CAPÍTULO XVII

Cinthya no podía creer la desfachatez de Karla al decirle muy quitada de la pena que no había tenido la decencia de avisar a Alex el cambio de planes.

—Cancelas la boda un día antes y asunto arreglado, ¿no? ¿A caso estás loca? ¡Él no se merece semejante humillación!

—¿Crees que no lo sé? Alex merece ser feliz, y a mi lado no lo será jamás, él te quiere, yo siempre lo he sabido, pero mi orgullo me impedía aceptarlo. Jamás debimos separarlos.

—¿Y acaso te sirvió de algo hacerte la tonta todos estos años? De todas maneras, no te casarás con él.

—Lo sé, escúchame, tengo un plan, tu tomarás mi lugar…

—¡Ah, no! No pretendas endosarme a mí su ruptura porque no lo acepto. La cuestión principal es que, con sus manipulaciones, tu madre, mi madre y tú han arruinado a un hombre excelente para convertirlo en un intento absurdo de Mr. Bean. ¿Y encima de todo pretendes humillarlo al cancelar la boda? ¡Sobre mi cadáver! ¿Me oyes?

—¿Qué? Creí que estarías feliz con ello, desde que llegaste a México no hiciste otra cosa que perseguirlo y provocarlo…

—Todo lo que he hecho ha sido para sacarlo de su letargo, para regresarlo a la vida y demostrarle que por sus venas corre sangre caliente, que entienda que él es mucho más que un aspecto bonito y una máquina de hacer negocios.

—Intentas hacerme creer que no lo amas. ¡Por favor, Cinthya, eso es más que evidente! Son el uno para el otro, siempre lo han sido. —Por primera vez en su vida, Karla se permitió explotar y alzar la voz. Era una sensación liberadora y magnifica, le llenaba el alma de gozo—. Está decidido, esta noche me marcho con Jake, ingresaré a terapia para tratar mi enfermedad, y cuando los médicos me lo permitan, nos casaremos.

—¡Ah, qué romántico! —expresó con sarcasmo—. ¿Estás segura de que quieres largarte con un tipo francés que los fines de semana baila y se desnuda para mujeres, en un lugar de dudosa reputación, para pagar sus estudios?

Karla quedó pasmada.

—Eso ha sido un golpe muy bajo, Cinthya —la acusó Jake con los ojos vidriosos por la rabia e impotencia, pero sobre todo por la traición. Miró a Karla angustiado ante su reacción—. Es verdad, mon amour, pero voy a dejarlo, buscaré un trabajo decente, yo… —La duda que vio en el rostro de su amada lo devastó—. En verdad eres mala, Cinthya. —Salió sin decir más.

—Ahora ya sabes a quién salí, por lo visto, me parezco a mi madre más de lo que pensé —expresó cínica mientras lo veía alejarse—. Escucha bien, doña Flauta, aunque lo dudes, en esta ocasión no actué movida por el placer de molestarte, en verdad quiero a Jake, él es mi amigo y no podría soportar que lo utilices para liberarte de tus horrendos padres.

—Yo… yo…

—Yo, yo, ¿qué? Reacciona, Jake no es una tabla de salvación, es un ser humano con sentimientos, un hombre maravilloso…

—¡Lo sé y por eso lo amo! —explotó Karla al fin.

—¿En verdad no te importa que trabaje como stripper en un club nocturno?

—Claro que me importa, pero no por lo que tú crees, seguro estará rodeado de mujeres bellas que intentarán seducirlo, y yo no podré competir con eso…

—¡Por favor! —Puso los ojos en blanco—. No empieces a hacer gala de tu degradada autoestima, lo traes loco y lo sabes —expresó con fingido fastidio.

Karla no pudo evitar sonreír, Cinthya tenía un sentido del humor muy ácido y negro, pero eso era parte de su encanto. Reconoció que sus crueles comentarios no siempre llevaban la intención de herir, sino de dar una buena sacudida para hacer reaccionar a su adversario.

—Gracias, Cinthya, eres una gran persona, quizá un poco retorcida… pero al fin de cuentas, buena. ¿Sabes? Acá, entre nos, siempre te he envidiado.

—¿Tú?, ¿a mí? ¿Por qué? ¿Qué he hecho para que la señorita encanto y perfección me envidie? —Levantó una ceja.

—Eres fiel a tu corazón y proteges a los que amas, vives con tus propias reglas…

—No empieces a adularme, Flauta, que no somos amigas. —Trato de disimular una sonrisa.

—Lo que tú digas —Correspondió Karla con complicidad.

—Es tiempo de que olvides todo lo que tu madre te ha hecho creer y de que empieces a confiar más en tus instintos, Karla.

—Para ti es fácil decirlo, siempre has sido muy fuerte.

—En apariencia, pero en el fondo también tengo grietas, la diferencia es que yo ataco como gata salvaje cuando me siento agredida. Amarse y aceptarse a uno mismo es el primer paso para ser feliz.

—Lo sé, por eso estoy dispuesta a tomar terapia. Jake tiene razón, estoy enferma y necesito ayuda profesional.

—Entonces qué esperas, dile que admiras al chico de la calle que logró sobreponerse a la adversidad y salir adelante, que no te avergüenzas de su trabajo, de lo que él es. —Hizo una pausa—. ¿Sabes?, eres una Flauta afortunada, has encontrado al flautista adecuado para sacar de ti las más perfectas y exquisitas notas. Quizá Jake no te dará los lujos a los que estás acostumbrada, pero se asegurará de darte un vida digna y mejor que la que has tenido hasta ahora. Te dará un verdadero hogar, Karla.

—Eso no lo duden —intervino Jake emocionado, estaba recargado en el marco de la puerta.

—¿Qué, no te habías largado? —lo acusó Cinthya en tono brusco.

—Sí, pero oí que la plática se ponía interesante y me regresé, estaban tan absortas en su charla que ni cuenta se dieron que estaba aquí.

—Eres un sinvergüenza. —Sonrió Karla coqueta.

Oui, lo reconozco, pero así me quiere mi flautita… —La besó con suavidad en los labios.

—No se pongan melosos, que eso me da nauseas. —Puso los ojos en blanco—. ¿A qué hora te trasladan? —preguntó seria.

—Aún no lo sé, el médico dijo que en cuanto el papeleo estuviera listo, nos avisaría —respondió tensa.

—¿Vas a hablar con Alex antes de marcharte? Aunque sea, hazlo por teléfono. —Cinthya miró inquisidora a Karla, la tregua había terminado—. Es lo menos que le debes después de la humillación de la cual será objeto…

—No habrá tal humillación porque sí habrá boda… —alegó Karla segura.

—¿De qué diablos estás hablando? —Cinthya estaba por perder la poca paciencia que le quedaba.

—Esta mañana hablé con el padre David y aceptó casarlos, claro que antes se asegurará de que lo dicho por mí sea cierto. —Sonrió satisfecha.

—¿Qué le dijiste?

—Toda la verdad, además de que Alex y tú se aman, y como el padre David los conoce bien, aceptó casarlos aún sin correr amonestaciones…

—¿Por qué hiciste eso? Yo no deseo casarme con él —espetó furiosa—. Eres igual de manipuladora que tu madre…

—¿Estás segura? En lugar de asustarte, deberías aprovechar la oportunidad que se te da. Tú decides, Cinthya, tienes al párroco dispuesto, banquete y luna de miel incluidos, solo tienes que convencer al novio, y siendo honestas, no creo que tengas mayor problema con eso. —En ese momento entró el médico y la enfermera. El galeno los regañó por estar los dos en la habitación cuando la orden era que nada más uno podía estar ahí.

Una hora más tarde, Karla y Jake se marcharon en la ambulancia. Bárbara llegó a tiempo para despedirlos, le pasó el móvil a Karla para que pudiera hablar unos minutos con su hermano.

Una vez a solas en su habitación, Cinthya se hundió en sus pensamientos, al menos ya tenía las respuestas que tanto la habían inquietado.

***

—¿Alguien sabe dónde está Alex? —preguntó Dante impaciente. Cuando organizó una despedida de soltero para él, esperó que al menos estuviera presente.

—No, ahora que lo mencionas, hace un rato que no lo veo —respondió Ian.

Dante deambuló por el salón hasta que se le ocurrió buscar en la terraza.

—Sabía que te encontraría aquí. Cuando te organicé esto esperaba era que estuvieras presente, hermano —le reclamó.

Alex no dijo nada, permaneció impávido viendo el lago.

—¿Vas a decirme que por fin entraste en razón y vas a cancelar la boda? —preguntó esperanzado mientras daba un trago a su bebida.

—No.

—¿Entonces? Sigues con eso de atarte a la mujer equivocada…

—¿Tú qué sabes de eso, Dante? Lizzy es perfecta.

—No, no lo es, pero yo aprendí a valorar sus virtudes y a amar sus defectos, ahí está el meollo del asunto.

—Hay tantas cosas que nos separan…

—Sí, lo sé, Laura me ha dado una versión exagerada de lo que pasó el día de mi boda. La verdad es que no sé qué creer, ya que no he hablado con Cinthya, al parecer, cambio el número de su móvil, y cuando está en casa no contesta, así que la única opción para conocer qué pasó en realidad eres tú.

—Yo tampoco sé qué creer, Cinthya siempre ha sido mi adorado tormento, mi dolor de cabeza personal… Tú sabes que he luchado contra lo que siento desde hace años, pero verla convertida en toda una mujer. ¡Dios!, me volvió loco en cuanto la vi en el aeropuerto, no pude resistirme, y ser testigo de cómo los hombres se la comen con los ojos me desquicia, odio pensar que no soy correspondido…

—¿Quieres dejar de torturarte? Cinthya te ama.

—Cinthya no me ama, si fuera así, no habría aceptado que se acostó conmigo por fastidiar a Karla.

—No estuve ahí, pero te puedo asegurar que lo que Cinthya dijo no es verdad. Hasta donde sé, Laura la intimidó e insultó al grado que ella hizo lo que siempre ha hecho cuando se siente insegura: tirar zarpazos a diestra y siniestra. —Le colocó una mano sobre el hombro—. Me extraña de ti, Alex, ¿acaso no la conoces? Recuerda que desde niña ha reaccionado así cuando se siente herida o atacada.

—Yo… no sé. —De pronto, la escena que tanto lo había torturado apareció en su cabeza, pero con un enfoque diferente, desde una perspectiva que a él no se le había ocurrido analizar.

Recordó el rostro de Cinthya y comprendió que Dante podría tener razón. Él mejor que nadie conocía su vulnerabilidad. En el semblante de ella se podía leer que estaba destrozada por los comentarios hirientes de su madre, y él no hizo nada para defenderla, al contrario, se unió al grupo de inquisidores para quemarla viva.

—Alex, recapacita.

—No puedo, he dado mi palabra y, como hombre que soy, tengo que cumplirla.

—¿Aun a costa de tu felicidad?

—Sí, Karla no se merece tal humillación, ella siempre ha sido buena conmigo.

—Sí, no lo niego, pero tú no la amas, su relación es solo una caricatura que Janine y Laura se han empeñado en mantener viva. Tú sabes que he respetado las decisiones que has tomado, aunque no esté de acuerdo, como ese capricho tuyo por vestir horrendo, pero no puedes negar que con Cinthya eres tú mismo, ella saca lo mejor de ti…

—Y también lo peor.

—Se complementan, son una extensión del otro, parte del mismo ser, y separados no funcionan, siempre habrá un vacío que nadie más llenará, y lo sabes.

—Es muy bonito lo que dices, pero no es tan fácil…

—¿Por qué no? Me dijiste que antes de la inoportuna intervención de Laura, estabas dispuesto a cancelar la boda. ¿Qué te hizo cambiar de parecer? Y deja de alegar eso de que diste tu palabra.

—Porque me di cuenta de que ella no me ama, por eso.

—¡Que no te ama! ¡Por favor, Alex! Hasta un ciego puede verlo, ella está loca por ti desde que tiene memoria. Eres y siempre serás su príncipe azul.

—Quisiera creerte, pero…

—Pero ¿qué, hermano? No lo pienses más y actúa. ¿Acaso crees que no nos dimos cuenta del cambio que obró en ti? Por un espacio breve volviste a ser el mismo de antes y no aquel autómata que solo vive para el trabajo.

Alex recordó que cuando estaba con ella se sentía vivo, pasional, capaz de luchar contra cien ejércitos, alcanzar la luna, convertirla en queso y cenársela con un bolillo.

—No lo sé, Dante, ella no hizo nada por defenderse, por aclarar las cosas conmigo —alegó.

—Tú estás dispuesto a casarte con Karla, ¿no? «El que esté libre de pecado…»…

—«Que tire la primera piedra» —completó—. ¡Dios!, ya no sé ni qué pensar. Tu hermana es todo un enigma, un gran signo de interrogación.

—Pero, aun así, la amas.

—Más que a mi vida.

—¿Entonces?

—Entonces nada, ella ya tomó su decisión, y mientras Karla no me deje plantado en el altar, no haré absolutamente nada por evitarlo.

***

El móvil de Cinthya sonó sacándola de sus pensamientos.

—Hola, Bárbara —respondió con voz apagada.

—¿Se puede saber dónde rayos estás?

—Yo… —Se aclaró la garganta—. En el parque, necesitaba pensar.

—¿Y qué demonios estás esperando, Dear? ¿Un milagro? Estoy en el aeropuerto y ya compré los pasajes.

—¿Pasajes? No entiendo…

Jake habló conmigo, así que no pongas pretextos, ya traigo tu maleta y nos vamos en dos horas a México. No me hagas ir por ti, honey, o tendrás que soportar mi furia. Aquí te espero.

Cinthya llegó al aeropuerto veinte minutos después, por desgracia una tormenta impidió las salidas, pasaron toda la noche en espera de que abrieran ruta, lo cual no se dio hasta entrada la mañana.

—Ten, como ya no nos da tiempo, tienes que cambiarte aquí —le ordenó Bárbara extendiéndole una bolsa de viaje.

—¿Qué? ¿Qué hay aquí dentro?

—Un vestido decente, cosméticos, anyway, todo lo necesario. Anda, que tenemos el tiempo contado para llegar.

El avión aterrizó sin contratiempos, pero el aeropuerto de la ciudad de México estaba vuelto un caos. Ian estaba esperándolas y, por más que trató, no pudo evitar el tráfico. Al parecer, la selección de futbol regresaba del extranjero luego de haber ganado un partido, y la conmoción era tal que conseguir salir del bullicio era toda una misión imposible.

—¿Qué hacemos, honey? A este paso no llegaremos a tiempo —dijo Bárbara preocupada.

—Si la novia no va a presentarse, qué más da que lleguemos tarde, a fin de cuentas, no habrá boda —expresó Cinthya nerviosa, para ella no pasó desapercibido el cruce de miradas entre Bárbara e Ian—. ¿Qué pasa? ¿Me están ocultando algo?

—No, para nada. —Se apresuró a decir Ian manteniendo su mirada al frente.

Treinta minutos después, estaban atrapados en un embotellamiento provocado por una manifestación de maestros inconformes que mantenían bloqueada la circulación.

—La iglesia no está lejos, ¿por qué no vamos caminando? —sugirió Bárbara.

—De acuerdo, estar aquí atrapada me desquicia. —Sin perder tiempo, Cinthya salió del auto y comenzó a caminar rumbo a la iglesia.

En ese momento caía una brisa de lluvia muy tenue que apenas era perceptible, pero como por arte de magia, a unas cuantas cuadras de haberse bajado del vehículo, el cielo descargó con fuerza su carga que en cuestión de minutos inundó las calles y a ellas las dejó empapadas.

—¡Nada más esto me faltaba, presentarme en la iglesia como pollo remojado! Dime, Bárbara, ¿acaso no es este el aspecto perfecto para decirle a Alex que su novia se ha fugado con otro? —expresó mientras buscaba un lugar en el cual resguardarse de la torrencial lluvia.

—Aun mojada te ves adorable —mintió Bárbara con una sonrisa.

—Sí, claro, eso ni tú misma te lo crees.

—Démonos prisa, la ceremonia debe estar por empezar —comentó Bárbara mientras la jalaba del brazo para instarla a continuar.

—No entiendo ese afán tuyo por llegar. Si no va a haber boda, ¿qué más da que lleguemos unos minutos tarde?

—Le prometí a Karla y a Jake que me aseguraría que estuvieras allí a tiempo.

—¿A tiempo para qué? ¿Para darle la buena noticia a Alex? —se mofó.

—Supongo que sí.

Corrieron juntas, la iglesia estaba a solo dos cuadras de distancia. Poco antes de llegar, a Cinthya se le atoró el tacón en una alcantarilla, al intentar sacarlo, este se desprendió del zapato y se fue entre el agua corriente.

—¿Lo ves? Soy un imán para la mala suerte, siempre me pasan cosas…

—Lo dicho, sweetie, eres un auténtico coyote calamidad.