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3 DE DICIEMBRE
LIBRETA DE NIAMH
(En misa.)
—¿Soy yo o estas lecturas cada domingo son más largas?
—Calla y escucha. Esto te incumbe a ti.
—A mí no. No soy un tesalónico.
—No te rías. No se ríe en la iglesia.
DIARIO DE A.
Esta noche ha nevado.
Por la mañana nos hemos levantado con el cielo más azul en semanas. Niamh desenterró su vestidito de Barbie vagabunda del Dharma canadiense, con gorro de orejeras incluido para cubrirle las sienes rapadas desde el viernes, y seguimos a Help hasta el bosque. Los árboles se yerguen como esqueletos gigantes, sus ramas aferrándose al aire, calentándose bajo un sol más bien ineficiente. Y sin embargo ahora, en su austeridad invernal, parecen más vivos que nunca. Igual que el liquen y el musgo en los riscos de su corteza, esos abedules imponentes existen sobre una roca yerma en el espacio, como organismos microscópicos anhelando la luz.
Axton House sigue siendo gris y distante y sombría. Pero nosotros la llamamos hogar. Le guste o no.
GRABACIÓN DE VÍDEO
COCINA DOM 3-DIC-1995 13:39:22
EL RUGIDO DE UN MOTOR en el exterior llena la banda sonora. No obstante, LOS LADRIDOS DEL PERRO, no sin mérito, logran hacerse oír por encima.
[A. va hacia el teléfono en la pared, marca el número en el teclado del auricular mientras deambula dirección a la encimera.]
[Entra un HOMBRE a través de la puerta trasera abierta: chaqueta abultada, botas de faena.]
HOMBRE: Ey, ¿sabe dónde puedo lavarme las manos?
A.: [Mira las manos del hombre.] Eh… Bueno, se me ocurre un tanque de ácido sulfúrico, pero pruebe el fregadero.
[Al teléfono:]
Ah, hola, ¿señora Brodie? […] Sí, soy yo.
[El hombre empieza a lavarse las manos en el fregadero. Sus ojos dan con la cámara en la esquina sureste. Esboza una sonrisa amplia y tontuna y cruzada por una cicatriz.]
[Tapándose el otro oído.] Sí, lo sé, hay mucho ruido; tengo una máquina quitanieves despejando la entrada. […] No sé, unos tipos que trabajan los domingos. ¿Quiere que se los mande luego?
[El hombre se seca las manos en su abrigo y se va con un cabeceo dirigido a A. En la puerta se cruza con NIAMH, que viene tirando del collar de HELP. Help insiste en ladrar al hombre; Niamh frunce el ceño al pasar por su lado.]
Vale. Bueno, llamaba para confirmar la cita con su marido. […] Claro, espero.
[Niamh deja ir a Help; el perro sale corriendo por la puerta sur. Ella chuta las botas de nieve que llevaba puestas y va derecha al armario de los cereales. A. la observa. Lleva las sienes y la nuca rapadas, y una gran maraña de cabello rizado sobre la cabeza. Se sirve una ración de Lucky Charms directos de la caja a su boca.]
Ey. ¿Qué ocurre?
[Niamh se encoge de hombros; su cara rellena de cereales indica claramente que ocurre algo.]
¿Qué? ¿Qué es?
[El MOTOR se desdibuja a medida que el quitanieves se aleja de la casa. Niamh escribe en su libreta; lo muestra.]
[Lee; luego, confundido.] ¿Te ha «pegado un repaso»? ¿Quién? ¿El pequeñajo de la cicatriz?
NIAMH: [Mímica: «No; el grande con bigote y complexión de gorila.»]
A.: Ah. Ya. [Incómodo.] Eh… ¿Quieres que vaya y le pegue una paliza o algo?
NIAMH: [Se burla. Lo descarta agitando la mano.]
A.: Vale. Lo siento. Ojalá pudiera hacer algo. Serán las pegas de estar buena.
[Niamh se detiene a medio camino de la puerta sur, gira sobre sus talones. A. está ahora distraído con unos papeles.]
[Se aproxima silenciosamente a la encimera otra vez, con la mirada fija. A. se da cuenta.]
Eh… Quiero decir buena tipo heroína manga sin tetas y con peinado guay.
[Intenta interpretar la expresión de ella mientras digiere la frase, pero Niamh se queda quieta, impertérrita, con la semilla de un niveo en los labios.]
[Ella escribe algo; él intenta desviar la mirada, haciéndose el impaciente, teléfono en mano, hasta que se lo muestra. Él lee.]
Qué— no, Niamh; estoy siendo objetivo; tú eres, eh… digna de ser repasada. Solo procuro no mostrarme muy Nabokov al respecto.
[Al teléfono.] Ah, sí, ¿señor Brodie?
[Niamh deja caer los hombros, derrotada. Luego empieza a escribir de nuevo.]
Sí, acabo de hablar con Glew; ha dicho que no hay problema en venir hoy. Así que traerá las escrituras a las cuatro. ¿A usted le va bien?
[Ella deja de escribir, le muestra la página, desafiante.]
[Mientras lee, al teléfono.] Sí. Vale. [Luego, comprendiendo.] Eh… Espere un momento. [Pone una mano encima del micrófono.] No, Niamh, no «hicimos» nada; ¡lo hiciste tú! ¡Yo estaba inconsciente un segundo antes!
[Ella le fulmina con una larguísima mirada que el código de tiempo del vídeo claramente confunde con solo tres segundos.]
[Luego da media vuelta y sale, dejándole solo. El MOTOR es ahora inaudible.]
[A. aparta la mirada, resignado, luego habla al teléfono otra vez.]
Sí, ¿señor Brodie? Siento la espera. […] Muy bien, a las cuatro entonces. Gracias. Hasta luego.
[Cuelga y sale en persecución de Niamh.]
*
SALA DE MÚSICA DOM 3-DIC-1995 13:41:01
[NIAMH entra desde el vestíbulo, por la puerta justo bajo la cámara.]
A.: [Off.] ¡Niamh!
[Ella se detiene al lado del piano y se gira, dando la cara a la cámara, herida. A. llega hasta ella; se para a pocos pasos.]
Mira, lo… [La frase se queda sin terminar. Suspira.] Niamh, ¿quieres que hablemos?
NIAMH: [Desvía un poco la mirada al tiempo que traga un nudo en su garganta. Le muestra sus manos vacías como prueba flagrante mientras ejecuta un grito mudo: «¡SÍ!»]
[Se va por la puerta doble al oeste.]
[A. no la sigue esta vez.]
[El halo amarillento de la lámpara de la pared parpadea tímidamente tras el aplique de vidrio pintado. A. se da cuenta, mira hacia arriba.]
A.: [Con desdén, al techo.] Oh, lo siento; ¿te he hecho enfadar a ti también?
[Pocas probabilidades de respuesta: no ocurre nada más. Las luces permanecen calladas.]
[A. se marcha, refunfuñando.]
Estas mujeres van a acabar conmigo.
DIARIO DE A.
[Cont.]
No sé. Quizá tiene demasiado tiempo libre. La semana pasada fue bastante tranquila ahora que me estoy quitando de saltar por ventanas. Lo cual es positivo, entiendo; a mí me venía bien el tiempo para reponerme, y ella se merecía las vacaciones.
Pero ya van siete días. Lo más emocionante que ha hecho en toda la semana fue cuando fuimos a Clayboro a ver Jumanji al cine y se comió su peso en palomitas. Necesita volver a estar ocupada. Al fin y al cabo, está aquí para protegerme; es lo que dijo tía Liza. Igual debería ir pensando en poner mi vida en peligro otra vez.
También podría dejar que se comprara un ordenador; lleva tiempo acumulando propaganda. Me temo que, muy a pesar de Ambrose Wells, Axton House acabará entrando en la era digital después de todo. Entre el frenesí tecnológico de Niamh y su nuevo hobby de atravesar la casa a la carrera y embistiendo las puertas como un rinoceronte loco mientras yo chillo «¡Estampida!», para el solsticio de invierno no habrá quien reconozca este sitio.
Pero oye, hasta la Sociedad de Ambrose está empezando a atrapar al siglo veinte. El fax de Los Angeles que recibimos el otro día, cuando Niamh enchufó el aparato, por ejemplo. ¿Quién hubiera dicho que Ambrose, el laureado redactor de telegramas, tendría un fax? Los noventa han llegado para quedarse.
*
«30 de octubre de 1995
»De: Tique / A: Leónidas
»Querido Leónidas: me retiro. He intentado llamarte por teléfono, pero no hay respuesta. Espero que se deba a que por fin has enchufado el fax. En cualquier caso, ansío verte el próximo diciembre, como es habitual. Con mis mejores deseos.»
*
(Por cierto, según el Libro Rojo del General Leónidas, donde se listan los nombres y direcciones de sus amigos, ese tal «Tique» debe de ser Ken Matsuo, quien al parecer es también la ma de Namacorp.)
GRABACIÓN DE VÍDEO
SALA DE MÚSICA DOM 3-DIC-1995 16:23:27
El SEÑOR BRODIE mira por encima los papeles que GLEW repasa sobre la mesa. Junto al piano, A. sirve tres vasos de bourbon.
SR. BRODIE: En cualquier caso, si pudiera tener listos los papeles para entonces, sería perfecto.
GLEW: No veo por qué no. [Cediéndole su pluma a Brodie.] Bien, pues si firma aquí, por favor…
[El señor Brodie rubrica ambas copias.]
[Coge una copia, le entrega a Glew la segunda.] Señor Brodie, desde ahora es usted el legítimo propietario de Axton Creek.
A.: [Llegando con los vasos.] Je. Al viejo Axton le hubiera gustado oír eso.
SR. BRODIE: [Ríe, satisfecho.] Bueno, con suerte no lo seré por mucho tiempo. Si conseguimos venderlo antes de Navidad, me gustaría llevar a la parienta de vacaciones para variar; ver un poco del país.
A.: Brindemos por ello entonces.
GLEW: Salud.
[Beben.]
[Dirigiéndose a A.] ¿Y ustedes? ¿Algún plan para Navidad con la señorita Connell?
A.: No gran cosa. Supongo que nos quedaremos en casa. [Mirando a Brodie, cómplice.] He oído que es cuando empieza la acción por aquí, de todos modos.
SR. BRODIE: [Ríe.]
A.: No, en serio, no lo he pensado demasiado. He estado bastante ocupado estos días.
GLEW: ¿Ocupado? [Divertido.] ¿Ocupado haciendo qué?
A.: Bueno, ya sabe… siendo un millonario excéntrico y todo eso. ¿Se cree que lo de hacerse instalar una piscina en noviembre sale así como así? Se te tiene que ocurrir; ¡no es tan sencillo!
[Y todos rieron.]
FRAGMENTO DE ARS CRYPTOGRAPHICA, DE SAMUEL MANDALAY
Pese a llevar el nombre de su principal promotor, el político y científico escocés Lyon Playfair (1818-1898), el código Playfair fue concebido por el prolífico inventor Charles Wheatstone (18021875) en 1854. Ampliamente usado, es el código de sustitución digráfica más famoso, y durante un breve periodo en la época victoriana se convirtió en el método estándar de encriptación. La Segunda Guerra Anglo-Bóer (1899-1902) supuso su primera aplicación en las fuerzas armadas, y aún se recurría a él durante la Segunda Guerra Mundial. Esta popularidad se debe a su casi óptima relación simplicidad / seguridad para un sistema manual (§ 2.7.1): el código Playfair es fácil de aprender, y tanto el proceso de cifrado como el de descifrado son muy rápidos, mientras que un ataque mediante fuerza bruta bien puede rayar los límites de la paciencia humana.
En la era de los ordenadores, como con cualquier método manual de encriptación rápido, el uso del Playfair está fuertemente desaconsejado para ocultar información estratégica, ya que los nuevos algoritmos, para los que el problema de la paciencia no existe, pueden descifrarlo fácilmente. Sin embargo, los amantes de lo artesano, los puristas de la criptografía o la gente sin acceso a recursos sofisticados continúan eligiendo el Playfair para el día a día, deleitándose en su elegancia y su seguridad casi garantizada contra cualquier adversario humano, por bruto que sea.
Para usar el cifrado Playfair, emisor y receptor tienen que haber acordado una palabra clave y unos cuantos detalles específicos respecto a pequeñas variantes. Nos centraremos en el Playfair británico, el empleado por el Imperio en la Primera Guerra Mundial. No requiere más que lápiz y papel.
La palabra clave se utiliza para llenar las primeras casillas de una cuadrícula de 5×5, la cual se completa a continuación con las letras sobrantes del alfabeto. A fin de encajar las 26 letras en 25 casillas, la i y la j se consideran una sola. (Una variante omite la q, pero la solución ij es mejor.) Para encriptar un mensaje, descártese cualquier puntuación o espacios, y sepárese el texto en bloques de dos letras, usando cualquier monograma sin sentido (normalmente x) para dividir parejas formadas por la misma letra. Localícense esos dígrafos en la cuadrícula y reemplácense con las dos letras situadas en las esquinas contrarias del rectángulo que forman.
Veámoslo en un ejemplo. De nuevo utilizamos nuestra palabra clave favorita, Mozambique, que ocupa las primeras casillas de una cuadrícula de 5×5. (Por supuesto, hemos omitido la segunda m: con una basta.) Ahora rellenamos el resto del cuadro en orden alfabético. Nótese que nos saltamos la j, puesto que la i ya está representada.
En cuanto a nuestro mensaje, será un fragmento del famoso mapa del tesoro de Legrand en El escarabajo de oro:
A good glass in the bishop’s hostel in the devil’s seat.[8]
Elimínese toda puntuación y procédase a partir el texto en pares de letras. El segundo par sería la oo de la palabra good, pero queremos evitar parejas con los mismos caracteres, así que las separamos añadiendo un comodín (x) y seguimos adelante. Este es el resultado:
AG OX OD GL AS SI NT HE BI SH OP SH OS TE LI NT HE DE VI LS SE AT
De haber obtenido una letra suelta al final, hubiéramos añadido otra x.
Procedamos ahora al encriptado: tómese el primer dígrafo, ag, y compruébese su posición en la cuadrícula. Imaginémoslos como las esquinas diagonalmente opuestas de un rectángulo. Tómense las esquinas opuestas de este rectángulo: z y h. Este es nuestro primer dígrafo encriptado: ag = zh.
A continuación viene el dígrafo ox. Las esquinas opuestas a este rectángulo son av. Respétese siempre el orden: la primera letra encriptada es la que está en la misma fila (no columna) que la primera letra del original. (Recuerde: en Occidente, leemos en horizontal, no en vertical.) Por lo tanto ox = av.
Permita el lector que saltemos ahora hasta el dígrafo he. Estas letras caen en la misma columna en la cuadrícula, así que la nueva norma es: escójanse las letras de debajo de cada una de ellas. Así, he = rh.
Más adelante, el dígrafo ls cae en la misma fila de la cuadrícula. Aquí la norma es: escójanse las letras a la derecha de cada una. Por consiguiente l pasa a ser n, y s no tiene ninguna letra a su derecha, así que damos la vuelta y en el extremo izquierdo encontramos l. Ergo, ls = nl.
Al redactar el texto encriptado, evítese presentarlo en bloques de dos letras a fin de esconder la naturaleza digráfica del código. He aquí nuestro mensaje en clave:
ZHAVMFDPBRLCLVRHMCRKZNRKBNXITDLVRHHITQNLRCMX
Úsese el proceso inverso para descifrarlo. Recuerde cambiar de palabra clave a menudo.
DIARIO DE A.
[Cont.]
Total, que es un Playfair. El trozo que dice «los amantes de lo artesano, los puristas de la criptografía» es una buena pista; grita «Wells» a los cuatro vientos. Pero hay una prueba más concluyente: llevo mirando ese mensaje cifrado toda la semana; la única letra que no aparece es la jota.
Por desgracia, me temo que a pesar de nuestros esfuerzos hasta la fecha para cumplir con las normas de Ambrose y ser dignos de sus secretos, no seré capaz de descifrar este puzle correctamente. Tendré que recurrir a la alternativa: romper el código. Cosa que, si la consigo, será motivo de orgullo. El manual dice que descifrar un Playfair por la fuerza bruta «raya los límites de la paciencia humana». Puedo entender por qué: he invertido dos horas en ello esta tarde y la galería ya está alfombrada de cuadrículas de cinco por cinco y dígrafos sin sentido.
Así que sí, se avecina una semana apasionante.
GRABACIÓN DE VÍDEO
SALA DE MÚSICA LUN 4-DIC-1995 01:34:59
La habitación está a oscuras. En un charco de luz proveniente del televisor al fondo, A. está tumbado en el suelo, escribiendo en su diario. NIAMH está acurrucada en el sofá, durmiendo en posición fetal. HELP está dando buena cuenta de la pizza que sobra.
APLAUSOS y sintonía de cierre de Late Night with Conan O’Brien.
[A. se levanta, desliza el diario en su bolsillo. Estira los brazos, y a continuación se gira hacia Help.]
A.: Despiértame cuando echen Beakman.
[A Niamh.] Niamh. Venga; hora de ir a la cama.
[No se mueve.]
¿Niamh?
[Nada. Él se agacha cerca de ella, apoya una mano en su costado.]
Niamh, mira, lo siento. Yo… [Suspira.] Tal vez… ¿Preferirías dormir sola?
[Sin abrir los ojos, alarga ambos brazos hacia él.]
Ya, me lo temía.
[Él la coge en brazos (los de ella se enlazan en torno a su cuello) e inicia el largo viaje hacia el dormitorio.]
[A medio camino de la puerta norte, farfullando:]
Estúpida casa de tres putas plantas del terror.
[Niamh ahoga una risilla mientras entran en el área oscura cerca de la puerta.]