CAPÍTULO XVI

El vuelo a Nueva York estuvo tranquilo y sin problemas, Cinthya permaneció todo el tiempo en silencio, solo contestaba con monosílabos cuando le preguntaban algo. Bárbara y Jake decidieron respetar su dolor y darle una tregua.

El viernes, Bárbara regresó de la facultad furiosa, había sido una semana difícil, solo quería explotar y gritar de frustración, todo a causa del profesor Jenkins, pero al ver a su amiga echa un ovillo en el sillón, se replanteó la posibilidad de desahogarse con ella. Cinthya lo estaba pasando mal y la necesitaba más que nunca, no podía fallarle.

—Toma, honey, esto te servirá. —Colocó una taza con té de manzanilla en las manos de su amiga.

—No tengo apetito —rechazó Cinthya desganada.

—Lo sé, por favor, darling, tienes que levantarte, esta no eres tú, ¿dónde está la guerrera peleonera que siempre has sido?

—Al parecer, se quedó en México, junto con su corazón roto.

—Si tanto lo amas, ¿por qué dejas que se case con otra? Tuviste la oportunidad de desenmascarar a esa hipócrita, ¿por qué no lo hiciste?

—Yo… estaba tan dolida que ni lo pensé.

—Esa mujer es el colmo, te acusa de liarte con Alex, y lo de ella con Jake, ¿qué? Honey, ambas sabemos que solo están siguiendo con los planes por complacer a terceros, pero entre ellos no hay amor, es más, podría apostar lo que quieras a que Karla vendrá por Jake.

—¡Estás loca! Eso no sucederá nunca, la Flauta jamás desafiará a sus padres, y menos por un don Nadie.

—Di lo que quieras, sweetheart, pero por la forma en como Karla miró a Jake cuando nos fuimos, puedo asegurarte que esa historia aún no termina, había tanto dolor y tristeza en sus ojos, si la hubieras visto, te habrías convencido como yo que está loca e irrevocablemente enamorada de él.

—No lo creo, y aunque fuera el caso, insisto, Karla jamás enfrentará a sus padres. Créeme, Jake lleva todas las de perder.

—El pobre esta igual que tú, parecen fantasmas, sombras merodeando la casa. En verdad no sé qué voy a hacer con ustedes.

—Nada, dejarnos vivir nuestro duelo, el tiempo es el mejor aliado para asimilar las perdidas, al menos eso dice Maricela, así que tu disfruta de que, a pesar de toda esta tragedia, saliste beneficiada, Ian está a tu lado, así que no lo eches a perder, mírate en mi espejo…

Oh, honey! Me siento tan culpable de sentirme feliz mientras que Jake y tú…

—Déjate de sentimentalismos y disfruta tu relación con Ian. Por Jake y por mí no te preocupes, ya se nos pasará, sobreviviremos, te lo juro.

Cinthya pasó una semana recluida en su habitación hasta que la llamada de un cliente importante la sacó de su encierro voluntario y la obligó a ponerse a trabajar.

Los días siguientes estuvieron cargados de trabajo, cosa que ella agradecía, pues así se mantenía ocupada y no pensaba tanto en Alex.

Una tarde estaba en su estudio terminando una sesión fotográfica cuando su móvil comenzó a sonar. Se extrañó de ver el número de su propia casa, hasta dónde ella sabía, no había nadie, Bárbara estaba en la facultad o en el trabajo, ¿entonces? ¿Quién la llamaba?

—¿Diga?

Señorita De Anda, soy Lupe, la llamo porque hace un momento llegó una muchacha preguntando por usted, pero de pronto se desvaneció en la puerta, parece como si estuviera muerta, no sé qué hacer, estoy muy asustada…

La señora Lupe era la persona que se encargaba de asear su apartamento tres veces por semana, y se oía bastante alterada.

—Escúcheme bien, Lupe, llame una ambulancia y vaya con Jake, mi vecino de arriba, él la ayudará, dígale que en cuanto pueda me llame, yo estoy por acabar la sesión, en cuanto termine, me lanzo para allá.

A los pocos minutos, su teléfono volvió a timbrar.

—Es Karla, ma belle, está muy mal, al parecer, ha sufrido una descompensación severa. —Jake se escuchaba bastante alterado—. Ya ha venido la ambulancia, vamos rumbo al hospital San Juan, por favor, no tardes.

Cinthya se desplomó en su silla tratando de asimilar lo dicho por Jake:

Primero: Karla estaba muy enferma e iba rumbo al hospital en una ambulancia.

Segundo: ¿Qué estaba haciendo Karla en su casa?

En cuanto llegó al hospital, divisó a Jake, él tenía muy mal semblante.

—¿Qué pasó? ¿Cómo está?

—Muy mal, Cinthya, mi flautita se muere y yo no puedo hacer nada por ayudarla. —Jake se abrazó a ella conteniendo el llanto.

—Tranquilo, ¿qué te han dicho los doctores?

—Que su problema de anorexia y bulimia ha llegado a un punto crítico, se teme por su vida, su cuerpo está muy lastimado y puede colapsar en cualquier momento.

—Ten fe, todo saldrá bien, Karla es joven, estoy segura de que se repondrá.

—Quisiera ser tan optimista como tú, ma belle, pero no puedo, esto ya lo viví, nunca he hablado de ello con nadie, pero… —Respiró hondo para tratar de calmarse—. Cuando estuve en un hogar de acogida, conocí a una chica a la que quise como a una hermana, su nombre era Star, era maravillosa, tan llena de vida. Cuando entramos en la High School, algo en ella cambió, ya no era la misma, cada vez estaba más delgada. —Se pasó una mano por el pelo—. Fue mi culpa, yo no me percaté a tiempo de que estaba enferma hasta que fue demasiado tarde… murió en mis brazos, ahogada por su propio vómito mientras esperábamos por los paramédicos.

—¡Dios! Eso es terrible.

—Lo sé, por eso no puedo permitir que la historia se repita.

—Mira, ahí viene el médico, veamos qué nos dice.

—¿Ustedes son parientes de la señorita Karla Martín del Campo? —preguntó el galeno.

—Es mi prometida —mintió Jake para justificar su estancia allí.

—No voy a mentirles, la situación es delicada. Afortunadamente, la señorita Karla todavía está a tiempo de lograr una recuperación total. Hemos conseguido estabilizarla, pero en este hospital no tenemos lo necesario para sacarla adelante, necesita ir a una clínica de especialidad en trastornos alimenticios. Sé de una, aunque sus servicios son caros, de momento es la única solución para ella.

—No importa lo que cueste, doctor, haga los arreglos necesarios para trasladarla en cuanto sea posible —respondió Jake sin dudar.

—Jake, tú no tienes dinero, permíteme ayudarte —comentó Cinthya en cuanto el médico se fue.

—Tengo mis ahorros, ma belle —contestó digno.

—No, no voy a permitir que te quedes sin nada, has trabajado muy duro para lograr lo que tienes, además, cuando Karla salga, tendrás que echar mano de esos ahorros para la boda, mantener una esposa no es cosa fácil, ¿estas consciente de ello?

—¿Tú crees que…?

—¿Para qué otra cosa pudo haber venido?

El semblante esperanzador de Jake le llenó el alma de paz. Aunque ella no pudiera ser feliz con Alex, al menos se aseguraría que sus amigos sí lo fueran. En ese momento, su móvil comenzó a sonar.

—Hola, Bárbara.

¡Oh, honey, no vas a creer lo que voy a contarte! Acaba de hablarme Ian, al parecer, Karla se reveló contra sus padres y se ha ido de su casa…

—Lo sé, Jake y yo estamos con ella en el hospital —la interrumpió.

—What? ¿Tiene la anorexia algo que ver?

—Por desgracia, sí. Tranquila, ya lograron estabilizarla, pero hay que trasladarla a una clínica de especialidad en trastornos alimenticios, ahora estamos arreglando eso.

Le avisaré de inmediato a Ian y en cuanto pueda me reuniré con ustedes. —Colgó.

—¿Señor Toussaint? —preguntó una enfermera.

—Sí, soy yo.

—Su prometida quiere verlo, por aquí, por favor…

En cuanto Jake entró en la habitación, la encontró perdida entre las sábanas blancas.

Mon amour!, ¿cómo te sientes? —Le tomó la mano y se la besó con adoración.

—Jake, yo… lo siento, quise parar, pero no puedo… —Comenzó a llorar.

—Tranquila, mon amour, no digas nada, lo importante es que te vas a poner bien. El doctor Steward está haciendo el papeleo para que te trasladen a la clínica de trastornos alimenticios. No te preocupes por nada, yo me ocuparé de ti.

—¡Oh, Jake! —Una lágrima resbaló por sus mejillas—. Eso es carísimo, ahora que mis padres me han desheredado, ¿de dónde sacaremos el dinero?

—No te preocupes por eso, linda, ya lo tengo todo resuelto. Cinthya me ayudará con una parte, por supuesto que se lo devolveré en cuanto pueda.

—¿Cinthya? ¿Está aquí?

Oui.

—¿Puedes pedirle que venga a verme? Necesito hablar con ella, pedirle perdón por lo que he hecho.

—Ya habrá tiempo para eso, mon amour, por ahora descansa.

—No, Jake, no hay tiempo, ella tiene que estar mañana en México para casarse con Alex, ese es uno de los motivos por los que he venido, tengo que compensarla por el tiempo que por mi gran egoísmo la mantuve lejos del amor de su vida.

—Está bien, douceur, iré a buscarla, pero con una condición.

—Lo que quieras, amor.

Jake sonrió complacido por la forma cariñosa en la que ella le habló.

—Por favor, promete que no te fatigarás demasiado. Si algo te pasa, yo me muero sin mi flautita.

—Lo sé, a mí me pasa lo mismo, sé que tardé en darme cuenta que sin ti no puedo vivir, pero ahora que estamos juntos te prometo que pondré todo de mi parte para recuperarme, quiero ser una buena esposa, darte hijos...

—No se diga más, mon amour, en cuanto los médicos nos den permiso, serás la señora Toussaint.

—¡Hola! Me dijo Jake que quieres hablar conmigo. —Cinthya tomó la silla que estaba cerca y la colocó al lado de la cama.

—Sí, primero que nada quiero pedirte perdón.

—¿Perdón? ¿Tú a mí? Chica, creo que estás muy sedada. Te recuerdo que la bruja mala de este cuento soy yo.

—No, ¿recuerdas que en la boda de Dante te pregunté si habías hablado con don Benjamín, el capataz del rancho?

—Sí, aunque después de todo lo que pasó ya no me dio tiempo, y debo confesar que lo había olvidado.

—Aunque lo hubieras hecho, ahora sé que el pobre hombre no sabe nada, fue mi madre quien lo planeó todo.

—¿De qué diablos estás hablando?

—¿Recuerdas la Navidad en la que supuestamente se te pasaron las copas?

—¿Cómo podría olvidarlo si todo el mundo se encarga de recordármelo cada vez que pueden?

—No fue tu culpa, y no me digas que fue porque no estabas acostumbrada a beber. ¡Por Dios! Nadie se pone en ese estado con dos copas. —Se acomodó la manguerilla con el oxígeno, que se movió un poco.

—No te agites —dijo Cinthya en cuanto lo notó—. No quiero tener que lidiar con la furia de Jake si algo te pasa.

—Estoy bien, solo se movió un poco, eso es todo. Volviendo al tema; esa noche mi madre me dijo que don Benjamín le había conseguido un tónico que hacía que las mujeres perdieran la decencia y se comportaran como prostitutas. Me… me obligó a ponerlo en tu bebida.

—¿Qué? ¿Cómo pudiste hacerme eso? ¿Qué demonios me dieron? ¿Don Benjamín se prestó a eso?

—No lo hice, en el último minuto me arrepentí y le dije que no estaba de acuerdo en su proceder, que si Alex y tú se querían, nosotros no teníamos por qué intervenir. Se puso como loca, me contó que mi padre había hecho unos negocios fallidos y que necesitábamos con urgencia dinero, que al convertirme en esposa de Alex, se resolverían nuestros problemas económicos y me recalcó que era mi obligación ayudar a la familia a conservar el status y buen nombre. En cuanto a don Benjamín, ahora sé que él no tuvo nada que ver, mi madre robó la sustancia y él ni se enteró.

—Ya decía yo que don Benjamín jamás nos traicionaría. —Entrecerró los ojos para calmar un poco la rabia que comenzaba a bullir dentro de ella—. ¿Así que por eso tu madre ideó un plan para separarnos? Que lista, ¿no? Mató dos pájaros de un tiro, se aseguró de dejarme mal con Alex y mi familia al tal grado que mi madre me mandó lejos. ¡Vaya! Qué ingeniosa es Janine, yo estorbaba en sus planes y se deshizo del problema. ¿Aunque de qué le sirvió si Alex no se casó contigo en ese momento?

—Por fortuna, mi padre logró levantarse, inició un negocio con tu padre, el cual lo salvó de la ruina y le reportó grandes dividendos. Después se independizó y le ha ido muy bien.

—¿Entonces por qué no dejaste a Alex? ¿Por qué no decir la verdad o al menos tratar de arreglar las cosas? ¿Por qué escoger el camino fácil?

—Sí, lo sé, demasiados porqués, y no sabes cómo me arrepiento. Negarme a ponerte la Yumbina en tu bebida no fue suficiente, a fin de cuentas, mi madre se encargó hacerlo. Por eso perdiste el control, te pusiste como gata en celo y le arrancaste a Alex la camisa; si Dante y Gertrudis no te hubieran llevado a tu habitación, le habrías hecho el amor delante de todos sin importarte nada.

—¿Por qué demonios callaste? —estalló furiosa, y Karla comenzó a llorar—. ¿Por qué dejaste que todos estos años se me crucificara por algo que no fue mi culpa?

—Por miedo, Cinthya, tú no tienes idea de lo que es tener una madre para la cual nada de lo que hagas es suficiente. Siempre criticándote, exigiéndote y, aunque te esfuerces por ser perfecta, nunca lo consigues porque a todo le encuentra un fallo…

—¿Y qué crees que ha hecho Laura conmigo todos estos años? ¿Jugar a la hora del té y a las muñecas?

—No exageres, sé que existe cierta aversión entre ustedes

—¿Exagero? ¿Cierta aversión? ¡Por Dios, Karla! Tú mejor que nadie has sido testigo de los desplantes de mi madre.

Karla permaneció en silencio, no pudo evitar sentirse culpable también por eso, pues ella contribuyó de buena gana a ello.

Recordó aquella tarde en casa de los De Anda, en la cual Jake la había llamado egoísta y cobarde. Después del almuerzo, se había topado con Jake camino a la terraza. Él la había besado como ningún hombre antes lo había hecho. Aunque intentó resistirse, no pudo y terminó correspondiendo en su totalidad. Entonces él le había pedido que cancelara la boda, que dejara a Alex y que escaparan juntos. Espantada ante la sola idea de desobedecer a sus padres, lo había rechazado categóricamente.

Jake le había dicho que era una cobarde y egoísta que se escudaba en ser una buena hija para justificar su falta de carácter y decisión. Y por lo visto, tenía razón.

—¿Te das cuenta de lo que hiciste? Al quedarte callada te convertiste en cómplice de tu madre, entre las dos me destrozaron la vida —la acusó Cinthya furiosa.

—Sí, he vivido con los remordimientos desde entonces.

—¡Pues lo has disimulado muy bien! —Se puso de pie—. Así que no me vengas con eso, jamás te ha importado mi suerte.

—Quizá, pero sí la de Alex, él es quien más afectado resultó con todo esto.

—¿De qué demonios estás hablando?

Karla respiró hondo para darse valor.

—¡Habla ya, maldita sea! —rugió Cinthya exasperada.

—Aquella noche, después de que te enviaron a tu habitación por el espectáculo que habías dado, tus padres hablaron con él. José fue severo, pero Laura… —Se estremeció—. Laura fue cruel, le dijo cosas terribles; lo culpó de tu vergonzoso comportamiento, le aseguró que su aspecto era indecente y provocador, que hasta la más casta de las mujeres reaccionaría ante tan indignante muestra de sensualidad y descaro. Lo acusó de usar su encanto de forma premeditada… ¡Dios! Si la hubieras visto, lo hizo sentir ruin y repulsivo al decirle que tú eras solo una chiquilla, le remarcó que él era el adulto y que tenía que comportarse como tal…

—¿Cómo pudiste permitirlo? ¿No dices que él te importa? —Quería llorar de impotencia. Se imaginó la escena y comprendió que la humillación y pena que ella sintió con el sermón que le tocó no era nada comparado con lo que debió sentir Alex. El sólo pensarlo despertaba en ella unas ganas terribles de asesinar a su madre con sus propias manos por ser tan despiadada—. ¿Por qué, Karla? Sabías la verdad, fuiste testigo de la injusticia que mi madre cometió con él, conmigo, ¡y, aun así, no hiciste nada al respecto! ¿De qué estas hecha? —Se alejó de ella porque sentía la tentación de apretarle el cuello. Caminó por la habitación como fiera de circo esperando impaciente el momento de salir de su jaula.

—¿Acaso crees que para mí ha sido fácil todo esto? Mi madre siempre dice que minar su chispa y esconder su verdadero atractivo era la única manera de mantenerlo a mi lado, que si el Alex real salía a la luz, no se quedaría con una simplona como yo…

Una parte de Cinthya sintió lástima por la joven traumada que vivía a manos de una madre que la hacía sentir devaluada como persona y como mujer, para así mantenerla controlada y poder seguir manipulándola, pero su lado justiciero no se dejó amedrentar con sentimentalismos.

—¡Eres un monstruo igual de cruel que mi madre y Janine! —Implacable, la señaló con el dedo—. ¿Y aun así te atreviste a juzgarme?

—Yo… no… mi madre, no me permitía…

—Sí, Karla, esa es la historia de tu vida. ¡Qué fácil!, ¿no? Escudarte tras una madre cruel y manipuladora para expiar tus culpas.

—Cinthya, no seas tan cruel, Karla solo…

—¡Tú no te metas, Jake! Esto es entre doña Flauta y yo. —Lanzó a su amigo una mirada fulminante.

—Déjala, Jake, Cinthya tiene razón, aunque me duela escuchar lo que tiene que decir, es necesario. —Él se acercó, y ella le acarició el rostro con ternura—. Siempre me he amparado bajo la fachada de niña buena y obediente para justificar mi proceder. Es tiempo de que acepte mi responsabilidad y culpa.

Cinthya se quedó de piedra al contemplar tal muestra de cariño, recordó que Jake le había dicho que detrás de esa fría fachada había una mujer pasional, y ahora sí comenzaba a vislumbrarlo.

—Sé que te cuesta creer en mí, y tienes razón en dudar, siempre he hecho lo que los demás esperan, sobre todo mi madre. Soy tan manipuladora como ella, no puedo negar que disfruté cuando Laura te comparaba conmigo, eso me hacía no desear ser como tú. Pero eso se acabó. —Decidida, levantó el mentón—. Por primera vez en mi vida voy a hacer lo que yo real y verdaderamente quiero. —Tomó una gran bocanada de aire—. No me voy a casar con Alex.

—Eso ya lo sé, de lo contrario, no estarías aquí. ¿Cómo lo tomó él?

—Alex no lo sabe, no se lo he dicho…

—¿Qué? —gritó furiosa.