Nota
LA generosidad de amigos, de personas conocidas y desconocidas, me ha permitido recoger estas cartas que aparecen ahora, a quince años de la muerte de Cortázar. Imposible excluirlas del cuerpo de la "obra"; pese a su espontaneidad y, a veces, a su carácter circunstancial, forman el revés de la trama de la vida y la escritura del autor.
Los azares de viajes, de incidentes y accidentes personales de los destinatarios, fueron mermando insidiosamente este verdadero mar de papeles. La voluntad de salvarlos fue más fuerte que la conciencia de mis limitaciones para este tipo de tarea.
Diré en particular que la exclusión de algunas cartas y de algunos pasajes de ellas no ha obedecido, en ningún caso, a forma alguna de censura. Se ha tratado de evitar en lo posible las repeticiones y las referencias a cuestiones de escasa importancia para el lector.
Las pocas notas (Cortázar era enemigo de que se interrumpiera la continuidad de la lectura) tienen por objeto, sobre todo, dar al lector alguna información sobre hechos y personas que pueden resultarle desconocidos, en la mayor parte de los casos, por razones generacionales. Para facilitar su acceso, se han situado al final de cada carta. Las referencias de Cortázar a su propia obra figuran con asterisco al pie de página.
Los originales en inglés y francés, cuya ortografía se ha respetado, van seguidos de la traducción. También se han traducido ciertas frases en esas lenguas.
Para terminar, espero que algún día estas cartas, más las que puedan aparecer a lo largo de los años, sean objeto de la edición crítica que merecen.
Quiero agradecer, por último, a todas las personas e instituciones como el Centro Damián Bayón del Instituto de América, de Granada, y la Mandeville Special Collections Library, de la Universidad de California, que respondieron diligentemente a mi pedido, así como quienes me ofrecieron espontáneamente las cartas que poseían. A todas ellas añado a Gladis Yurkievich sin cuya infatigable colaboración mi trabajo no hubiera sido posible.
Aurora Bernárdez