11
Prefiero que un pequeño Jedi como Bardan y Etain trabajen con nosotros que otros como Zey. Son fuertes, sin ideas preconcebidas, sin agenda. Y están más preocupados en cargar con el peso de un equipo, que toda esa osik filosófica sobre el lado oscuro. Zey puede ser un hombre experimentado, pero parece que quiere mi respeto sólo porque él puede abrir frascos de café solo con su mente.
—Kal Skirata, tomando tranquilamente una copa con el capitán Jailer Obrim, bien alejados de las miradas indiscretas.
Jusik lo estaba disfrutando.
—Así que —dijo, dejando que el visor oscuro de última moda, se deslizará por su nariz para que pudiera mirar por encima—. ¿Me veo como un taxista de los barrios bajos?
—Muy convincente, —dijo Fi. Se preguntaba si Jusik habría tenido alguna vez la sensación de estar asustado—. ¿Me veo como un pasajero?
Sev, sentado al lado de Jusik en el asiento delantero del taxi, tenía la mira telescópica separada de un DC-17, la cual se balanceaba en la consola de la nave, accesorio que estaba conectado a un datapad por medio de un fino cable amarillo. Estaba en su viaje[5] como le decía Skirata. Cada vez que un transporte de entrega u otras embarcaciones, pasaban por el callejón sin salida de los almacenes que había debajo de los niveles de venta al menudeo, Sev comprobaba el transpondedor de registro contra la base de datos de las FSC. También verificaba la carga con la mira telescópica adaptada como sensor de exploración de largo alcance.
Fi estaba impresionado con la facilidad con la que Fixer y Atin habían establecido la conexión remota sin equipos de las FSC. Ni siquiera habían tenido que llamar a Ordo para que solucionara el problema. Ordo se había prácticamente fundido de nuevo en la ciudad desde hace dos días, no era poca cosa para un capitán ARC.
Fi intentó no preguntarse dónde podría estar. Ya era bastante malo pensar en Sicko.
—Está bien, uno era de rutina. Entrega de prendas de vestir. —Sev hizo un ruido sordo en la garganta, casi como un animal—. ¿Cómo nos vemos en este momento desde fuera?
—Por el momento, como un conductor de taxi rodiano, leyendo una holorevista mientras está estacionado y esperando.
Fi podía ver hacia fuera, pero nadie podía ver hacia dentro —o por lo menos podían ver algo que no estaba realmente en el taxi, gracias a la delgada película de micro-emisores fotoactivos que recubrían el interior—. Cosa ingeniosa, esta malla.
—Gracias, —dijo Jusik—. Me tomó mucho tiempo encontrar la manera de programar las imágenes en movimiento en la película.
—¿Estás aburrido? —dijo Sev, mirando a Fi. Todavía parecía desconfiar de dirigir cualquiera de sus observaciones al Jedi, incluso si toda la cuestión de los rangos había sido dejada de lado—. Porque yo no. Y tú constante alharaca está consiguiendo algo en mí, ner vod.
Jusik interrumpió.
—Lo siento, Sev. Es mi culpa.
Sev pareció avergonzado por un momento.
—Si estás interesado, cincuenta y uno de los setenta contenedores a los que he apuntado, aparecen en la base de datos de las FSC etiquetados como criminales. Aquí, el robo es una industria más grande que los negocios legítimos.
Jusik levantó una ceja.
—¿No es el tipo de cosa que la gente de Obrim debería saber?
—¿No es el tipo de cosas que traería a los muchachos azules estrellarse aquí y volar nuestra operación?
—Buen punto.
—Sin ánimo de ofender… Bardan.
Los Delta no habían trabajado mucho con Jedis, por lo menos no con los jóvenes. Fi saboreó un momento de alegría, al ver la fría pretensión de Sev para minimizar la avergonzada deferencia. Todo Jedi se suponía que debería ser humilde, pero Jusik en realidad lo era. Parecía verse a sí mismo como nada especial, solo un hombre con algunas habilidades accidentales, que no lo hacían más importante que la persona de al lado, sólo lo hacían diferente.
Así que esperaron.
Y eso era mucho más difícil de lo que parecía.
—Whoa, —dijo Sev—. Mira esto. —Fi y Jusik siguieron el ángulo de la mira de Sev—. La base de datos de las FSC lo catalogó como RESTRINGIDO.
—Podría significar que es de interés para nosotros, o podría significar crimen organizado.
El visor de Jusik se había deslizado a la punta de su nariz.
—O las dos cosas.
Era un transporte de entrega de tamaño mediano, recubierto con una pintura opaca verde cubierta de polvo. El transpondedor de identidad era evidentemente falso, porque cuando la caja se alineó con la plataforma a las puertas del almacén 58, y las escotillas se abrieron, sólo había unas cuantas cajas en el interior. Las puertas del almacén se abrieron lo suficiente como para dejar pasar un carrito repulsor hasta el borde del contenedor, y dos droides comenzaron la carga de las pequeñas cajas, colocándolas en la superficie plana del repulsor.
—Pequeñas pero con carga pesada por su apariencia, —dijo Fi.
—Y tenemos compañía. —Sev realineó el alcance y el datapad zumbaba en modo de grabación—. Un segundo transporte de respaldo.
Otro transporte de carga flotaba, maniobrando hasta llegar al otro lado de la plataforma de aterrizaje. Las cajas fueron transferidas a este vehículo. Sin entrar al almacén en absoluto.
—Eso es irregular, —dijo Sev—. Y no nos gusta lo irregular, ¿verdad?, la identificación del transpondedor dice que es una embarcación de alquiler legítima.
Una hembra humana de blanca piel con un mono de trabajo, con el cabello rojizo y ondulado hasta los hombros, de complexión mediana, dio un pequeño paso para salir del transporte de color verde hacia la plataforma, para encontrarse con un varón falleen que había saltado del vehículo de alquiler. Era joven, por lo que Fi pudo ver, con la piel de color verde claro, y la mundana cabina del piloto era un poco grande para él. Todos los detalles eran dignos de mención.
Los dos se dieron la espalda a la avenida y parecían estar hablando.
—Bueno, eso es un poco raro a la vista, y apuesto a que él no está en la base de datos de las FSC, —dijo Sev, comprobando el datapad. Las imágenes se movieron por la pantalla a una velocidad cegadora mientras el sistema buscaba una coincidencia de la imagen que había capturado con su mira telescópica. Después de unos momentos la pantalla decía: NO HAY RESULTADOS—. Los falleen no se aventuran fuera de su planeta muy a menudo, y ciertamente no está aquí para ver los lugares de interés turístico. Vamos a tratar con la mujer.
Fi observaba. Había un registro que empataba con la mujer y salió rápidamente.
—Fierfek, dijo Sev. —Su nombre es Vinna Jiss. Y es una empleada del gobierno.
—No me va a gustar esto, ¿verdad?
—No cuando escuches que ella trabaja en la logística de GER.
—Chakaar, dijo Fi. —Por supuesto, ella podría estar en un negocio legítimo, pero entonces yo soy un espíritu confiable.
—¿Un falleen macho y una empleada del GER?, ¿hola? ¿Tengo que dibujarte un diagrama? —Sev suspiró para sus adentros—. Ellos ciertamente de la dan un buen uso a sus feromonas falleen. Apuesto a que ella le haría cualquier favor que él le pidiera. Incluso sería fácil sacarle información de seguridad.
Los dos transportes cerraron sus escotillas, dejando a la mujer y al falleen en la plataforma, y se elevaron de nuevo hacía el nivel repulsor de tráfico. Parecía que cualquier otra entrega, excepto la que habían realizado, era una transferencia de carga, lo cual no era habitual, y los dos esperando en la plataforma rezumaba a chicos malos por cada uno de sus poros.
Los dos objetivos miraron sus datapads, justo como el personal de un almacén al comprobar un envío. Entonces el falleen se dio la vuelta y comenzó a caminar por una rampa peatonal al nivel minorista, y Vinna Jiss seguía pegada a él.
—Estoy naturalmente intrigado, dijo Sev. —¿Fi, te harías cargo de rastrear discretamente a esos dos?
El corazón de Fi latió. El entrenamiento y el instinto se hicieron cargo. Estaba de nuevo en Kamino, al acecho de un objetivo armado en el terreno urbano simulado de entrenamiento en Tipoca City. Era sólo el centro de la ciudad lo que era simulado, las municiones eran reales, verdaderamente mortales.
—Listo.
—Bardan, necesito un respaldo de seguridad detrás de ese pilar, ¿quieres?
—Sev, no podemos abandonar esta posición hasta que la próxima guardia llegue. Déjame llamar por refuerzos. ¿Y si nos han enganchado y es un señuelo?
—Está bien, déjanos bajar, y llama a Niner y Scorch para relevarte. Mantente alerta por medio del comunicador por si acaso.
—Eso no es un PON.
—Tampoco, este es un terreno operativo estándar. Sev casi dijo señor, Fi oyó el comienzo de un pequeño silbido producto del arrastre de la s. El auto-proclamado hombre duro de los Deltas, puso el dedo con fuerza en su oreja derecha, como si tuviera miedo de que el comunicador fuera a caerse. —Ahí va Jiss hacía la rampa también. Vamos, Fi. Muévete.
Salieron de las escotillas gemelas del taxi y activaron el holomapa de Fi del sector, para comprobar hacía donde se dirigía la rampa y hacia dónde estaban las salidas. Miraron las líneas azules y rojas de la malla en el holomapa, cortesía de la base de datos del departamento de bomberos. Fi esperaba que la información estuviera actualizada.
—Eso les lleva directamente hasta la plaza minorista.
Fi pensó inmediatamente en civiles, entradas obstruidas por fuego, y sus propios sentidos limitados, que eran un pobre sustituto de los artilugios de su casco Katarn. Pero recordó algo que decía el sargento Kal, yo soy más que mi armadura.
Se acercó a lo largo de la pared, manteniéndose fuera de la vista. No se pueden desplegar los remotos de seguimiento, no aquí, no en público.
—Creo que puedo ir un poco de compras por mí mismo.
—Solo mantén esa expresión tonta de gruñido en tu cara, chico mestizo. Te queda bien.
Sev sacó su datapad y se cambió la pantalla a modo de reflexión, volteándose y sosteniendo el dispositivo un poco a su derecha.
—Ella está en la parte superior de la rampa… Sí, está llegando al primer nivel. Siguiendo hasta ahora al desparpajado lagarto. Vamos. Vayamos alrededor de la ruta del puente y los recogemos allí.
—Tienes tan mala actitud hacia la diversidad étnica, como la tienes con la tropa, —dijo en voz baja Fi, relajando sus hombros con toda la intención de ser sólo un soldado de permiso en su uniforme de color rojo oscuro, con una pistola en el cinturón, como cualquier sensible coruscanti.
La siguiente hora fue imprevista, inesperada, pero estaban entrenados para ello.
Fi esperaba que lograra seguir vivo.
Kal Skirata tenía toda su visión periférica y medio oído entrenado sobre el murmullo general en el bar. Se sentía mal por las precauciones aplicadas hacia estos hombres, tenían la misma tarea ingrata como la de sus muchachos. Pero había una posibilidad de que la filtración estuviera dentro de sus filas. No podía permitir que la camaradería nuble su juicio.
Esperaba que Obrim no se sintiera ofendido por el campo de distorsión que había colocado. El pequeño emisor se sentó discretamente en la mesa entre los vasos, como una bolita de flimsi enrollado, listo para rebotar las señales de micrófonos ocultos.
—Si se trata de uno de los míos, personalmente voy a ponerle vigilancia alrededor de él, —dijo Obrim.
Skirata no lo dudó.
—Se puede poner un señuelo falso en el sistema y ver quién va tras él.
—Pero incluso si es uno de nosotros, entonces todavía necesitarían datos del GER para completar el círculo. Una cosa es tener las imágenes de las holo-cámaras de movimientos y objetivos militares. Y otra es saber dónde van a estar para empezar.
—Está bien. —Tengo que poner a alguien en el interior de logística del GER. Sólo hay una opción, Ordo—. Sin embargo, si encontramos un vínculo con tu gente, tendré que cortar el contacto contigo. Lo siento.
—De todos modos no estoy exactamente dentro de este asunto, ¿verdad?
—Si te dijera dónde están operando mis escuadrones, y sucediera que se metieran en algunos problemas, atraerían la atención de tu gente, así que tendrías que llamarlos para que se retiraran. Entonces todo el mundo sabría que tenemos un equipo de ataque desplegado.
—Lo sé. Estoy preocupado de que tú personal atraiga la atención de algunos de mis colegas excesivamente celosos, y que alguno de nosotros envíe coronas de flores a los familiares.
—Mis hijos no tienen familiares. Sólo me tienen a mí.
—Kal…
—No puedo. Simplemente no puedo. Esto no es negociable. —Estimaba a Obrim. Él era como su alma gemela, un hombre pragmático que no confiaba fácilmente—. Pero si algo parece que se nos va de las manos, y puedo advertirte sobre ello, lo haré.
Obrim arremolinaba la espuma de su cerveza en el vaso.
—Está bien. ¿Seguro que no quieres uno de estos?
—Sólo tengo algo que en la noche me ayuda a dormir. Es un hábito de Kamino. El sueño es algo muy pero muy difícil de conseguir.
—Vas a tener que decirme algún día de que se trata. Apuesto que no había delitos en la ciudad de Tipoca.
—Oh, sí había crímenes, lo reconozco. —Los del peor tipo, si ellos alguna vez se encontraban con otro kaminoano, sabía lo que el kaminoano iba a hacer—. Sin embargo, nada por lo que pudieras arrestar a alguien.
—¿Cuándo le podremos invitar un trago a tu chico Fi? Le debemos una desde el asedio. Es un chico valiente.
—Si. —El arrojarse instintivamente sobre una granada, es de un héroe. Sin embargo, si dispara instintivamente y derribará a un civil, pensaran que es un monstruo.
—Y no nos daríamos cuenta, amigo. Eso nos pasa también a nosotros.
—En fin, Fi está en un patrullaje de rutina en este momento. —Skirata consultó su crono. El reloj verde se tornaría en rojo en dos horas—. Yo lo traeré aquí abajo, no te preocupes. Probablemente él este aburrido con sus deberes actuales. Las operaciones antiterroristas pueden ser tediosas.
—Sentarse por aquí, sentarse por allá, sentarse más allá, entonces hay una desbandada, pánico y bang.
—Sí, creo que eso lo resume todo. —Skirata apuró su vaso de jugo—. Sólo espero que lleguemos a la parte del bang justo a tiempo.
Deberían haber llamado y permitir que uno de los del otro equipo los recogiera. Pero a veces había que lidiar con la situación.
Fi estaba ahora en piloto automático, reaccionando al entrenamiento que no se había dado que había absorbido tan completamente, y Sev le estaba siguiendo al mismo.
El centro comercial era una masa de colores, de gente, e incluso tenía los olores más desconcertantes y sonidos. Esta era la vida en el campo sin un casco, y a Fi no le gustó. Un poco más adelante, Vinna Jiss vagaba casualmente, moviéndose a lo largo de una línea diagonal y luego hacia otra, y luego haciendo una pausa para mirar por los aparadores de transpariacero llenas de cosas. Fi no tenía ni idea de lo que la gente compraba o llevaban.
Sev lo miró. Ni siquiera tenía que decirlo.
Ella veía una gran cantidad de escaparates. Sin seguir un patrón determinado. Creía saber cómo evitar un pegoste, pero lo había aprendido de los holovideos. Información amateur muy endeble.
—Bardan… —dijo Sev en voz baja.
La voz del Jedi fue un susurro en el oído de Fi.
—Sé dónde están. No te preocupes.
—No estamos preocupados. —Sev apartó la mirada del objetivo y Fi volteó casualmente hacia ella, mirando más allá, pero manteniéndola en su visión periférica—. No puedo ver el falleen ahora…
—Está en movimiento, —dijo Fi.
Dejaron que Jiss caminara hasta que casi se perdió en la multitud, y luego comenzaron a moverse de nuevo. Una operación de vigilancia bien planificada habría colocado equipos móviles y fijos en la zona para simplemente mirar y mantener a los objetivos al alcance del siguiente equipo. Pero estaban solos. Y ellos nunca habían planeado seguir a un sospechoso.
—Esto es lo que Kal dijo que nunca deberíamos hacer, —dijo Fi.
—¿Tienes una idea mejor?
—¿Crees que ella nos haya visto?
—Si lo hizo, no lo ha manifestado.
—¿Por qué iba a hacerlo? Si ella es lo que pensamos que es, entonces sólo es el objetivo.
La plaza estaba llena. Había un restaurante en el lado izquierdo con mesas y sillas al aire libre. Jiss se sentó. Sev y Fi siguieron caminando junto a ella, y si Fi parecía un clon abrumado que había pasado su vida enclaustrado en entornos militares, entonces él no estaba actuando. Incluso la cabaña de Qibbu se sentía más familiar que esto.
No era el entorno urbano. Era la enorme masa de civiles.
No tenían otra opción. Caminaron más lejos.
—Fierfek, —dijo Sev—. Va a tener doble cobertura o desaparecerá en el momento en que podemos voltear con seguridad.
Fi estaba mirando hacia el frente. Podía ver manchas de color rojo oscuro entre los hombros multicolores de las decenas de especies que daban un paseo alrededor de la plaza.
—Aquí viene la Cuadragésima primera, —dijo—. Siempre se puede confiar en la infantería…
Una docena de hermanos fueron pasando tranquilamente, mirando a su alrededor y siendo observados también por los compradores, que claramente nunca antes habían visto a los clones. No importa cuántas veces Fi viera esa reacción, siempre se preguntaba qué era lo que encontraban tan extraño en ellos, y luego tenía que ver su propio mundo como el resto de la galaxia lo hacía.
Los de la cuadragésima primera estaban en el mismo nivel que ellos ahora.
Fi sonrió fraternalmente y a cambió obtuvo una o dos desconcertadas inclinaciones de cabeza. ¡Ellos no me reconocen! Eso se sintió extraño. Todos sus hermanos comando le conocían. Y él podría decir de qué nave era la tripulación de infantería por su forma de caminar. Caminó entre los hombres de la Cuadragésima Primera junto Sev, como la fusión de una banda de música, dándose vuelta en la parte trasera del grupo para caminar de regreso hacia el objetivo.
Ella todavía estaba sentada allí. Pero estaba mirando hacia otro lado.
Estaba mirando a otro grupo de soldados clon que se dirigían hacia ella desde la otra dirección.
—Me encanta ser una cara conocida, —dijo Fi. Su ansiedad dio paso a un sentido acrecentado de conciencia, la emoción de la caza. La columna vertebral de la mujer se enderezó como si fuera a saltar, pero se mantuvo tensamente sentada durante unos segundos, hasta que los clones se reunieron con el grupo que venía de la otra dirección, deteniéndose a charlar. Fi y Sev se fundieron en la parte trasera del grupo.
—Me dirijo a la parte posterior de la plaza, —dijo la voz de Jusik en sus oídos.
—Niner está en la estación ahora. Les voy a dar un poco de reconocimiento aéreo.
—Copiado, —dijo Fi en voz baja.
Es malo para la seguridad personal agruparse de ese modo. Pero eso no importaba en ese momento. La mujer vaciló, tratando de no mirar al grupo y fallando miserablemente. Fi, al igual que cualquier clon, estaba excepcionalmente en sintonía con los pequeños gestos. Entonces ella se levantó para caminar rápidamente hacía la tienda más cercana.
—Tal vez le debía algunos créditos a Jango. —Fi se encogió de hombros y señaló con el corazón encogido que la tienda parecía ser exclusivamente para las hembras. Las prendas que se exhibían eran verdaderamente extrañas—. O simplemente no somos de su tipo.
—Así que, señor inteligencia, ¿la vas a seguir ahí?
—Podría hacerlo.
—¿Qué, les dirás que estás buscando un regalo para tú novia?
—No tientes a tú suerte. ¿Hay un salida posterior?
Sev se paró en una puerta y protegió a Fi, mientras que le echaba un vistazo rápido al holomapa, apagando la imagen rápidamente.
—No, pero hay una plataforma de aterrizaje para las entregas.
Sev se redujo a un susurro.
—Bardan, ¿ya estás con nosotros?
La voz de Jusik era casi una sonrisa.
—Fascinante, —dijo—. Estoy esperando en la plataforma de entrega. Un taxi es justo lo que necesita ella en este momento. —Sev y Fi se miraron entre sí. Podían oír a Jusik, pero el taxi no era visible incluso cuando retrocedieron y levantaron la vista discretamente hacía la línea del techo. Entonces oyeron su voz, absolutamente tranquila y totalmente preocupada—. ¿Sí? Sí, lo soy, señora… ¿Dónde quiere ir? Tengo un servicio reservado, pero…
—Sev, dime que no está haciendo lo que creo que es.
—Lo está haciendo.
—Está loco.
Sev bajó la voz hasta un susurro en el comunicador.
—Bardan, si la levantamos ahora, podríamos volar esta operación. No exageres en ello.
—Está bien, señora, pero el puerto espacial no es mi ruta regular, por lo que le va a costar algo extra.
Se oyó el ruido de alguien al entrar en el taxi y la voz de una mujer.
—Sí, déjeme en la terminal de vuelos locales, por favor.
Fi se preguntó por un momento, si la gente común compartía pensamientos, como el que Sev estaba compartiendo con él en ese momento. Habían sido entrenados para pensar de la misma manera, como un soldado. ¿Hacía donde iba Jusik con esto? Si él la dejaba como un taxi normal, la perderían en la terminal. No podían seguirla allí y comprobar hacia dónde se había ido, sin perder su cubierta. Y si él no la llevaba…
Sev estaba mirando sobre Fi.
—Lagarto a tus seis, dijo en voz baja.
Fi se volvió muy, muy lentamente y se detuvo cuando vio el macho falleen en su visión periférica, en el punto donde la plaza tenía una espiral de descenso gradual hacia otro nivel. Estaba buscando algo. Así que la mujer no había sido atrapada con él como él lo esperaba, yendo a buscarla. Y eso significaba que ella no contaba con un comunicador, o que no lo había utilizado.
—Ahora él va a ser una mala noticia. Está llevando algo serio. Mira la línea de su chaqueta.
La voz de Jusik era un contrapunto tranquilo para el pulso de Fi que golpeaba su cabeza.
—Oh, fierfek. Eso es genial. Cambiando de ruta de nuevo… Esto va a costarle, señora… Otra desviación.
—Él es demasiado inteligente por su propio bien. —Sev parecía exasperado.
—Bardan, ¿estás haciendo lo que creo que estás haciendo? ¿La estás dirigiendo de vuelta hacia nuestro camino?
—Puedo pagar buen dinero para no tener que utilizar los carriles automatizados, —dijo la voz de Jusik en sus oídos. Ahora realmente no sonaba en absoluto como un buen muchacho del Templo Jedi—. Y luego seguiré desviándome. ¿Entonces para qué pagamos impuestos?
—Tomaré eso como un sí.
El falleen se alejó, deteniéndose de vez en cuando a mirar a su alrededor, y deambulaba lentamente por la rampa. Fi y Sev se apoyaron en el borde del parapeto como cualquier turista para poder disfrutar de la vista.
Fi bajó la voz.
—Está llamando a alguien. —El falleen tenía el dorso de la mano levantado hacia su boca. Oh, con un comunicador de casco. Fi podría haber sido capaz de interceptar la frecuencia—. ¿Es a ella? O ¿está solicitando refuerzos?
—Podríamos llamar para que Niner y Scorch lo levantaran.
—Y arrastrar a otro equipo fuera de la estación. No, vamos a seguir con esto.
Sev se sentó en un banco, mirando simuladamente bien estar desorientado.
—Bardan, ¿dónde estás?
—Déjame probar este atajo, señora… Hey, ¿a quién llama? ¿Ya está Usted presentando una queja sobre las tarifas?
—Apuesto a que ella está llamando al lagarto holgazán. Bien.
—Sí, y ahora que nuestro conductor tiene un sórdido pasajero, ¿habrá pensado en lo que vamos a hacer con ella?
—Igual que hicimos con Orjul y con el nikto, —dijo Sev, levantándose a caminar a través de la plataforma de taxis en el extremo de la plaza. Tuvieron que moverse rápido cuando Jusik apareció y abrió la escotilla. Fi tuvo visiones del castigo potencial que se desataría, si un pasajero estuviera gritando a voz en cuello cuando la escotilla del taxi se abriera en un lugar muy público.
—Aterrizaje a noventa grados, Bardan. Sev accederá a través de la escotilla de babor y yo voy a ir hacia la otra, y la vamos a bajar.
—Sí, creo que Fi puede llegar a someter a un civil, dijo Sev.
—Recuérdame que después te muestre mi lado no gracioso, ner vod.
—Skirata nos va a matar por esto.
—Entonces es mejor hacer las cosas bien, —dijo Fi.
—Aquí viene.
—Con calma, Bardan.
—Demasiado rápido.
—Es un Jedi. Para él no hay tal cosa como demasiado rápido.
El destartalado taxi, con su cubierta anti-vigilancia, ahora mostraba a un conductor humano que no era Jusik, dejándose caer en la plataforma con la correspondiente dispersión de polvo y arena. Los dos comandos corrieron a sus respectivos lados.
La voz de Jusik llenó sus cabezas.
—Las escotillas en tres… dos… ¡Uno!
Se arrojaron. Las escotillas se cerraron tan rápido que Fi sintió que la pierna de su pantalón quedo atrapada en el sello, pero se mantuvo arriba de una mujer que luchaba y chillaba, luego se quedó en silencio porque Sev apretó la mano sobre su boca.
—¿Estas esperando por una propina?, dijo Fi.
El taxi se levantó verticalmente y casi afeitó la pintura de otro taxi el cual trataba de dejar a sus pasajeros. Igual de bien que cuando Enacca había hecho algo creativo con el transpondedor de identidad.
—Fi, ¿no creo que hayas traído algún grillete?
—No, pero esto por lo general funciona. —Fi liberó su brazo derecho y le puso la pistola en la cabeza a Jiss—. Señora, callase y deje de luchar. No tengo ningún problema disparando a las mujeres.
No, no tendría ningún problema. Los enemigos eran enemigos. Las hembras eran soldados, también.
Jusik dirigió alto el taxi a lo que parecía ser un carril suburbano, saliendo disparado en un bucle complejo, que primero los llevó lejos de la relativa seguridad de Qibbu, y luego se dejó caer entre los carriles donde las capas de sobrecarga de tráfico daban cierta protección contra la vigilancia visual.
—Hemos sido señalados, —dijo Jusik. Cerró los ojos, demasiado tiempo para la comodidad del Fi. Era la primera vez que habían visto al Jedi volar con los ojos cerrados, y el hecho de que los buenos podrían hacer eso, no tranquilizaba la parte animal de los clones que decía que eso no debería ser posible—. Sí, nos están siguiendo.
Fi quería preguntarle cómo lo sabía, pero Jiss no tenía motivos para saber que Jusik era un Jedi, y cuanto menos supiera, más fácil sería procesarla, como Skirata lo manejaba.
—¿Puedes evadirlos, verdad?
—Casi tan bien como cualquiera.
—¿Alguna idea de quiénes son?
—Ninguna, excepto de que son muy persistentes, y si son las FSC, vienen en un vehículo sin marcas.
—¿Puedes sentir toda esa información?
Abrió los ojos de nuevo.
—Sí, porque están a sólo dos o tres speeders detrás de nosotros y puedo verlos en el espejo retrovisor.
Sev miró a Fi contando sin decirlo uno, dos, tres. Sev soltó a Jiss al momento en el que Fi pasó su brazo apretado alrededor del cuello de ella, presionando su blaster con tanta fuerza en la sien que la boca del cañón, estaba rodeada de una pequeña porción de piel blanquecina sin sangre. Podía sentir su corazón latiendo a través de su espalda contra su pecho, incluso a través de la delgada lámina de chalecos antibalas debajo de su túnica. Se preguntó por un momento si era su propio latido frenético.
Sev metió la mano bajo el asiento trasero para sacar su DC-17, y fijó el lanzagranadas.
—Está bien, es algo falto de modales, pero estamos retrasados para el almuerzo. Y si nos rastrean, estamos acabados.
—¿Aquí? ¿A plena la luz del día, en el tráfico? —Dijo Jusik.
—Todavía no. —Sev trató de apuntar su Decé y encendió el lanzagranadas.
—Abre una grieta en la pantalla trasera. ¿Puedes mantenerte firme?
—Querías que me escapara de ellos.
—No se puede. Tenemos que derribarlos.
Jusik miró en el retrovisor.
—¿En un carril repulsor? No tienes un tiro claro y los escombros podrían.
—Yo un francotirador, tú el piloto. ¿Entiendes la diferencia?
Jusik tensó su agarre sobre el volante.
—Demasiadas naves y demasiados escombros. Vayamos a algún lugar menos concurrido.
—¿Tal vez en Qiilura? Dijo Fi.
—Tal vez.
—Agárrense fuerte.
Jusik bajó el taxi como una piedra y cayó diez, luego quince, luego veinte niveles hacia los carriles inferiores, deslizándose entre dos transportes y luego saltando entre los carriles horizontales.
—Todavía no, —dijo Sev—. Tres vehículos atrás.
—¿Han alertado a alguien?
—No puedo sentir nada. —Jusik seguía sacudiendo la cabeza como tratando de aclararla—. Puede ser que no quieren arriesgarse usando comunicadores.
—¿Quién fierfek son ellos?
—¡No sé! Yo no soy un lector de mentes y si te callas porque estoy tratando de concentrarme en volar y escuchar y – La voz de Jusik se apagó. —Solo apunta.
Fi apretó su arma más fuerte en la cabeza de la mujer. Ella se estremeció y cerró los ojos con fuerza. Podía sentir que no había emoción, sólo la fría claridad de su vida y la de sus camaradas en contra de la vida de ella, y parecía una ecuación fácil.
—Señora. Muévase y estás muerta, ¿de acuerdo? —¿Se mueve? Incluso Fi no estaba seguro de poder hacer un escape de un speeder en movimiento.
—Ellos no son de los nuestros… —Dijo Sev—. Y están persiguiéndonos. Así que son un objetivo.
Fi clavó la pistola en la piel de la mujer.
—¿Es su gente, señora?
—¡Yo no sé! ¡No sé!
—Si es así, es una lástima, —dijo Sev—. No podemos dejar que nos rastrean la espalda.
Jusik aceleró.
—Prepárense.
Fi se dio cuenta de que tenía los ojos cerrados de nuevo.
—Fierfek.
—¡Fuego! —dijo Jusik, y el taxi de repente volcó noventa grados y subió en una agónica vertical. Fi se preparó para el impacto.
Tenían que estar muertos.
Pero el taxi seguía subiendo.
Estaban sobre una vertical y una bola de fuego azul-blanco rugió por debajo de ellos. Fi fue arrojado contra Sev, pero cerró su brazo apretado alrededor del cuello de la mujer, y los tres golpearon la pantalla trasera entreabierta, con el sonido de escombros rebotando desvaneciéndose detrás de ellos.
La luz por debajo de ellos se atenuaba rápido y de repente desapareció, cuando Jusik colocó el taxi en otro ángulo derecho, volando horizontalmente a lo largo de un nuevo carril.
—Apunta hacia abajo. —Sev cerró los ojos.
—Mejor que no sea de las FSC, —dijo Fi—. Esto va a estar muy complicado.
De repente fueron bañados por una luz del sol brumoso. Jusik los sacó del tráfico de pasajeros y se metió de nuevo en los carriles automatizados para los speeders privados.
—¿Qué buscamos ahora desde el exterior? —Preguntó Sev.
Jusik se secó la frente con la palma de la mano, estando sin aliento y maltratado, como había estado después de representar el Dha Werda. Fi podría haber jurado que parecía estar también eufórico.
—Una familia de turistas garqian con un conductor gran, —dijo el Jedi—. Ahora vamos a tratar de explicar esto a ya-saben-quién, sin que arranque nuestras cabezas. —Abrió su comunicador—. Regresando con un prisionero, Kal.
Sev se quejó con un sonido gutural.
—Nunca utilices nombres reales.
—Por ahora esa es la menor de nuestras preocupaciones, —dijo Fi.
Así que también Jusik tenía miedo a Skirata. Se suponía que iba a ser un trabajo tranquilo, como él lo había llamado, función de observación, la cual se había convertido en el secuestro y la voladura de vehículos no identificados. Sin embargo asustado no era la palabra correcta.
Va a estar decepcionado de nosotros. Le fallamos.
Fi, al igual que cualquier persona que entraba al círculo de Skirata, quería desesperadamente que Kal’buir se sintiera orgulloso de él. Esa era una motivación más eficaz que el miedo.
—Recuerda que él incluso mueve a wookies alrededor, —dijo Fi. Ajustando su agarre en el cuello de la mujer para detener la sensación de hormigueo en los dedos—. Y ellos lo toman.
El taxi estaba en silencio, excepto por los gemidos ocasionales de Jiss y el estruendo de unidad en apuros. Finalmente Jusik se detuvo tembloroso en la plataforma en el nivel superior de la Cabaña de Qibbu. Sev pidió a través de su comunicador una mano con la mujer, y Atin salió corriendo junto con Fixer.
—¿Qué han estado jugando? Skirata se va a volver loco allí. —Atin se deslizó en el taxi y puso los puños en Jiss—. Salga, nos la llevaremos a la casa de seguridad. Tiene que dar algunas explicaciones.
Tal vez para ellos sí era una casa de seguridad. ¿Segura para ella? No. Pero entonces ella había elegido el lado equivocado. No era una víctima indefensa.
Por este lloriqueo es que nunca llegamos a ver al enemigo.
El taxi despegó, dejando a Fi, Sev, y a Jusik de pie en la plataforma, agotados por la adrenalina.
—Gracias por volar en aerolíneas Jedi. —Jusik sonrió y estrechó sus manos.
—Que tengan una tarde agradable.
—Todos ustedes están locos, dijo Sev, y se alejó.