A FRANCISCO PORrúa
PARÍS, 14 de agosto de 1961
Querido cronopio:
...y de famas. Perfecto. Las pruebas pueden venir sin inconveniente a París, pues a partir del 10 de octubre estaré de vuelta en casa y muy dispuesto a la lectura de esos textos inmortales.
Las máquinas y monumentos de Fassio me han entusiasmado y espero que vayamos juntos a su casa cuando me toque darme uná vuelta por el río color de león. Hablando de máquinas, nada me regocijó más que un día en que asistí a una demostración de la máquina de pintar de Tinguély en una de las terrazas del Trocadero. Era domingo, y todas las viejas y los vagos del barrio estaban ahí muy asombrados mirando el artefacto que, además de pintar admirablemente sobre unas largas cintas de papel (tengo una autografiada) se desplazaba de un lado a otro dando unos saltitos positivamente marcianos. Lo extraordinario era que tanto los burgueses como los policías presentes al acto se retorcían de risa y hablaban del camelo del arte moderno, de la necesidad de meter en la cárcel a los fumistas, etc., pero al mismo tiempo se iban acercando a la máquina y cada vez que podían se apoderaban de uno de los pedazos de cinta de papel pintadas, los plegaban cuidadosamente y se los guardaban. Pero el momento más prodigioso se repetía cada diez minutos más o menos, y era que sin que nadie se diese cuenta, la máquina iba desarrollando una enorme vejiga por uno de sus lados, la cual vejiga reventaba con un estallido aterrador, dejando a todo el mundo estupefacto y en plena desbandada. A todo esto Tinguély, serio y vestido de negro, presidía el acto y firmaba las pinturas. Cada uno se fue con la suya, y me pregunto si alguno no la tendrá colgada arriba de la mesa de luz.
Ya me dirá su impresión de Brascó, que es un cronopio inconmensurable. Mis felicitaciones a la pareja recalcitrante: por fin alguien que no lee Los premios. Aquí los franceses siguen hablando de Huxley, simplemente porque se lo mencionaba en la solapa, lo cual prueba que la "crítica" no varía mucho de una latitud a otra. Han sido de una generosidad casi tropical conmigo; menos mal que entre tantos elogios me llegó la nota de Rama en Marchadonde me sacude severamente contra las sogas. El mozo quiere decir algo que a mí me gustaría comprender mejor, pero no he podido darme bien cuenta por qué el libro no le gusta. Además ese sistema de ir alternando la loa con el áloe me resulta medio barato. Sí voy a Montevideo le pagaré un café en el Tupinambá, y a lo mejor aprendo cosas útiles. Hablando de Montevideo, tuve una de las mejores recompensas de mi vida: una carta de Onetti en la que me dice que "El perseguidor" lo tuvo quince días a mal traer, para mí es como si me lo hubiera dicho Musil o Malcom Lowry, esa es de planetas.
Lo de la angina yo no lo sabía, y le agradezco doblemente esa nota. Espero que andará bien (y no que fumará menos, porque esas cosas insensatas las dicen las tías). Yo de muchacho tuve una cosa así, entras preparaba exámenes en la Facultad. Al final los aprobé, pero sin meritorio.
Lo de la versión francesa de la novela es un cuento chino, Simone Signoret incluida. Vaya a saber de dónde salió la cosa. En cuanto vea a su amigo Betanín, le confieso que nunca creí demasiado en su existencia real; pienso que es una alucinación provocada por la amigdalitis, máxime que el apellido del mozo tiene algo de antibiótico, dicho sea con todo respeto.
¿La Rayuela? Pero si estoy apenas en la casilla tres, y a cada rato tiro la piedrita afuera. No habrá libro hasta fin de año, pero entones sí se lo mandaré y veremos. (No me la imagino a la Sudamericana liblicando eso. Se van a decepcionar horriblemente, este Cortázar que-iba-tan-bien...) Terminé la obra gruesa del libro, y lo estoy poniendo en orden, es decir que lo estoy desordenando de acuerdo con las leyes especiales cuya eficacia se verá luego, cuando tenga el coraje de releer de un tirón las 600 páginas.
Lo de El examen200 lo podríamos dejar quieto por ahora. Yo no me veo en eso, aunque también me da pena que se pierda la pelea por el peine. En cuanto al Panorama Insólito, apunto cosas y me preparo a comprar libros con textos curiosos; pero usted no se sorprenderá si le digo que antes quisiera terminar La Rayuela, digamos a fin de año, y entonces podré dedicarle unos meses. La antología de J. J. Pauvert la recuerdo mal, pero no recuerdo que hubiera nada que desconozcamos demasiado los argentinos. La verdad es que en nuestros pagos sabemos mucho más de literatura fantástica que los europeos considerados separadamente. Si los argentinos supiéramos sacar partido de esa forzosa visión sintética que nos impone la falta de una visión enteramente propia... Pero este tema se lo vamos a dejar al pez voraz que devoraba esclavos en tiempos de Calígula. Lei mi capisce.
Espero que mi conferencia haya salido bien, lo mismo que El Rosal de las Ruinas. ¿Me habrán pagado algo, che? A lo mejor me mandan una foto. Espero que no me habré puesto mi traje gris y la corbata de seda. A veces soy tan descuidado...
Mis mejores afecto a Sara, y un abrazo de
Julio
Mande la versión de Carroll, tengo muchas ganas de verla.