Epílogo
La dama de la medianoche rascó con las uñas su rostro, llevada por la furia. Nuevamente, había sido vencida, nuevamente aquella bruja pelirroja estaba con el que más amaba. Su magia oscura había estado destinada no solo a que creyera que estaba embarazada, sino también a que la maldad fuera dominándola. Pero aquella sanadora, hija de los que la habían traicionado, la había ayudado, convirtiéndose en otro enemigo más a batir. Su poder era más fuerte del que jamás había visto en ningún otro sanador, suficientemente intenso como para haberla vencido en uno de los conjuros más poderosos que había hecho nunca. Y, eso era lo que más preocupaba.
El Círculo de las sombras la había intentado vencer con magia una y otra vez, sin conseguirlo. Pero ella sabía que la única que podía vencerla era aquella pequeña bruja adolescente que tenía el don de traer la luz, de eliminar la oscuridad. Y, por eso, debía morir.
Sin ella, los demás no tendrían el poder suficiente, sin ella, podría erigirse vencedora de la batalla que llevaba años librando.