INUNDACIÓN

Esperamos que cese la lluvia,

aunque nos hemos acostumbrado

a permanecer invisibles, tras la cortina.

La cuchara es colador ahora y nadie se atreve ya

a extender la mano.

Muchas cosas flotan por las calles,

cosas bien escondidas en tiempo seco.

¡Qué penoso ver las sábanas usadas del vecino!

Vamos a menudo al indicador de nivel

y comparamos, como relojes, nuestras cuitas.

Algunas cosas pueden regularse.

Pero cuando los aljibes se desborden y se colme la medida que heredamos

tendremos que ponernos a rezar.

El sótano está sumergido, hemos subido las cajas

y comprobamos con la lista el contenido.

Todavía no se ha perdido nada…

Como es seguro que las aguas bajarán pronto

hemos empezado a coser sombrillitas.

Será muy duro volver a cruzar la plaza,

claramente, con sombra de plomo.

Al principio echaremos de menos la cortina

y bajaremos al sótano a menudo

para contemplar la marca

que las aguas nos legaron.