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Los soldados clon son muy disciplinados. Incluso los hoscos soldados ARC del lote alfa, pienso que son tan predecibles, en el sentido de que Fett les dio órdenes precisas para seguir obedeciendo. Pero los lotes de comandos son casi tan impredecibles como los Null, y los Null son tan buenos siendo el ejército privado de Skirata. Ese es el problema de tener clones inteligentes, formados por una mezcolanza de matones indisciplinados… Se han volcado hacia una buena idiosincrásica y hacía la peor desobediencia. Pero probablemente van a ganar la guerra por nosotros. Tenemos que tolerarlos.

—Evaluación del desempeño de los Comandos de la República, por el director de las Fuerzas Especiales, General Arligan Zey, explicando las discrepancias en el inventario de la armería al General Iri Camas.

LA CABAÑA DE QIBBU, SECTOR DE ENTRETENIMIENTO, CASA DE OPERACIONES DEL EQUIPO DE ATAQUE, APENAS ANOCHECIENDO, 371 DÍAS DESPUÉS DE GEONOSIS

—Esto es evidente antinatural—, dijo Boss. Estando de pie frente al espejo.

—No puedo dejar de notar lo que está armadura no cubre.

—Cubre tu torso y los muslos, y ahí es donde están tus principales vasos sanguíneos y órganos. —Atin tiró de su túnica. Todos ellos no se habían presentado al GER, por problemas de fatiga, con sus túnicas rojas estándar y pantalones. Fuera de los cuarteles, la vestimenta informal hacía que Fi se sintiera ridículamente desnudo—. Eso es todo lo que necesitas. ¿Ves? No se ve nada debajo de la tela.

—Se puede vivir sin un brazo, —dijo Fi—. Siempre se puede atornillar uno nuevo.

—¿Y qué hay de mi cabeza?

—Como he dicho, ellos siempre pueden sustituir las piezas no esenciales.

Boss ni siquiera levantó la vista al inspeccionar su túnica.

—Me encanta este hombre. Va a ser un gran tiro al blanco.

Él tenía un punto, que lucharían sin cascos. Eso iba a ser difícil. Todos los soldados clon hasta el capitán ARC vivían por su casco. El buy’ce era un centro de mando y control en sí mismo.

Fi cogió un rollo de alambre y lo extendió entre sus manos. Skirata le había enseñado a usar esto, una cuerda para estrangular o también llamada garrote, la colocas alrededor del cuello —si tu objetivo tenía un cuello— y se estiraba para cortar o estrangular. Había todo tipo de dispositivos interesantes y técnicas que recomendaba Skirata. Otros instructores tenían sus propios métodos favoritos, de acuerdo con sus lotes de comandos en formación, pero Kal eran claramente de corto alcance. ¿Qué era lo que él decía? Tienes que ser capaz de luchar en ropa interior si estás acorralado, hijo. La naturaleza te dio dientes y puños.

El sargento Kal sonaba como si supiera exactamente como se sentían. Desde luego, conocía sus técnicas.

La sala principal en la parte superior del hotel de mala muerte, apresuradamente insonorizada, con una capa micro-anecoica en las paredes y ventanas, se llenaba de cuerpos empujados. Jusik rebotó en él interior, claramente satisfecho de sí mismo, presentando una hilera de pequeñas cuentas y dispositivos sobre la mesa de duraplástico negro y rayado. Atin se acercó y miró a la distancia.

—¿De dónde sacaste todo eso, Bardan?

Jusik había atrapado una de los collares con la punta del dedo y se lo tendió a Atin. Fi se movío. Fuera lo que fuera, quería uno también.

—Comunicador aural autónomo de los soldados ARC. Uno para cada uno. No hay necesidad de sus buy’cese ni nada demasiado obvio, sólo hay que pegarlo en tu oído. Además… —El Jedi sacó una pequeña bolsa transparente de lo que parecía polvo de Permavidrio—. Marcador de seguimiento.

—Nunca lo había visto antes.

—Las novedades de los laboratorios. Se llama Polvo Microtransmisor. Se dispersa en un campo de batalla para un mejor monitoreo invisible. Nunca se sabe cuándo lo puedas necesitar.

—¿Sacaste todo esto de las bodegas? —preguntó Fi.

—Y de adquisiciones. De alguna manera todo terminó en mis bolsillos.

—El Capitán Maze va a estar furioso.

—Está bien. Ordo le puede explicar más tarde las necesidades que tenemos. Él escucha a Ordo.

—¿Dónde está Skirata? —Preguntó Sev—. Tal vez están teniendo problemas para descifrar a los prisioneros.

—Vau no. —Fixer se embolsó uno de los comunicadores.

—¿Entonces por qué necesitaba a Etain?

—Tal vez para mostrarle cómo se hace.

Fi observaba la molestia de Darman. Esperó a que su hermano dijera algo, pero Dar se tragó lo que estaba pensando y siguió quejándose con el ajuste de las placas de la armadura bajo su túnica. No era exactamente un secreto que tenía una debilidad por Etain, pero tampoco nadie se burlaba de él. Era uno de esos aspectos acerca de la vida, que Skirata les había enseñado, pero que ninguno de ellos mantuvo muchas esperanzas de seguir.

Fue fácil volver a Kamino, donde el mundo real nunca se había entrometido, no más allá del riesgo de perder la vida en los entrenamientos, por supuesto. Pero la exposición de los últimos nueve meses a la gente fuera de la cerrada fraternidad, había hecho que la vida ordinaria se sintiera mucho más peligrosa que el combate en sí mismo.

Debido a que la vida de las otras personas no era ordinaria en absoluto.

Fi se acercó a la ventana, ahora oscurecida por una fina película anti-vigilancia, observó el paseo de los turistas y lugareños por las aceras frente a la cabaña de Qibbu. No les envidio su existencia de un día a la vez, Skirata les había dicho a su lote de comandos, cuán sombrío y triste podría ser el ganarse la vida.

Pero él no les había dicho cómo se puede sentir al ver a las parejas y familias de todas las especies. Skirata se apegó a lo básico. He sido echado por tantas mujeres, que no les puedo decir nada útil acerca de las relaciones, así que evítenlas si es posible. Una vez más, golpeó a la clase con algo que dijo y no quiso decir, al igual que la forma en que los llamó Droides húmedos, y también dijo que ellos estaban aquí para luchar, no para socializar. Simplemente quería decir que era un tema doloroso para él abordarlo.

También les llamaba Hombres Muertos. Pero ahora ya no les llamaba así. Habían aprendido a ser mandaloriano, y eso, decía Kal, significaba que tenían alma y un lugar en la eternidad mando. Fi pensó que era algo que probablemente valía la pena tener.

Las puertas se abrieron y los ocho comandos giraron, enseñando un grupo variopinto de blasters modificados para civiles. Código de seguridad o no, nunca se podría ser demasiado cuidadoso. Skirata entró con Ordo y Etain les pisaba los talones. Los escuadrones bajaron sus armas.

—He estado de compras, —dijo alegremente Skirata. Y lo decía en serio. Fi esperaba que fuera su eufemismo habitual para la adquisición de armas ilícitas, o peor, pero parecía que él realmente había estado comprando cosas. Echó una bolsa sobre la mesa, junto al botín de Jusik, conteniendo una buena variedad de frutas, dulces, helados, frutos secos y otras delicias que Fi no pudo identificar—. Adelante. Sírvanse ustedes mismos.

Los Omega se adelantaron, mientras que los Delta se quedaron atrás. Después los Delta parecieron recordar que —sírvanse ustedes mismos— significaba —coman hasta quedar satisfechos—. Fi peló la cáscara de algo verde brillante que olía a frutas ácidas, encontrándolo congelado y recubierto con una capa crujiente y apetecible.

Pero Etain parecía cansada. Jusik la miraba con recelo, como si algo tácito estuviera pasando entre ellos. Los Jedi podían hacer ese tipo de cosas, al igual que los soldados con los comunicadores de sus cascos, silenciosos al mundo exterior. Entonces Etain murmuró algo acerca de tener una ducha caliente en el «refrescador» y desapareció en la habitación contigua.

—Tenemos un lugar de entrega, —dijo Skirata—. Y a unos mil o más soldados clon con licencia durante un par de semanas, gracias a nuestro totalmente inesperado amigo Mar Rugeyan.

—Mmm, nueces trituradas, —dijo Fi, identificando el topping en el helado.

—En eso él fue de mucha ayuda.

Todos se detuvieron a mitad de su bocado. Fi notó que Jusik no estaba comiendo, estaba viendo al sargento con una expresión absorta. El joven general tuvo una dosis muy mala del Skirata. Como las enfermedades estacionales, esta era una de las mejores por atrapar.

—Así que podemos llegar a soltarlos, o ¿tendremos que hacerlo aburrido y dejar que ellos se paseen libremente? —Preguntó Boss. Niner le dirigió una de sus miradas divertidas, de las que indicaban que estaba contemplando silenciosamente la situación. Niner y Boss no tomaron de la misma manera la reducción de sus responsabilidad, a Niner le gustaba liderar con cierta certidumbre, y a Boss parecía gustarle ser el primero—. Este es un trabajo de rastreo, ¿verdad?

—Vau los ha hecho unos chicos muy impacientes, —dijo Skirata—. Sí, aquí es donde se vuelve aburrido. Y ¿saben qué? Ustedes no van a estar menos muertos si se equivocan. —Recogió algunas frutas shuura y les lanzó una a cada uno de los del equipo Delta—. Y realmente espero que Vau los haya educado bien en esto, porque voy a estar bastante enfadado si se ponen de gatillo fácil y vuelan esta operación.

A Boss parecía que esto le había dolido. Fi no pensó que los Delta tuvieran emociones tan delicadas.

—Somos profesionales, sarge. Sabemos cómo hacer esto.

—¿Qué te dije?

—Lo siento. Kal. Es que todavía ni siquiera hemos visto el enemigo.

—Bienvenido a las operaciones antiterroristas, sabiondo. Ellos no son droides. No se alinean y marchan hacia ti. ¿Pusiste atención a alguna de mis conferencias?

—Bueno…

—Ellos pueden matarte y ni siquiera estar en el planeta cuando eso suceda. Pero tú puedes rastrearlos y matarlos de la misma manera. Esto se trata de paciencia y atención hacia los detalles.

—Los Deltas son realmente buenos en eso, eso fue lo que escuche, —dijo Fi. Sev le dirigió esa mirada fría y vacía. Simplemente provocó aún más a Fi—. Es por eso que hacen su planificación de operaciones con pintura dactilar.

Skirata la lanzó a Fi una bola de flimsi y lo golpeó fuerte en el oído.

—Está bien, Ordo va a conseguir algunos explosivos creíbles en los próximos días, ya que van a ser muy útiles si necesitamos infiltrarnos en las células terroristas. Y vamos a iniciar ahora la vigilancia del punto de entrega, porque no tendremos ni un resquicio de tiempo para cuando los explosivos sean recogidos. Cuatro turnos —Fi y Sev en la guardia roja, relevados por la guardia azul integrada por Dar y Boss, relevados por Niner y Scorch como la guardia verde.

Fi se dio cuenta del proceso de eliminación de Atin. Parecía como si lo hubieran bañado con agua fría. Fi sospechaba que Atin hubiera querido estar de pareja con Sev, sin importar todas las razones equivocadas.

—Eso los deja a ti y a Fixer como la guardia blanca, así que manténganse enfocados, —dijo Skirata, dando a Atin un golpecito amistoso en el pecho. También se había dado cuenta. Pero entonces, Skirata lo dijo todo—. Una guardia vigilando, otra cotejando la información de inteligencia y dos descansando.

—¿Qué pasa con todos los demás?

—Ordo estará de encubierto para encontrar al topo, y Bardan y Etain se unirán a las rotaciones normales de desplazamiento hasta que tengamos que entrar en una nueva fase. Si es necesario, Vau y Enacca también se integrarán, para darnos una mano.

Jusik —pareciendo convincentemente insípido con su ropa ordinaria y su cabello suelto— miró su elegante blaster S-5. Sí, Zey se volverá loco cuando vea la factura de esta operación. —¿Podemos utilizar la Fuerza, Kal?

—Por supuesto que puedes, Bard’ika. Siempre y cuando nadie se dé cuenta, o también cuando no dejes testigos. Lo mismo ocurre con los sables de luz. Sin testigos. Esto puede parecer un poco obvio.

—¿Cuándo empezamos? —Preguntó Boss.

Skirata miró su reloj.

—Tres horas. Creo que es la hora de comer.

Sev le dio un codazo a Fi, un poco fuerte para ser amable, pero no lo suficiente para iniciar una pelea.

—Entonces, tú y yo. El cerebro y la boca. No puede ser.

—Estoy decayendo, solía trabajar con capitanes ARC. —Observando a las personas que llevan una vida ¿normal? Prefiero cargar contra una línea de droides. ¿Qué pasó con mi certeza? ¿Los otros se sentirán así?—. Pero hay una guerra en curso, por lo que los sacrificios tienen que hacerse.

—¿Puedes hacer el papel del soldado tonto?

—¿Quieres decir que no lo estás haciendo ahora?

—Espero que seas tan bueno como lo eres hablando, ner vod.

—Cuenta con ello, —dijo Fi, señalando a Darman quien se había alejado en dirección de la salida de Etain—. A veces no soy muy divertido en absoluto.

Etain sentía que había salido bien librada, considerando todas las cosas.

Fue sólo cuando ella cerró la puerta del refrescador, cuando comenzó a vomitar de manera incontrolable, hasta que las lágrimas rodaron por su cara y llegaron hasta su boca. Abrió las llaves para que corriera el agua para cubrir el sonido, ahogándose en sus sollozos.

Había estado tan convencida de que podía manejar la situación. Y no pudo.

Rasgar el alma de Orjul había sido aún más duro que la violencia física directa. Le había robado sus convicciones, que no era un gran mal, hasta que se considerara el hecho de que él, ella lo sabía, moriría muy pronto, sin siquiera tener el consuelo de sus creencias, estaría roto, abandonado y solo.

¿Por qué estoy haciendo esto? Porque hay hombres muriendo.

¿Cuándo cesará esto del fin justifica los medios?

Vomitó hasta que se convulsionó de rodillas. Luego llenó el recipiente con agua fría y metió la cabeza dentro de él. Cuando se incorporó y se le aclaró la vista, miró un rostro conocido. Pero no era el de ella, era una cara larga y dura, la de Walon Vau.

Todo lo que me han enseñado está mal.

Vau era todo brutalidad y oportunismo, tan claro como cualquier ejemplo del lado oscuro que un Jedi pudiera imaginar. Y sin embargo, había una ausencia total y consciente de malicia en él. Ella debió de haber sentido su ira y su intención asesina, pero Vau estaba lleno de… nada. No, no era nada, estaba realmente tranquilo y benévolo. Pensó que estaba haciendo un buen trabajo. Y ella vio sus supuestos ideales Jedi, motivado no por la ira o el miedo, sino por lo que ella creía que era lo correcto. Ahora se cuestionaba todo lo que le habían enseñado.

La oscuridad y la luz son simplemente precepciones del perpetrador. ¿Cómo puede ser esto verdad?

¿Cómo puede el oportunismo desapasionado de Vau, ser moralmente superior a la ira y al amor de Skirata?

Etain había luchado durante años con su propia ira y resentimiento. Las opciones eran, ser un buen Jedi o un Jedi caído, con la suposición —a veces tácita, otras veces no tanto— de que el fallar significaba que el lado oscuro te esperaba.

Pero había un tercer camino, dejar la Orden.

Se limpió la cara con la toalla y se enfrentó a la dura realidad. Seguía siendo una Jedi porque no conocía otra vida. Se compadeció de Orjul no porque ella lo hubiera torturado, sino porque le habían robado de la única cosa que lo mantenía unido, sus convicciones, sin las cuales el carecía de dirección. La verdad era que se compadeció de ella misma —por la falta de rumbo— y dicha carencia la proyectó hacia su víctima por medio de la negación.

La única cosa desinteresada que he hecho, era que no estaba centrada en mi propia necesidad individual de ser desapasionadamente buena, ser una Jedi que se preocupara por estos clones y preguntarse sobre lo que les estábamos haciendo.

Y ese era su rumbo.

Esto era muy claro; pero todavía tenía esa dolorosa cruda moral en su interior. Esta revelación no la sanó. Se sentó en el borde de la bañera con la cabeza apoyada en las rodillas.

—Señora, ¿qué pasa? —Era la voz de Darman. Debería haber sido igual que cualquier otro clon, pero no fue así. Todos ellos tenían distintos matices en su acento, cadencia y tono. Y él era Dar.

Ahora podía sentir a Darman a través de sistemas estelares completos. Había querido llegar a él en la fuerza muchas veces, pero temía que podría distraer su atención en sus deberes y ponerlo en peligro, o —si sabía que era ella y no le diera la bienvenida— provocar su malestar.

Después de todo, él había tenido la opción de permanecer con ella en Qiilura. Y había optado por quedarse con su escuadrón. Lo que sentía por él ahora, el anhelo que se había desarrollado sólo después de que se separaron, podría no ser mutuo.

Él preguntó de nuevo.

—¿Estás bien?

Ella abrió las puertas y Darman miró hacia dentro.

—Dar, en este momento no quiero ser señora.

—Lo siento, no quería interrumpir.

—No te vayas.

Él se movió un par de pasos dentro de la habitación como si estuviera en una trampa explosiva. Ella había estado en esta situación antes, había sido totalmente dependiente de las habilidades militares de Darman, cuando su vida estaba en juego. Él había estado tan concentrado, tan reconfortante, tan competente. Cuando ella tenía dudas, él tenía certezas.

—Entonces, todavía no lo encuentras fácil, dijo Darman.

—¿Qué?

—Ceder a la ira. Ya sabes. Violencia.

—Oh, ningún Maestro Jedi habría estado orgulloso de mí. Lo hice todo sin ira. La ira te lleva al lado oscuro. Estar serena es lo mejor.

—Sé que debe haber sido duro. Sé cómo reacciona el sargento Kal cuando tiene que hacerlo.

—No. Estaba lastimando a un extraño. Sin ningún dilema personal en absoluto.

—Esto no te hace una mala persona. Tiene que hacerse. ¿Es eso lo que te molesta?

—Eso, tal vez. Y tener dudas.

Ella no quería estar sola con todo esto en la cabeza. Podría estar meditado. Tenía la fuerza de voluntad y las antiguas habilidades para pasar a través de esta confusión y hacer lo que los Jedi había hecho por milenios —deshacerse del momento—. Pero no quería hacerlo.

Quería correr el riesgo de vivir con estos terribles sentimientos. De pronto, el peligro parecía radicar en negarlos, como ella trató sin éxito de negar lo que sentía por Darman.

—Dar, ¿alguna vez has tenido dudas? Siempre dijiste que estabas seguro de tú papel. Siempre sentí que así era.

—¿De verdad quieres saber?

—Sí.

—Tengo dudas todo el tiempo.

—¿De qué clase?

—Antes de irnos de Kamino, estaba tan seguro de lo que tenía que hacer. Ahora… bueno, entre más veo la galaxia… cuanto más veo a otras gentes, más me pregunto, ¿por qué yo? ¿Cómo terminé aquí, y porque no me gusta la gente que veo a mi alrededor en Coruscant? Cuando ganemos la guerra, ¿qué va a pasar conmigo y con mis hermanos?

Ellos no eran estúpidos. Eran muy inteligentes, de hecho fueron creados para serlo, y si produces gente inteligente, ingeniosa, resistente y agresiva, entonces tarde o temprano se darían cuenta de que su mundo no es justo, y empezaran a resentirlo.

—Yo también me pregunto eso, —dijo Etain.

—Me hace sentir desleal.

—No es desleal cuestionar las cosas.

—Sin embargo, es peligroso, —dijo Darman.

—¿Para el status quo?

—A veces no se puede discutir por todo. Como con las órdenes. Puesto que no tenemos una visión completa de la batalla, y la orden que ignores podría ser justo aquella que debería haber salvado la vida.

—Bueno, me alegro de que tengas dudas. Y también me alegro de que yo también las tenga. —Darman se apoyó contra la pared, todo preocupación.

—¿Quieres algo de comer? Nos vamos a arriesgar con la carne de nerf de Qibbu en salsa glockaw. Scorch reconoció que se trata probablemente de rata acorazada.

—No estoy segura de poder hacerle frente a las multitudes en estos momentos.

—Podrías estar sobreestimando la popularidad de la cocina de Qibbu. —Darman se encogió de hombros—. Probablemente podría convencer al cocinero para aturdir a la cosa con mi Decé y enviarlo a través del servicio a la habitación.

Eso fue todo de parte de Darman, tenía una naturaleza implacablemente positiva. El trabajo de ella era inspirarlo a él, pero él había sido en Qiilura el que le había hecho levantarse y luchar una y otra vez. Él la había cambiado para siempre. Se preguntó si Darman tenía alguna idea de lo mucho que todavía estaba cambiando su vida ahora.

—Está bien, —dijo—. Pero sólo si tú me haces compañía.

—Sí, comer rata acorazada a solas sería, probablemente, como estar buscando problemas. —Sonrió de repente, y ella se sintió iluminada por la sonrisa—. Es posible que necesites primeros auxilios.

La voz de Niner interrumpió desde el fondo del pasillo.

—¿Dar, vienes con nosotros o qué?, Fi y Sev se supone que están de guardia.

—No, voy a pedirles algo. Ellos pueden bajar la cabeza e ir con ustedes. Nosotros cumpliremos con el deber. —Darman ladeó la cabeza como para escuchar algún reproche—. ¿Está bien?

Esta vez fue la voz de Skirata la que se escuchó.

—¿Dos filetes?

—Por favor.

—No quieres algo más seguro, como ¿huevos?

—Filetes esta bien. No le tememos a nada.

De repente Etain sintió el impulso de reír. Fi podría ser el comediante, pero Dar era verdaderamente edificante. No estaba tratando de suprimir el dolor.

También lo encontró distraídamente guapo, a pesar de que era idéntico a sus hermanos. Ella los adoraba como amigos, pero ellos no eran Darman, y de alguna manera ni siquiera se parecían a él. Sabía, que ya nadie sería más valioso para ella.

—Bueno, ¿qué vamos a hacer ahora?, preguntó Darman.

—Para empezar, no un entrenamiento de sable de luz.

—Realmente me golpeaste con esa rama.

—Me dijiste que tenía que hacerlo.

—Así que toma órdenes de los clones, ¿no es así General?

—Tú me mantuviste con vida.

—Ah, lo haz hecho muy bien sin mí.

—En realidad, no, —dijo Etain—. En realidad, yo no lo he hecho bien en absoluto.

Ella lo miró a los ojos por unos momentos, con la esperanza de que Darman, el hombre, reaccionara ante ella, pero él se limitó a recordar, como si fuera un niño aturdido de nuevo.

—Nunca antes había estado tan cerca de una hembra humana. ¿Sabías eso?

—¿Qué tanto lo suponía?

—Yo ni siquiera estaba seguro de que si los Jedi… eran de carne y hueso.

—Yo también me pregunto eso a veces.

—No tenía miedo de morir. —Se llevó las manos a la cabeza por un momento y luego se pasó los dedos por el pelo, ese gesto que había visto en Skirata—. Tenía miedo porque no sabía lo que estaba sintiendo y…

El droide de servicio zumbó para que lo dejaran entrar.

—Fierfek. —Los hombros de Darman se hundieron un poco. Se levantó y tomó la bandeja del droide, molesto y con la cara un poco enrojecida. Parpadeó e inspeccionó el contenido como si se tratara de explosivos inestables, ella sintió que el momento se había perdido.

—¿Está muerto? —preguntó Etain.

—Si no es así, se levantará de nuevo en cualquier momento.

Mordió un bocado a modo de prueba, pensativa dijo:

—Podría ser peor.

—Cubos de ración…

—Oh, eso me trae recuerdos.

—Ahora sabes por qué comemos cualquier cosa.

—Recuerdo también el pan, Ugh.

El empujó algo dentro del recipiente con el tenedor, mirando preocupado.

—Llegabas a mí mediante la Fuerza, ¿no? Yo no lo hubiera imaginado.

—Sí, lo hice.

—¿Por qué?

—¿No es obvio?

—¿Cómo voy a saberlo? No estoy seguro si sé mucho sobre ti.

—Yo creo que sí, Dar.

Darman de repente tomó un interés excepcional en los restos de la carne, que después de todo podrían haber sido de nerf.

—No puedo imaginarme a alguien que crea que nosotros le importamos a las hembras, dada nuestra esperanza de vida. Y no es relevante para el combate.

Eso fue una refrescante agonía. De todas las injusticias amontonadas sobre estos clones, a los que nunca se les habían dado opciones, esto era lo peor, la negación de cualquier futuro individual, de la esperanza misma. Si vencieran las probabilidades en batalla, aún estaban condenados a perder la guerra contra el tiempo. Darman estaría probablemente muerto en treinta años, y para ella ni siquiera sería la mitad de su vida en ese momento.

—Apuesto que Kal pensaba que era importante.

Darman se mordió el labio y desvió la mirada. No estaba segura de sí estaba avergonzado o si simplemente no sabía lo que le estaba preguntando realmente.

—Él nunca mencionó qué hacer con los generales, —dijo en voz baja.

—Tampoco mi Maestro, mencionó específicamente sobre soldados.

—He oído que ignoras las órdenes de todos modos.

—Tenía miedo de que nunca volvería a verte, Dar. Pero ahora estás aquí y eso es todo lo que importa.

Ella extendió la mano hacia él. Darman dudó un momento pero luego se inclinó sobre la mesa y la tomó.

—Podríamos estar muertos mañana, los dos, —dijo ella—. O al día siguiente, o la próxima semana. Eso es la guerra. —Pensó en el otro Fi, cuya vida había menguado entre sus brazos—. Y yo no quiero morir sin decirte que te extrañé todos los días desde que te fuiste, y que te amo, y que yo no creo lo que me enseñaron sobre el apego, más de lo que ustedes deben creer que fueron criados solo para morir por la República.

Esto estaba rompiendo todas las reglas.

Pero la guerra, de todos modos, había roto todas las reglas Jedi sobre el mantenimiento de la paz y de una república civilizada. La fuerza no sería lanzada en el caos si un Jedi mediocre y un soldado clonado que no tenía derechos, rompieran una más.

—Yo tampoco he dejado de pensar en ti, —dijo Darman—. Ni por un momento.

—Así que… ¿Cuánto tiempo se tardan dos escuadrones en terminar sus alimentos en el bar?

—El tiempo suficiente, creo —dijo Darman.