6. Sueños de nostalgia

Debby salió de clase, acompañada por Matt. Estaba agotada. Habían transcurrido tres semanas desde la partida de Huck, y ella no podía evitar sentirse cada día más preocupada por él. Matt lo advirtió, pero no hizo ningún comentario. Durante ese tiempo, había conseguido ganarse nuevamente la confianza de Debby, a base de no hacer preguntas sobre su novio ni, menos aún, intentar nada romántico con ella. Le costaba mucho no hacerlo, pero sabía que para poder arrebatársela a Huck, este tenía que estar presente, porque Debby no haría nada mientras él estuviera arriesgando su vida por ella. Así que se limitó a proponer:

—¿Comemos juntos?

Ella asintió. Dado que Lucy, Jimmy y los demás cursaban estudios diferentes, era lógico que ella pasara el tiempo libre con Matt, ya que además de las asignaturas optativas, compartían edificio. Además, en esos momentos de tensión, en los que apenas si podía concentrarse en nada que no fuera Huck, Matt resultaba refrescante. Cuando estaba en la Hermandad, todos tenían una dura rutina centrada en la magia. Cada uno de ellos se encargaba de la tarea pactada para hacer volver a Huck y Carl y por la noche ponían en común los avances, que, de momento, parecían escasos. Por otra parte, ella había comenzado su entrenamiento con Eleanor, que resultaba más difícil de lo que había pensado en un principio, ya que requería una concentración que ahora mismo le faltaba.

Lo cierto es que no tenía un minuto libre porque no podía permitírselo, y de noche descansaba mal. Le hubiese gustado poder tomar cada día una de aquellas infusiones para dormir, pero Joshua se las racionaba para que no se acostumbrara a ellas y se hiciera dependiente. Como le había dicho, aquellas infusiones eran para ocasiones puntuales, y ella necesitaba aprender a mantener su equilibrio sin ellas. Joshua tenía razón, lo sabía, pero con todo lo que estaba sucediendo le resultaba imposible encontrar ese equilibrio interior. Sus únicos momentos de paz procedían de las clases y de los momentos que, entre ellas, pasaba con Matt. Era inteligente, divertido y siempre había tenido el don de hacerle sonreír. En la Hermandad todos estaban sumidos en el mismo halo de preocupación que hacía más honda su pena, así que estar con Matt era un bálsamo para su dolor. Al principio se había sentido culpable, temiendo que él quisiera retomar su relación, pero lo cierto es que se limitaba a ser su amigo, lo cual era reconfortante, porque no hubiese estado con él si eso hubiera supuesto darle falsas esperanzas. Y se alegraba de ello también porque le necesitaba para mantener la cordura, para sentir algo más que el dolor profundo en el corazón por la ausencia de Huck.

Poco a poco, día a día, volvieron a retomar la confianza que se habían tenido los meses que mantuvieron la relación por Internet, y por eso Debby, mientras entraban en la cafetería, no malinterpretó cuando Matt la tomó por la cintura suavemente indicándole que pasara primero, ni tampoco cuando le dio algo de comer de su plato entre risas. Pasaron la tarde juntos en clase, pero a la salida Debby se despidió rápidamente como tenía por costumbre; para poder llegar a la Hermandad y comenzar su entrenamiento con Eleanor. Matt no la detuvo, nunca lo hacía. Aunque siempre le proponía comer juntos o tomar algún café por la mañana, incluso quedar para desayunar; parecía entender a la perfección que ella necesitaba ese espacio para la magia y ayudar a encontrar a Huck; así que nunca le decía nada más que una breve despedida. Sin embargo, en su fuero interno, él se moría por continuar hablando, por ir a tomar un café con ella, por pasear, por disfrutar de una de aquellas citas que nunca llegaron a tener. Pero, no podía decir nada de esto en voz alta, así que cada día se limitaba a morderse el labio y volver a su Hermandad, donde solía encerrarse en su habitación. Carl y Andrew eran los únicos con los que realmente había conectado; el primero estaba desaparecido y Andrew parecía perdido desde entonces, sumido en su propia desesperación. Había otros cambiantes, pero solo se relacionaban entre ellos; y los miembros del equipo de fútbol no eran muy de su agrado. Si conversaba alguna vez con ellos era porque le daban información de Huck, información que le hacía aún más incomprensible porque estaba Debby con él; y que le reafirmaban la idea que, en algún momento, ella se daría cuenta de eso y volverían a estar juntos. Y eso era lo que le mantenía esperando pacientemente a su lado.

Debby estaba llegando a la Hermandad de la Luz cuando una voz la llamó. Era Benjamin, que la miraba tímidamente. Ella le sonrió y le saludó, mientras él se atrevía a decir:

—¿Podemos hablar un momento a solas?

Ella le miró extrañada. Benjamin era amable y con Zack hasta parecía hablador, pero con el resto permanecía casi siempre en silencio, como si le gustara la compañía de ellos pero desde un segundo plano. Así que intuía que debía ser algo importante, por lo que con voz dulce convino:

—Por supuesto. ¿Nos sentamos en el banco?

Él asintió y cuando estuvieron allí, se quitó las gafas nerviosamente y comenzó a decir balbuceante:

—Debby, no sé cómo decirte esto.

—Tranquilo, puedes decirme lo que quieras, somos amigos —contestó ella con una cálida sonrisa.

Benjamin dudó, pero finalmente se atrevió a decir:

—Bien… lo que quiero decirte es que tú… eres una chica muy guapa, y también eres inteligente, encantadora, amable y…

Ella le miró asustada y le interrumpió diciendo:

—Benjamin, te lo agradezco, pero soy la novia de Huck…

Él la miró sonrojado y se apresuró a decir:

—Yo, no, lo siento, no quería parecer que me estaba declarando.

Debby suspiró aliviada y él continuó diciendo:

—No es que no piense que eres todo eso, pero yo te veo como una amiga.

—Eso es genial, porque tú también eres mi amigo. Pero, entonces, ¿qué es lo que me quieres decir? —insistió Debby.

—Te he visto en la cafetería, con tu antiguo novio. Siempre os veo allí y por todo lo que te he dicho es lógico que él esté enamorado de ti y solo quería decirte que sé que Huck volverá y también que te ama.

Debby le miró boquiabierta. Benjamin pasaba desapercibido para todo el mundo, pero parecía que nada le pasaba inadvertido a él. Quizás porque era tranquilo y silencioso nadie le prestaba atención, ni siquiera ella había advertido que había estado observando. Antes de hablar, le miró unos segundos más atentamente. Podía haberle dicho que no era asunto suyo, pero por la forma como jugaba con las gafas y su tono balbuceante, era fácil intuir que tenía que haberle sido muy difícil mantener aquella conversación con ella. Así que puso su mano sobre la de él, causándole aún más nerviosismo y le explicó:

—Matt y yo ahora solo somos amigos. Amo a Huck y cuento los segundos para que vuelva. No tienes que preocuparte por ello. De verdad.

Benjamin apartó la mano, nervioso, y se disculpó:

—Siento haberme metido en tus asuntos.

—Tranquilo, sé que estás preocupado por él. Y eso me parece bien —le tranquilizó Debby.

Benjamin sonrió y, esta vez sí, la miró a los ojos y le confesó:

—Huck me dio una nueva vida cuando me contó que yo era un brujo y me acogió en la Hermandad. Sé que intenta parecer un chico duro, pero le he observado todo este tiempo y leo en su interior que ha sufrido mucho. Tú y él hacéis muy buena pareja, y está mejor desde que está contigo.

—¿Aunque se esté jugando la vida por protegerme?

—Ya te lo he dicho, te ama. Yo también lo hubiera hecho por la chica que amaba, pero no tuve oportunidad.

Su voz se quebró mientras lo decía y Debby lo interrogó con la mirada, pero él volvió a su hermetismo habitual y se limitó a decir:

—Eso forma ya parte de mi pasado. Será mejor que lo olvidemos.

Debby no insistió, pero mientras se levantaba le ofreció:

—Ya sé que tienes a Zack, pero si alguna vez quieres que hablemos de ello, dímelo, ¿de acuerdo?

Benjamin asintió y comentó:

—Será mejor que vayamos a la Hermandad.

En silencio caminaron los escasos metros que les separaban de la Hermandad y, antes de que llamaran al timbre, la puerta se abrió mientras Amanda les saludaba pletórica:

—Hemos encontrado algo. Solo faltabais vosotros, así que reunión de urgencia en el desván, os estábamos esperando.

Benjamin y Debby intercambiaron una mirada esperanzada y siguieron a Amanda escaleras arriba. Los demás ya estaban sentados en el suelo cómodamente, y parecían tan expectantes como ellos. Amanda se sentó al lazo de Zack y este comentó:

—Explícaselo tú.

Amanda asintió con la cabeza y comenzó a explicar:

—Gracias a la base de datos de Benjamin hemos estado buscando en los libros escaneados y hemos encontrado un conjuro que nos permite averiguar cuando Carl y Huck están en forma humana. Una vez los hayamos detectado en esa forma, podemos hacer el conjuro para traerlos de vuelta.

—¿Cómo funciona el conjuro? —se apresuró a preguntar Debby.

—Tendremos que reunir algunas hierbas, Joshua y Lucy pueden encargarse de eso —propuso Amanda—. Yo ayudaré a Eleanor a prepararse, tiene que pensar la forma de canalizar la energía del círculo para que nos ayude. El resto, podéis ir a descansar.

—Yo también quiero hacer algo útil —se ofreció Debby.

—Tú también necesitas descansar —objetó Eleanor—. Será tu primer círculo de energía, así que te quiero en plena forma.

—¿Cuándo vamos a intentarlo? —inquirió Jimmy.

Eleanor miró interrogativamente a Joshua y este contestó:

—Podremos tenerlo todo para esta noche. Si os parece, encargaremos unas pizzas para cenar, de este modo iremos rápido. Cuando hayamos terminado, podemos realizar el conjuro, así aprovecharemos la luz de las estrellas, siempre ayuda.

Todos asintieron y salieron del desván, todos menos Debby, que permaneció junto a Eleanor y Amanda. Con voz triste les preguntó:

—¿Creéis que funcionará?

Las dos la miraron, y Amanda respondió con sinceridad:

—Nunca hemos hecho ese conjuro, pero estoy segura de que encontraremos la manera de traerlos de vuelta.

—Tiene razón. Al fin y al cabo, rompimos un portal cerrado por una bruja oscura, no debería ser tan difícil traer el cabezota de tu novio —añadió Eleanor—. Y, ahora, vete a descansar o no te dejaré formar parte del círculo.

—Sí, maestra —contestó Debby burlona.

Cuando salió de la habitación, Amanda miró preocupada a Eleanor y le comentó:

—Ahora que estamos solas, ¿crees que tendrás la suficiente fuerza?

—Tendré que tenerla. Amanda, esto no puedo decirlo delante de Debby. La noche que Jack nos atacó y Huck se abalanzó sobre él, sentí como la ira le dominaba. Huck tiene demasiado fuego en su interior, hay un exceso de asuntos en su pasado que le hacen daño, más del que él imagina. Como brujo ha aprendido a dominar esa parte de sí mismo, pero no estoy convencida de que pueda hacerlo como cambiante.

—En ese caso, será mejor que nos pongamos a trabajar en cómo organizar el Círculo —propuso Amanda mientras le tomaba de la mano para darle fuerzas.

Eleanor la besó suavemente en los labios por toda respuesta y ambas comenzaron a estudiar el conjuro.