14. Sueños celosos

Huck entró en la Hermandad derrumbado, sintiendo sobre sí mismo el peso del daño que le había infringido a Debby. Fue a la sala común, con la intención de dejarse caer sobre el sofá y poner cualquier cosa en la televisión que le hiciera olvidar durante unos minutos la mirada llorosa de Debby clavándose en él cuando había salido del bar abrazado a la animadora.

Cuando entro en la habitación, sintió que se le erizaba el vello al ver a Lucy hablando en el sofá con Benjamin y Jimmy. Una terrible idea le pasó por la cabeza y se apresuró a preguntar:

—Lucy, ¿qué haces aquí?

—Vivo aquí… —indicó ella mientras los chicos le miraban extrañados.

—Me refiero a que cómo has podido llegar tan rápido desde el bar. ¿Y dónde está Debby?

Lucy le miró, intuyendo que algo no iba bien y respondió:

—Debby está en el bar, tomando algo.

—Pero ¿no se supone que estaba contigo? Jimmy me comentó que teníais salida de chicas…

Lucy vaciló, pero finalmente reveló:

—Así era, pero me dolía la cabeza y solo estaba allí por ella, para animarla después de la conversación contigo esta mañana. Entonces Matt apareció y le propuso que tomaran algo, ya que tenía que contarle cosas de su padre y lady Angélica; así que les dejé solos.

Mientras escuchaba, Huck se dejó caer en una silla con el semblante angustiado, por lo que Jimmy incidió:

—Huck, no seas dramático. Solo están tomando algo. A pesar de que te pasas la vida rechazándola ella está convencida de que se te pasará la obsesión de que tenéis que estar separados.

—El problema es que he hecho algo más que rechazarla —confesó Huck con la voz rota.

Lucy le miró, intuyendo que algo iba muy mal y Huck le explicó con voz de culpabilidad:

—Fingí que seducía a una animadora y le ofrecí que fuéramos a su residencia, asegurándome de que Debby nos escuchara.

—¡Eres un idiota! —le espetó Jimmy.

—Pensaba que estaba con Lucy y que volvería a la Hermandad.

—O sea, que le romperías el corazón pero seguiría esperándote —le espetó Lucy.

—No es eso lo que yo quería… —repuso Huck.

—Por supuesto que sí —corroboró Jimmy—. Tú, en el fondo, lo que quieres es que ella sea tuya pero de lejos, para sentirse que la proteges y a la vez que no la pierdes.

Huck bajó los ojos, reconociendo la verdad en las palabras de sus amigos, y Benjamin le espetó:

—¿Te das cuenta de que puedes haber echado a tu novia a los brazos de Matt? Confirmo lo que ha dicho Jimmy, eres idiota —añadió Benjamin.

Huck le miró entre enfadado y arrepentido de lo que había hecho, mientras Benjamin añadía:

—Cuando estuviste fuera, Debby y Matt volvieron a ser amigos, y no necesito ser un experto para saber que ese chico está loco por ella. Por eso hablé con Debby, le dije que te esperara, que la amabas.

—¿Tú hablaste con Debby para que se mantuviera alejada de Matt?

—Sabía que volverías y pensé que te darías cuenta de que lo mejor era que estuvierais juntos.

Huck le miró sorprendido de que Benjamin se hubiera tomado tantas molestias por él, más cuando parecía vivir en su mundo. Con voz suave le dijo:

—Gracias por eso, amigo.

—Ya, pues no me las des porque no sé si servirá de mucho esta noche, cuando le has roto el corazón delante del mismo chico que sueña con consolarla —masculló Benjamin.

—¿Estás diciendo que Debby puede enrollarse con Matt? Ella no lo haría, por muy enfadada que esté conmigo…, ¿verdad, Lucy? —comentó Huck mirando a su amiga con ojos desesperados, dándose cuenta por primera vez de lo que podía haber generado con su actitud.

Lucy esquivó su mirada, y Huck insistió:

—Por favor, dime que no crees…

Lucy le miró con lástima, pero le interrumpió diciendo:

—Debby lleva más tiempo del que recuerdo llorando por ti, primero esperando a que regresaras y luego a que quieras volver con ella. Y Benjamin tiene razón, yo tampoco creo lo de que Matt haya aceptado ser solo su amigo. No sé qué va a hacer, porque nunca antes la había visto en esta situación. ¿Quieres que la llame?

Huck asintió con la cabeza y Lucy marcó el número de su amiga. Con voz queda comentó:

—Lo siento, lo ha apagado.

—¿Y qué significa eso? —se apresuró a preguntar Huck.

—No lo sé —confesó Lucy.

—Me voy a buscarla —aseveró Huck mientras se levantaba rápidamente.

—¿Dónde vas?

—Al bar, y si no a la Hermandad de las Águilas. No dejaré que pase nada entre ellos.

Jimmy continuó interceptándole el paso y le dijo ante la mirada aprobadora de Lucy:

—De acuerdo, amigo, pero si vas a buscarla no es para volver a romperle el corazón. Me da igual que esa maldita bruja os persiga, no puedes dejarla en el estado de estas últimas semanas. ¿Entendido?

—Me sumo a la petición —añadió Benjamin.

Huck asintió y les garantizó:

—Os prometo que si la encuentro y me quiere escuchar, no volveré a dejarla.

Y, ante la mirada entre comprensiva y preocupada de sus amigos, salió de la Hermandad a toda prisa.

La Hermandad de las Águilas parecía sumida en la calma, que Huck rompió al llamar violentamente al timbre. Por suerte, fue Andrew el que apareció por la puerta con la sonrisa que le caracterizaba y se limitó a comentar irónicamente:

—Huck… debí adivinarlo por tu estilo inconfundible de llamar al timbre. ¿Qué hay hoy en tu dramática agenda que te trae de nuevo a nuestra Hermandad?

Él le fulminó con la mirada y Andrew añadió:

—Carl no está, ha salido con Joshua. Lo digo por si les buscas.

—No le busco a él, sino a Debby.

Andrew arqueó las cejas y Huck aclaró:

—Mi novia.

—Sé quién es Debby, pero ¿no se te ocurre otro lugar para buscarla que no sea aquí? No creo que con lo que pasó con Jack esté precisamente en nuestro club de admiradoras… —comentó Andrew.

Huck le lanzó una mirada asesina y Andrew comprendió:

—¿Crees que está aquí con Matt?

—¿Qué sabes tú de eso? —se apresuró a preguntar Huck—. ¿Te ha dicho algo de lo que siente por ella o de si ha pasado algo?

Andrew vaciló y después contestó:

—Oye, tú me caes muy bien y todo eso, pero no pienso hablar de ti sobre Matt, él es mi compañero de Hermandad.

Huck se acercó a él amenazadoramente y Andrew le miró con ojos tranquilos mientras le decía:

—¿De verdad quieres pelearte conmigo porque respeto a un «hermano» que, por cierto, no se mete nunca en problemas con nadie?

Huck retrocedió y se apresuró a decir:

—Lo siento, estoy algo desquiciado.

Andrew le miró. Parecía muy preocupado y nervioso, así que le propuso:

—¿Quieres pasar? Podemos tomar una cerveza y hablar. Se me da bien escuchar.

Huck esbozó una sonrisa incrédula y le preguntó:

—¿Me estás invitando a una charla de amigos?

—Si Carl y Joshua pueden salir juntos y funciona, no acabo de ver el problema en que tú y yo seamos amigos. Entre nosotros, estoy algo cansado de las guerras entre brujos y cambiantes. No va con mi estilo.

Huck le miró sorprendido y comentó:

—Es lo último que esperaba que me dijeras y te lo agradezco, pero tengo que seguir buscando a Debby.

Su voz triste bajó las defensas de Andrew, que reveló:

—No te contaré nada de Matt, pero al menos te diré que está solo, en su habitación, y que no parecía feliz cuando ha llegado. El resto tendrás que preguntárselo directamente a tu novia.

Huck emitió un suspiro de alivio primero, pero luego torció el gesto, intentando pensar donde podía estar Debby. Andrew adivinó sus pensamientos y se apresuró a añadir:

—¿Quieres te acompañe a buscarla? Por si está en peligro…

Huck le miró agradecido, quizás Andrew tenía razón y no le sería muy difícil ser amigo de él, aunque fuera un cambiante. Sin embargo, algo en su interior le decía que Debby estaba a salvo, al menos físicamente. Por lo que Andrew le había dicho sobre Matt, Debby tenía que haberle rechazado, así que lo más lógico era que se hubiera refugiado en algún lugar donde pudiera desahogarse sin miedo a que él la encontrara. Una idea apareció en su mente y, con una sonrisa, se despidió de Andrew diciendo:

—Gracias, pero creo que sé dónde está.

—Como quieras.

Huck hizo ademán de marcharse, pero antes se giró un momento y comentó:

—Puede que algún día podamos tomarnos esa cerveza, aunque mejor en terreno neutral.

Andrew sonrió y contestó amigablemente:

—Cuando tú quieras.