36

Hervía la ciudad en folletos y periódicos; las sátiras, poemas y canciones de las Actas de los Apóstoles respondían al Amigo del pueblo y al Morigerador del cIub monárquico, redactado por Fontanes: Mallet-Dupan acombaría en la parte política del Mercurio contra La harpe, a quien también hacia oposición Chamfort en la parte literaria. Champcenetz, el marqués de Bonnay, Rivarol, Mirabeau, menor (el Holbein militar que en las orillas del Rhin levanto una legión de húsares de la muerte), y Honorio Mirabeau, el mayor, se entretenían de sobremesa en hacer caricaturas y en escribir el Pequeño almanaque de los grandes hombres, después de lo cual marchaba Honorio a proponer la ley marcial o el embargo de los bienes del clero: bien es verdad que también iba a pasar la noche en casa de Mme. Jay, después de declarar que no saldría de la Asamblea nacional sino por la fuerza de las bayonetas. Felipe Igualdad consultaba entretanto al diablo en las canteras de Moutrouge o presidia en los jardines de Monceaux las orgias dispuestas por La Clos. El futuro regicida no desmentía su raza; prostituido doblemente, la crápula lo entregaba exhausto en brazos de la ambición. Lauzun, ya sin fuerzas, cenaba en su casita de la Barrera del Maine con algunas bailarinas de la Opera, alternativamente acariciadas a su presencia por Mres. de Noailles, de Dillon, de Choiseul, de Narbonne, de Talleyrand y algunos otros elegantes de que aun nos quedan dos o tres momias.

La mayor parte de los cortesanos que obtuvieron fama de inmorales a fines del reinado de Luis XV y durante el de Luis XVl, se hallaban alistados bajo la bandera tricolor: casi todos habían hecho la guerra en América y embadurnado sus cordones con colores republicanos. La revolución se valió de ellos hasta que llegó a mediana altura, y algunos fueron altos generales de sus ejércitos. El duque de Lauzun, el novelesco amante de la princesa Czartoriska, el que cazaba mugeres en los caminos reales, el Lovelace que poseía a esta, y que poseía a aquella y a estotra, según la noble y castísima jerga de la corte, el duque de Lauzun, convertido en duque de Biron y jefe de la Vendée por la Convención; ¡qué lastima! el barón de Bezenval, revelador embustero y cínico de las corrupciones de la alta sociedad, espía del carro de puerilidades de la antigua y espirante monarquía; el rechoncho barón de Bezenval, comprometido en el asunto de la Bastilla y salvado por Necker y Mirabeau, únicamente porque era suizo; ¡qué miseria! ¿Qué tenían que hacer tales hombres con semejantes sucesos? La revolución abandonó desdeñosamente, al desarrollarse, a aquellos frívolos apóstatas del trono, y sintió necesidad de sus cabezas como lo había sentido de sus vicios; porque no despreciaba sangre alguna ni aun la de Mme. du Barry.

París, diciembre de 1821.

Mis ocupaciones en medio de este tumulto.— Días de soledad.—Mademoiselle Monet.— Arreglo con Mr. de Malesherbes el plan de mi viaje a América.— Dos subtenientes desconocidos, Bonaparte y yo.— El marqués de la Romerie.— Embárcome en Saint-Malo.— Últimos pensamientos al abandonar la tierra natal.

Durante el año de 1790 se completaron las medidas bosquejadas en el anterior. Se confiscaron los bienes eclesiásticos, puestos a principio a cargo de la nación, se decretó la constitución civil del clero y se abolió la nobleza. No asistí a la Confederación de julio de 1790, porque me hallaba en cama con una indisposición bastante grave: pero antes me había divertido mucho con los carretones del campo de Marte. Mme. de Staël ha descrito maravillosamente esta escena; Siempre me pesará no haber visto a Mr. de Talleyrand decir misa, ayudándole el abate Luis, y dar audiencia con un sable al cinto al embajador del Gran Turco.

La popularidad de Mirabeau se disminuyó en 1790; eran ya evidentes sus relaciones con la corte. Mr. Necker dimitió el ministerio y se retiró sin que nadie tratara de disuadirle de ello. Las tías del rey se marcharon a Roma, con pasaporte expedido por la Asamblea nacional; y el duque de Orleans, de vuelta de Inglaterra, se declaró humilde y obediente servidor del rey. Las sociedades de Amigos de la Constitución, multiplicadas en el territorio, se enlazaban en París con la que hacia cabeza, recibían sus inspiraciones y ejecutaban sus órdenes.

En mi carácter había una predisposición favorable a la vida pública; todo Lo que pasaba en comunidad me atraía, porque en medio de la muchedumbre érame mas fácil aislarme, y no tenía que luchar con mi timidez. En medio de esto, las reuniones privadas, que participaban también del movimiento universal; no repugnaban ya tanto a mi carácter, e involuntariamente iba contrayendo nuevas amistades;

La marquesa de Villette fue una de las personas que la casualidad colocó en mi camino. Su esposo, cuya reputación mancilló la calumnia, escribía con el hermano segundo del rey en el periódico titulado Diario de París. Mme. de Villette, que se conservaba lindísima, perdió una hija de diez y seis años, todavía mas hermosa que su madre, a quien hizo el caballero de Parny estos versos, dignos de la antología:

«Au ciel elle a rendu sa vie,

et doucement s'est endormie,

sans murmurer contre ses lois.

Ainsi lo sourire s’efface,

ainsi mourt sans laisser de trace

le chant d’un oiseau dans les bois.

Memorias de ultratumba Tomo I
titlepage.xhtml
sec_0001.xhtml
sec_0002.xhtml
sec_0003.xhtml
sec_0004_split_000.xhtml
sec_0004_split_001.xhtml
sec_0004_split_002.xhtml
sec_0004_split_003.xhtml
sec_0004_split_004.xhtml
sec_0004_split_005.xhtml
sec_0004_split_006.xhtml
sec_0004_split_007.xhtml
sec_0004_split_008.xhtml
sec_0004_split_009.xhtml
sec_0004_split_010.xhtml
sec_0004_split_011.xhtml
sec_0004_split_012.xhtml
sec_0004_split_013.xhtml
sec_0004_split_014.xhtml
sec_0005_split_000.xhtml
sec_0005_split_001.xhtml
sec_0005_split_002.xhtml
sec_0005_split_003.xhtml
sec_0005_split_004.xhtml
sec_0005_split_005.xhtml
sec_0005_split_006.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_000.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_001.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_002.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_003.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_004.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_005.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_006.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_007.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_008.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_009.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_010.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_011.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_012.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_013.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_014.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_015.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_016.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_017.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_018.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_019.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_020.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_021.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_022.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_023.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_024.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_025.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_026.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_027.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_028.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_029.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_030.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_031.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_032.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_033.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_034.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_035.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_036.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_037.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_038.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_039.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_040.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_041.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_042.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_043.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_044.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_045.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_046.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_047.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_048.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_049.xhtml