CAPÍTULO XIII
Sentados ante la gran mesa, todos saborearon la exquisita cena que consistió en pozole verde con pollo. El ánimo en general era festivo, pero Cinthya se sentía incómoda ante la mirada índigo que estaba pendiente de ella.
Estuvo evitando a Alex, aún no se sentía preparada para enfrentarlo, cada vez que sus miradas se encontraban, no podía evitar pensar en la maravillosa noche que habían compartido.
A la hora de ir a la cama, estaba por abrir la puerta de su antigua habitación cuando una idea cruzó por su mente: «¿Y si Alex está allí dentro esperándome?».
Su cuerpo pedía a gritos que entrara y se lanzara de lleno a los brazos de él, pero su razón le decía que no. Lo que había pasado la noche anterior no tenía que repetirse, Alex era un hombre ajeno, y cuanto antes lo aceptara, mejor sería para todos.
Sin pensarlo más, y a pesar de las protestas de su propio cuerpo que ardía en deseo, se encaminó a la habitación de Maricela. Al llamar a la puerta su amiga abrió al instante, parecía molesta, pero en cuanto vio que era ella su semblante cambió.
—¿Puedo dormir contigo? —pidió como si se tratara de una niña asustada por el coco13.
—Sí, claro, pasa. —se hizo a un lado para dejarla entrar. —¿Puedo preguntarte el por qué?
—Temo que Alex me esté esperando en mi cama para pasar otra noche, juntos. —Suspiró llena de frustración. —No puedo permitirlo, no mientras siga comprometido con doña Flauta.
—¿Por qué no se lo dices?
—Porque no confío en mí misma, me vuelvo masa moldeable al toque de sus manos y en cuanto me besa soy un zombie sin voluntad.
—Sé de qué hablas, a mí me pasa lo mismo con… —evitó a tiempo pronunciar el nombre de aquel que llevaba tiempo atormentándola—. Olvídalo, no tiene caso.
—¿Lo extrañas? —Maricela la miró con una mezcla entre horror y confusión, lo cual la desconcertó—. A Javier —aclaró y notó como su amiga soltó el aire aliviada, era como si hubiese esperado que nombrara a otra persona.
—Ah, te refieres a él. —Por un momento, Maricela temió que Cinthya sospechara lo que le ocurría en el presente.
—¿A quién más si no? —la miró con duda—. ¿Hay algo que no me has contado?
—Es algo complicado. ¿Sabes? En un principio, sí, lo extrañaba como una demente. No fue nada fácil, lo pasé muy mal. —Esperó que, con su respuesta evasiva, Cinthya dejara de cuestionarla sobre si había alguien más, aun no se sentía preparada para hablar de él.
—¿Entonces? ¿Por qué no lo perdonaste?
Maricela, soltó el aire, más relajada, al parecer, su estrategia había funcionado, pues Cinthya se olvidó del otro asunto para centrarse en el engaño de Javier.
—Hay cosas imperdonables, Cinthya. La cama donde le entregas a tu pareja no solo tu cuerpo, sino la vida misma, es sagrada, y corromperla es un sacrilegio…
—¿Por qué? Solo se trata de sexo.
—Es más que eso amiga, es un compromiso, el día que te enamores lo comprenderás.
—¿Te arrepientes del tiempo que estuviste con él?
Maricela lo pensó por un momento, Cinthya estaba muy vulnerable, no podía decirle así como así lo que Javier le había hecho; no solo era la infidelidad, sino la traición al hacerle creer, con una boda falsa, que estaban casados. Ese era un secreto que aún no estaba preparada para revelar ni a su mejor amiga.
—No. Independientemente de lo que a mí me paso, arriésgate, Cinthya, el amor vale la pena, eso te lo juro. —Se sorprendió de sus propias palabras, ojalá ella tuviera el valor de aplicar ese consejo en sí misma.
—¿Cómo hiciste para superarlo?
—Al principio, evitándolo. Sé que suena cobarde, quizá lo es, pero era la única forma que encontré para protegerme de mí misma y de la tentación a ceder. Después el tiempo se encargó de poner todo en su lugar, y ahora que me busca y ruega por una oportunidad, simplemente ya no me interesa.
—Espero que algún día yo pueda mirar a Alex sin sentir esto que me consume.
—¿En verdad es eso lo que quieres?
—Sí.
—Entonces lo harás, sé que lo conseguirás.
—Ojalá —respondió Cinthya, aun cuando sentía que su voz interior le decía que quizá no.
—Ven, vamos a la cama, mañana es el gran día de nuestra amiga y tenemos que estar lindas y descansadas. Nada de ojeras y piel ceniza.
En otro lado de la casona, Alex esperó y esperó hasta que el cansancio lo venció; en cuanto los rayos del sol entraron por la ventana, despertó, estaba algo desorientado, después, al comprender que su diosa gótica no había dormido en su cama, se llenó de rabia. Ahora que, gracias a él, había descubierto los placeres de la carne, se torturaba preguntándose si ella aprovecharía con Jake su estrenada liberación sexual.
A la hora del desayuno no pudo evitar cuestionarla con la mirada, pero ella se limitó a ignorarlo.
***
Cinthya observaba con gran satisfacción su imagen en el espejo de cuerpo entero, el vestido de escaramuza que le diseñó Arenzzo era una auténtica belleza; azul marino con las orillas de los grandes holanes en color amarillo canario.
Se recogió el cabello en una coleta y colocó dos flores amarillas como adorno. Abrochó las cintas de las botas y se preparó para lo que venía.
—¡Wow! Estás hermosa, amiga, serás la envidia de más de una —aseguró Maricela—. Y el vestido para el brindis está soberbio.
—Estoy de acuerdo contigo, Mary. No cabe duda que Arenzzo is a genius y conoce bien a nuestra amiga, este vestido refleja totalmente su compleja personalidad —expresó Bárbara sonriendo mientras observaba la prenda tendida sobre la cama.
—Llegó la hora, señoritas —dijo Jake entrando en la habitación—. Mon Dieu! ¿Qué hiciste con tu cabello azul? —preguntó espantado.
—Lo teñí de negro absoluto —respondió Cinthya insegura del cambio. Después del desayuno había pedido a sus amigas que la ayudaran con el tinte—. ¿Te gusta?
—Me agrada, ma belle, pero para ser honesto, me gusta más azul. Así te ves más… normal.
—Tip number three: Nunca pidas opinión a un hombre sobre tu aspecto —aconsejó Bárbara con una carcajada.
—¡Vaya! Quién diría que un chico francés se vería bien vestido de charro —comentó Cinthya con una sonrisa mientras lo recorría con la mirada de la cabeza a los pies.
—Fue idea de Dante. ¿Qué tal me veo, bébé? —la cuestionó divertido mientras daba una vuelta exhibiéndose para su público femenino.
—¡Genial! —comentaron las tres a coro.
La iglesia estaba llena de flores, el cortejo del novio llegó primero, con Dante a la cabeza montado en su imperioso Tornado, un hermoso caballo pura sangre de color negro azabache. Alex, por ser el padrino, estaba a su lado; atrás, Ian, Jake y Manuel, el hijo del capataz.
Cinthya se quedó sin aliento en cuanto lo vio; Alex vestido de charro era una visión impresionante. Él montaba a Zeus, un caballo de un blanco inmaculado que parecía sacado de un cuento de hadas. No cabía duda que de niña no se equivocó, él era y siempre sería su príncipe azul.
La calesa con la novia iba detrás del cortejo del novio, seguida por las damas de honor, encabezadas por Cinthya, montadas en yeguas mansas. Las escaramuzas lucían trajes típicos de llamativos colores: Karla, en naranja con los volantes blancos; Maricela, en rosa mexicano con azul cielo, y Bárbara, en verde manzana con azul rey.
Lizzy lucía preciosa con su vestido blanco de un fino guipur. El cabello rubio asomaba bajo el velo y brillaba con los rayos del sol, y su mejor accesorio era la sonrisa en el rostro que delataba la felicidad que sentía, misma que se reflejaba en sus ojos color miel.
Bajo las instrucciones del padre David, y de acuerdo a lo ensayado el día anterior, se colocaron a la entrada de la iglesia para iniciar la ceremonia. Primero harían el recorrido por el pasillo, Dante acompañado de Laura y José, minutos después, la novia del brazo de su padre, seguidos de Cinthya y Alex, la dama de honor principal y el padrino.
En cuanto Cinthya tomó el brazo de Alex, una descarga eléctrica la sacudió, y bajó el rostro, pues no atrevía a mirarlo a los ojos.
—Tranquila, no pienso dar un espectáculo, pero de sobra sabes que tenemos que hablar —susurró.
—Lo sé.
—¿Dónde estuviste anoche?
Sintió la mirada índigo tormentoso clavada en ella, por primera vez se atrevió a verlo a los ojos, y lo que en ellos descubrió la obligó a decir la verdad.
—Le pedí a Maricela que me dejara dormir con ella. —Respiró hondo—. Admito que tenía miedo de mí misma, de no poder decirte que no.
Alex apreció su sinceridad, él también temía por el futuro, más aún porque ya había tomado una decisión. Era consciente que detrás de ellos venia la comitiva, Karla iba del brazo de Jake, Bárbara con Ian, y Maricela con Manuel. Comprendía que ese no era el mejor momento para seguir hablando, así que el resto del trayecto lo hizo en silencio, lo cual ella pareció agradecer.
La ceremonia fue de lo más emotiva. El padre David, por conocer a los De Anda de toda la vida, les habló de forma muy bella sobre el amor, el compromiso y la familia, incluso contó una que otra anécdota de cuando Dante era niño y de los líos en los cuales se metía en compañía de Alex.
Al salir, después de los abrazos, el fotógrafo pidió que se colocaran todas las escaramuzas junto a los novios para tomar la foto del recuerdo.
Karla se colocó junto a Cinthya, esta vio una araña en la pared de la iglesia y su dark side, una vez más, se apoderó de su voluntad. No pudo resistir la tentación, era algo más fuerte que ella, sin lugar a arrepentimientos, colocó el pobre animal sobre el hombro de la espigada mujer.
—Karla, no te asustes, pero traes una araña, ahí. —Señaló el hombro poniendo cara de horror.
Al instante, Karla comenzó a gritar como loca: «¡Quítenmela! ¡Quítenmela!» mientras bailaba de forma muy graciosa. Todos los presentes irrumpieron en carcajadas, hasta que Alex llegó en su rescate como todo un caballero andante.
—Lo bueno es que tú sí sabes comportarte, Flauta… —se burló Cinthya ante el escándalo armado por Karla—. Pobre araña, estoy segura que cayó muerta a causa de la impresión que tus gritos le causaron.
—Eres una… una… ¡Te odio, Cinthya De Anda! Es más, me atrevería a pensar que fuiste tú quien me la echó encima para ridiculizarme. —La señaló con el dedo, furiosa e indignada, entonces sus ojos se abrieron como platos—. Lo sabes, ¿verdad? ¿Has hablado con don Benjamín? ¿Es por eso que quieres vengarte de mí, de mi madre? Estás decidida a castigarnos por lo que hicimos…
Karla se marchó casi corriendo, necesitaba escapar, se dirigía al tocador de damas para tratar de arreglar un poco su aspecto y calmar los nervios.
—Oh, my Good! Esto sí que es de lo más interesante —expresó Bárbara pensativa.
—¿Qué habrán hecho la flauta y su madre para que ella reaccione con tanto miedo? —preguntó Maricela frunciendo el ceño.
—No lo sé, amigas, pero voy a averiguarlo. En cuanto el festejo termine, le haré una visita a don Benjamín…
Bárbara, Maricela y Cinthya se quedaron solas en la mesa que Lizzy había asignado para las damas de honor y sus acompañantes. En el hermoso jardín, habían sido colocados varios toldos y mesas adornadas con manteles de brillantes colores y gran variedad de flores típicas de la región.
En una mesa había dulces tradicionales de México: cocadas, tamarindos dulces y enchilados, rollitos de ate de guayaba, arrayanes azucarados, dulces de leche, biznaga cristalizada, camotillos… En otra, había vitroleros de vidrio con agua de Jamaica, horchata y limón con chía. La música de los mariachis amenizaba la velada mientras los comensales disfrutaban del tradicional tequila que, por supuesto, no podía dejar de acompañarse con limón y sal de gusanos de maguey14.
—Siempre supe que Lizzy sería la primera en casarse, desde que estábamos en el instituto dejó en claro que ese era su mayor sueño —comentó Maricela.
—Sí, también dejó en claro que sería con Dante. Recuerdas cómo lo idolatraba mientras que él ni siquiera se percataba de su existencia. La suya es la típica historia de la chica enamorada del hermano de su mejor amiga. —Sonrió Cinthya al recordar sus años de colegialas y cómo Lizzy logró conquistar al amor de su vida.
—Esta vez te luciste, amiga, eso de la araña, ¡estuvo genial! —dijo Maricela cambiando de tema—. Esa arrogante se lo merecía, llevaba toda la tarde tratando de hacerte quedar mal.
—¿Tú crees? Pero si yo no hice nada—expresó fingiendo inocencia.
—Sí, claro, que te compre quien no te conozca, honey —alegó Bárbara riendo bajo para no llamar la atención de Laura y José que estaban en la mesa de al lado.
—¡Tú ni me hables, traidora! Anoche desapareciste y ni quien supiera de ti hasta la hora del desayuno —Cinthya acusó a Bárbara, que de inmediato amplió la sonrisa al recordar su maravillosa noche junto a Ian.
—¿Acaso es envidia lo que detecto en tu voz, Dear? —contraatacó.
—Créeme, amiga, Cinthya no tiene nada que envidiarte… —intervino Maricela con picardía, y al instante se tapó la boca.
—¿No? Really? ¿Quién fue el feliz afortunado? ¿Jake? —preguntó Bárbara incrédula. Entonces abrió la boca ante la sorpresa que la idea que cruzó por su mente le causó—. No me digas que…
Cinthya las fulminó con la mirada porque Ian, Jake y Manuel regresaban a su mesa.
—¿Qué? ¿Acaso van a dejarme así? You´re very bad, girls
—Yo no puedo decir más, estoy bajo el pacto de silencio —alegó Maricela.
—¿Le aplicaste el pacto a Mary? Why? —preguntó Bárbara desconcertada.
En ese momento Alex pasó cerca de ellas con Karla colgada de su brazo y le dedicó a Cinthya una mirada significativa, por lo que ella se sonrojó, entonces Bárbara no pudo contenerse, se puso de pie y arrastró a su amiga a un lugar apartado del jardín.
—I can´t believe it! ¡Dormiste con Alex y no me lo dijiste! ¿Qué rayos te pasa, eh? Y dices que eres mi amiga…
—¡Deja de gritar! ¡Creo que te escucharon hasta China! —le ordenó Cinthya mirando alrededor.
—I´m sorry. Estoy en shock… quiero todos los detalles…
—De acuerdo, pero como comprenderás, ahora no es el momento adecuado para las confidencias, ¿no crees? Dentro de un rato les haré una sesión de fotos a los novios y después servirán la comida. La verdad es que no quiero perderme esos deliciosos chiles en nogada.
—You’re right. The mexican food es un placer que no hay que perderse por nada.
La comida transcurrió sin incidentes, Lizzy anunció que se cambiaría el vestido para el brindis y el baile. Su segundo vestido era más sencillo y cómodo, tejido de ganchillo, una verdadera obra artesanal de la región.
Cinthya se dirigió a su habitación para cambiarse. El vestido del brindis, creación del gran genio Arenzzo aguardaba por ella sobre su cama.
Admiró por unos segundos la prenda: negro, largo hasta el suelo, en los costados del talle llevaba cruzados unos gruesos cierres metálicos en color dorado que dejaban ver un poco de piel, el escote era rodeado por cierres, así como la parte de la espalda. El modelo era como ella, un poco siniestro, atrevido y moderno, pero sin perder jamás la elegancia.
Antes de salir, sintió la necesidad de ir al servicio, al bajarse la tanga, el fino listón se rompió. Irritada por el contratiempo, se quitó la prenda y la tiró al cesto de la basura sin remordimientos, en su maleta traía un puño de ellas, así que no la extrañaría. Más tranquila, lavó sus manos, se retocó el maquillaje y se dirigió a la puerta, al girar el pomo, este se zafó y ella se quedó con la perilla en la mano.
Después de intentar de todo con lo quedaba de la cerradura, comenzó a pasear por el cuarto de baño como un felino atrapado en jaula de circo. Pensaba y repasaba la forma más efectiva de cómo salir de ahí. Derrotada, se sentó sobre el inodoro cuando una idea cruzo por su mente.
—Mi teléfono. ¿Cómo no se me ocurrió antes?
Se puso de pie y comenzó a buscar en el bolso, no supo cómo fue que pasó, pero su móvil terminó nadando en las cristalinas aguas del retrete.
—¿Es en serio? —Miró al cielo y dejó salir un grito desesperado, mitad aullido—. Maricela tiene razón, solo a mí me pasan estas cosas tan absurdas. ¡Me quedé encerrada en mi propio baño! En esta parte de la casa ni quien me escuche si grito y mi móvil está ahogado.
Inspeccionó el cuarto evaluando alguna posible ruta de escape, levantó la vista y se topó con la pequeña ventana que daba al jardín trasero.
—Sí, creo que sí paso por aquí —dijo al tiempo que la abría. Se subió al inodoro y comenzó a salir hasta que su cadera se quedó atorada, entonces ya no pudo avanzar ni para atrás ni para adelante.
—¡Dios! ¡Solo esto me faltaba! ¡Estoy atorada! —Exhaló un grito desesperado, un tanto sofocado por el apretón.
13 Expresión utilizada para referirse al monstruo que atormenta y se lleva a los niños
14 Preparado a base de gusanos de maguey (planta de hojas radicales largas, triangulares, carnosas, terminadas en un fuerte aguijón, y flores amarillentas en ramillete sobre un bohordo central; es originaria de México. Se emplea en la fabricación de fibras textiles y en la elaboración de bebidas como el pulque, mezcal y tequila. Sinónimos: agave, pita, pitera, sisal) secados con sal, acompañados de chile en polvo. Se utiliza para escarchar el borde del vaso de bebidas preparadas principalmente con tequila o mezcal.