que les convertiría en un blanco fácil.

La mayor Inyri Forge levantó la mano.

—En asaltos de tierra, los torpedos no tardan tanto en alcanzar los objetivos. Un par de segundos, no más.

Uno de los pilotos del Fuerte asintió.

—Nosotros también podríamos introducir en nuestros misiles los objetivos que designen los cargueros. Salimos de repente, soltamos los misiles y, o nos largamos de allí o soltamos otro más. Si orientáramos los disparos en formaciones cerradas podríamos causar daños graves.

El líder del Escuadrón Pícaro asintió.

—La modificación del plan es sencilla y funcionará. Bien, haré que los androides cortadores codifiquen una simulación de esta estrategia para ver cómo sale. Los pilotos de los cargueros necesitaréis saber si podéis modificar la programación de los sensores para proporcionar a nuestros misiles la telemetría que necesitan, pero eso no será difícil. Eso sí, de cerca tendréis que utilizar el disparo manual porque los sensores estarán ocupados. Cuando los vong se acerquen demasiado como para lanzarles torpedos, no necesitaréis los datos de los sensores, pero podréis acceder a ellos.

Gavin se mordió el labio un momento.

—Escuchadme todos. Esto no va a ser fácil. Normalmente los pilotos tendemos a envolvernos en la tradición y el romanticismo de los duelos entre las estrellas. Los cazas que pilotamos nosotros son iguales a los que acabaron con las dos Estrellas de la Muerte y han derribado a muchas naves imperiales y contrabandistas. A menudo nos enorgullecemos e incluso fanfarroneamos que nuestros combatientes son nuestros iguales en habilidades. Suele ser una pelea justa.

»Pero esto no va a ser ni mucho menos una pelea justa. Cuando les quitemos la protección de los cazas a las tropas de tierra será para atacar lo más rápido posible. Los disparos de láser a voleo pueden no provocar más que un rasguño a un caza enemigo, pero también es posible que frían a algún guerrero en un segundo. No será bonito, pero sí necesario.

Gavin señaló hacia el ventanal que daba al campo de refugiados y a las hogueras encendidas para alejar la oscuridad.

—Es necesario porque toda esa gente de ahí no sabe combatir. Muchos de ellos tienen pistolas láser, pero si llegan a dispararlas será porque nosotros hemos fracasado. La seguridad de esas personas, tanto adultos como niños, es más importante que nuestra supervivencia. Eso no significa tengáis que comportaros como idiotas, pero el valor a veces requiere ser un poco menos racional y sensato.

Chasqueó los dedos y alzó la mano a modo de despedida.

—Ya sabéis lo que tenéis que hacer. Una simulación, a la cama y listos. Cuando vengan, tendremos que detenerlos. Nada más y nada menos.

* * *

Jacen se colocó detrás de una de las murallas de barro y restos de plastifibra levantadas en el perímetro del campamento. Su turno de guardia había terminado hacía un par de horas. Había comido algo e intentó dormir, pero estaba más que despierto. Volvió a su puesto y relevó a otro hombre para que fuera a acostar a sus hijos. Si tengo que sentirme desgraciado, al menos ayudaré a otro a que no se sienta así.

Los acontecimientos de la semana anterior tenían a Jacen muy confundido. Su visión había sido increíblemente real, pero, cuando decidió seguirla, todo fue un desastre. La imagen de su tío entrando en el campamento yuuzhan vong y blandiendo los dos sables láser se mantenía en su cabeza. Conocía a Luke Skywalker desde que nació, y le tenía respeto como Maestro, pero hasta aquel momento nunca lo había visto como lo veían algunas personas. Su tío había conseguido sus grandes triunfos mucho antes de que él naciera, así que para él siempre fue una leyenda, pero nunca había tenido la oportunidad de comprobar por qué se había convertido en una.

La exhibición había impresionado tanto a Jacen como la debilidad que había sentido su tío tras ella. El uso directo de la Fuerza parecía envejecer a Luke terriblemente. Cuando regresaron al Coraje, activaron el piloto automático y, mientras Jacen se curaba la herida de la cara, Luke se retiró a meditar y a recuperarse de la odisea. El joven se acarició el pequeño bulto, que era el único recuerdo tangible de lo cerca que había estado de convertirse en esclavo de los yuuzhan vong.

Sin esto, quizá no creería lo que pasó.

—No te toques la herida, Jacen, o te quedará cicatriz.

El joven Jedi se giró y, a pesar de que el gesto le tiraba del bultito, sonrió a Danni.

—Una cicatriz me daría un aspecto más apuesto, ¿no crees?

Ella ladeó la cabeza y le miró. Apretó los labios y negó con la cabeza.

—No lo necesitas. Ya eres muy atractivo cuando quitas la preocupación de tu mirada.

Jacen parpadeó.

—No es preocupación, sólo confusión. Y no debería ser tan evidente, a no ser que la estés percibiendo con la Fuerza.

—He estado practicando las enseñanzas de Jaina, pero me he estado concentrando en levantar objetos pequeños y en no expresar mis sentimientos —se abrazó la cintura—. Cuando me conecto a la Fuerza me doy cuenta de lo torpe que es la gente con sus sentimientos. Algunas personas son como cubos llenos de emociones que derraman por todas partes.

Jacen utilizó la Fuerza para llegar a Danni y percibió una chispa de temor latiendo en el interior de la chica.

—Te estás guardando muy bien las cosas, aunque el miedo no debería ser una de ellas. El miedo conduce al odio…

—Lo sé, y es un paso hacia el Lado Oscuro —ella exhaló lentamente, se puso al lado de Jacen en la muralla y contempló la oscuridad. El fuego de las hogueras provocaba reflejos dorados en su pelo—. Me capturaron una vez, y no quiero volver a ser su prisionera. No podría soportarlo, no podría.

—No causan buena impresión a sus invitados, ¿verdad?

—No —ella le miró con la mitad del rostro oculto en la sombra—. Me gustaría ser tan valiente como tú. Bromeas con lo de los invitados.

—O me río o me pongo a llorar, Danni —Jacen se apoyó en la muralla—. Sabes que ser valiente no tiene mucho truco. La mayor parte del tiempo consiste básicamente en no saber lo que pasa. Cuando escapamos no tuve tiempo de tener miedo, y la verdad es que tú tampoco. No lo tuviste entonces, cuando era importante.

—Pero ahora sí. Siento el miedo en todas partes. Está en todas partes.

Jacen asintió lentamente.

—Hay mucho temor en el campamento, sí, y un poco más ahí fuera —señaló a la oscuridad—. Quizá lo puedas sentir también. Es como un zumbido raro en la Fuerza. El tío Luke y yo aprendimos a asociarlo con los esclavos de los yuuzhan vong. Esos alienígenas les hacen algo a los esclavos. Estoy empezando a sospechar que la avanzadilla de sus tropas estará compuesta por algún tipo de esclavos. Pueden permitírselo, y así probarían sus métodos contra nosotros sin tener bajas entre los suyos.

—¿Crees que ganaremos?

Él se encogió de hombros.

—No creo que tengamos otra opción. Diría que sí, pero, en caso contrario, no estaremos aquí para discutirlo.

Danni levantó una ceja.

—¿No presientes nada con la Fuerza?

—No, y no sé si creería lo que viera —Jacen suspiró profundamente—. No sé qué pensar. Hace dos semanas estaba seguro de que lo que debía hacer para alcanzar todo mi potencial como Jedi era retirarme, convertirme en ermitaño y acentuar mi conexión con la Fuerza. Y ahora me doy cuenta de que mis habilidades como Jedi son necesarias para ayudar a la gente. No tengo palabras para expresarte lo que sentí cuando salvamos a Mara y a Anakin. Quizás ahí fuera haya alguien que desprecie a los Jedi, pero aquí hay gente que nos tiene por auténticos salvadores. Cuando mi tío va por el campamento, puedes sentir las oleadas de orgullo y esperanza a su paso. Hay niños luchando con palos y haciendo zumbidos como si fueran sables láser. Quizá sólo sea que en momentos así la gente se agarra a un clavo ardiendo, pero me siento bien dándoles esperanzas.

—¿Así que has aceptado que un Jedi tiene responsabilidades más allá de su relación con la Fuerza?

—Yo no lo diría exactamente así, no, pero creo que la respuesta es sí —se agitó incómodo—. Pero sigo pensando que si tuviera una relación más profunda con la Fuerza, si la comprendiera mejor, habría podido localizar el fallo de mi visión. El tío Luke dice que el futuro está en constante movimiento, así que quizá mi visión fue verdadera hasta un momento en el que alguien hizo algo y la cambió. Y si hubiera salido igual, quizá no hubiéramos llegado a salvar a Mara y a Anakin, así que no me puedo quejar de cómo salió todo. Sin embargo…

—Sin embargo, quieres mejorar tu relación con la Fuerza. Si quieres seguir ese camino, tienes que saber cómo dar el primer paso.

Jacen se volvió hacia ella y sonrió.

—Sí, creo que así es.

Danni asintió y se enrolló un rizo dorado en el dedo.

—Quizás el camino que estás buscando, como el futuro, esté en constante movimiento. Y quizás tu camino ahora es dar esperanza a estas personas, y en otro momento será largarte por ahí tú solo. Cuando llegues a un punto decisivo podrías abandonar un camino y seguir otro. Y sólo tu experiencia pasada podrá guiarte.

—Sí, y no tengo esa experiencia, ¿verdad? —Jacen negó con la cabeza—. Suena como si hubieras pensado mucho en la Fuerza.

—En la Fuerza no, pero en la vida sí. También he tenido que tomar decisiones, como todos. Me podría haber quedado en Commenor, haberme casado y haber tenido niños; pero en lugar de eso me uní a la Sociedad ExGal y me destinaron a Belkadan. Si sobrevivo a esto, quizá tenga la oportunidad de reconsiderar ese tipo de decisión.

Jacen sintió que se ponía rojo.

—¿Quieres casarte y tener niños?

—Si aparece el hombre adecuado, es posible, sí —se encogió de hombros—. Con todo lo que está pasando, no sé si me puedo fiar de mis sentimientos. Gratitud, miedo, curiosidad… lo mezclo todo en mi interior.

—¿Y ahora no estás con nadie? —Jacen dejó la pregunta colgada en el aire un segundo, pero enseguida cayó pesadamente al suelo. Sabía que era ridículo que una mujer cinco años mayor se fijara en él, pero… Dijo que yo era atractivo… Pero seguro que me ve como un niño

—El amor es una parte de mi vida que decidí dejar para luego. Quizá luego se haya convertido en ahora, no sé —ella le sonrió—. Si tú fueras algo mayor y yo algo menor, y las circunstancias fueran distintas, no sé. Quiero decir, siento algo por ti, Jacen, pero está mezclado con todo lo demás. Fue todo un detalle que me trajeras las holografías y los recuerdos de Belkadan. No sabes cómo me sentí…

—¿Con todo lo que está pasando, no confías en tus sentimientos?

Danni asintió.

—Los líquidos bajo presión no hierven cuando deberían, y con las emociones pasa lo contrario. Creo que eres maravilloso y te quiero como amigo. Por lo demás, bueno, tú lo has dicho, el futuro está en constante movimiento.

Jacen sintió una punzada de dolor. Al crecer en la academia se había sentido atraído más de una vez por alguna estudiante, pero Danni era la primera mujer que le gustaba fuera de ese entorno. Tuvo que admitir que el haber estado encerrado con ella en una minúscula cápsula de rescate les había proporcionado un grado de intimidad física que no suele darse apenas se conoce a alguien. Él fantaseaba con ella, pero también pensaba que estaban unidos por el clásico romance del héroe que salva a la damisela en apuros.Reviviendo la forma en que mi padre conoció a mi madre

Ella le miró a los ojos.

—Espero no haberte hecho daño.

—Los Caballeros Jedi no conocen el dolor, Danni —Jacen le dedicó una valiente sonrisa—. En momentos como éste, un amigo es un auténtico tesoro. Y teniendo en cuenta las circunstancias, mi vida y la tuya quiero decir, probablemente lo mejor sea ser amigos.

Ella le acarició la mejilla.

—Es una respuesta muy madura, Jacen. Eres realmente especial.

—Gracias, amiga mía —Jacen suspiró y volvió a concentrarse en la oscuridad—. Los amigos tienden a sacar lo mejor de mí.

* * *

Anakin se detuvo cuando la puerta del camarote de Luke y Mara se abrió. Luke salió y sonrió a su sobrino.

—Mara está descansando.

El chico asintió.

—No voy a molestarla —señaló al pasillo—. Sólo quería…

—Me gustaría que pasearas conmigo, Anakin.

Anakin captó un tono ligeramente distante en la voz de su tío y lo reconoció de inmediato.

—Sí, tío Luke.

Caminó tras él, a su izquierda y a medio paso de distancia. Se había dado cuenta de que era la mejor posición para un aprendiz diestro. Así, si desenfundaba el sable láser por descuido, no diseccionaría accidentalmente a su Maestro.

Luke le miró y sonrió.

—Me alegra verte tan bien. Los yuuzhan vong te dieron una buena.

Anakin se encogió de hombros. Todavía sentía los parches bacta sobre los cortes, las heridas superficiales no eran tan graves como para hacerle guardar cama.

—Un Jedi no conoce el dolor, Maestro.

—Pero sí conoce la gratitud —Luke se detuvo ante su sobrino y le puso las manos en los hombros—. Has cuidado a Mara de maravilla. Me lo ha contado todo y estoy muy orgulloso de ti. No pensé que la misión fuera a exigirte tanto. Me avergüenza decir que si hubiera sabido lo que iba a pasar no te la hubiera encomendado. Ahora me alegro de haberlo hecho.

—No podía fallarte, tío Luke, y no podía fallar a la tía Mara —Anakin se encogió de hombros y enganchó los pulgares en el cinturón—. Hice lo que exigía la misión. Siento no haber podido salvar el Sable, las pistolas láser y las demás cosas. De haber sabido…

—No, Anakin, sin reproches. Lo que hiciste fue la mejor opción.

—Es demasiado generoso por tu parte.

Luke negó con la cabeza y miró a su sobrino de una forma que hizo que Anakin se estremeciera.

—Cuando tuve la visión de dónde ibais a estar y de dónde íbamos a encontraros, supe que podían pasar un millón de cosas que cambiarían ese futuro. Si hubieras dado un paso atrás, si te hubieras parado o hubieras pensado en rendirte, Jacen y yo no habríamos podido salvaros. Hiciste exactamente lo necesario, igual que cuando salvaste a tu padre en Sernpidal. Y cuando hiciste acopio de voluntad para que Mara pudiera escapar…

El Maestro Jedi alzó la barbilla.

—En ese momento, brillaste con mucha intensidad en la Fuerza… eras resplandeciente y, por mucho que lo hubieran intentado, no habrían podido contigo.

—Vaya —Anakin pestañeó—. Digo, gracias, Maestro.

Luke rió en voz baja.

—Como Maestro te agradezco tu actuación como aprendiz de Jedi. Y, por otra parte, tienes mi gratitud personal por salvar a mi mujer. Por desgracia, no estamos en situación para ceremoniales.

El chico se enderezó y se puso todo lo firme que pudo.

—Maestro, lo único que pide este aprendiz es que le permitas luchar a tu lado.

Luke le revolvió el pelo.

—No lo veas como una recompensa, Anakin. Si estuviera en mi mano, nunca volverías a luchar. Aguantar, matar, arriesgar tu propia vida… es algo que preferiría que ninguno de nosotros hiciera nunca más. Dejaré que luches junto a mí porque, en honor a la verdad, la situación lo requiere. Y también porque sé que, en cualquier circunstancia, tendrás el corazón y la inteligencia necesarios para hacer lo que haga falta para salvar a los demás.

Anakin sintió un escalofrío.

—Eso suena a recompensa.

—Yo no lo veo así —Luke suspiró—. Pero creo que tendremos que convencer a los yuuzhan vong de que mi punto de vista es el correcto, y hacerles ver que sus acciones no tendrán recompensa.