11. Sueños de regreso
Tumbada en la cama, Debby no podía dejar de moverse. Sabía que tenía que fingir que estaba dormida, pero la ansiedad por el regreso de Huck le hacía imposible estarse quieta. Mientras, en la buhardilla, sus amigos esperaban la señal. Se habían pasado el día trabajando en el conjuro, de forma que ahora la habitación de Huck se había convertido en una trampa mágica de la que, una vez apareciera, no podría escurrirse. Nervioso, Chris preguntó:
—¿Soy el único al que le parece demencial estar esperando que Huck se meta en la cama de su novia para obligarle a volver a la Hermandad en forma humana?
—Me temo que es la única opción que tenemos. Si te sirve, creo que funcionará —explicó Eleanor.
—El fin justifica los medios, al menos a veces —intercedió Jimmy—. Sé que esto es muy raro, sobre todo para Debby.
—Sí, cuando la he dejado estaba un poco desquiciada —comentó Lucy preocupada—. Solo de pensar que no funcione…
—Funcionará —aclaró Eleanor—. De eso estoy segura. Pero, ahora que Debby no nos oye, me preocupa el estado en el que Huck pueda encontrarse.
—¿Te refieres a físicamente?
—Más bien a nivel mental.
—Eleanor tiene razón, a mí también me preocupa eso. Los cambiantes ven afectados sus instintos, así que tenemos que estar preparados para un Huck diferente —reflexionó Joshua.
Todos intercambiaron miradas de miedo, pero Joshua añadió:
—No me importa cuán diferente esté, le ayudaremos a que vuelva a ser el de siempre —afirmó Carl.
Joshua le sonrió. A pesar de que los cambiantes no solían tomar parte en las ceremonias de los brujos, teniendo en cuenta el estado en el que podía estar Huck, le había pedido ayuda a su novio para que estuviera allí con ellos. Su novio… Sonaba tan bien volver a pensar en él ese modo, saber que estaba a su lado, que podía volver a abrazarle, que podía contar con él para ayudar a Huck, juntos… Delicadamente le tomó de la mano y propuso:
—Si queréis, podemos hacer un círculo de energía mientras esperamos. Nos hará más fácil la espera.
Carl hizo ademán de soltarle la mano, pero Joshua se la retuvo mientras decía:
—Solo es un círculo de amistad, si los demás están de acuerdo puedes participar. No necesitas ser brujo para ello.
Chris, que estaba sentado al lado de Carl, rio y comentó tomando su mano:
—Por supuesto. Además, le estoy cogiendo el gusto a hacer manitas con tu novio.
Joshua esbozó una sonrisa, al ver que sus amigos reían. A veces, todos necesitaban ese punto de broma que solo Chris sabía dar, sobre todo en las situaciones complicadas. Tomando de la mano de Lucy, que se sentaba a su lado, comenzó el círculo de energía.
Media hora más tarde, la señal del fuego humeando más fuerte les indicó que había funcionado. Casi atropellándose los unos a los otros, corrieron escaleras abajo hasta la habitación de Huck. Joshua y Carl iban a la cabeza, y entraron en la habitación, dejando la puerta abierta, mientras los otros observaban desde el pasillo. Al verlos, Debby, sentada sobre la cama, balbuceó entre lágrimas:
—No deja que me acerque. Dice que me hará daño.
—Aún cree que puede cambiarse. Lo hace para protegerte —explicó Carl mientras se acercaba con cuidado a su primo, que yacía sentado en el suelo únicamente cubierto por una manta.
Huck se apretó contra la pared aún más, mientras clavaba en él su mirada, perdida en el infinito.
—Necesito cambiarme, pero no puedo, ayúdame.
Carl se sentó junto a él y denegó:
—Esta vez no, hermano.
Huck le miró y luego a Joshua, comprendiendo, y gritó furioso:
—¡No podéis hacerlo, no podéis retenerme aquí! Dejadme ir.
Carl evitó que se levantara, pero Huck también era muy fuerte, así que comenzaron un forcejeo. Eleanor entró rápidamente y lanzó un conjuro sobre Huck, consiguiendo que se quedara inmóvil, cayendo en un sueño profundo. Debby aprovechó para acercarse a él mientras sollozaba. Su amiga se acercó a ella y la abrazó mientras le decía:
—Ahora está bien, necesita estar un rato así. Es la única forma que se me ocurre para que Joshua y Lucy puedan trabajar con él mañana.
—¿Mañana? —protestó Debby.
—Cariño, ya has visto el estado en el que está. Ahora mismo todos sus instintos le dicen que tiene que volver a cambiarse, que tiene que huir. Nuestra magia le retiene, pero necesita descansar, como humano, para que podamos tener alguna posibilidad.
Debby no dijo nada, pero observó como Joshua y Carl llevaban a Huck hasta la cama y le tumbaban. El resto de amigos les miraban desde el pasillo, horrorizados por el estado de Huck. Joshua posó delicadamente su mano sobre la espalda de Debby y le propuso:
—Puedes quedarte con él, si quieres. No despertará hasta mañana.
—No volveré a separarme de él —se apresuró a contestar Debby.
—Bien, en ese caso, será mejor que todos vayamos a descansar también —propuso Jimmy—. Tal y como está Huck, mañana tendremos un día muy largo.
Lucy asintió y besó a Debby en la mejilla mientras le decía:
—Le sanaremos. Te lo prometo.
Su amiga asintió y recibió como en sueños las palabras de consuelo y ánimos de todos sus amigos, que fueron entrando uno a uno antes de volver a salir de la habitación. Joshua fue el último, que con voz apenada le propuso:
—¿Quieres que te prepare una infusión que te ayude a dormir?
—No, hoy no quiero dormir.
—Huck no despertará. Te lo aseguro, el conjuro de Eleanor es muy potente —repitió.
—No importa, necesito tiempo con él y no sé si cuando despierte me lo querrá dar.
Las lágrimas rodaron por sus mejillas. Carl se acercó a ella y, mientras se las secaba suavemente, la consoló:
—Huck te adora, lo sé porque he estado comunicándome con él todo este tiempo. Solo necesita tiempo. Créeme, sé de lo que hablo.
Debby le miró, observando cómo estaba con Joshua, el amor que emanaban cuando estaban juntos. Esbozó una sonrisa y más animada garantizó:
—Le esperaré.
Los dos chicos le sonrieron y, mientras les veía salir de la habitación cogidos de la mano, se metió en la cama con Huck, abrazándole. Puede que estuviera mágicamente dormido y que no pudiera ni hablar, pero al menos podía volver a sentir su cuerpo pegado al de ella, podía sentir que volvían a estar juntos. Y, disfrutando de esa sensación que tanto había añorado, enterró su cabeza en sus cabellos y se quedó dormida instantáneamente, algo que no le había sucedido desde que él se había marchado.