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Si, lo sé, debería estar dirigiendo la batalla desde la nave. Si, se que nosotros podríamos, desde orbita, reducir la superficie de Dinlo a lodo fundido. Pero podríamos extraer a un millar de hombres, y eso valdría la pena. Pedí voluntarios y conseguí una tripulación completa para la nave y también cada hombre de la Compañía Improcco, y no fue por obediencia ciega. Lo voy a intentar.
—General Tur-Mukan, en un comunicado al General Iri Camas, Comando del Grupo de Batalla, Coruscant, con copia al General Vaas Ga, oficial al mando, Batallones Sarlacc, Compañía cuadragésima primera de la infantería de élite, Dinlo
La General Etain Tur-Mukan veía el servicio de noticias HNE con sentimientos encontrados. Por un lado los acontecimientos en casa la hacían sentir tristeza y por el otro le recordó de lo que se trataba la guerra.
—Quince soldados y doce funcionarios civiles de apoyo se reportan muertos, tras el atentado de hoy provocado por una bomba, esta vez al centro de logística del GER, ningún grupo se ha reivindicado el ataque, pero un portavoz de las fuerzas de seguridad, dijo hoy que la proximidad al primer aniversario de la Batalla de Geonosis es significativa. Se eleva el número total de muertes en los aparentes ataques de terror separatista ascendiendo a tres mil cuarenta. El Senado se ha comprometido a destruir sus redes…
El Comandante clon Gett estaba a su lado, con las manos cruzadas a la espalda mientras esperaban en la plataforma repulsora que las cajas de municiones pasaran de la armería a la cubierta del hangar.
—De todos modos iban a morir, —dijo.
Etain se volvió para mirar a las tropas a su alrededor.
—Pero no así.
Estaban listos para partir. El Intrépido estaba a una media hora de Dinlo y los pilotos de la fragata de combate se dirigían por el pasillo hacia la breve reunión para realizar sus verificaciones, con sus cascos de color amarillo colocados abajo del brazo. Todos ellos marcaban sus cascos de la misma manera, sin duda era el resultado de la manipulación profunda. Esto lo notó la General Etain Tur-Mukan.
Se apartó de la escotilla para dejarlos pasar y cada uno la saludo. Uno de ellos observó el arma poco convencional colgada sobre su hombro y sonrió. Señaló el enorme rifle de conmoción LJ-50 que casi la empequeñecía.
—¿Esa cosa le levanta el ánimo, General?
—Sólo si estás en el extremo receptor, soldado, —dirigiéndole su sonrisa más tranquilizadora.
Sabía que tenían miedo, porque un comando llamado Darman le había enseñado que sólo los idiotas no tenían miedo durante el combate. El miedo era un activo, un incentivo, una herramienta. Ella sabía cómo usarlo ahora, incluso si el miedo no la abrazara.
Hoy necesitaba decirle eso a la Compañía Improcco. Ellos ya lo sabían, pero esta era su primera misión con ellos, y ella había aprendido que un poco de apertura con las tropas promovía un largo camino. Y quería que supieran que ella los veía como los seres humanos que eran. El conocer a los Comandos de la República por primera vez en Qiilura había sido una revelación dolorosa para ella.
—¿Está usted de acuerdo con eso, General? —Gett parecía ser capaz de adivinar lo que pensaba casi todo el tiempo, y se preguntó brevemente si la telepatía estaba dentro de su mezcla genética. Luego recordó a aquel hombre al que todos se parecían y del que todos aprendieron a ser muy, muy sensible a pequeñas señales de comportamiento—. Tenemos un DC-15 si lo prefiere. Una buena pieza de equipamiento.
El LJ-50 era exhaustivamente pesado. Ella había desarrollado sus músculos de los brazos en el último año, pero aún así le costaba un poco manipularlo.
—Unos caballeros muy competentes me enseñaron a usar el rifle de conmoción, —dijo.
—Me convencieron que reservara mi sable de luz para el de combate cuerpo a cuerpo. Además, el LJ tiene una extensión de cuatro metros en un rango de treinta metros. Soy una gran creyente en la eficacia sobre el estilo.
Gett sonrió. Sabía de las historias acerca de la misión a Qiilura. Al parecer todos ellos lo sabían. Los chismes viajaban a la velocidad de la luz en una comunidad cerrada, y habían tenido meses para que el chisme se extendiera.
—Tengo entendido que en estos momentos los Omega están bien en OPTs en el Borde Exterior.
—Es agradable que lo compruebes por mí, Comandante. —Pero tuvo que preguntar—. ¿Qué son OPTs?
—El capitán Ordo creo un lenguaje de señales prioritarias. —Bajó la voz.
—Operaciones de Prohibición de Trafico. Abordaje de las naves de los malos.
—Gracias. Nunca he conocido a Ordo, pero parece que me cuida muy bien.
—Es uno de los ARC’s Null de Kal Skirata.
—Oh, Kal otra vez …
—Nunca lo ha conocido, ¿verdad?
—No, pero espero hacerlo. Siento como si hubiera estado caminando detrás de mí durante mucho tiempo. —Miró a su alrededor hacia el hangar y notó que había un pelotón faltante. Esperaría. Necesitaba que todos la escucharan—. Envidio su habilidad para inspirar a la gente.
Gett no dijo nada. Tal vez por tacto, o simplemente porque no tenia nada que añadir; Etain temía que ella todavía proyectara sus propias dudas hacia los demás. Era una Caballero Jedi ahora. Había pasado sus pruebas en Qiilura con el Maestro Arligan Zey, trabajando encubierta con él para movilizar a los colonos contra los remanentes de la ocupación neimoidiana y trandoshana. Fue un trabajo secreto, silencioso y triste, y a pesar de que una guarnición de la República ya se había establecido en el planeta, todavía sentía que la población cada vez menor de indígenas gurlanins y los campesinos humanos estaban en curso de colisión. La República había prometido a los gurlanins que removería a la colonia humana de su mundo.
Hasta el momento, esto no había pasado.
Hubiera sido un simple caso de promesas rotas, como muchos otros en la historia de la galaxia… teniendo a la raza de depredadores cambia-formas los gurlanins, trabajando como espías de la República. Esta era su trato, ellos proporcionaban sus habilidades únicas de espionaje, si los agricultores dejaban de ahuyentar a las presas de las que dependían los gurlanins. En cuanto a los gurlanins se refiere, significaba la eliminación de los asentamientos humanos en Qiilura.
Etain sabía que los gurlanins hicieron malos enemigos. Ellos eran más que capaces de matar a los agricultores, como lo habían demostrado cuando se vengaron de los informantes en Qiilura. Pero la guerra llegó primero y la diplomacia tuvo que tomar un asiento en la segunda fila.
—General, Todos presentes, —dijo Gett. Movió los controles de la plataforma repulsora y la elevó alrededor de un metro por encima de la cubierta, de modo que la compañía reunida de 144 soldados clon, pudiera verla y oírla claramente. No había ruido, aparte del «clack» ocasional de las placas de las armaduras, al rozarse un soldado contra otro, o por el aclaramiento de la garganta. Ellos no hablaban.
Gett giro la instrucción.
—¡Compañía… a… ten… ción!
El chunkkk del choque entre las placa del pecho de las armaduras y los rifles fue un ruido sincrónico. Etain esperó unos instantes y se concentró en la proyección de su voz en la caverna del hangar. No había sido entrenada como oficial. No le venia de forma natural.
Ellos necesitaban que fuera una oficial, sin embargo, al igual que Darman esperaban que todos los Jedi fueran comandantes competentes. Tomó aire lentamente y sintió que su voz se levanto desde su estómago a través de su pecho.
—Descansen, —dijo—. Y los cascos fuera.
El chasquido y silbido de los cascos al retirarlos, fue un poco más irregular que su reacción a la instrucción de atención. Ellos no esperaban eso. Ella se quedó mirando la misma cara idéntica, alcanzando la Fuerza para hacerse una idea de quiénes podrían ser y de su estado de ánimo, tanto como lo había hecho con los Omega. Era un tapiz complejo, y sí, había miedo, había un intenso sentido de pertenencia y también de concentración. Y no había ni un rastro de aquel niño esperanzado que una vez la había confundido cuando sintió a Darman mucho antes de que ella lo viera por primera vez.
Los clones crecían rápido y aprendían aún más rápido. Un año en la guerra —en la real—, no solo en el fatalmente realista entrenamiento, los había hecho un poco más mundanos y menos idealistas.
—Tenemos dos batallones inmovilizadas en Dinlo, —dijo—. Usted conocen sus órdenes. Abrimos esa vía de escape para ellos cortando a través de líneas de droides, para que puedan llegar al punto de extracción. Tendrán apoyo aéreo, pero vamos a confiar principalmente en sus habilidades de infantería. —Hizo una pausa. Ellos estaban escuchando cortésmente. Fuera cual fuera su concentración, parecía que no provenía de ella, sino de algo dentro de ellos—. Yo no voy a gritarles algunas palabras gloriosas, porque se trata de una cuestión de supervivencia. Esa es mi primera regla como un Jedi, ¿sabían eso? Sobrevivir. Y así también debe ser la suya. Yo no quiero ningún sacrificio salvaje. Quiero salir de esto con la mayoría de ustedes vivos y también con los de la Cuadragésima primera, tantos como sea posible, no porque sean un activo que podamos volver a utilizar, sino porque no quiero que mueran.
Ella sintió el cambio de silencio, no en calidad sino en la comprensión de que algo se estremeció casi imperceptiblemente a través de la Fuerza. Esta no era la forma en que estaban acostumbrados a verse a sí mismos.
—No estamos nosotros mismos haciendo fila para ello, señora, —dijo un piloto, que tenia ya un pie dentro de la cabina. Hubo un murmullo de risas, y Etain se echó a reír también.
—Entonces voy a tratar de mantener mi arco de fuego bajo control, —dijo Etain, y dio unas palmaditas a su Stouker (rifle de conmoción). Miró el antebrazo de Gett, que lo inclinó de modo que ella pudiera ver la lectura del crono—. Rampas hacia abajo en veinticuatro minutos. Rompan filas.
Los hombres se dispersaron, colocándose nuevamente sus cascos y ordenándose en pelotones y escuadrones para encaminarse ordenadamente hacia sus naves asignadas. La escuadra de fragatas de combate LAAT/c, había sido desbaratada para crear una tropa espacial en las cubiertas de carga. Gett inspeccionó el interior de su casco, sosteniéndolo con ambas manos enguantadas.
—¿No se supone que vas a desear que la Fuerza esté con ellos, General?
A Etain le gustaba Gett. No la trataba como a un genio militar omnisciente, sino como a otro ser atrapado en un lugar difícil, sin un montón de opciones. Oyó un leve sonido que provenía de la señal de audio de su casco, cuando ella se concentraba, podía oír el canto, y así tendió la mano hacia el casco. Ella lo había intentado una vez con el de Atin, aturdiéndose por el cúmulo de datos que arrojaba al usuario. Colocó el casco cerca de su cabeza, podía distinguir fuertes voces masculinas, un coro de ellas, cantando un himno del cual había oído fragmentos raras veces, cuando había tenido la oportunidad de escucharlo:
—Vode An.
Estaban cantando, en la intimidad de sus propios cascos comunicadores, refugiándose en su mundo, como el Escuadrón Omega lo hacia de vez en cuando. Ella no podía oír nada fuera de los cascos, por supuesto, y se sentía extrañamente excluida. Pero no eran sus hermanos del todo, por mucho que ella deseara ser parte de algo mayor que ella, incluso más que la Orden Jedi. Ellos se preparaban para la batalla.
Bal kote, darasuum kote, Jorso’ran Kando a tome …
En este momento sonaba menos marcial y más como un lamento a sus oídos.
Tendría que preguntarle al General Jusik por la traducción. Había muchos que hablaban mando ‘a en estos días.
Le entregó su casco a Gett y le hizo un gesto de agradecimiento.
—No sólo necesitaremos a la Fuerza hoy con nosotros, Comandante, —dijo—. También equipo confiable e información de inteligencia precisa.
—Siempre así es, General, —dijo—. Siempre lo es.
Se puso el casco de nuevo y lo selló en el cuello.
Sabía sin preguntar que él había comenzado a cantar, completamente en silencio con ella, pero siendo una sola voz con sus hermanos.
El Capitán Ordo necesitaba al General Bardan Jusik, y lo necesitaba rápido.
No respondía a su comunicador. Eso irritó a Ordo porque un oficial debía estar localizable en todo momento. Y esto era precisamente el tipo de emergencia que probaba su punto.
Ordo estacionó el speeder biplaza Aratech afuera de las puertas principales —lo suficientemente lejos para no obstruirlas, solo como una medida de seguridad— y caminó por el pasillo principal que lo llevó a las salas de conferencia y operaciones.
—La ubicación del General Jusik, por favor, —le dijo al administrador droide que estaba operando los relés de comunicación en la zona del vestíbulo.
—Reunión con el General Arligan Zey y el soldado ARC Capitán Maze en la oficina del OC, señor, discutiendo de la incontinente situación de los bombardeos.
—Gracias, —dijo Ordo. Sólo di bomba, ¿quieres?—. Es por eso por lo que estoy aquí.
—Usted no puede…
Pero si pudo, y lo hizo.
—Toma nota.
La luz roja por encima de las puertas de la oficina le dijo a Ordo que el General no quería ser interrumpido. Esperaba que con la sensibilidad de los Jedi en la Fuerza lo sentirían y le abrirían las puertas, pero se mantuvieron cerradas, así que Ordo simplemente hizo uso de la lista de cinco mil códigos de seguridad que había aprendido de memoria para una eventualidad como ésta. Nunca confió solo en un datapad. Skirata le había enseñado que a veces sólo se podía llevar su propio cerebro y su cuerpo a la batalla.
Ordo se quitó primero el casco, un acto de cortesía que Skirata también le había enseñado, y tecleo el código en el panel lateral.
Las puertas se abrieron y se acercó a la mesa de reuniones, una piscina de una oscura piedra azul brillante donde Zey, Jusik, y el sorprendido capitán ARC de Zey se le quedaron mirando fijamente.
—Buenos días, señor, —dijo Ordo—. Mis disculpas por la interrupción, pero necesito al General Jusik ahora.
La delgada y pálida cara de Jusik con su rala barba rubia era la imagen horrorizada de la vergüenza. Ordo había pensado que todos los Jedi podían sentir lo que venia, pero que no parecía que esto amortiguara su sorpresa cuando llegaba un asunto urgente.
Jusik no se movió lo suficientemente rápido. Por lo que Ordo le hizo un gesto hacia la puerta.
—Capitán, no es una costumbre habitual interrumpir reuniones de emergencia, —dijo Zey con cuidado—. El General Jusik es nuestro especialista en artillería y…
—Es por eso que lo necesito ahora, Señor. El Sargento Skirata le envía sus saludos, pero le gustaría que el General se reuniera con él en la escena del incidente, ya que él es el experto en explosivos y sus habilidades serían mejor utilizadas en asuntos prácticos en lugar de las discusiones.
—Creo que su sargento debe dejar todo eso a la Seguridad de Coruscant, —dijo el Capitán Maze, quien claramente no entendía la situación lo suficientemente bien.
Un ordinario y típico ARC, Típico y necio ARC.
—No, —dijo Ordo—. No es posible. Si yo pudiera lo apuraría un poco, General Jusik, tengo un speeder justo afuera. Y por favor recuerden mantener sus comunicadores activos en el futuro. Usted debe estar localizable en todo momento.
Maze miró a Zey, y Zey negó discretamente con la cabeza. Ordo tomó a Jusik por el codo y se apresuró con él por el pasillo.
—Siento la reprimenda delante de Zey, señor, —dijo Ordo, apartando droides y uno que otro soldado clon de vez en cuando, a medida que se apresuraban a regresar hasta la entrada—. Pero el sargento Skirata está furioso.
—Lo sé, creo que debería ir…
—¿Como piloto, señor? Sé que lo disfruta.
—Sí, por favor.
Fue el ruido sordo de las botas corriendo rápidamente detrás de él, lo que hizo a Ordo detenerse y girar al momento en que el Capitán Maze extendía su mano para tocarle el hombro. Desvió el brazo del ARC y paso rozando su costado.
Maze queriendo ajustar cuentas.
—Mira, Null, no sé que piensa tu sargento que es, pero se obedece a un general cuando él.
—No tengo tiempo para esto. —Ordo llevó su duro puño hacia arriba sin previo aviso, justo debajo de la barbilla de Maze, tirándolo contra la pared. El hombre maldijo pero no se cayó, así que Ordo lo golpeó de nuevo, esta vez en la nariz, siempre los suficientemente desmoralizante como para detener hasta a un muerto, pero sin causar un daño grave, no hay nada que cause dolor duradero. Nunca le haría daño a un hermano, si podía evitarlo—. Y yo sólo recibo órdenes de Kal Skirata.
Jusik y Ordo corrieron el resto del camino hacia el speeder para compensar el tiempo perdido.
—Ordo.
—¿Sí?
—Ordo, acabas de aplastar a un soldado ARC.
—Nos estaba retrasando.
—Pero le pegaste. Dos veces.
—De hecho no hay daño permanente, —dijo Ordo, levantando su kama se deslizó sobre el asiento de pasajero detrás de Jusik. Sellando su casco—. No se puede convencer a un Alfa ARC con una argumentación racional. Son casi tan obtusos e impulsivos como el mismo Fett, créame.
Jusik parecía perplejo poniendo en marcha la unidad. Dirigió el speeder hacia una elevación vertical recta y le hizo girar en la parte superior de la subida. Su pelo, recogido en una cola, se movía frente a la visera de Ordo, y el ARC la apartó irritado en silencio. Ya era hora de que el niño lo trenzara o que se le cortara.
—¿Dónde, Ordo?
—Manarai.
—Informarme, —dijo Jusik.
—Las FSC están luchando con esto. Si se involucra en estos momentos y usa la Fuerza, mientras la escena del incidente esta fresca, podríamos tener un descanso.
Jusik giro hacia la derecha para evitar una delgada aguja y se mordió el labio inferior. Parecía ser capaz de volar sin pensar.
—He estado analizando los datos seis o siete veces y no puedo ver ningún patrón consistente en cualquiera de los dispositivos, ni en los materiales, ni tampoco en el método de construcción, nada. Así que todos son dispositivos muy complejos y difíciles de conjuntar.
Ordo parpadeó para cambiar el audio de su casco para filtrar el ruido del viento. La próxima vez que se apropiara de un speeder sería uno con cubierta.
—Siempre explosivos.
—¿Dilo de nuevo?
Ordo ajustó el volumen.
—Dije siempre explosivos.
—La artillería química y biológica tiene un uso limitado en un planeta con más de mil especies diferentes. Sin embargo los artefactos que explotan, están garantizados en lastimar.
—Me gustaría comprarte eso, siempre y cuando los dispositivos se estuvieran utilizando en forma aleatoria. Y no lo están. Todos han sido objetivos humanos del Gran Ejército.
—¿Seguro que soy yo al que necesitan para esto? —preguntó Jusik—. Yo no soy tan hábil con la Fuerza viva como otros.
—¿Quiere regresar y seguir con su agradable reunión?
—No. —Jusik miró por encima del hombro con una gran sonrisa. Ordo había aprendido a no decirle que mantuviera su mirada al frente, pero todavía era desconcertante ver a un Jedi navegar una nave solo con la Fuerza—. Nunca había visto que alguien caminará sobre Zey así.
—Simplemente tenía que hacer el trabajo, señor. Sin ánimo de ofender.
—¿Te molestaría que te preguntara algo, Ordo?
—Adelante.
—¿Por qué me toleras? No le prestas la más mínima atención a Zey. O a Camas. O a cualquier otra persona.
—Skirata lo respeta. Confío en su juicio.
—Oh. —Jusik no parecía estar esperando esa respuesta—. Yo, yo también le tengo gran respeto a nuestro sargento.
Ordo tomó nota de la palabra «nuestro». Y esto era lo que hacia a Jusik diferente, más allá de que Kal’buir, papá Kal, estuviera preocupado, había echado su suerte junto con sus hombres. Pero, como dijo en privado Kal’buir, podrían tener pegado a un oficial weequay frente al ejército de clones y aún así lucharían bien. Un ejército de tres millones de hombres, con muy pocos oficiales Jedi tenía que estar auto-dirigido.
Ordo estaba acostumbrado a dirigirse él mismo.
Jusik nunca se preguntó si Ordo pensaba en él como su comandante en jefe. Probablemente lo hacia, y no necesitaba que le recordaran que Ordo sólo respondía a la única persona que se había parado físicamente una, dos y muchas veces más de lo que era digno de contar, entre él y la muerte, Kal Skirata. Y mientras Ordo supiera que un funcionario insensible e individualista, decía que él era el tipo que había ganado la guerra y había salvado más vidas, su corazón le decía que el sargento estaba dispuesto a morir para proteger a sus hombres hasta con su última gota de sudor y sangre, y lo hubiera hecho de buena gana.
—Creo que realmente podrías estar en problemas con Zey en este momento, Ordo.
—¿Y qué piensa usted que él va a hacer al respecto?
—¿No tienes miedo?
—No desde Kamino.
Si Jusik entendio eso, no lo demostró.
—¿Es cierto que tú hermano Mereel secuestro un transporte a Kamino?
—Se sabe que son objetivos difíciles, General. Se mejoran los retos en cuestión de seguridad. Eso es lo que hacemos.
Era mentira, pero no del todo, los Nulls intentaban no eliminar los activos GER del campo de batalla a menos que fuera absolutamente necesario, pero en este caso Kal’buir había dicho que lo era. El comando Jedi se hacía de la vista gorda en cuanto a las irregularidades detectadas, porque el escuadrón Null producía resultados sin precedentes. No, Zey no le podría tocar. Si era lo suficientemente estúpido como para intentarlo, aprendería una lección difícil.
—General, ¿se acuerda cuando fue retirado de sus padres?
Jusik miró a su izquierda, y unos momentos después apareció una patrulla de la FSC a su costado, bajo un poco el ala como estando de acuerdo, y se alejaron por debajo de ellos otra vez.
—Solo se están asegurando de que somos quienes ellos piensan que somos, —dijo el Jedi, evadiendo la pregunta—. No se puede confiar en nada de lo que parece ser en estos días.
—De acuerdo.
—Espero que en las FSC no se sienten ofendidos por nuestra intervención.
Ordo apretó la agarradera.
—No es su culpa que no puedan manejar esto.
—Son muy competentes.
—Son competentes en la defensa. No están acostumbrados a atacar. Nosotros podemos pensar como el enemigo mejor que ellos.
—Así es, tu lo puedes hacer. Me temo que yo nunca podre.
—Fui entrenado para matar y destruir por cualquier medio posible. Sospecho que usted fue entrenado para obedecer algunas reglas.
—En realidad sí.
—¿Qué? ¿Obedecer reglas?
—No, sobre que si recuerdo cuando me alejaron de mi familia. Sin embargo siento que simplemente me alejaron, pero no es mi familia.
—¿Y qué le hace estar tan unido a nosotros? —Ordo escogió sus palabras con precisión, conociendo lo que significaba el apego para un Jedi. De todos modos sabía la respuesta—. ¿Esto no le preocupa?
Jusik se detuvo un momento y luego se volvió con una sonrisa ansiosa. Los Jedi no debían sentir las emociones poderosas como la venganza o el amor o el odio. Ordo ahora podía ver el conflicto en la cara del niño todos los días.
Y Jusik era un niño: Ordo tenía la misma edad física del General, veintidós, pero se sentía una generación más vieja, a pesar de haber nacido tan sólo once años atrás. Y los Jedi obtenían fuerzas de las cosas que les deprimían el corazón, al igual que lo hacia Kal Skirata.
Él y Jusik eran opuestos en muchos sentidos y sin embargo tan similares en los demás.
—Ustedes tienen un apasionado sentido de pertenencia, —dijo Jusik al fin—. Y nunca se quejan de la forma en que son utilizados.
—Guarde su simpatía para los soldados, —dijo Ordo—. Nadie nos utiliza. Y un claro sentido de propósito es una fortaleza.
El lado sur de la estación de logística era un páramo de metal destrozado y con escombros. Desde el aire, parecía una obra en construcción abandonada con una valla perimetral de colores brillantes. Jusik bajo en picada, en el perímetro había una multitud revuelta frenada por un cordón de la FSC. La base de suministros del GER estaba justo en el límite de una zona civil, separada sólo por una franja de plataformas de aterrizaje, con los niveles inferiores de almacenamiento operados por droides.
Había sido obviamente un dispositivo grande. Si la misma bomba hubiese explotado en el corazón civil de Coruscant, las víctimas se habrían contado por miles.
—¿Todo lo que ellos encontraron esta a la vista? —preguntó Jusik. Tenía problemas para encontrar un espacio en el suelo y tuvo que aterrizar fuera del cordón de seguridad. Estaba claramente ofendido con los turistas y no esperó a que Ordo despejara el camino entre la multitud para él. Para un hombre de hablar pausado, Jusik sin duda podía hacerse oír—. Ciudadanos, a menos que tengan alguna contribución que hacer aquí, puedo sugerirles que despejen la zona, en caso de que haya un segundo dispositivo que puede estar ajustado para detonar.
Ordo estaba impresionado por la velocidad con la que la mayor parte de la multitud se desvaneció. Los curiosos que negaban retirarse permanecieron cerca en pequeños grupos.
—No quieren ver esto, —dijo Jusik.
Hicieron una pausa, y luego se alejaron. Una nave de soporte de incidentes de la FSC cruzó a través del cordón de seguridad y permaneció un momento junto a Jusik. El piloto se inclinó un poco fuera de la escotilla.
—Nunca antes había visto en acción la influencia mental, señor. Gracias.
—No utilice la Fuerza, —dijo Jusik.
Ordo encontró una nueva razón por la que le gustaban últimamente los Jedi. Tomaban la guerra tan personal como lo hacía Kal ‘buir.
Un hombre corpulento con una ondulante túnica gris, los saludó desde el cordón de seguridad interior, donde un numeroso grupo de civiles y cámaras droide conocidas como hovercams estaban esperado. El Capitan Jailer Obrim ya no llevaba sus mejores galas de la Guardia del Senado. Ordo lo conocía bien, ya que había trabajado junto con el Escuadrón Omega en el asedio al puerto espacial, el tiempo de Obrim se había estado ocupando cada vez más con funciones antiterroristas. Ahora había sido trasladado a la FSC, pero aun así no parecía que hubiera alguien capaz de persuadirle en vestir el uniforme azul.
—¿General, puede influir en los medios de comunicación para que se vayan? —dijo Ordo—. ¿O debo hacerlo manualmente?
El equipo de investigación forense de la FSC estaba eligiendo evidencias lenta y cuidadosamente, en medio de los escombros de la entrada en Bravo Ocho, cuando Jusik y Ordo alcanzaron el cordón. Situado detrás de diez metros del cordón interno había una pantalla de plastoide blanco, con la insignia de las FSC repetida a lo largo de toda su superficie, lo peor de los escombros habían sido tapados de las cámaras y de las miradas indiscretas.
Era un trabajo desalentador para la policía civil. Ordo sabía que no tenían ni la experiencia ni el personal, para manejar lo que estaba sucediendo últimamente. ¿Y cómo hacer frente a las cosas que vieron, si no habían sido entrenados para tratar con ello desde la infancia, como ellos lo habían hecho? Por un momento sintió lástima.
Pero había trabajo que hacer. Ordo encendió la proyección de la voz de su casco con un movimiento rápido de ojos.
—Cuiden sus espaldas, por favor.
Un equipo de la HNE y una docena de representantes de algunos medios de comunicación —algunos húmedos, como Skirata llamaba a las formas de vida orgánicas, algunos tinnies o droides— formados como un público cauteloso por las secuelas de la espantosa explosión. Se despidieron de inmediato, incluso antes de que miraran a su alrededor y vieran a Ordo caminar a grandes zancadas hacia ellos. Luego le dieron un espacio aún más amplio. Un soldado ARC tenía una figura imponente, y un capitán —marcado con escarlata brillante que subconscientemente les decía que era peligroso para muchas especies de humanoides— les abrieron un amplio camino.
Obrim desactivó una sección del cordón para que Jusik y Ordo pasaran.
—Es el General Bardan Jusik, —dijo Ordo—. Es uno de los nuestros. ¿Puede pasar y evaluar el sitio?
Obrim miró a Jusik de arriba a abajo, con el aire de un hombre que creía más en los datos duros que en la Fuerza.
—Por supuesto que puede. Cuidado con los marcadores de evidencias, señor.
—Voy a ser prudente, —dijo Jusik, colocando sus dedos en frente de él para hacer una reverencia Jedi que a Ordo le pareció fascinante. A veces Jusik era un muchacho y a veces parecía un anciano con una sobria sabiduría, completamente otra criatura—. No voy a contaminar las pruebas.
Obrim lo espero para retirarse y volteo hacia Ordo.
—No es que me importe. El forense no nos lleva a ninguna parte. Tal vez necesitamos a la Mafia Mística para darnos un descanso. En fin, ¿cómo estás?
—Concentrado. Muy concentrado.
—Sí, también tu jefe es bastante enfocado. Puede maldecir hasta por la baba de un Hutt, que hombre.
—Me temo que él toma todas las bajas como personales.
—Sé lo que quieres decir. Por cierto, lo siento por sus chicos. Están atrapados en ir y venir, ¿no?
Skirata estaba metido en una profunda conversación con un oficial de la FSC, con sus cabezas casi tocándose, hablando en voz baja y agitada. Se dio la vuelta cuando Ordo se acercó. Su cara estaba gris, con rabia contenida.
—Quince muertos. —Skirata claramente no se preocupaba por las víctimas civiles, la interrupción del tráfico, o por los daños estructurales. Hizo un gesto hacia un gran fragmento de armadura blanca de una pierna, en los escombros de lo que había sido un puesto de seguridad—. Voy a sacarle las entrañas a algún chakaar por esto.
—Cuando los encontramos, me aseguraré de que seas el primero en la fila, —dijo Obrim.
No había muchos de ellos que pudieran hacer algo en ese momento, excepto permitir hacer su trabajo, a la mayor parte del gran equipo sullustano de la escena del crimen. Skirata, masticando vigorosamente raíz de ruik agridulce, a la cual recientemente le había tomado el gusto, de pie con los puños en los bolsillos de su chaqueta, mirando a Jusik que caminaba con delicadeza entre los trozos de escombros. El Jedi de vez en cuando se detenía, cerraba los ojos y permanecía completamente inmóvil.
La expresión de Skirata fue de una evaluación fría.
—Es un buen chico.
Ordo asintió con la cabeza.
—¿Quieres que lo cuide?
—Sí, pero no a expensas de tu propia seguridad.
Después de unos minutos Jusik regreso hacia el cerco, con los brazos cruzados.
—¿Recuperaste algo? —dijo Skirata, como si esperara que Jusik estuviera en una bahía cazando a un strill y prendiéndose a su olor.
—Una gran cantidad. —Jusik cerró los ojos por un segundo—. Todavía puedo sentir la perturbación en la Fuerza. Puedo sentir la destrucción y el dolor y el miedo. De hecho, como en un campo de batalla.
—¿Y?
—Es lo que no puedo sentir lo que me molesta.
—¿Qué es?
—Malevolencia. El enemigo está ausente. El enemigo nunca estuvo aquí, de hecho.
A Fi realmente no le gustaban las operaciones en gravedad cero.
Se quitó el casco con lento cuidado y puso una mano sobre las cuerdas que le impedían ir a la deriva, lejos de la mampara de la embarcación anónima multiusos que había sido personalizado para grupos armados de abordaje. Si él se movía demasiado rápido, saldría a la deriva.
Estar a la deriva lo hacía… sentir náuseas.
Darman, Niner, y Atin no parecían preocupados por esto en absoluto, tampoco el piloto, que, por algunas razones Fi aún no había evaluado, se hacia llamar Sicko.
Sicko había apagado los motores. La desmilitarizada, sin marcas y al parecer poco impresionante pequeña TIV-A «un simple envoltorio», como los pilotos la etiquetaban —dotada con grandes motores—, estaba detenida en un punto de salida de la ruta del hiperespacio, parpadeando en los paneles de la cabina una docena de señales de armas.
Externamente, se veía como un maltratado servicio multiusos de transporte. Bajo el óxido, sin embargo, se trataba de una plataforma de asalto compacta que podría abrirse paso dentro de cualquier embarcación. Fi pensaba que las operaciones de prohibición de tráfico era un eufemismo encantador para decir «Secuestro militar pesado».
—Para empezar el día me gustaría un abordaje sin quejas, —dijo Sicko—. ¿Estás bien, Fi?
—Estoy arreglándomelas, —mintió Fi.
—No vas a vomitar, ¿verdad? Acabo de limpiar esta caja.
—Si puedo mantener bajas las raciones de campaña, puedo soportar cualquier cosa.
—¿Sabes qué, amigo?, pon tu cubo de regreso y mantenlo en ti mismo.
—Puedo apuntarte directamente.
Fi había aprendido las habilidades de las maniobras de gravedad cero tarde en su vida —justo antes de los dieciséis-dieciocho años, no mucho antes de Geonosis— y este conocimiento no se le daba naturalmente, como a los soldados entrenados específicamente para realizar deberes en el espacio profundo. Se preguntó por qué si los otros habían pasado por la misma formación, tenían una mayor tolerancia a la misma.
Niner, al parecer ante cada dificultad, excepto al ver a su equipo mal vestido, miraba la palma de su guante como si quisiera que el holocomunicador atado a su muñeca se activara desde el Cuartel General.
El escuadrón ahora llevaba la versión furtiva negro mate de la armadura Katarn, que los hacia aún más visibles y diferentes del resto de los escuadrones de los Comandos de la Republica. Niner decía que esta situación era «sensible», aunque los convirtiera en objetivos muy visibles sobre el planeta nevado de Fest. Fi sospechaba que esta le gustaba más, ya que también los hacia verse mucho más amenazadores. A los droides esto no les importaba, pero sin duda les sacaba un susto a los objetivos húmedos cuando los veían.
Si pudieran verlos, por supuesto. Ya que por lo general, no tenían la oportunidad.
Un click ocasional de los dientes de Niner indicaba que estaba molesto. También era una costumbre de Skirata.
—Ordo siempre a tiempo, —dijo Fi, tratando de quitarse de la cabeza su estómago revuelto—. No se preocupe, sarge.
—Su amigo…, —bromeó Darman.
—Mejor tenerlo como amigo que como enemigo.
—Ooh, él te gusta. Alternando con los oficiales ARC y con la Brigada de los locos ¿eh?
—Nos entendemos, —dijo Fi—. Yo no me río de su falda, y él no me rompe la cabeza.
Sí, Ordo le había tomado aprecio. Fi no lo había entendido completamente hasta que Skirata le explicó lo que le había ocurrido a Ordo y a su lote en Kamino cuando eran niños. Por eso, cuando Fi se arrojó sobre una granada durante una operación anti-terrorista para sofocar la detonación, Ordo lo había catalogado como alguien que tomaría un riesgo muy grande para salvar a sus compañeros. Los ARC’s Null eran locos psicóticos, como Skirata, pero eran inquebrantablemente fieles cuando los golpeaban en el estado de ánimo.
Y cuando el estado de ánimo fallaba y los golpeaba, se convertían instantáneamente en muertos vivientes.
Fi sospechaba que Ordo estaba aburrido, atrapado en el cuartel general en Coruscant durante la mayor parte del año pasado, sin nada que hacer.
Así Fi también miró el guante de Niner, deseando que su estómago se estuviera quieto. A las 09.00 horas, tiempo Triple Cero, en el momento justo, una ráfaga de luz azul apareció en la palma de Niner.
—RC-uno-tres-cero-nueve recibiendo, señor, —dijo Niner.
El enlace encriptado era claro como el cristal. Ordo brillaba en una holoimagen azul, al parecer, sentado en la cabina de una nave de la policía, el casco junto a él en el asiento de al lado. Pero no parecía aburrido. Estaba cerrando y abriendo el puño.
—Su’cuy, Omega. ¿Cómo les va?
—Listos para rodar, señor.
—Sargento, la última información que tenemos de inteligencia, es que la embarcación sospechosa a la izquierda de la frontera Cularin, tiene destino a Denon y se dirige hacia su posición. La mala noticia es que parece que viaja con un par de naves legales como cortina de humo. Los Comerciantes se están poniendo muy nerviosos acerca de la piratería por lo que ahora están formando convoyes.
—Podemos arrancar al objetivo, —dijo Niner.
—Por el momento, sería muy torpe si usted descomprime un carguero civil. Será la Gizer L-seis.
—Entendido.
—Y necesitamos a los di’kute vivos. Sin muescas, sin desintegraciones, sin accidentes.
—¿Ni siquiera una buena bofetada? —preguntó Fi.
—Usen el PEP láser y manténganlo en no letal si es posible. Alguien está muy interesado en tener una conversación franca con ellos. —Ordo hizo una pausa, inclinando la cabeza por un segundo—. Vau regreso.
Fi no podía dejar de mirar a Atin y notó que Darman había hecho lo mismo. Atin tenía la barbilla metida en la placa del pecho y se estaba rascando la cicatriz, que iba justo debajo de su ojo derecho hasta su boca, hacia el lado izquierdo de su mandíbula. Ahora era una delgada línea blanca, un vago recuerdo del crudo verdugón rojo que tenía cuando Fi lo vio la primera vez, Fi de repente se dio cuenta de algo que no había deducido antes.
Creo que sé cómo consiguió eso.
Atin era de la compañía de entrenamiento del Sargento Walon Vau, no de la de Skirata. Y a lo largo de los meses, debido a las bajas y a escuadrones parciales fueron reagrupados con hombres de otras compañías, todos intercambiamos historias. Las historias de Vau no hacen reír después de todo.
—¿Estás bien, ner vod?
—Está bien, —dijo Atin. Levantó la vista con la mandíbula apretada.
—Entonces, ¿cuantos bandidos no vamos a desintegrar, o hablarles con dureza Capitán?
—Cinco, según dicen los mejores de inteligencia, —dijo Ordo.
—Entonces, vamos a suponer que son diez, —dijo Niner.
Ordo se detuvo un momento como si pensara que Niner estuviera recurriendo al sarcasmo. Fi podía ver en la forma en que sus hombros se prepararon. Este hombre era un tipo filoso como navaja, era Ordo. Pero Niner era simple literalmente hablando, como tiende a ser cuando las cosas se ponían intensas. Siempre queriendo eliminar el lado de la precaución.
Ordo, obviamente sabía eso, no mordió el anzuelo.
—Por cierto, la General Tur-Mukan está operando en todo el sector Bothan, y parece que le esta haciendo frente, de acuerdo con el Comandante Gett, —dijo—. Y ella aún tiene el rifle de concusión, por lo que las lecciones no fueron en vano.
—Los golpes barrieron a la vara brillante, —dijo Fi, haciéndole un guiño a Darman—. Sería divertido volver a verla, ¿eh, Dar?
Darman sonrió enigmáticamente. Atin estaba mirando con un ligero desenfoque hacia la mampara, con la mandíbula apretada. Fi pensó que era hora de que los chicos malos salieran del hiperespacio y quitó de su mente las cosas individuales que le preocupaban, incluyendo su estómago.
—Ordo fuera, —dijo el holo azul, y el guante Niner sostuvo de nuevo solo aire.
Darman preparo su casco, restablecimiento el HUD probándolo con su dedo.
—Pobre Ord’ika. —Lo llamó por el apodo cariñoso que Skirata utilizaba en privado, el nombre de un niño, el pequeño Ordo. En público, eran estrictamente el Capitán y el Sargento. Y se podrían llamar hermano vod’ika en lengua mandaloriana, pero nadie más podía y nunca delante de extraños.
—¿Quién querría estar haciendo una presentación, cuando el resto de tú lote esta allá fuera salvando la galaxia?
—Bueno, he oído que Kom’rk está fuera de Utapau, y Jaing es carne de cañón y se fue de excursión con prejuicio extremo al sector Bakura, —dijo Fi.
—Fierfek.
—Conociéndolo, lo hace por el puro gusto de hacerlo Y en cuanto a Mereel… bueno, ¿por qué Kal lo enviaría a Kamino?
Niner se torno irritable de nuevo.
—¿Alguien más quiere hablar de información clasificada con Fi?
—Lo siento, sarge.
La cabina quedó en silencio una vez más. Fi deslizó de nuevo su casco, selló el cuello y se concentró en el horizonte artificial de su HUD para convencer a su estómago de que estaba arriba. La armadura Katarn Mark III ahora tenía más mejoras y estaba catalogada como resistente a blasters y hasta granadas de cañón de luz. Cada operación estaba llena de nuevas sorpresas para los de Abastecimientos del GER, como en un cumpleaños, de acuerdo con Skirata, aunque Fi, al igual que todos sus hermanos, nunca habían celebrado un cumpleaños.
Ahora que incluso contaban con un proyectil no letal de pulso de energía o PEP, para el DC-17 que no era exactamente para matar a los objetivos, pero sin duda les hacia que sus ojos se les llenaran de lágrimas. Era parte de un kit de control antidisturbios de la policía, un láser de fluoruro de deuterio, es probable que sólo moleste a un wookiee, pero se las arreglaba contra humanoides en el corto plazo.
Fi se centró en los iconos del marco de su HUD y parpadeó en uno para que entrara en acción, enviando aire frío en su rostro. Eso tranquilizó sus náuseas. Luego se aisló a su canal de audio y accedió a un segmento de percusiones de música glimmik.
Niner anuló el corte del canal de comunicaciones.
—Ahora, ¿qué estás escuchando?
—La ópera Mon Cal, —dijo Fi—. Estoy mejorando mi mente.
—Mentiroso. Veo que mueves la cabeza al compás de la música.
Relájese, sarge. Por favor.
—¿Quieres escuchar?
—Estoy lo suficientemente emocionado, gracias, —dijo Niner.
Darman negó con la cabeza. Atin miró hacia arriba.
—Más tarde, Fi.
Sicko miró por encima del hombro, excluido de la conversación del escuadrón por el canal seguro de comunicación casco-casco. Pero, obviamente, podía ver el lenguaje corporal que indicaba que estaban charlando. Fi movía a su frecuencia con un par de parpadeos dirigidos hacia el sensor dentro de su visor.
—¿Qué tal tú, ner vod? ¿Quieres un poco de música?
—No, gracias. —Sicko tenía el mismo acento neutro que la mayoría de los soldados clon de infantería. Habían aprendido básico en la instrucción flash, y raramente estaban expuestos a los forasteros con acentos interesantes—. Pero es decente de tu parte haberme preguntado.
Los Comandos deben sus vidas al coraje de estos pilotos —los Omega había sido extraídos bajo un intenso fuego, debido a su asombrosa habilidad en varias ocasiones— y los pilotos de las NPT eran los más atrevidos de su lote. Todos las diferencias entre los soldados clon, los especialistas y las unidades de comandos de élite ya habían sido borradas, al compartir las dificultades y ahora todos eran un vode —todos eran hermanos—. Fi estaba feliz en complacerlos.
Eliminó la alimentación de la música y cambió al modo de comunicación abierta de nuevo. La espera lo estaba comiendo. Si…
—Tengo al carguero, —dijo Sicko—. Deben saltar fuera del hiperespacio en cualquier momento. Tres contactos. —Giró la pantalla de seguimiento de su consola hacia una holoproyección, para que pudieran ver los pulsos de color que representaban a los naves— son contornos y sin formas, sólo un parpadeo en la matriz de números y códigos a un lado, —a la espera de una nave para etiquetar.
—Interceptar en dos minutos. Todos deben de estar a menos de un minuto de diferencia.
—Por favor, llévanos al lado de estribor, —dijo Niner.
—Allá van… la L-seis está saliendo en primer lugar. —Sicko presionó una palanca de la consola y Fi escuchó a los brazos retráctiles extenderse y retraerse como un atleta flexionando los músculos antes de un evento. La pantalla atrapó la nave, luego otra—. Sin embargo, el segundo perfil se parece a una L-seis, también…
—Intel —dijo.
—Intel al parecer sabe que de vez en cuando no tienen un 100% de exactitud…
Atin suspiró con desprecio.
—¿Crees? —Fi podía ver que estaba revisando los datos de configuración de las naves a través de su HUD—. Me alegro de que soy a pruebas de sorpresas.
—Sin embargo si nos agrada Intel, —dijo Fi. No, no es nuevo. Que queden bien esta vez—. El sargento Kal nunca nos leyó a nosotros cuentos antes de dormir, así que Intel satisfacía nuestra necesidad innata de niño por la fantasía heroica.
—¿Siempre es así? —Sicko preguntó.
—No, está bastante tranquilo hoy. —Darman agarró el marco de la carga magnética de la placa de su pecho, su escotilla persuasiva, como le gustaba llamarla—. ¿Así que vamos a saltar hacia la primera caja o qué?
—Tocaremos de oído, —dijo Niner, quien siempre parecía recurrir a la voz de Skirata bajo presión. Libero la presión de sus ataduras—. Vamos a ver cómo reaccionan cuando nos acerquemos. Presión en los cascos, caballeros, y estaremos en el negocio.
—Se aproximan, —dijo Sicko—. Y si no puedo desactivar su unidad, vuela el conducto de alimentación de navegación. El acceso debe estar fuera del compartimiento de ingeniería, pero a veces esta en el interior del mamparo de babor, a tres metros de la escotilla. Así desgastaremos a esa cosa podrida, ¿podrían? O nos dispararan y arrastrarán a través de diez sistemas estelares.
Entonces el piloto empujo a la NPT en un vórtice de noventa grados junto con las constelaciones, aparentemente fijas, que Fi había estado observando tilitando delante de sus ojos, entendiendo al instante porque le llamaban Sicko.
Fi agarró instintivamente una correa y su mochila golpeo la mampara.
—Oh fierfek…
—¡Whoaaa!
—Uhhh.
Fi pudo ver a través de la pantalla de la cabina, como si él mismo estuviera a un lado de la escotilla. Una caja en forma de carguero, sí, una Gizer L-6 se alzaba contra la negrura de la nada.
—Ciérrale el paso, —dijo Niner.
Fi alcanzó los controles de su jet-pack, colgado justo al lado de Darman en caída libre.
Sicko impulso la NPT en una lenta aproximación y voló en una espiral lenta para alinearse y llevar el techo de la escotilla del puente contra el lado de babor del carguero, con las luces de aterrizaje encendidas.
El carguero también disminuyó la velocidad. Darman estaba listo, con los dedos flexionados sobre los controles del jet pack de su cinturón. Sería el primero en salir, volaría la escotilla cuando la protección contra los blasters se sellará contra el casco del objetivo, haciéndola a un lado para dejar que los otros desataran la tormenta dentro de la nave. A medida que la NPT se trasladaba tranquilamente a lo largo del flanco del carguero, las luces de aterrizaje de color naranja brillante destacaron un rotulo CONTENEDORES VOSHAN.
—Oops, —dijo Sicko—. Parece que es el auténtico.
—Retrocede, entonces, —dijo Niner—. Si la otra nave ve esto, estaremos perdidos…
Los ojos de Fi captaron un fogonazo al mismo tiempo en el que lo hicieron todos los demás. La segunda nave se dirigía hacia ellos.
—Otra L-seis, —dijo Sicko—. Por favor, que no haya tres de ellas.
La primera L-6 repentinamente alteró su curso con una repentina acelerada. Probablemente se les había ocurrido una idea equivocada sobre una nave destartalada, en un área del espacio que con frecuencia estaba llena de piratas. Casi al instante una de los rotores giro noventa grados, observando en la pantalla de la NPT que estaba en curso de colisión.
—¡Aborten, aborten, aborten! —gritó Sicko—. Prepárense, prepárense, prepárense…
Su advertencia se vio interrumpida por un chirrido producido por el desgarro en la aleación del casco de la NPT, provocando un estremecimiento, de repente el gozo de abordaje cambio por la lucha por sobrevivir. El impacto hizo girar a la NPT y la última cosa que vio Fi, fue cuando el mismo estaba haciendo un salto mortal involuntario, cuando Sicko tiró de los controles empujando los estabilizadores para detener la rotación.
No había nada que Fi o todo el escuadrón pudiera hacer. Todo era trabajo para el piloto. Cada vez que sucedían estos momentos en los que eran inútiles Fi los odiaba. La pantalla en su HUD se estremeció como un holovideo barato, cuando golpeo la mampara más fuerte de lo que creía posible en gravedad cero.
—¡Vienen de nuevo! Regresan con fuego.
Y se hizo la luz: brillante luz azul-blanca. La instantánea lluvia de fragmentos calientes salpicó y aguijoneo el casco. Sicko había neutralizado un misil. La segunda L-6 aceleró y entró de nuevo al hiperespacio en un destello de luz.
—Mascate esto, —dijo Sicko, y golpeó duramente la consola con el puño.
—Desplegando espuma… brecha en el casco asegurada.
—¿Qué es eso? —dijo Fi, de pronto pasó por un buen momento y pudo concentrarse y sin estar del todo mareado.
—GBR.
—¿Qué?
—Gran Botón Rojo. Sellado de Emergencia del casco.
Los restos del misil del carguero daban volteretas lentamente a la distancia, dejando una estela de vapor. Era el tipo de auto-defensa que muchos cargueros sentían la necesidad de tener en estos días, las guerras crean oportunidades para la comunidad criminal.
Niner suspiró.
—Oh, fierfek, todo el mundo sabe ahora que estamos aquí…
—¿Alguien puede conseguir su número de licencia?, —dijo Fi—. Maniático.
—Sí y más maniáticos vendrán en poco tiempo. —Sicko giró la cabeza hacia la lectura del escáner—. El próximo en sesenta segundos… y los próximos dos minutos más tarde, supongo. Espero que no soliciten ayuda, o vamos a tener que irnos de aquí muy rápido.
—Dime que ellos no avisaran sobre este pequeño altercado.
—Ellos no van a notificar este pequeño altercado.
—Vor’e, hermano.
—De nada. —El piloto no quitaba los ojos del escáner—. Feliz de mentirle a un compañero en cualquier momento, si esto lo hace sentirse mejor, hay que ir …
El siguiente carguero salió del hiperespacio a mil quinientos metros de su proa a babor, el piloto definitivamente estaba avisado. Fi lo supo debido a que el brillante arco de un cañón láser, rasuro el mástil elint montado en la nariz de la NPT. Justo cuando Sicko soltó una andanada sostenida de desechos hacia el carguero. Todavía la nave se estaba bañando en desechos, cuando Sicko acerco la NPT y la hizo girar sobre la espalda del carguero recorriendo su casco, colocando la nave totalmente invertida, para descansar compuerta a compuerta con la del objetivo.
Y no había nada que el carguero paralizado pudiera hacer al respecto. Sicko estaba demasiado cerca y a la vez muy lejos dentro del rango mínimo de su cañón, y ahora estaba montado como un muy enojado tigre ralltiiri.
—Aquí es donde se bajan. —La voz de Sicko era un poco inestable—. Fin del camino.
—¡De pie! —dijo Niner. El faldón de la escotilla salió disparado, cuando la carcasa de la escotilla de la NPT se selló contra el casco del carguero, mientras que unos brazos la aseguraban. La luz de igualación de presión parpadeo en rojo y la compuerta de protección contra blasters de la NPT se abrió, y luego lo hizo la exterior—. Dar, ¡tómala!
De un golpe Dar colocó algunas cargas en la escotilla del carguero, la escotilla interior se cerró de nuevo, y un whump sordo vibró a través de la NPT.
¿Cómo se las había arreglado Sicko para llevar la nave junto a la escotilla del carguero sin chocar o siquiera rasgar la cubierta delantera de la NPT? Fi nunca lo entendería, pero eso era lo que hacían los soldados pilotos, y él estaba intimidado por ellos. La escotilla interior se abrió de nuevo. Darman lanzó dos granadas cegadoras, así como granadas aturdidoras y Niner fue el primero en cruzar la escotilla.
—Vamos, vamos, vamos…
Fi, salto hacia adelante impulsado por una ola de adrenalina, detrás de él venía su DC-17 colocado en modo blaster. La nave y Sicko se borraron de su mente a partir de ese momento, el tiempo desobedeció todas las reglas y se vio atrapado en un infinito, en cámara lenta en una fracción de segundo, mientras que el resto del escuadrón irrumpió a través de la escotilla y la gravedad artificial del L-6 le golpeó con fuerza en la cubierta. El impacto corrió a través de las suelas de sus botas. Estuvo corriendo durante unos segundos antes de que su propiocepción captara la gravedad y su cuerpo dijera «recuerdo esto».
Pero no había muchos lugares para correr en un L-6 de carga. Era una cabina y un par de cubículos atornillados a una caja de duracero. Atin avanzó hacia adelante y simplemente se abrió camino con el nuevo PEP láser del Decé, golpeando de lleno a dos hombres con una onda de choque masiva de luz y sonido, ya que salieron de la cabina de estribor disparando sus blasters.
El visor anti-destellos de Fi se oscureció de inmediato. Incluso con la armadura, sintió el impacto de la energía desatada por el PEP. Todos ellos lo sintieron.
Fi paso sobre Atin mientras se dejaba caer sobre una rodilla buscando a los hombres, las muñecas a los tobillos, ya que estaban luchando por respirar, lloriqueando. Una ronda de PEP era como estar en una explosión luminosa y ser golpeado en el pecho por varias capas de plastoide a la vez.
Por lo general era no letal. Por lo general.
Dos abajo, tal vez aún haya tres listos para irse…
Las puertas de la cabina no se abrieron cuando Niner dio un paso atrás y golpeo los controles. Atin alcanzó de nuevo a Fi y ambos estaban tratando de recuperar el aliento.
Niner le indicó a Darman que se colocara en posición en las puertas de las cabinas. «Es una pena que el PEP no funcione a través de los mamparos».
—Confirmado, tres todavía en el interior, —dijo Darman, quien ejecutó un barrido con el sensor de infrarrojo de su guante, pasando de arriba hacia abajo por el borde de la puerta—. Nadie en la cabina del puente.
Por una ocasión Intel tenía razón: había cinco bandidos a bordo.
—Hay que alentarlos a que den un paso afuera Dar, —dijo Niner, verificando su ajuste en el modo PEP de su Decé. Miró la lectura de las municiones—. Esto realmente me da miedo.
Darman desenrolló una carga térmica y la apretó alrededor de los puntos débiles de las puertas. Luego empujó el detonador en el material blando y ladeó la cabeza hacia un lado, como si estuviera calculando algo.
—Todo este lío para entrar y ahora solo queremos sacarlos. Decepcionante, creo que esa es la palabra…
Hubo un ruido sordo y se presentó un eco de un chirrido de metal que vibraba a través de la cubierta. Por un segundo Fi pensó que el detonante se había activado antes de tiempo y que todo era un truco de su adrenalina, distorsionando su percepción, y que estaba muerto, pero aún lo sabía.
Pero no fue el detonador.
Fi miró a Niner y Niner miró a Atin, y Fi vio mediante el icono del visor de Darman, que estaba mirando un fragmento de flimsi que pasaba revoloteando a su lado, como si fuera arrastrado por un viento repentino.
Esta siendo arrastrado por una corriente de aire. El aire se esta escapando. Fi sintió que lo jalaban y todos ellos alcanzaron instintivamente un punto seguro para anclarse.
—Brecha en el casco, —dijo Fi, con los brazos apretados alrededor de una barra—. Revisen los sellos de sus trajes.
Empezaron una automática y larga revisión de los sistemas de sus trajes. Las armaduras Katarn eran a prueba de vacío. El sensor inalámbrico del guante de Fi confirmó que su traje seguía siendo hermético y el pulgar hacia arriba del resto del escuadrón indicaba que sus trajes seguían resistiendo. El ventarrón empezó a disminuir.
—Sicko, ¿nos copias? —dijo Niner.
Fi tuvo el mismo pensamiento, y juzgando por la respiración rápida que se escuchaba por la terminal de comunicación compartida, también lo habían hecho Atin y Darman. La descompresión se presentó vía escotilla. Y eso significaba que el sello formado por la NPT había sido violado.
En su comunicador solo había una estática tenue, así como el sonido de su propia respiración y del paso de la saliva.
—Fierfek, —dijo Atin—. Sea lo que sea, se ha ido.
Niner le indicó a Darman que permaneciera junto a la escotilla y por señas le indicó a Fi que lo siguiera.
—Vamos a ver si se puede reparar. Ustedes dos permanezcan aquí.
—Bueno, probablemente hemos perdido a dos prisioneros, —dijo Darman—. Es mejor asegurarse de que no hayamos perdido al resto.
No sabían lo que había desacoplado a la nave y si se encontrarían con alguien abordando la NPT para lidiar contra ellos. Regresaron por el corredor hasta el paso a la escotilla de entrada, con el DC-17 levantado, no había señal de los dos prisioneros que habían dejado esposados, ni de nadie más.
Y la escotilla —de unos dos metros por dos metros— estaba completamente abierta, siendo visible el vacío salpicado de estrellas.
Fi se agarró a la barandilla que tenía a un lado y se inclinó un poco. Era una buena manera de conseguir que te volaran la cabeza, pero decidió que la urgencia de la situación ameritaba el riesgo.
No había ni rastro de la NPT. No había rastro de nada. Regreso hacia el interior de la nave. Donde por lo menos la gravedad seguía funcionando.
Niner comprobó los sensores ambientales ubicados en el antebrazo de su armadura.
—Ahora la atmósfera esta completamente ventilada.
—Deben tener un sistema de espuma en estas cosas.
—Sí, pero si nos hacen correr alrededor de su nave, la cual esta sellada, ¿nos ayudarían a salir?
—¿La cabina está sellada? —preguntó Fi.
—No sabremos con certeza hasta que se enfríe y no podemos captarlos con el infrarrojo. —Niner encendió su lámpara táctica y empezó a buscar el panel de las mamparas—. Y cuando llegue ese momento vamos a ser cubitos de hielo.
La armadura Katarn —incluso la versión Mark III—, sólo era buena contra el vacío durante veinte minutos sin un suministro de aire de respaldo. Y no habían contado el tiempo de exposición.
Por alguna razón Fi se distrajo por el destino de Sicko. Era una cosa extraña el descubrir cuando tomas de ti mismo tiempo prestado. Sin embargo, Sicko había dicho que los conductos de energía estaban enrutados través de un panel a tres metros de …
… aquí.
Fi expulsó su vibrocuchilla de los nudillos de la armadura y abrió el panel. Niner estaba detrás de él y dirigió el haz de luz de su lámpara hacia la masa de cables, tuberías y alambres.
—Aquel de allá esta etiquetado como «MAMPAROS DE AISLAMIENTO» —dijo Niner—. Sí, ¿pero de dónde baja?
Miraron hacia arriba en el techo del puente para ubicar las cajas de distribución. Había por lo menos tres cables que bajaban y que podían ver.
—Vamos a jugar a lo seguro, retiremos el más cercano a la cabina del piloto, —dijo Niner.
—Podemos volar todo el panel aquí y apagar todo. —Incluida la gravedad.
—Por lo general, esto activa la contención de emergencia.
Niner puso su guante al lado de su casco. Era un hábito nervioso, al igual que la forma en que se tornaba cada vez más irritable con Fi, cuando sus niveles de estrés llegaban a su máximo.
—Dar, ¿estás sobre esto?
—Casi a mitad de camino —dijo la voz de Darman.
El cronómetro de Fi indicaba que tenían quince minutos para hacer este trabajo.
—Está bien, si Dar vuela esto de manera remota y activa el cierre de emergencia, vamos a quedar atrapado entre eso y la escotilla de la cabina.
—Y si hay atmósfera allí, podemos abrir y consentir a los otros tres huruune.
—O—, dijo Fi, —nos encontramos en el duro vacío, y entonces vamos a estar completamente tiesos.
—Tiesos si no lo hacemos, —dijo Darman, apareciendo atrás del hombro de Fi con una cinta térmica detonadora—. Adelante. Vuelve allí y espérame mientras colocó el temporizador.
—Tenemos que llamar a Rojo cero.
—Vamos a esperar hasta que sepamos si va a quedar algo de nosotros para que valga la pena el rescate, —dijo Niner, trotando de vuelta por el pasillo. Fi lo vio alejarse, encogió de hombros, y luego dio unas palmaditas a la tapa totalmente abierta del panel de control.
—Gracias, Sicko, —dijo.