Espera El Momento Adecuado

 

Sé la historia de  un mago que solía cargar en su bolsillo una gigante porción de hielo cuando era invitado a alguna reunión social. Lo hacía porque sabía que un día, solo uno, tendría la oportunidad de realizar el milagro de su vida con ese gigante pedazo de hielo.

Fue así que en una de esas reuniones, un importante político le preguntó a nuestro mago sobre su talento, y este, al notar el trago del político ya empezando a aclimatarse, procedió  a materializar de la nada hielo para él y todos los que le rodeaban. Obviamente, llamó la atención de todos quienes estaban presentes, creándole una reputación y negocios con las más altas esferas de la sociedad. Todo ese tiempo de preparación y la cantidad de veces que cargó el hielo en el saco, pagaron como inversión en ese único momento mágico e increíble.

Esperar el momento adecuado, consiste justamente en crear oportunidades, y una vez la tengas al frente, saltar sobre ella con todo.

No hay día en que yo personalmente haya salido a la calle sin una baraja de cartas en el bolsillo. El 97% de esos días, dicha baraja solo ha salido a pasear conmigo –no se ha dado la oportunidad–, pero el otro 3% me ha permitido a petición misma de ese público improvisado, crear milagros aparentemente no planeados, y hacerlo con una, SOLO UNA, demostración. Eso es precisamente lo que el mago que cargaba los hielos en el bolsillo había hecho, él sabía qué tipo de público quería, buscó la oportunidad y esperó el momento adecuado para hacer uno, UN milagro, suficiente para crearle una reputación y llevarlo a trabajar para la élite de la sociedad.

Planear, preparar y practicar. Empiece a nadar en el mar de las oportunidades, buscando la presa perfecta. Y cuando sea el momento, mueva sus fichas y ataque con toda.

Eso es pensar estratégicamente, y es precisamente lo que hace el jugador de póquer profesional: Sabe que tiene que sentarse a una mesa para jugar, sabe que tiene que perder algunas veces, pero también sabe que dejar las cosas al azar no es una buena idea, y por ello cuando ve la oportunidad de ganar, se la jugará en su totalidad.

Como magos, hay que mantener guardados cuatro ases bajo la manga. Cuatro cartas que puede jugarse y sacarse de la manga a voluntad para provechar la oportunidad. Estos cuatro ases son:

La Anticipación: siempre será más útil ser proactivo que reactivo. Si la única forma de predecir el futuro es creándolo, el As de la anticipación es una táctica que nadie puede pasar por alto. ¿Cuál es el panorama? Espere lo mejor, pero planee siempre para lo peor. Cuando en magia se dice que la mano es más rápida que la vista, el mago se ha anticipado  a lo que podría ver su público y ha logrado ocultarlo a la perfección con un método. Pregúntese ¿Qué es lo peor que puede pasar y como podría enfrentarlo desde hoy? Si ese mago cargaba hielo en sus bolsillos, ¿Cómo está usted preparado para aprovechar esa oportunidad?

La Acción: Las ideas mientras estén en la cabeza, solo serán ideas. Hay que sacarse esos conejos del sombrero. Un plan sin ejecución no es nada. Un plan sin autonomía no es nada. Un plan sin dirección no es nada. Pregúntese ¿Qué puedo hacer ahora mismo, que mejore mi situación actual? Obtenga una respuesta, una nada más, y ejecútela. Sobre-análisis igual a parálisis. Más que pensar qué hacer, hágalo. Nuestro mago no cargaba hielo porque sí, y dejaba que el azar jugara a su favor. No, él también actuaba al ir al tipo de reuniones donde sabía qué personajes y contexto podría encontrar. Imaginó una situación y echando mano de al As de la acción, actuó en pos de hacerla realidad.

La Adaptación: Siempre habrá algo que no habremos calculado. Nadie se las sabe todas. Es aquí donde los Magos hacen su mejor gala, pues el máximo efecto consiste en lograr adaptarse a cualquier circunstancia. Cuando el mago logra salir avante ante condiciones imposibles a la luz de todos, está sacándose de la manga este As de la adaptación. Es evolución pura: sólo las especies que logran adaptarse sobreviven. Pregúntese ¿Cómo puedo cambiar? ¿Qué estoy dispuesto a dejar ir, para dejar llegar? ¿A qué voy a decirle que no, y a qué voy a decirle que sí?

La Actitud: Mantener la perspectiva siempre. ¿Sigo dispuesto a hacer mi magia y cambiar al mundo, o quiero enfilarme con el "mediocre-promedio" y dejar que sea el mundo el que me cambie a mí?  La actitud lo es todo. El vendedor que no cree en su producto, tendrá el mismo éxito que el mago que no cree en su magia. Cuando de liderar se trata, el As de la actitud puede ser una excelente carta pues es justamente el as que permite que los otros tres ases encajen a la perfección, armando el póquer perfecto. Actitud frente a lo que se anticipa. Actitud frente a lo que se hace. Actitud frente a lo que se adapta.

 

Sin embargo, existe un quinto as... En realidad es más bien una carta de la baraja, que puede operar como tal: El comodín o Joker. Y haciendo honor a su nombre, es el más cómodo y mediocre de los ases: El Asumir.

Asumir es creer que las cosas son de cierta manera sin contar con evidencia que así lo demuestre. Cuando asumimos, nos hacemos trampa a nosotros mismos y caemos en la trampa del espiritismo estratégico que mencionaba Mágika en Asombro S.A. El asumir, es la antesala a la indiferencia y a permitir que todo siga como siempre ha sido. No caiga en el error de escuchar algo y entender otra cosa.  Una cosa es una opinión y otra un hecho. ¿De qué lado quiere hacerse?