7. Sueños de reencuentro

Tres días más tarde, sentados en círculo, cogidos de las manos, con Eleanor en medio dirigiendo el conjuro, todos pronunciaban la letanía, mientras un fuego con las hierbas preparadas por Joshua y Lucy ardía en el centro. Habían colocado las fotografías de Carl y Huck en medio; al lado del fuego, e igual que las tres noches anteriores, activaban el conjuro intentando coincidir con algún momento en que estuvieran en forma humana. No habían tenido éxito en las anteriores ocasiones, pero ninguno de ellos parecía dispuesto a perder la esperanza. Llevaban ya casi una hora cuando, de pronto, las llamas comenzaron a temblar y un fuerte viento les rodeó. Eleanor les instó a seguir la letanía con más fuerza y todos apretaron las manos para mantener el máximo de su energía dentro del círculo. Estuvieron así varios minutos, hasta que, de pronto, una figura desnuda apareció en medio de ellos. Era Carl, temblando, con los ojos entrecerrados Todos se soltaron las manos y Joshua corrió hacia él y le giró hacia sí, mientras Zack le cubría con una manta. Carl se envolvió con ella rápidamente, muerto de frío como estaba, y con la voz rota musitó:

—He perdido a Huck.

Debby se quedó paralizada al oír esto y Jimmy le espetó:

—¿Qué quieres decir con que lo has perdido?

Carl intentó hablar, pero por el estado de sus labios Joshua adivinó que estaba sediento. Con una voz inusitadamente nerviosa en él comentó:

—Está deshidratado y parece agotado. Necesita tomar una infusión y descansar un poco antes de poder hablar. Lucy, ¿puedes preparársela?

—Por supuesto.

Jimmy ayudó a Lucy, preparando a la vez las infusiones que todos debían tomar después del conjuro para reequilibrar su energía. Joshua permaneció al lado de Carl, inmóvil, sosteniéndole la manta y sin dejar de mirar el estado en el que se encontraba. No necesitaba ser un sanador para saber lo débil que estaba, le bastaba con tomarle de la mano y dejarse llevar por sus sentimientos, por lo que su corazón le decía. Los demás también parecieron advertirlo, porque nadie volvió a preguntar nada a Carl hasta media hora más tarde, después de la infusión y de que Joshua le impusiera las manos junto con Lucy.

Debby fue la primera en hablar, llorosa:

—¿Qué le ha pasado a Huck?

Carl la miró y después a Joshua, que le indicó con la mirada que debía ser sincero. Con voz cansada comenzó a explicar:

—Estuvimos siguiendo el rastro a esa maldita bruja, pero era una locura. Siempre está dando vueltas entorno a este campus, va y viene, pero no parece tener más destino fijo que algo que la retiene aquí. Las primeras noches conseguimos dormir como humanos colándonos en alguna casa desocupada, pero después, a medida que tuvimos que pasar más tiempo en los bosques, tuvimos que permanecer más tiempo en forma animal.

—Y Huck comenzó a verse afectado. —Adivinó Joshua.

Carl asintió con la cabeza y Chris le espetó:

—No deberías habértelo llevado contigo, no en esa forma.

—Lo creas o no, intenté hacerle cambiar de idea. Pero lo hubiera hecho igualmente, al menos conmigo tenía una oportunidad —contestó Carl con tristeza.

Chris le miró, arrepentido de lo que había dicho, y añadió:

—Es verdad, Huck es un cabezota. Lamento haber insinuado que…

—Tranquilo, no hay problema. Además, tienes razón, tendría que haber encontrado una manera de retenerle —corroboró Carl, sintiéndose culpable.

—Eso no importa ahora. ¿Qué es lo que pasó? Necesito saberlo —insistió Debby.

—Cuando te conviertes en un animal, mantienes tus pensamientos humanos, pero tus instintos son mucho más salvajes. Lleva mucho tiempo acostumbrarte a dominarlos, y Huck no ha tenido tiempo para ello. Cuando estamos en forma animal podemos comunicarnos con la mente, pero cada día que pasaba era como si Huck no quisiera que yo me comunicara con él, como si solo quisiera olvidar que era humano, todo lo que dejaba atrás. Se volvió muy difícil, y solo el hecho de saber que tenía que encontrar a esa bruja para mantenerla alejada de Debby evitó que perdiera la cordura del todo.

Carl hizo una pausa, le dolía tanto el cuerpo como el alma cuando recordaba lo que había sucedido:

—Esta mañana encontramos un rastro mucho más fuerte. Sea quien sea, se mueve rápido, incluso en el bosque. Cuando encontramos los restos de un fuego, nos convertimos en forma humana para poder investigar la zona y ver si encontrábamos algo entre los restos. Era una trampa.

Su voz se quebró y Joshua apretó su mano para darle fuerzas, sorprendiéndose porque él no la rechazaba. Carl hizo una respiración profunda y continuó explicando:

—No llegamos a verla, pero sí percibimos su presencia. Huck sugirió que nos convirtiéramos, pero ella impidió que yo lo hiciera, y además me transportó lejos de allí. Para cuando pude volver a convertirme, Huck debía estar demasiado lejos para escuchar mis pensamientos. He buscado todo el día, pero al final he aceptado que no lo conseguiría, así que he vuelto a mi forma humana.

—¿Te has quedado solo y desnudo en el bosque durante horas? —le preguntó Jimmy atónito.

Carl miró a Joshua y contestó:

—Intuía que nos estabais buscando, y también que la única forma de encontrarnos era en nuestra forma humana. Por eso lo hice.

Lucy se acercó a él suavemente y colocó su mano sobre la frente mientras le decía:

—Estás ardiendo. Deberías descansar.

—Estoy de acuerdo —corroboró Joshua.

—No —protestó Carl—. Ahora que os he avisado, tengo que volver a buscar a Huck. Ya os lo he explicado, lo único que mantiene sus instintos controlados es mi voz, alguien que le recuerde quién es. No puedo dejarlo allí fuera, solo.

—Ahora mismo, no puedes volver a cambiarte sin ser un peligro para ti mismo —replicó Joshua—. Estás enfermo.

Carl comenzó a protestar, pero Eleanor se lo impidió diciendo:

—Joshua tiene razón. Ve a una de las habitaciones con él y que continúe sanándote. Los demás acostaros, es tarde y no podemos seguir trabajando después de la energía de este conjuro. Mañana seguiremos buscando la manera de contactar con Huck.

Debby la miró con ojos llorosos y Eleanor, abrazándola, le aseguró:

—Le encontraremos, te lo prometo. Mañana es sábado, así que todos trabajaremos todo el día para coordinar la búsqueda. Y ahora, vete a dormir, necesitas descansar.

—Lo único que necesito ahora mismo es a Huck —rezongó Debby mientras se dirigía lentamente hacia la puerta.

Lucy la acompañó hasta la habitación y con voz suave le ofreció:

—¿Quieres que duerma contigo esta noche?

Debby sonrió y contestó:

—No, con una noctámbula en la Hermandad ya es suficiente. Además, te necesito despierta y rebosante de energía para mañana, por si encontramos a Huck.

—Por supuesto que lo haremos —corroboró Lucy mientras la tomaba de la mano—. Trata de descansar y, si te encuentras mal, ven a buscarme. ¿De acuerdo?

Su amiga asintió con la cabeza y entró en su habitación agotada física y mentalmente. Sus poderes aún eran débiles para un conjuro tan importante, y además saber que Huck estaba perdido y solo era más de lo que podía soportar. Con desgana, se desvistió, se puso el camisón y se tumbó en la cama, deseando con toda su alma ser capaz de conectar con Huck, explicarle como lo amaba, cuánto lo necesitaba. Pero lo único que consiguió fue que las lágrimas se deslizaran por sus mejillas hasta la almohada, la misma en la que Huck había soñado tantas veces con ella. Enterró su rostro allí, ahogó su llanto y comenzó a musitar el nombre de Huck como en una letanía.