Nota de la autora
Aunque en Inglaterra existen muchos colegios privados, Bredgar Chambers es producto de mi imaginación y no debe confundirse con ninguna institución educativa.
Sin embargo, agradezco la colaboración de algunos colegios, rectores, profesores y estudiantes, que me ayudaron a reunir la información que me proporcionó el material de base para el libro. Debo dar las gracias en especial a Christopher y Kate Evans, del colegio Dauntsey de Somerset, y a Christopher Robbins, del mismo; a Robin Macnaghten, del colegio masculino Sherbone de Dorset; a Richard y Caroline Schoon Tracy, del colegio Allhallows de Devon, así como a John Stubbs y Andy Penman, en cuyas clases intervine; a Simon y Kate Watson del colegio Hurtspierpoint de Sussex; a Richard Poulton, del hospital de Jesucristo de West Sussex; a la señorita Marshall, del colegio Eton de Berkshire y, sobre todo, a los estudiantes que me abrieron sus vidas con una franqueza tan cautivadora: Bertrand, Jeremy, Jane, Matt, Ben, Chas y Bruce. El tiempo pasado en Inglaterra con estas personas enriqueció mi comprensión del sistema educativo privado más que cualquier otra investigación llevada a cabo por mí.
En Estados Unidos, doy las gracias a Fred VonLohmann por su generosidad al encargarse de las investigaciones preliminares en la Universidad de Stanford; a Blair Maffris, Michael Stephany, Hiro Mori, Art Brown y Lynn Harding por responder a mis preguntas sobre diversos temas, y a los criminalistas de Santa Bárbara Stephen Cooper y Phil Pelzel, que me abrieron sus laboratorios con suma amabilidad.
Mi mayor agradecimiento es para mi marido, Ira Toibin, por la paciencia demostrada, y a Deborah Schneider, que ha sido mi gran apoyo.