5. Sueños de un antiguo amor
La Hermandad de la Luz se hallaba sumida en una especie de caos organizativo, ya que era el primer día de convivencia en el que todos tenían que ir a clase. Zack y Benjamin se habían quejado de lo mucho que las chicas tardaban en el baño, en palabras de Zack «más que mis hermanas juntas, que ya es decir», cosa que Benjamin había corroborado después de sufrirlas todo el verano. Jimmy, con su carácter tranquilo habitual, se había limitado a sonreír pacientemente ante la ocupación de Lucy y Debby del baño que compartían. La única que no recibió críticas fue Amanda, que estaba acostumbrada a asearse rápidamente.
Mientras desayunaban, Joshua miró a Debby y comentó:
—Me sigue sin parecer bien que vayas a clase, deberías descansar.
—Estoy de acuerdo. —Se sumó Lucy.
—Si me quedo sola en la Hermandad me pondré de los nervios pensando en Huck, así que de verdad que necesito ir a clase —insistió ella.
Joshua esbozó una sonrisa comprensiva, la noche anterior había tenido que volver a dar una infusión calmante a Debby, ya que la ansiedad por la ausencia de Huck no disminuía. Por eso indicó:
—Está bien, pero nada de ir a la biblioteca después de clase.
Ella sonrió. Joshua actuaba más como un padre que como un compañero, pero lo cierto era que, aunque no lo confesaría en voz alta, estaba agotada. Sin embargo, necesitaba distraerse, por eso tomó los libros y se fue hacia su edificio, ubicado en la parte nordeste del campus. No fue consciente de lo duro que era estar allí sin Huck hasta que atravesó el umbral. Aunque fueran a cursos diferentes, desde que comenzaron a salir siempre la acompañaba y la recogía en sus clases, y aprovechaban cualquier descanso para verse y hablar un poco. Ahora, el hecho de recorrer sola el pasillo no hacía sino acentuar su soledad. Con los ojos bajos, entró en el aula y fue a ocupar uno de los asientos traseros, ya que no estaba muy segura de estar muy centrada durante la clase. Una voz risueña la recibió, tomándola por sorpresa:
—Hola Debby, ¿cómo te encuentras?
Los ojos de Matt la miraban brillantes y preocupados a la vez. Ella sintió un vuelco al corazón. Desde la escena en la escalera, no había vuelto a verle, y estaba tan preocupada por Huck que apenas si había vuelto a pensar en su presencia en el campus. Con voz queda le preguntó:
—¿Qué haces aquí? Creía que estudiabas magisterio.
—Sí, pero hago aquí las optativas. Vamos a ser compañeros —le explicó con un tono expectante.
Debby bajó los ojos. Lo último que necesitaba en esos momentos era a Matt queriendo retomar su relación. Él pareció advertir su preocupación, porque cambió de tema diciendo:
—Te llamé, pero Lucy me dijo que estabas guardando reposo.
—Sí, muchas gracias por preocuparte.
—¿Bromeas? No he pensado en otra cosa. Estaba tentado a ir a verte, pero Andrew me dijo que ni humanos ni cambiantes pueden entrar en la Hermandad. ¿Cuándo vuelves a la residencia de chicas?
—No voy a volver, me quedo en la Hermandad, igual que Lucy —reveló ella.
—¿Vas a vivir con Huck cuando él vuelva? —le preguntó Matt entre sorprendido y dolido.
Debby le miró, sin saber qué responder, pero entonces la profesora entró en clase y se libró de contestar, aunque no por mucho tiempo. Matt compartía con ella gran parte de sus asignaturas, así que durante toda la mañana estuvieron juntos, hasta que el anhelado timbre sonó. Debby recogió sus libros rápidamente, pero Matt se colocó delante de ella y le preguntó:
—¿Podríamos comer juntos? Me gustaría hablar contigo.
Debby le miró. Se sentía exhausta y no estaba preparada para una conversación con Matt sobre el pasado o sobre su relación con Huck, sobre todo ahora que él la había dejado y nadie sabía dónde estaba. Con voz queda comenzó a decir:
—Matt, no me encuentro muy bien…
—Pero igualmente tienes que comer… —insistió Matt.
—Había pensado en hacerlo con Lucy.
—Deb, solo quiero hablar contigo. Vamos a compartir asignaturas, ¿no sería lo mejor que aclaráramos las cosas?
Ella sonrió levemente, recordando el apelativo cariñoso con el que Matt solía llamarla cuando salían juntos. Sus ojos la miraban expectantes y sabía que no se rendiría, así quizás sí que era mejor no posponer la conversación. Envió un mensaje telefónico a Lucy explicándole lo que sucedía y después se dejó guiar por Matt hasta la cafetería. Una vez allí, él propuso:
—¿Te apetece que comamos en el parque? Aún no me acostumbro a estar lejos de la montaña.
Ella sonrió y aceptó con la cabeza, así que eligieron unos sándwiches y se dirigieron a un banco cercano. Pusieron la comida entre ellos y se sentaron con las piernas atravesadas, mirándose mutuamente. La conversación había sido distendida desde que estuvieran en la cafetería, ya que Matt había omitido cualquier comentario sobre Huck o lo que había sucedido aquel verano; y se había limitado a comentarle las novedades de la mansión y de la relación que su padre mantenía con lady Angélica. Debby sentía como se iba relajando, ya que Matt siempre había tenido el poder de resultar divertido y tranquilizador a la vez. No solo durante los días vividos en la mansión, sino también en la relación que mantuvieron en la distancia, donde sus llamadas de teléfono y sus chats por Internet habían conseguido que mantuviera la calma en mitad de la marabunta de exámenes y trabajos del último curso.
Sin embargo, cuando terminaron de comer, Matt terminó con la tregua y comentó:
—Hay algo que quiero contarte, sobre cuando rompimos.
—Ahora eso ya no importa —comenzó a decir Debby, pero Matt la interrumpió diciendo:
—Deja que me explique, al menos una vez.
Debby le miró. Lo cierto es que, si no fuera por todo lo sucedido con Huck, le hubiera dado esa opción, así que sabía que lo merecía. Por eso asintió con la cabeza y Matt comenzó a explicar:
—Fui un idiota al enfadarme porque te fueras a Francia, y al romper contigo por ello. Y aún fue más estúpido por mi parte salir con la primera chica que se me puso delante para poder olvidarte. Pero no lo conseguí, por eso rompí con ella. Entonces me llegó la aceptación de la beca y me di cuenta de que debería haberte esperado; pensé que aún estaba a tiempo de arreglar las cosas. Tu tía nunca me dijo lo de Huck…
Debby bajó los ojos, sintiéndose culpable, y confesó:
—Ella no lo sabe. Hace muy poco tiempo que Huck y yo estamos juntos, así que quería explicárselo en persona. No pensé que eso pudiera afectarte a ti.
—Hubiera venido a la universidad aunque tú no estuvieras, si es lo que me estás preguntado. Pero sí que tenía esperanzas sobre nosotros cuando acepté venir. —Se sinceró Matt.
Debby alzó los ojos, pero se sintió muy incómoda al ver la decepción en los ojos de Matt, saber que él había estado convencido de que podían retomarlo donde lo habían dejado. Con voz suave comentó:
—Ya sabes lo que significaste para mí. Pero estoy con Huck…
—Andrew me ha dicho que se ha ido con Carl, a buscar esa bruja; y también que Carl le explicó antes de irse que había roto contigo.
Debby se sonrojó, se suponía que aquello era un secreto, algo que solo ella y Joshua debían saber. Con voz crispada replicó:
—Huck solo intenta protegerme. Pero sigo siendo su novia y sé que volverá pronto. Lo siento, Matt, pero no hay vuelta atrás.
Él la miró, sintiendo como su corazón se partía en dos al escuchar esas palabras. Había esperado que la historia de Debby con Huck fuera algo similar a lo que había tenido él durante el verano; pero algo le decía que era mucho más complicado que eso. Sin embargo, se negaba a perder tan fácilmente a la chica de sus sueños, así que una idea pasó por su cabeza. No podía seguir insistiéndole en retomar la relación, porque eso alejaría a Debby definidamente de él, sobre todo porque estaba seguro que ella pensaba que le debía respeto a Huck en la distancia; ya que si había partido en busca de la bruja era para protegerla. Pero había oído muchas cosas sobre ese chico y sus relaciones sin compromiso; y no dudaba que en algún momento tenía que cometer algún error; algo que hiciera ver a Debby que no era bueno para ella. Y, entonces, él estaría allí para ella. Por eso comentó:
—Está bien. Supongo que no podemos volver a salir juntos, pero podríamos ser amigos.
—Matt, eso tampoco es posible —negó ella.
—¿Por qué no? Así empezamos. De hecho, si te lo planteas, casi toda nuestra relación fue en la distancia, así que fuimos más amigos que una pareja real.
—Pero tú quieres algo más… —comenzó a protestar ella.
Matt la miró y la interrumpió diciendo:
—Debby, me gustas. Siempre lo has hecho. Pero puedo ser tu amigo. De hecho, aparte de Andrew ahora mismo no conozco a nadie más aquí.
—De igual modo, no podemos ser amigos, a Huck no le gustaría demasiado —musitó ella, cabizbaja.
Matt la miró indignado y le espetó:
—Te enfadaste conmigo y me acusaste de posesivo cuando no quería que fueras a Francia. ¿Y ahora me dices que no podemos ser amigos porque no le gustaría a tu novio? ¿Qué diferencia hay entre esas dos actitudes?
Ella le miró, sabía que tenía razón. No le gustaban las relaciones posesivas y, si era sincera consigo misma, el único motivo para no mantener su amistad con Matt era Huck o, mejor dicho, lo que él pensaría si lo hacía. Pero si tenían que durar como pareja, si a su vuelta iban a estar juntos como ella anhelaba; Huck tendría que aprender a confiar en ella, y eso incluía que Matt pudiera estar entre sus amigos. Así que concedió:
—Está bien, amigos entonces. Pero Andrew tiene razón, es mejor que no te acerques a la Hermandad de la Luz. No es por Huck, es que realmente no dejan, quiero decir, no dejamos entrar a cambiantes ni a humanos.
—No importa, lo entiendo. Por cierto, ¿le has explicado a tu tía que has dejado la residencia?
—No, no sabe nada de lo que ha pasado estos días. Tú no le habrás contado nada a tu padre, ¿verdad?
—No, pensé que no querrías preocuparla, con todo lo que ha pasado ella misma —contestó Matt empáticamente.
Debby suspiró aliviada, se alegraba de que él también comprendiera la importancia de proteger a su tía, que tanto tiempo había sufrido a causa de la magia oscura. Por ello afirmó:
—Has hecho bien, se merece un poco de descanso de todo esto. Me comentó que tenía pensando visitarme a mediados de trimestre, entonces le explicaré todo. ¿Podrás guardarme el secreto hasta entonces?
—Por supuesto, para eso están los amigos —aceptó Matt sonriendo.
Debby le devolvió la sonrisa y ambos volvieron a clase comentando las asignaturas de la mañana.