16. Sueños rotos

Apenas hacía una hora que había amanecido y, aunque el observatorio estaba cerca de la Hermandad de la Luz, parecía que estaba muy lejos a juzgar por lo que habían tardado en recorrer la distancia. Aún embriagados por la noche que habían pasado juntos, Huck y Debby caminaban abrazados, deteniéndose a casa momento para besarse, saboreando aún las sensaciones que habían compartido.

Sin embargo, cuando el edificio se alzó ante ellos, Debby se separó de Huck instantáneamente mientras musitaba:

—Matt…

Huck alzó la vista y su mirada se topó con la del chico que, apoyado sobre la entrada, con las manos en los bolsillos, le miraba con desprecio. Sintió la sangre hervir y le espetó:

—¿Qué haces aquí?

—Quería hablar con Debby.

Y, mirándola a ella, añadió.

—Estaba preocupado… No me cogías el teléfono, y cuando vine aquí Joshua me dijo que no estabas en tu habitación.

—Matt, yo… —comenzó a hablar Debby.

—Ella no te debe ninguna explicación —la interrumpió Huck—. Debby es mi novia, así que como ya te dije una vez, aléjate de ella.

—¿Eso no tendría que decírmelo ella? Porque, hasta donde yo recuerdo, has estado semanas sin hablarle, y el único que ha estado allí he sido yo.

—¡Basta! Los dos —ordenó Debby ganándose una mirada reprobadora de ambos—. Volvéis a hablar como si yo no estuviera delante, como si fuera un trofeo. Así que Huck, entra en la Hermandad, necesito hablar con Matt, a solas.

Este esbozó una sonrisa victoriosa y Huck protestó:

—No me parece…

Debby le tapó la boca con la mano, y, con los ojos suplicantes le dijo:

—Huck, yo confío en ti. ¿Puedes hacer lo mismo por mí? Por favor… No quiero discusiones entre vosotros.

Él hizo una mueca, pero hizo lo que Debby le pedía, aunque no pudo evitar entrar en la Hermandad dando un portazo. Cuando estuvieron solos, Debby se giró tristemente a Matt mientras le decía:

—Siento que te preocuparas. Y también que te hayas enterado así de que volvemos a salir juntos.

Él la miró perplejo y respondió:

—Debby, ¿qué demonios te pasa? Anoche estabas llorando porque se fue con otra delante de ti y ahora vienes abrazada a él. ¿Habéis pasado la noche juntos?

—Ya te imaginas la respuesta a eso.

Él hizo un gesto de dolor y reprochó:

—Llevo desde que llegué a esta Universidad oyendo las chicas con las que Huck se ha acostado. Te mereces algo mejor, pensaba que tú sabías eso.

—Él es mejor, mucho más que todo lo que te hayan podido contar —replicó Debby.

—No es lo que me cuentan, anoche lo vi con mis propios ojos —insistió él, cada vez más enfadado.

Ella suspiró y comentó:

—Era una farsa, como todo lo que ha hecho este tiempo manteniéndome alejada de él, solo quería protegerme, de la bruja que nos atacó a Eleanor y a mí. Matt, sé que desde fuera parece otra cosa, pero realmente me ama.

Él la miró tristemente y musitó:

—El problema es que yo también te amo.

Debby clavó en él una triste mirada y le recordó:

—Dijiste que querías ser mi amigo, que lo entendías…

—Supongo que yo también hice una farsa. Creía que si éramos amigos, si podía hacerte comprender lo bien que estábamos juntos, podría recuperarte.

Su voz estaba rota y Debby sintió que las lágrimas subían a sus ojos mientras le decía:

—Matt, me gusta estar contigo, eso no ha cambiado nunca. Tú me ayudaste a mantenerme cuerda todo este tiempo que Huck y yo estuvimos separados. Igual que cuando salíamos, el último año del internado, con la presión de las notas y también cuando me ayudaste a salvar a Lucy.

—¿Y eso no te hace pensar que aún me quieres?

Debby vaciló unos segundos y luego declaró:

—Siempre te querré Matt, pero como amigo. Lo nuestro nunca llegó a nada serio, como tú mismo dijiste, fue más una amistad que un noviazgo.

—Podría haber sido diferente, aquí, en la Universidad, si Huck no estuviera…

—Pero lo está y no hay nada en el mundo que pueda hacer que deje de amarle, ni siquiera anoche, cuanto intentó que yo pensara que estaba con otra. Cuando me besaste, podía haberme quedado contigo y una parte egoísta quería hacerlo, quería que me abrazaras y me hicieras olvidar. Pero eso no es amor, es necesidad, y no hubiera sido justo para ninguno de los dos.

Matt se sentó lentamente en el banco, aturdido por sus palabras, y Debby hizo lo mismo mientras le decía:

—Lo último que pensaba es que te rompería el corazón. Solo quería seguir teniendo a mi amigo cerca de mí. Lamento si he sido egoísta.

Él se giró hacia ella y secó sus lágrimas suavemente con sus manos mientras le decía:

—Tú nunca me diste esperanzas, yo me las creé solo. Y ahora te he perdido también como amiga, porque no soy capaz de estar a tu lado, es demasiado doloroso.

Debby sintió las lágrimas fluir de nuevo en sus ojos y comentó:

—Mi tía siempre dice que cuando algo tiene que ser, el destino encuentra el modo. Tú y yo no pudimos ser la pareja que pensamos cuando nos conocimos, pero quizás encontremos el modo de volver a ser amigos.

Matt asintió y puso su mano sobre la de ella, apretándola con fuerza:

—Suena bien eso que dices, pero ahora mismo no puedo estar cerca de ti. Lo siento.

—¿Vas a dejar la Universidad por mi causa? —le preguntó ella, sintiéndose terriblemente culpable.

—No, fue mi sueño estar aquí durante mucho tiempo. Me quedaré, pero dejaré las clases conjuntas y me mantendré alejado de ti.

Debby suspiró y, mirándole a los ojos le aclaró:

—Está bien, pero Matt, tienes que saber que te esperaré. Si yo estoy enamorada de Huck es porque tú y yo no estábamos predestinados a estar juntos, así que de algún modo, en el futuro, estoy segura de que podremos ser amigos.

Matt esbozó una triste sonrisa y comentó:

—No creo que tu novio llegue a caerme nunca bien.

—Eso no es necesario. Me basta con que un día puedas estar conmigo como lo están el resto de amigos de la Hermandad, sin dolor, sin sentimientos de amor. Solo la parte buena.

Matt le tomó la mano que tenía estrechada con la suya y la llevó a sus labios, besándola. Después se la soltó y le dijo:

—Yo también lo espero.

Ella le vio marchar, con los hombros caídos y la espalda encorvada, terriblemente triste. Y tuvo que hacer acopio de valor para poder aferrarse a la esperanza de que no había perdido a su amigo para siempre.

Cuando entró en la Hermandad, Huck estaba en la entrada, mirándola. Ella enterró su cara aún húmeda sobre su pecho y él la abrazó diciendo:

—No era la llegada a la Hermandad que había previsto después de la primera noche que pasamos juntos.

—Lo siento, pero tenía que hablar con él. Se lo merece.

Huck la soltó lentamente y se atrevió a preguntar:

—¿Cómo ha ido?

—No quiere que sigamos siendo amigos, por el momento.

—¿Debo fingir que eso me molesta? —preguntó Huck irónicamente.

—Huck, te amo, no tienes que tener celos de Matt ni de nadie, ya te lo dije.

—Pero has llorado por él… —recordó él, sintiéndose vulnerable.

Debby le acarició la mejilla y le explicó:

—Se portó bien conmigo. Y le he hecho daño. Sé que no te cae bien, pero de verdad fue un buen amigo todo este tiempo.

Huck suspiró y aceptó:

—Sé que lo hizo. Supongo que estoy enfadado conmigo por haberle cedido terreno.

—No lo hiciste, porque no dejé de amarte nunca. Pero es mi amigo, y me gustaría que algún día él me viera así. Y que tú lo comprendieras si eso sucede.

Él hizo una mueca, mientras la imagen de su novia con Matt, como les había visto cuando les conoció, se aparecía con fuerza en su mente. Pero sabía que para Debby era importante, así que concedió:

—De acuerdo, pero no me pidas que me caiga bien.

—Tranquilo, él ha dicho lo mismo de ti —repuso Debby, esbozando una pequeña sonrisa.

Huck la abrazó y comentó:

—Y ahora, ¿estás preparada para el interrogatorio? Lo digo porque después de mi espectáculo de anoche, vamos a tener que contestar algunas preguntas.

Debby hizo un mohín y preguntó a su vez:

—¿Hay mucha gente despierta?

—Será fácil, solo los habituales: Eleanor, Amanda y Joshua.

—Genial. Vamos… —respondió ella intentando quitarse la imagen del semblante triste de Matt de su cabeza.

En la cocina les estaban esperando sus amigos. Joshua fue el primero en hablar:

—Matt te estaba buscando.

—Lo sé, ya he hablado con él —se limitó a responder Debby.

A nadie le pasó inadvertido que no parecía un tema del que ella quisiera hablar, así no hubo ningún comentario más al respecto. Eleanor les miró sus manos entrelazadas y adivinó con su habitual tono irónico:

—¿El hecho de que vengáis juntos significa que el rocambolesco espectáculo organizado por Huck anoche terminó bien?

—¿Cómo sabes lo que pasó? —preguntó este.

—No es que nuestra Hermandad se caracterice por saber guardar los secretos precisamente… Además, seguir vuestra historia me resulta más apasionante que las novelas que leía hasta la fecha, así que en cuanto llegamos Lucy nos lo explicó —respondió Eleanor.

—De ahí que cuando no os vimos aparecer a ninguno de los dos presupusimos que estabais reconciliándoos —añadió Amanda con una sonrisa pícara.

Debby se sonrojó y Huck se mordió el labio ante la mirada divertida de Joshua. Eleanor volvió a la carga preguntando:

—¿Significa esto que tenemos que volver a llevar la ropa de Debby a tu habitación?

—Por supuesto. Nunca debí decirle que se fuera —se apresuró a contestar Huck, mientras apretaba la mano de Debby con fuerza, como si temiera que ella pudiera cambiar de idea. Pero está sonrió a su amiga y le aseguró:

—Prometo que será la última vez. Lleváis tres traslados…

—Oh, claro que será la última. Porque si Huck vuelve a liarla, o a sentirse atormentado o cualquier cosa similar, será él quien se vaya de la habitación —afirmó Eleanor.

—¿Por qué presupones que yo el que va a liarla? —protestó Huck.

—¿Cuestión de estadística? —le preguntó Amanda a su vez.

Debby y Joshua estallaron en carcajadas ante las ironías de las dos chicas y, ante las protestas de Huck, siguieron riendo mientras preparaban el desayuno. Después, cuando se quedaron solos, Huck le comentó:

—¿Tú sabes que no voy a volver a dejarte, verdad?

Debby le miró, sintiendo como sus ojos verdes se clavaban en ella, anhelante. Ella le devolvió la mirada, y con voz suave le dijo:

—Estamos juntos y nada va a volver a separarme de ti. Ni animadoras, ni chismes, ni siquiera poderosas brujas que intenten encantarme. Pase lo que pase, voy a estar a tu lado, y no dejaré que vuelvas a alejarte de mí, ni siquiera para protegerme.

Al oírlo, Huck la abrazó fuertemente contra él, para luego posar sus labios fogosamente sobre los de ella. Debby sonrió y le susurró al oído:

—El traslado durará un largo rato y antes de eso tendré un largo interrogatorio por parte de Lucy. ¿Y si nos escondemos un rato en tu habitación?

—Buena idea, pero ni siquiera tienes pijama allí —se rio Huck.

—No recuerdo que eso fuera un problema anoche… —replicó ella con una sonrisa traviesa.

—Eso es cierto, ¿vamos? —le repitió mientras le acariciaba la espalda por debajo de la camiseta.

—No tan rápido. —La detuvo Lucy desde la puerta—. Estoy muy intrigada, así que Debby, ¡a mi habitación!

—¿Pero no se supone que tú te levantas tarde? —protestó Debby mientras Huck seguía haciéndole caricias por la espalda.

—No cuando mi mejor amiga desaparece con su exnovio toda la noche…

—Ahora vuelve a ser novio —aclaró Debby.

—Ya, eso lo he deducido yo sola. Y, ahora, en marcha, tienes mucho que contarme.

Debby rio y Jimmy, que estaba detrás de Lucy comentó:

—Será mejor que no le lleves la contraria. Yo me quedaré con Huck tomando un café.

Las dos chicas salieron cuchicheando de la cocina y Huck refunfuñó:

—No te ofendas, pero prefería el plan inicial, o sea, estar de nuevo a solas con Debby.

Jimmy rio, pero contestó:

—Pues lo siento, me temo que Lucy tiene preguntas para un buen rato.

—¿Tú no irás a preguntarme nada, verdad?

—No, básicamente porque mi querida novia me explicará lo más interesante y así me ahorraré esta incómoda conversación. Así que, ¿hablamos de otra cosa? —propuso Jimmy.

—Sí, podemos hablar del idiota de su exnovio que estaba esperándola fuera.

—Pensaba que eso me lo iba a contar también Lucy.

—Mi versión será mucho más interesante… —Prometió Huck.

—En ese caso, soy todo oídos.

Y, sirviéndose una taza de café, dejó que su amigo se desahogara.