Una a una, las señales
de humo desaparecen con rapidez, deshaciéndose en el azul del
cielo...
A mi queridísima
madre, germen de mi ser
A mi amada esposa, a
cuya inquebrantable fe debo gran parte de lo que soy.
A la memoria de Carlos
Calderón,
con quien tantas veces
compartí este sueño.