CAPÍTULO 14
Una rápida ojeada a las instalaciones de ExGal bastó para demostrar lo eficaz de la advertencia que los yuuzhan vong habían dejado en la puerta. Luke no encontró señales de vida, pero había muchas pruebas de la intensa violencia con la que los yuuzhan vong odiaban la tecnología. Habían reducido a pedazos la maquinaria, y la cantidad de líquido oscuro que formaba huellas y salpicaba las paredes daba a entender que los yuuzhan vong no habían tenido reparos a la hora de sufrir daños físicos en su orgía de destrucción.
Luke sintió un escalofrío al visualizar la imagen, que cristalizó en su mente mientras se agachaba para tocar una sangrienta huella con el dedo. Su incapacidad para detectar a los yuuzhan vong mediante la Fuerza le perturbaba en gran medida, pero tenía la esperanza de que eso fuera lo único raro de ellos. Su aparente fanatismo, evidenciado por su voluntad de sufrir daños en la realización de sus creencias, los alejaba muchísimo de lo que a él le parecía un comportamiento normal. Luke conocía especies famosas por su estoicismo ante el dolor, pero los yuuzhan vong parecían ir todavía más allá.
También sabía que su percepción de la furia yuuzhan vong estaba probablemente exagerada por la ausencia de la información que normalmente le proporcionaba la Fuerza. En el pasado, en otros escenarios de destrucción, había sido capaz de captar huellas subliminales de la ira. Eso le permitía calibrar la profundidad de las emociones de los causantes, dando mayor o menor importancia a la destrucción que presenciaba. Corran dijo una vez que la diferencia entre esa impresión y la prueba física de la violencia podía indicar si el escenario del crimen había sido manipulado para que un simple asesinato pareciera un robo chapucero.
Pero esto es más que una manipulación. El Maestro Jedi se levantó lentamente y miró a Jacen.
—¿Encuentras algo útil?
Su sobrino levantó un muñeco decapitado.
—Es uno de esos juguetes con circuitos dentro para que aprenda frases y cosas así. Es inofensivo, pero lo destrozaron como si fuera otro ordenador.
R2-D2 pasó por encima de un montón de paneles de circuitos aplastados y soltó un silbido nervioso.
—Es evidente que a los yuuzhan vong no les pareció un juguete inofensivo —Luke negó con la cabeza—. Desde su punto de vista, era tan abominable como el resto de este equipo.
Jacen frunció el ceño un instante, pero su expresión se suavizó y asintió lentamente.
—Si piensan que las máquinas son malas, entonces esto sería algo diseñado para corromper a los más pequeños. Y, en vez de eso, ahora es un juguete roto destinado a un niño que nunca lo disfrutará —el cuerpo quebrado del muñeco cayó de entre sus manos y fue a parar a un montón de escombros.
Luke se acarició la barbilla.
—Lo que no veo es ningún cambio a consecuencia del holocausto provocado por los yuuzhan vong. Las plantas verdes no han conseguido entrar aquí…
—Quizá no le haya dado tiempo —Jacen movió los escombros con el pie—. Creo que percibí en el sudoeste una concentración de las formas de vida debilitadas y enfermas. Eso situaría estas instalaciones entre ellas y nuestra nave.
Luke pensó un momento y reprimió una sonrisa. El tono imperturbable de Jacen al referirse al bombardero como «nuestra nave» le incluía automáticamente en una misión de reconocimiento. Luke hubiera preferido dejarle con R2-D2, pero se dio cuenta de que no tenía forma de saber si los yuuzhan vong estaban cerca, y, por tanto, no podía garantizar que Jacen estuviera más seguro en la estación que a su lado.
—Está bien, pero primero tomaremos precauciones. Revisaremos la torre de comunicaciones y veremos si puede transmitir datos. Si es así, la conectaremos con la nave y utilizaremos los intercomunicadores para realizar sobre la marcha un informe de lo que veamos. La nave clasificará los datos. Erredós lo transmitirá todo si nos cortan las comunicaciones o si empleamos determinadas palabras clave.
Jacen sonrió tímidamente.
—A mí no se me hubiera ocurrido tomar esa precaución.
—Hemos venido para aprender todo lo que podamos y para salvaguardar el resto de la Nueva República.
Su sobrino levantó la cabeza.
—Y para ver si logramos encontramos algo que pueda ayudar a curar a Mara, ¿no?
Luke asintió.
Eso también. Nuestra misión es más importante que nosotros. No vamos a arriesgarnos a lo tonto, pero no vamos a ignorar nuestro deber, ¿entiendes?
El joven asintió.
—Sí, Maestro Skywalker.
* * *
Tras arreglar la instalación de la antena de telecomunicaciones ayudados por R2-D2, ambos se quitaron las túnicas Jedi y se pusieron los uniformes de combate A/KT. A Luke, el mono ajustado le recordaba mucho a su uniforme de piloto, aunque éste era de un color verde tan oscuro que casi parecía negro. Llevaba codos y rodilleras, y estaba acolchado en pecho, espalda, brazos y piernas para añadir protección. Habiendo oído por boca de Mara lo fieros que eran los yuuzhan vong en la lucha, Luke no quería correr riesgos.
Si ellos llevan armadura, nosotros también. Tiró de unas correas para ajustarse más el traje, y se puso un casco y unos guantes. También se colocó unas gafas. Por último, se ajustó una pistola láser en el cinturón y se colgó el sable de un enganche del traje.
—Estoy listo.
Jacen asintió.
—Yo también.
El traje de Jacen parecía idéntico al de Luke, excepto por el color. Era rojo oscuro, mucho más oscuro que el color de la sangre seca. Luke se dio cuenta de que el tono del traje camuflaría la sangre en caso de que Jacen resultara herido, un pensamiento que le hizo estremecerse. Dejó que la calma fluyera tras esa idea, recordándose que, gracias a la Fuerza, él sabría si Jacen estaba herido o no. También le consoló la certeza de que su sobrino era bastante inteligente.
—Sólo vamos a recopilar información, Jacen. Esta excursión no tiene nada de heroico.
—Vale.
Salieron del recinto de ExGal y se dirigieron hacia el sudoeste a través de una zona de colinas bajas. La capa verde del suelo se había extendido bastante y cubría los árboles que habían sido devastados por el ataque medioambiental de los yuuzhan vong. Había indicios de plantas nativas que intentaban renacer, pero se habían dado cuenta de que el follaje alienígena parecía decidido a ocupar su lugar y ahogarlas. Mediante la Fuerza, Luke percibió una impresión perfectamente normal y saludable con respecto a la planta yuuzhan vong. Pero había señales por todas partes de que su expansión era de todo menos benigna.
Las plantas autóctonas no están preparadas para esta invasión, así que la planta alienígena se limita a expandirse sin límite. Para ella es algo totalmente natural. Las implicaciones de esa idea le hicieron estremecerse. Había una analogía innegable entre los yuuzhan vong y la planta que habían llevado a Belkadan. Si la Nueva República no estaba preparada para rechazarlos, los yuuzhan vong se expandirían por la galaxia. Para ellos sería algo totalmente natural.
Lo que los yuuzhan vong habían hecho se iba revelando con naturalidad a medida que Luke percibía con más claridad a las criaturas enfermas. Jacen y él recorrían lo que había sido un bosque. Los árboles derribados estaban recubiertos de las mismas plantas verdes y daban sombra más que suficiente para ocultar a ambos. Subieron por una colina hasta la cima y se escondieron cuidadosamente tras un tronco caído.
Contemplaron un valle amplio por el que corría un río bastante caudaloso. Las plantas verdes se veían por todas partes, aunque dejaban claros de arena negra en diversos puntos. En medio de esos círculos había pequeños dólmenes que apuntaban al cielo como agujas.
En el centro del valle había un pequeño asentamiento con edificaciones, cuyo perímetro estaba rodeado por plantas verdes que se espesaban hasta parecer matorrales. Aparte de los caminos despejados, que permitían ir desde las chozas hasta los dólmenes sin problemas, las plantas dificultaban el paso por todas partes. Si alguien salía corriendo desde el poblado, se engancharía los pies y acabaría en el suelo.
Aunque los habitantes tampoco parecen muy dispuestos a echar a correr. Luke cogió unos macrobinoculares del bolsillo y miró hacia el centro del poblado. Vio lo que parecían ser dos trandoshanos, una rodiana, media docena de humanos y un twi’leko caminando apáticos de un lado a otro y arrastrando los pies. Todos iban descalzos y andaban raro, como si les hubieran roto las rodillas y no se las hubieran curado del todo.
Buscó señales de violencia, pero no vio nada tan evidente como una cicatriz. Sin embargo, tenían unas extrañas formaciones óseas en las piernas, en lo que se les veía de los brazos e incluso en el cráneo. Luke se concentró y utilizó la Fuerza para recibir alguna impresión de las calcificaciones. La vida fluía de ellas de forma un tanto enmudecida. Esos seres eran las formas de vida enfermas que había percibido antes. La energía parecía arremolinarse en las extrañas formaciones óseas, revelando que, al menos en algunas de ellas, las protuberancias también penetraban en sus cráneos y en sus cavidades corporales.
Pasó a Jacen los macrobinoculares.
—Dime lo que ves.
Jacen se concentró y miró. La energía de la Fuerza se aglomeró mientras se esforzaba.
—Esas cosas, esos bultos… ¿serán como los inhibidores de los androides?
—Eso creo yo —Luke entrecerró sus ojos azules—. Y esa gente, ¿alguna idea de su procedencia?
Jacen volvió a mirar.
—Van muy mal vestidos, pero algunos conservan insignias piratas en sus ropas. Quizá sean saqueadores del Borde Exterior que los yuuzhan vong han encontrado y han convertido en esclavos.
—Yo pienso lo mismo.
Su sobrino se estremeció.
—La sensación que emanan a través de la Fuerza no es nada buena.
—Ya. Es casi como si estuvieran muriéndose por momentos.
—¿Qué sentido tiene matar a tu mano de obra?
Luke se encogió de hombros.
—Quizá les resultó tan sencillo atraparlos que pensaron que el suministro sería infinito. También puede ser que todavía estén adaptando su tecnología de control de esclavos a los habitantes de esta galaxia. Quizá no sea su intención matarles, sino que tienen que perfeccionar los dispositivos de control. No sé.
—Sea lo que sea, es horrible —Jacen se tumbó bocabajo, bajó los macrobinoculares y miró a su tío—. ¿Y qué harán aquí?
Luke señaló a los pequeños dólmenes.
—¿No te suenan de nada?
—Pues no.
—De acuerdo, utiliza la Fuerza y concéntrate en el flujo de vida que surge del valle.
Jacen cerró los ojos, cogió aire y lo soltó lentamente.
—Todo se mueve hacia dentro, hacia los dólmenes, por entre las plantas —se quedó boquiabierto y miró a su tío—. Esas plantas son como un recolector gigante de energía. Canalizan la energía y los nutrientes que absorben de vuelta al valle, hacia esas cosas. La arena está negra por el néctar que las plantas le inyectan.
—Eso percibí yo —Luke señaló los dólmenes—. A menos que me equivoque, diría que esos pedestales son bebés de coralita. Es un huerto de naves. Están cultivando un escuadrón entero aquí mismo, y emplean mano de obra esclava para ello.
El joven estudió de nuevo el valle y negó con la cabeza.
—¿Que están cultivando naves? ¿Y será eficaz?
Luke volvió a coger los macrobinoculares que le tendía su sobrino y abrió un pequeño compartimento del aparato. Sacó un cable, lo conectó con su intercomunicador y enfocó los dólmenes.
—Las naves parecen en perfecto estado, y Belkadan lleva menos de un mes bajo el dominio yuuzhan vong. Esa producción dejaría en ridículo a una fábrica de Ala-X de Incom, y teniendo en cuenta que esas naves están vivas y pueden sanar, la cifra de pérdidas ha de ser menor que la nuestra. Lo que me deja perplejo es la velocidad con la que crecen las naves. Eso sí que es un problema.
Apagó los macrobinoculares, los desconectó del intercomunicador y se los metió de nuevo en el bolsillo.
—Ya tenemos imágenes suficientes. Vámonos.
Jacen se quedó atónito.
—¿No deberíamos esperar a la noche para liberar a los esclavos?
—Tenemos muchas cosas que hacer antes —Luke señaló hacia el oeste—. Hay más esclavos por allí. Será otro cultivo de coralitas o de otras piezas para las naves. Tenemos que ver lo que está pasando.
Jacen le siguió mientras se abrían paso hacia el oeste. Llegaron a un valle que se parecía al primero, pero lo que allí eran dólmenes, aquí eran simples rocas. El poblado estaba completamente abandonado y no había señales de esclavos en la zona.
Una de las diferencias era una piedra de unos doce metros de largo que parecía ser una obsidiana inerte. Tenía la forma de un coralita, pero en lugar de la apertura de la cabina de la nave que él examinó en Dubrillion, ésta estaba sellada completamente. Luke pasó la mano por el caza, dejando que sus dedos jugaran con las irregularidades de la superficie.
Jacen frunció el ceño.
—No lo entiendo. ¿Por qué se han dejado esta nave?
—¿Defecto de nacimiento? —Luke pasó el dedo por la línea de la entrada a la cabina—. Nació sin la separación necesaria para entrar. Quizá lo provocó alguna infección microbiana o un lamentable fallo genético. O quizá las plantas alienígenas están pensadas para esterilizar las guarderías y después liberar todos los nutrientes que necesitan para alimentar las naves. Ésta salió mal, así que se deshicieron de ella. Aun así, esto indica que deben de estar cultivando otras piezas en alguna parte. Las criaturas de propulsión no están aquí.
Jacen pateó la arena a la sombra del coralita y separó las plantas para ver el suelo.
—Mira. No es negro —cogió un poco de tierra y se la aplastó en la palma de la mano con el pulgar—. Es totalmente estéril.
Luke se agachó junto a Jacen.
—Me pregunto si…
—¿Qué?
—Un ithoriano me explicó una vez que algunos cultivos matan la tierra en la que crecen. Es posible que los yuuzhan vong hayan provocado eso aquí, cultivando demasiado rápido las naves —miró a su sobrino—. Coge una muestra del suelo y que Erredós la analice luego.
Jacen recogió la muestra y continuaron con la misión de reconocimiento. Descubrieron una laguna con el agua estancada por la presencia de unas algas marrones. En el líquido, cuyas olitas batían débilmente en la orilla, flotaban unas plantas con tres grandes hojas triangulares de color azul. Del centro salía un tallo del que pendían dos frutos redondos del tamaño de una cabeza humana. Algunas plantas tenían más de dos frutos. En la orilla del otro lado, Luke vio una especie diferente con frutos ligeramente más pequeños que brotaban en racimos.
Jacen frunció el ceño.
—¿Serán villips? ¿Los dispositivos de comunicación?
—Eso creo. Son de diferentes tamaños, y supongo que tendrán diferentes funciones —Luke suspiró lentamente—. Nos queda tanto por aprender sobre ellos.
A cubierto tras unas grandes rocas, vieron a unos esclavos que entraban en el agua y usaban unos grandes cucharones para regar las plantas de villip. Uno de ellos, un anciano de cuya columna salían protuberancias como cuernos, apenas podía levantar el cucharón para rociar los villips. El objeto se le resbaló de las manos. El viejo se agachó para recogerlo, pero perdió pie y cayó al agua.
El hombre, víctima del pánico, comenzó a chapotear. El agua agitada empezó a cobrar un tono parduzco. Algunos esclavos comenzaron a gritar. Vocalizaban en un tono tan alto que Luke apenas podía oírles, aunque la ansiedad que emanaban le llegaba en oleadas. Varios de ellos se apresuraron a rescatar al hombre que se ahogaba, dando zancadas por el fluido gelatinoso lo más rápido que podían.
El chasquido de un látigo los inmovilizó. En la orilla oeste del lago, una figura de elevada estatura se recortaba contra el sol poniente. Con un rápido movimiento de mano, hizo chasquear el arma con forma de látigo. Tras el segundo chasquido, el látigo se convirtió en un bastón, y la figura lo blandió por encima de la cabeza, alzándolo como un Morador de las Arenas levantaría un bastón gaffi.
El yuuzhan vong —Luke lo identificó porque no podía percibirlo en el marco de la Fuerza— comenzó a avanzar rápidamente, entrando en el agua. Cortó sin problemas los tallos de villip para abrirse paso y llegó hasta donde el esclavo luchaba por alcanzar la superficie. El hombre alargó la mano hacia el anfibastón que le tendía el yuuzhan vong y lo agarró. Enseguida retrocedió, con la mano abierta y cortada. Comenzó a gritar, pero había tragado tanta agua que el chillido se convirtió en un borboteo.
El yuuzhan vong atravesó el pecho del hombre con el extremo afilado del anfibastón. Al recuperar el arma, el hombre ensartado sacó fuera del agua medio cuerpo, el cual resbaló del palo para volver a caer. El yuuzhan vong le asestó otras dos estocadas y se alejó mientras el hombre se hundía en el agua por última vez. El cuerpo flotó un segundo, y después, expulsando el aire de los pulmones, desapareció bajo el agua.
El yuuzhan vong levantó el anfibastón y gritó algo. Los esclavos entendieron lo suficiente como para encogerse. El anfibastón perdió su rigidez y se enroscó en el brazo de su dueño. El yuuzhan vong salió del agua y llamó por señas a dos esclavos, un hombre y una mujer, que secaron las piernas del alienígena con sus harapos.
Una sirena resonó en las colinas. El yuuzhan vong gritó otra orden y los esclavos formaron una fila irregular. Comenzaron a avanzar dificultosamente hacia el sur. El alienígena echó una última ojeada al cultivo de villips y se fue por el mismo camino por el que marchaban sus esclavos.
Luke sintió una emoción intensa brotando de su sobrino.
—Siento que hayas tenido que ver esto.
—Yo lo siento por el hombre que ha muerto ahí —Jacen negó con la cabeza—. Los yuuzhan vong a los que yo me enfrenté al salvar a Danni… eran terribles, pero no tanto como ése. No ha mostrado piedad alguna.
—No. Es un asesino eficaz y frío. Era más grande que el que luchó con Mara, más alto y más atlético. Me hubiera gustado ver más que su silueta.
Jacen sonrió.
—Dentro de poco les podremos ver de cerca.
Luke negó con la cabeza.
—Espero que no.
El joven Jedi parpadeó.
—Pero tenemos que hacer algo por los esclavos.
—¿Ah, sí? —la expresión de Luke se endureció mientras en la de Jacen se dibujaba la incredulidad—. Recuerda por qué hemos venido.
—Para salvar a la Nueva República y a aquellos que forman parte de ella —Jacen señaló hacia el sur—. Puedes percibir su dolor y el daño que les han infligido los yuuzhan vong. ¿Cómo no puedes pensar en salvarlos?
—Sí lo pienso, pero también sé que no es práctico. No en este punto. Tenemos que aprender muchas cosas en este planeta. No es una decisión satisfactoria, pero es necesaria.
Jacen alzó la mirada.
—¿Liberarlos condenará el futuro de la Nueva República? ¿O es que piensas que eso te pondrá más difícil salvar a tu mujer?
Luke se puso rígido, pero ignoró la ira que le provocó el comentario de su sobrino. Le ayudaba el hecho de que la mirada de Jacen estuviera llena de pavor, pero, aun así, la pregunta le había sentado muy mal.
—¿Crees que ésa es la verdadera razón por la que hemos venido? ¿Crees que yo habría venido aquí únicamente para salvar a Mara?
—Creo, tío Luke, que el amor que sientes por tu esposa es tan grande que harías cualquier cosa para salvarla —el joven miró hacia abajo—. Siento haber dicho eso. No lo decía en serio.
—Lo cierto, Jacen, es que sí lo decías en serio. Es una paradoja. Tenemos que dejar que unos sufran para poder salvar a otros. Cuando tú mismo eres víctima del sufrimiento es una decisión muy sencilla, pero cuando son los demás los que reciben el daño resulta más difícil. De todas formas, estarás de acuerdo conmigo en que ahora mismo no podemos hacer nada. Aún no sabemos lo suficiente sobre la presencia de los yuuzhan vong aquí. No sabemos nada de los esclavos. Ni siquiera sabemos si se pueden salvar. Por lo que parece, ellos están conformes con ese trato.
Jacen contempló el cuerpo del hombre, que había vuelto a subir a la superficie y flotaba plácidamente.
—No creo que esa muerte formara parte de ningún trato.
—Probablemente tengas razón, pero no estamos en posición de hacer nada por los esclavos.
—Pero no hacer nada… eso no es propio de un Jedi.
Luke frunció el ceño.
—Creía que eras tú el que no quería formar parte de estas misiones. Creía que habías llegado a la conclusión de que la esencia de un Jedi es la reclusión y la contemplación de su relación con la Fuerza.
—Sí, sí, pero…
El Maestro Jedi le interrumpió.
—Jacen, tienes que entender una cosa, algo muy importante. Por muy inteligente que seas, por muy entrenado que estés y por mucha galaxia que hayas visto sigues teniendo dieciséis años. Sólo tienes dieciséis años de experiencia.
Luke suspiró.
—Tener más experiencia no hace más fácil la toma de decisiones, pero te hace entender que a veces hay que tomar las más difíciles.
Jacen cambió su expresión por una máscara impasible.
—Entiendo, Maestro.
Utilizas la palabra «Maestro» con el mismo tono que la utilizaría un esclavo para dirigirse a su amo. Luke negó con la cabeza.
—Tenemos que volver a las instalaciones de ExGal antes de que caiga el sol. Dado que no podemos percibir a los yuuzhan vong con la Fuerza, somos más vulnerables de noche. Además, si volvemos, tendremos tiempo para procesar todo lo que hemos aprendido hoy y para pensar lo que tenemos que averiguar en el futuro.
Jacen se encogió de hombros.
—Es un plan, tío Luke. Sólo un plan.
Luke sintió un escalofrío de temor al escuchar el tono de voz de su sobrino, pero la Fuerza no le ofreció ninguna visión de lo que podía pasar en Belkadan. Alargó la mano y la posó sobre el hombro de Jacen.
—Recuerda, algunos problemas no tienen soluciones fáciles ni elegantes. Y los yuuzhan vong son claramente uno de esos problemas.