A Amparo Dávila
PARÍS, 20 de junio de 1959
Señorita
Amparo Dávila
Muy estimada amiga:
Muchas gracias por su libro y la tan cordial dedicatoria. He tenido un gran placer con la lectura de Tiempo destrozado, que me parece un excelente libro. En la solapa se habla de esta obra como de su tercer libro de cuentos; si es así, admiro la maestría y la técnica que advierten en cada página. Si algo sé, es lo que cuesta lograr plenamente un cuento; en realidad, en cada libro que publico no estoy satisfecho más que con uno o dos de los relatos. Los otros, después de múltiples tentativas, se niegan a adoptar esa forma quizá demasiado perfecta que quisiéramos darles. Y como la forma no existe en sí misma, sino que es más bien la justificación de lo que se escribe, la prueba tangible y estética de que valía la pena escribirlo, hay que deducir que pocos cuentos nacen plenamente vivos, con ese derecho a perdurar en la memoria que es su terrible fuerza y su más exacta belleza. Le digo esto porque en su libro también la tensión es desigual, al lado de cuentos logradísimos, hay otros que titubean y se apoyan más en el tema (siempre feliz, insólito, "uncanny", original) que en la expresión. Me gustaría saber si coincidimos en esto. Los relatos que prefiero son "La celda", "El espejo" y "Moisés y Gaspar". Por supuesto, "Tiempo destrozado" me parece extraordinario, pero toca ya otro plano, no lo creo un cuento sino más bien un poema, algo como ciertas páginas de Leonora Carrington o de Pieyre de Mandiargues. Al lado de los textos citados, el resto me parece sensiblemente inferior. ¿Pero qué importa, cuando se ha tocado ya tan alto?
Me hará muy feliz recibir otras cosas suyas. Aquí en Europa, todo lo que me llega de tierras americanas huele profundamente a vida, a una realidad más primordial y secreta. De nuevo, muchas gracias, y toda mi admiración.
La saluda su amigo,
Julio Cortázar