Hacer Lo Correcto

 

Karl Germain, mago y abogado americano, quien se presentaba bajo el pseudónimo de "El Hechicero" (The Wizard) solía decir que la magia es la una única profesión verdaderamente honesta: "Los Magos prometen engañarte, y lo hacen..."

El gran Harry Houdini, conocido por sus escapes imposibles, siempre concibió la magia como un espectáculo. Dentro de sus osadas proezas, se encuentra el escapar de cajas fuertes arrojadas al mar, como de camisas de fuerza al estar colgado boca abajo desde un rascacielos, y por supuesto baúles, cadenas y candados de todo tipo. 

Houdini nunca había creído en el espiritismo, pero la tristeza tras la muerte de su madre lo llevó a consultar médiums y psíquicos con la esperanza de comunicarse con ella desde el más allá. Sin embargo, tales intentos resultaron obviamente inútiles, y ante la rabia y desconsuelo de ver como esos charlatanes se aprovechaban de su bolsillo y dolor, y el de docenas de personas  desesperadas por establecer comunicación con sus seres queridos –los millones de muertos de la primera guerra mundial, enriquecieron a miles de espiritistas–,  Harry Houdini emprendió la más grande cruzada por desenmascarar a los psíquicos reproduciendo y denunciando sus trucos.

Es así que nace lo que en el mundo del ilusionismo se conoce como el Código Houdini, una regla ética a la que todos los magos habrán de apegarse: La magia debe tener como fin último, hacer el bien. El echar mano del talento mágico con el fin de explotar a los demás, jamás será tolerado.

Si bien el pensamiento mágico consiste en pensar en términos de efectos y ver el método como algo secundario e invisible a la vista del espectador, es un error el asumir que esto es una versión de aquella maquiavélica sugerencia de que todo se vale, o que el fin justifica los medios.

Es común que conforme una empresa, o nosotros mismos, buscamos alcanzar nuestros objetivos,  y en pos de acelerar esta búsqueda, tendamos a olvidar que allá afuera existe un mundo que es débil y que tiene verdaderos problemas. Y aunque no seamos superhéroes ni madres Teresa de Calcuta, sí tenemos una responsabilidad con este mundo, una responsabilidad social y lo mínimo que podemos hacer al respecto, es ser honestos con aquello que hacemos todos los días.

Cuando escribí mi libro IMPORTACULISMO PRÁCTICO muchos saltaron a la conclusión equivocada de que este era una invitación a ver el mundo con desinterés en donde nada ni nadie más que uno debía importar. Pero la realidad detrás de esa llamada filosofía Importaculista, es que mientras uno haga lo que tiene que hacer, sin atentar contra uno mismo ni contra nadie más, el resultado debería ser secundario. El Importaculismo es el arte de darle importancia  a las cosas que lo merecen y restársela  a aquellas que no.  

Es así que hace su aparición el más importante de los valores: La ética. Saber distinguir entre lo que es y no es correcto y así tomar una decisión acorde. Pero hablar de ética es un asunto delicado. Ética no es simplemente apegarse a unas  reglas.  Los abogados saben bien que con suficiente atención a las palabras, toda regla presenta un defecto lingüístico que puede violarse. Igualmente algunos políticos usan las reglas para crear leyes que les proveen beneficios personales. Claro, se están apegando a las reglas, pero ¿es eso correcto? ¿Es eso ético?

La ética trasciende el manual de comportamiento. Es ser honesto y siempre sentir desde el corazón que lo que se hace, es lo que debe hacerse, y que además no va en contravía de los demás ni de uno mismo.

Es cierto que toda compañía tiene como fin último el generar ganancias. Sin embargo, este objetivo siempre deberá ceñirse a principios éticos, evaluando el impacto no solo al interior de la organización sino afuera, con los clientes, proveedores, sociedad en general y hasta el medio ambiente.

El Código Houdini debe hacer parte de la genética de los Magos de su organización.  Los líderes de hoy necesitan reconocer que la ética no es negociable. ¡Qué común se ha vuelto pasar por encima de los demás para "acelerar" la consecución de objetivos! Pero la verdad es que sin ética no hay futuro, pues es esta la garantía de que las decisiones y prioridades son las correctas para la organización y su entorno.

Si todos hacemos la ética a un lado, este mundo se convertirá en una agresiva selva donde todos tomarán lo de todos a sangre y fuego,  y  eso, es garantía de que nadie pueda sobrevivir...

Ser ambicioso, pensar en grande, y perseguir sueños, no tiene nada de malo. Tampoco tiene nada de malo sentirse orgulloso de tus propios logros, de tu vida y lo que haces, ni de ganar más que otros.  Lo malo es cuando decidimos pisotear a los demás y aprovecharnos de ellos para hacernos a nuestros propios deseos.

El primero de los principios detallados en mi libro IMPORTACULISMO PRACTICO es "Tienes una sola vida", y  desde aquí, gracias al Código Houdini, lo complementamos diciendo  "Úsala para bien".