CAPÍTULO 5

Cuando Corran entró con los dos sobrinos de Luke en la sala de reuniones, éste alzó la mirada y sonrió.

—¿Habéis visto a vuestra hermana en la lanzadera?

—Está en camino —dijo Jacen, el mayor, mientras contemplaba la sala para ver si había cambiado algo desde la última vez que estuvo allí—. Le hubiera gustado una tarea mejor.

—Seguro que sí —comentó Luke, y observó a Jacen un instante. Siempre está contemplando el mundo, comprobando sus suposiciones y sin fiarse hasta que está seguro—. Ahora mismo necesito que vaya a buscar a Danni a Commenor, y que luego se reúna con vuestra madre y el senador A’Kla.

Anakin, su sobrino más joven, jugaba con una vieja pieza que había quedado abandonada en un rincón desde que los Rebeldes se habían enfrentado al Imperio en los cielos de Yavin 4.

—Si Danni se hubiera quedado con nuestra madre en Coruscant, podría haber partido con ella, y ahora no necesitaría a Jaina.

Jacen frunció el ceño.

—Jaina va para ayudar a Danni a desarrollar sus habilidades en la Fuerza. Estarán viajando unos cuantos días sin nada mejor que hacer, y Jaina es buena Maestra.

Luke asintió.

—Y después de todo lo que le ha pasado, Danni necesitaba estar con su familia un tiempo para que supieran que había salido ilesa.

No sabía muy bien si «ilesa» era un término adecuado. El trauma que le había provocado ser capturada por los yuuzhan vong había sido muy grave. Danni Quee utilizó su inteligencia y su resistencia, así que Luke pensó que podría recuperarse del mal trago con la ayuda adecuada.

Anakin quitó el panel del viejo transmisor y miró dentro.

—¿Y qué nos has asignado a nosotros? Casi todo el mundo sabe ya cuál es su tarea. Seguro que nos ha tocado algo bueno.

Jacen resopló mirando a su hermano y entrecerró sus ojos marrones.

—Nos ha dejado para el final porque nuestra misión no va a ser mejor que la de Jaina.

Corran frunció el ceño.

—¿Por qué piensas eso?

Jacen se dio la vuelta para mirar al Jedi corelliano.

—No va a tener favoritismos porque seamos parientes suyos y, para ser realistas, somos muy jóvenes. Al dejarnos los últimos, por lo menos nos ahorra un poco de vergüenza.

Las palabras de Jacen no parecían albergar tanta decepción como hubiera cabido esperar, lo que reafirmó a Luke en la decisión que ya había tomado con respecto a las tareas.

—Anakin.

El chico miró a su tío con sus ojos azules y brillantes.

—¿Qué?

—Quiero que vayas con Mara a Dantooine.

—¿Eh? ¿Qué? —Anakin se enderezó. El enfado comenzó a dibujarse en su rostro. Por un segundo, Luke percibió esa expresión iracunda que significaba peligro cuando la veía en la cara de Han Solo—. Pero yo pensé que iba a hacer algo… Pensé que… —el enfado que había atravesado su rostro se desvaneció con sus palabras—. Comprendo.

Luke arqueó una ceja.

—¿Qué comprendes?

—No confías en mí —Anakin se miró las manchadas yemas de los dedos y susurró con voz ronca—: No te fías de mí porque maté a Chewbacca.

El tono de lamento del chico hizo que un escalofrío recorriera el cuerpo de Luke. El arrepentimiento y el dolor manaban de Anakin y revelaban el sufrimiento que le provocaba la muerte del wookiee. Anakin siempre quiso ser un héroe, siempre quiso limpiar su nombre, y de repente se encuentra sumido en la tragedia.

—Tienes que entender una cosa, Anakin; en primer lugar, tú no mataste a Chewbacca —Luke se acercó a su sobrino y apoyó las manos en los hombros del chico. Luego elevó el rostro del muchacho con los pulgares, hasta que sus miradas se encontraron—. Los yuuzhan vong hicieron colisionar la luna de Sernpidal contra el planeta, no tú. Si asumes la culpa de la muerte de Chewbacca, les estarás absolviendo de ese asesinato y de la muerte de todos aquellos que no pudiste salvar. No puedes hacer eso.

Anakin tragó saliva.

—Suena lógico cuando lo dices, pero lo que yo siento en mi corazón…, lo que veo en la mirada de mi padre…

Luke miró a Anakin cara a cara.

—No leas cosas que no existen en los ojos de tu padre. Es un buen hombre, con un gran corazón. Nunca te culpará de la muerte de Chewie.

El Maestro Jedi se enderezó de nuevo.

—Por muy malpensado que seas, no puedo comprender por qué piensas que no confío en ti. Te estoy encomendando el cuidado de mi mujer, la persona que más quiero.

El chico frunció el ceño.

—¿Estás seguro de que no es al revés?

—Ay, Anakin, ¿crees que Mara aceptaría que le encomendaran la tarea de cuidar a un aprendiz poco fiable?

—Eh, no.

—¿Y no crees que me diría cuatro cosas si yo se lo pidiera?

Corran rió.

—Cuatro o más —dijo.

Anakin sonrió levemente.

—Sí, lo haría, tío Luke.

—Puede que yo sea un experto en la Fuerza, pero no hay habilidad Jedi que pueda mitigar el mal genio de esa mujer —Luke dio un paso atrás y dedicó a Anakin una valiente sonrisa—. Mara necesita tiempo para mantener a raya su enfermedad. Dantooine es un planeta lleno de vida, y por tanto de la Fuerza. Quiero que se recupere allí, y quiero que estés con ella para ayudarla. Si aceptas esta misión, te estaré muy agradecido.

Anakin dudó un instante y asintió.

—Gracias por confiar en mí.

—Nunca he dudado de ti, Anakin —Luke le guiñó un ojo—. Deberías ir a recoger tus cosas y a reunir las provisiones que vayáis a necesitar en Dantooine.

—¿Pistolas y sables láser incluidos?

Luke asintió.

—Sables láser, por supuesto, y pistolas porque creo que las puedes usar para trabajar tu concentración en la Fuerza. La puntería requiere ese tipo de meditación.

La sonrisa de Anakin se amplió.

—Además, la tía Mara jamás saldría de casa sin una pistola láser.

—¿Sólo una? —dijo Corran riendo—. Coge todos los cargadores que puedas, Anakin.

El chico dio unas palmadas de alegría.

—La cuidaré bien, tío Luke, en serio. Volveremos dispuestos a hacer todo lo que sea necesario para vencer a los yuuzhan vong.

—Estoy seguro de ello —Luke asintió y contempló a su sobrino abandonando la habitación. Esperó a sentir la presencia de Anakin bajando por el turboascensor y centró su atención en Jacen—. ¿De verdad crees que te tengo preparada una tarea penosa?

—No, tío Luke, sólo temo avergonzarte.

Luke giró y avanzó hacia la mesa. Luego aguardó un instante para considerar las palabras de Jacen. Se dio la vuelta y se apoyó en la mesa.

—Supongo que esta conversación llevaba un tiempo gestándose, ¿no?

—Probablemente —Jacen se encogió de hombros—. He pensado mucho desde que llegaron los yuuzhan vong, y desde que todos los Jedi están aquí y hablan entre ellos.

—Esto parece una conversación familiar —Corran se apartó de la pared en la que estaba apoyado—. Volveré luego.

Jacen alzó la mano.

—No, espera. Efectivamente, es una conversación familiar, pero para toda la familia Jedi, no sólo para nosotros.

Corran miró a Luke.

—¿Luke?

—Quédate. Creo que nos vendrá bien otro punto de vista —Luke miró a su sobrino—. ¿Qué has estado pensando?

El joven suspiró, y cierta dosis de alivio emanó de él.

—Quizás esto suene un poco mal, pero no es mi intención. He llegado a una conclusión fundamental con respecto a la Orden Jedi. Todos hemos sido entrenados en el empleo de la Fuerza para hacer cosas que salvaguarden la paz y eliminen el desastre. Lo hacemos porque seguimos tus enseñanzas. Tú sigues las enseñanzas de tus Maestros, tío Luke, pero ellos se vieron obligados a enseñarte lo que necesitabas para vencer al Imperio. Hicieron un gran trabajo al convertirte en un guerrero, y tú incluso fuiste más allá de su formación e hiciste cosas que ellos ni imaginaban.

El Maestro Jedi asintió.

—Puedo aceptar eso.

—De acuerdo, la cuestión es que te enseñaron a luchar Maestros Jedi que formaban parte de una tradición pacifista, pero tengo la sensación de que no fue así como empezaron los Jedi. Creo que la filosofía Jedi comenzó como algo que fortalecía a la gente en su interior, y creo que los poderes que manifestamos son ramificaciones de esa fuerza interior, pero que muchas de esas enseñanzas se perdieron en el camino. Lo que quiero decir es que siento que me falta algo.

Jacen miró a su tío con expresión de enfado.

—No estoy seguro de que ser un Caballero Jedi sea mi camino en la vida. Yo preferiría que no me asignaras ninguna tarea.

A Luke le temblaron los hombros al sentir un escalofrío recorriéndole la espalda.

—No me esperaba eso.

Jacen clavó la mirada en el suelo.

—Siento decepcionarte.

—No, no es eso —Luke frunció el ceño—. Iba a decirte que lo que quieras ahora no importa, porque te necesito. Y cuando me estaba preparando para decírtelo, escuché al tío Owen diciéndome lo mismo, justo antes de morir.

Jacen alzó la cabeza.

—Entonces ¿lo entiendes?

—Sí, claro.

—¿Dejarás que busque las respuestas que necesito?

—No —Luke alzó las manos rápidamente—. Quiero decir, sí, podrás buscar tus respuestas, pero no en lugar de cumplir tus obligaciones. Tienes que recordar que en la filosofía Jedi la clave es el respeto por la vida. Si te vas ahora estarás poniendo tu vida por delante de la de los demás, y eso no está bien.

—Pero, tío Luke, siempre pones a los demás por delante. Tú, mamá, papá y todo el mundo… siempre estáis controlados por factores externos —cerró los puños y los apoyó en la caderas—. Nunca tenéis tiempo para daros cuenta de qué es lo que necesitáis para desarrollar vuestras capacidades en la Fuerza. Siempre estáis pendientes de otras cosas.

Corran se aclaró la garganta.

—En eso tienes razón, Jacen, pero estás dando por sentado que yéndote de ermitaño y dedicándote a la contemplación de la Fuerza y a tu integración en ella podrás llegar a alguna parte. Y eso no es cierto.

—¿Cómo lo sabes, Corran? —Jacen cruzó los brazos—. A ninguno de los Jedi actuales se le ha dado esa oportunidad. Por lo que sabemos, Yoda pasó los tres primeros siglos de su vida como ermitaño. Quizás ésa sea nuestra auténtica obligación.

—O quizá, Jacen, ése sea sólo uno de los caminos para llegar adonde tú quieres ir —Corran señaló a Luke—. Tu tío y yo llegamos a ser Caballeros Jedi por caminos diferentes, pero ambos estamos aquí. Y claro que hay distracciones, pero también aprendemos cosas a partir de los éxitos y los fracasos. Cosas que no se aprenden con la meditación. Tienes razón, es útil tener tiempo para pensar en ellas y en sus consecuencias, pero a mí me resulta difícil concentrarme en la introspección cuando la gente corre peligro.

Luke asintió para mostrar su consentimiento.

—Corran tiene razón, Jacen. Entiendo lo que dices y te prometo que si decides seguir la senda de la introspección, no me opondré.

El joven entrecerró los ojos sin fiarse mucho.

—Eso tiene truco.

—Lo tiene. Te necesito de veras. Me he reservado a mí mismo la misión más peligrosa de todas y te quiero conmigo. Y, dado que ya conoces a los yuuzhan vong, cuentas con la experiencia que necesito. Nos llevaremos a Erredós a Belkadan para descubrir lo que el agente yuuzhan vong intentaba crear allí. Es una misión de gran importancia y te necesito conmigo.

Corran soltó una risilla.

—Genial, creo que eso me adjudica automáticamente la misión penosa antes mencionada.

Jacen le miró.

—Te la cambio.

—No, de eso nada —Luke se agarró al borde de la mesa—. No te gustaría la misión que le voy a dar a él. Teniendo en cuenta lo que me has contado, no te va en absoluto. La misión en Belkadan, por el contrario, es perfecta para ti.

Jacen endureció el gesto un instante, luego asintió, aunque algo rígido.

—Iré contigo, pero tengo sentimientos encontrados. Me temo que no seré de mucha ayuda.

—Eso me basta.

El joven hizo una inclinación de cabeza.

—Si me lo permites, tío Luke, os dejaré solos para que habléis de la misión de Corran.

—No, espera a ver lo que casi me pides que te asigne.

Corran puso los ojos en blanco.

—Va a ser peor de lo que pensaba.

Luke se rió.

—De acuerdo, la tuya es la segunda misión más peligrosa. En el Borde hay un sistema que los proveedores imperiales designaron MZX33291. Un pulsar en la zona interrumpe las comunicaciones con el único planeta habitable del sistema. El Imperio mantuvo ese planeta al margen de todo por razones no aclaradas. Hay pruebas de que fueron enviados equipos xenoarqueológicos allí, pero no se sabe qué descubrieron.

—Bien. ¿Crees que los yuuzhan vong podrían estar allí?

—No lo sé —Luke se encogió de hombros—. La Universidad de Agamar descubrió los registros sobre el quinto planeta del sistema, al que llamaron Bimmiel en honor al líder del equipo de investigación imperial. Hace unos tres meses enviaron un equipo de investigación xenoarqueológica para llevar a cabo un seminario. Nadie ha vuelto a saber nada de ellos, lo cual era previsible. La universidad nos ha pedido que, si tenemos Jedi por la zona, enviemos a alguien para asegurarse de que todo va bien.

El corelliano sonrió.

—¿Creen que nuestro presupuesto para viajes interestelares es mayor que el suyo?

—Algo así. También creo que piensan que los Jedi harán mejor los deberes de rescate que cualquier estudiante que puedan mandar —Luke suspiró—. Los primeros informes del equipo indican que el clima ha cambiado desde los tiempos del equipo imperial. Los estudiantes llegaron en la época de las tormentas. Es un periodo muy incómodo.

Corran asintió.

—El mal tiempo no es tan peligroso.

—Quiero que vayas con Ganner Rhysode. Será tu compañero.

El corelliano resopló.

—¿Sigues queriendo cambiármelo, Jacen?

—Si te sirve de consuelo, Corran, Ganner tampoco estaba muy a favor de ir contigo cuando se lo conté —Luke sonrió a su amigo—. Mira, si no pasa nada, será una misión sencilla. Llegáis, encontráis a la gente de la universidad y los evacuáis.

—Ganner podría hacerlo solo.

—Podría, pero si los yuuzhan vong están allí creo que iría a por ellos, y eso dejaría en muy mala situación a la gente que hay que salvar. Tú estarás al mando, y él te obedecerá, aunque sea de mala gana.

Jacen sonrió a Corran.

—Además, Corran, tienes que admitir que carecer de habilidades telequinésicas te deja un poco en desventaja.

—Ya. No puedo mover una roca con mi mente, pero, chaval, puedo hacerle creer a esa roca que se está moviendo —suspiró—. Ganner es muy bueno con la telequinesia. Tiene sentido que venga. Y las cosas podrían haber sido peores. Podrías haberme puesto con Kyp.

—No sería tan cruel con ninguno de los dos.

—Oye, que no soy tan malo —Corran arqueó una ceja mirando a Luke—. ¿O crees que ésta es una de esas cosas que «dependen del punto de vista»?

—¿Ves? Todo ese entrenamiento ha servido de algo —asintió el Maestro Jedi—. Esto también es una oportunidad, Corran, para demostrarle a Ganner que el enfoque que Kyp tiene de la Fuerza no es el único.

—Lo capto —sonrió Corran—. Bueno, que la Fuerza esté con todos, creo.

—Sí, por favor —Luke asintió solemnemente—. Ya sabes, me gusta que los Jedi sean la primera línea de defensa de la galaxia, pero lo que me da miedo es que los yuuzhan vong nos demuestren lo frágil que es esa línea.